Capitulo 23.
Escuché atentamente lo que me narraba Sam ¿A qué coño se refería ese tío con que "se volverían a ver"? No me estaba gustando ni un pelo.
—¿Qué crees que pasa? —Preguntó Sam encogido en el sofá y no muy seguro de qué pensar.
—No tengo ni idea pero no me huele nada bien. —Negué con la cabeza pensando. —Quizás tiene algo que ver con Derek o con Mich, como te dijo eso de si eras uno de sus amigos...
—Pffff no sé yo. —Dijo no muy convencido. —Parecía hablar de Jayden claramente.
—Ahora cuando venga de entrenar hablaré con él. Tu no salgas solo de nuevo hasta que sepamos qué pasa ¿Entendido?
Mi hermano asintió algo asustado.
—¿Hasta cuándo vamos a dejar de sufrir amenazas y sentir miedo? —Preguntó apenado.
No supe qué responder, yo tampoco sabía cuándo podríamos vivir tranquilos, deseaba de verdad conseguirlo y saber cómo era llevar una vida normal y sencilla.
Abracé a Sam como respuesta no muy resolutiva.
Jayden volvió de entrenar pocas horas después, llegó cansado, sudado y con su bolsa de deporte al hombro.
—Hey ¿Qué tal? —Saludó desde la entrada mientras se agachaba a saludar a Peace.
—Bien... Estudiando.
Le enseñé de pasada las hojas revueltas que tenía en el pecho mientras estudiaba en el sofá. El pelinegro subió las escaleras y se preparó para una ducha.
Sam y yo aparentamos normalidad hasta la hora de dormir. Subí a la cama con Jayden mientras que Sam dormía tranquilamente en el sofá.
—¿Estás bien? —Preguntó al meterse en la cama.
—Si..Sí, simplemente estoy cansada...
—¿Qué tal con Sam?
Nos metimos bajo las sábanas pero esta vez no me acurruqué contra su cuerpo si no que me quedé sentada con la espalda en el cabecero de la cama.
—Bien... Con Sam bien, pero le ha pasado algo muy raro. —Dije fríamente sin mirarle.
El pelinegro me miró confuso. —¿El qué? No me digas que ha vuelto con July.
—No, no. No es eso. Cuando estaba en la parada de autobús un hombre le preguntó por tí. Le preguntó si él era uno de tus amigos y después cuando Sam se subió al bus el hombre le amenazó diciendo que se volverían a ver.
Juguetee con mis manos mientras Jayden entreabría la boca sin saber qué decir. Me enfadaba el hecho de que había algo que me estaba ocultando, estaba segura de ello.
—E..Emily yo de verdad que no sé q...
—¿Hay algo que nos estés ocultando, Jayden? —Le miré directa a los ojos, a sus ojos que cada vez parecían atraparme más.
Cerró la boca y me miró durante unos segundos pensando, me miraba a los ojos pero no estaba pendiente a ellos, ¿qué estaría pensando tanto?
—Claro que no, no sé a qué venía lo de ese hombre. —Pareció decir seriamente. —Mañana hablaré con Sam para que me cuente cómo era, quizás podía ser un amigo de mi madre o no sé...
Apreté los labios no muy segura. De verdad que quería creerle, quizás aquello era un simple malentendido o alomejor ese hombre no hablaba de él si no de otro chico. El amor ciega completamente y yo aquel día decidí confiar en él.
¿Cómo iba a mentirme? Y menos él.
Al día siguiente Jayden se fue a trabajar. Antes no me levantaba ninguna sospecha que siempre estuviera fuera pero decidí aprovechar que se había ido para dar un pequeño vistazo por la casa. Me convencí de que eso no era ningún control y que confiaba en él, pero no era verdad. Deseaba no encontrar nada pero tenía un mal presentimiento.
Comencé por su armario, allí guardaba mi padre parte de su mercancía y alguna que otra pistola. Rebusqué entre sus sudaderas y abrigos. No había nada. En su mesilla tampoco, ni en los cajones de la cocina, tampoco en la mesa de la entrada o debajo del sofá.
Cuando pensé que no había encontrado nada me di cuenta de que había un mueble de la casa al que nunca había prestado atención. Al lado de la televisión había una estantería llena de libros a la que nunca habíamos hecho caso.
—¿Crees que puede haber algo ahí? —Preguntó Sam no muy convencido y algo cansado.
—No lo sé...
Me acerqué para leer los títulos. Pensaba que serían clásicos pero siempre se repetía una misma escritora... ¿Anna Harris?
La mayoría de sus libros eran de ella. No sabía que tuviera una escritora favorita, jamás la había mencionado o por lo menos no lo recordaba.
Agarré uno de los libros, su título era "Sola sin nadie". Me parecía un nombre extraño para un libro hasta que leí que era de autoayuda.
¿Él se sentía solo? Me cuadraba puesto que su madre no venía nunca a verle.
—¿"El veneno en las familias"? —Leyó Sam extrañado por los títulos algo inusuales.
No esperaba toda la cantidad de libros de autoayuda que Jayden tenía, pero había algo en la autora que me llamaba la atención... Era como si la hubiese visto en alguna parte.
Por la noche cuando Jayden estaba dormido me incorporé a mirar mi teléfono. Busqué información sobre Anna Harris pero no había nada sobre su vida personal, nada de nada. Leí que actualmente estaba firmando libros en Manhattan y que en unos días iría a Boston. Nada que extrañar puesto que sus libros parecían ser un éxito en el mundo de la autoayuda.
Al día siguiente Jayden tenía gimnasio por la tarde, me di cuenta de que en realidad no seguía un horario exacto, a veces iba pero de forma aleatoria. No entendía de entrenamientos pero tenía entendido que se debía llevar un horario.
Cuando salió fui corriendo a nuestro cuarto y me cambié el pijama por ropa básica negra y agarré la pistola de mi mesilla para esconderla en el borde de mi pantalón. Me odiaba por lo que iba a hacer pero llevaba toda mi vida en alerta, no podía dejarlo pasar y poner en peligro a mi hermano y a mí. Salí del apartamento dejando a Sam vigilando por si volvía.
Bajé con cuidado al portal por si acaso. La calle era larga y no estaba muy transitada por lo que pude ver como el pelinegro todavía no había girado la calle. Estaba nerviosa pero chorreaba adrenalina ¿Qué le diría si me veía?
No sabía donde estaba el gimnasio al que iba así que no sabía decir si estábamos yendo por un buen camino hasta que algo me empezó a parecer extraño. En vez de ir en dirección al centro de la ciudad como me esperaría estábamos alejándonos cada vez más de la zona más "social".
Las calles que antes eran hanchas y algo transitadas se habían vuelto estrechas y solitarias. En vez de ir en línea recta parecíamos estar en un laberinto de locales vacíos y casas en no muy buen estado.
Empecé a sentir miedo, tanta soledad haría que Jayden se percatara de que había alguien detrás suya.
Nos cruzamos a dos o tres personas que parecían vivir en la calle, con la ropa rota y el pelo sucio ¿Qué lugar era este para un gimnasio?
Mi anonimato empezaba peligrar, si se daba la vuelta estaría perdida. Por suerte o por milagro llegó a su destino. Estaba frente a un local abandonado y cubierto en grafitis, me quedé apartada en un portal como si estuviera en el suelo durmiendo. El pelinegro se giró a mirarme mientras yo trataba de taparme la cara y el pelo con la chaqueta negra que le había robado a mi hermano.
Tragué saliva según el tiempo parecía paralizarse ante su mirada, rezaba por que no me reconociera.
Respiré de nuevo cuando se volvió de nuevo hacia el raro local. Me destapé los ojos cuando este se agachó para abrir la puerta metálica que protegía la entrada. Según la abrió las pequeñas calles parecieron rebotar ante el estruendo que se abría paso entre el habitual silencio.
Pude ver como dentro estaban Mich y Derek, ambos sin camiseta y sí que habían máquinas de gimnasio en el fondo. Cuando quise seguir mirando Jayden volvió a cerrar las puertas.
No sabía como sentirme ¿Era una estúpida por haber sospechado tanto de él? Por el camino cada vez estaba más segura de que algo estaba tramando pero..., ¿quizás simplemente con el "gimnasio"se refería a un gimnasio casero y privado de él y sus amigos?
Me levanté al darme cuenta que ahora debía volver todo aquel camino yo sola.
Agarré con fuerza mi pistola bajo mi camiseta por si tenía que usarla. Volví por las grises calles de nuevo pero esta vez alerta de cada ruino que estuviera a mi alrededor hasta por fin llegar a casa.
La semana pasó entre alguna que otra búsqueda poco exitosa, no le dije nada a Jayden sobre su estantería y sus libros de autoayuda por si le molestaba que hubiera mirado entre sus cosas.
Llegó por fin Halloween, cayó en sábado y ese día Jayden tenía partido. Esta vez decidimos acompañarle, en parte para verle y en otra parte por desconfianza, aún que nunca quise admitirlo.
—Os podríais haber quedado en casa preparando los disfraces. —Dijo Jayden mientras aparcaba en frente del gimnasio del instituto.
—Me apetecía volver a verte jugar. Esta vez como novia y no como chica a la que odias. —Le sonreí irónicamente.
El pelinegro rio quitándose el cinturón. —Yo nunca te odié.
—Pues entonces no me quiero imaginar si lo hubieras hecho.
Entramos al gimnasio. Sam y yo nos quedamos en las gradas mientras mi novio calentaba y hablaba con sus compañeros. Horas antes había escrito a Sophie para quedar, y allí estaba.
—¡Emily! —Me llamó desde la tercera fila. Subimos y resultó estar acompañada. —Este es Max.
A su lado estaba sentado un chico alto y delgado de ojos marrones y pelo completamente rojo.
—Encantada.
Le tendí la mano en forma de saludo y este tardó unos segundos en corresponder, se me había quedado mirando de una forma un poco extraña pero no le di importancia.
—¿Vais a venir a la fiesta de Halloween con nosotros? La que te comenté por mensaje. —Dije sentándome mientras Sam y Max se saludaban.
—Pues la verdad que no lo sé... De todas formas es eso o ir a la fiesta que hace Olivia en su casa. Creo que prefiero ir a la que me dijiste. —Sonrió mirando al pelirrojo.
Le miré también. —¿Tú también vienes? Hay sitio para uno más en el coche.
—Aa... no sé si iré pero de todas formas podemos ir Sophie y yo en mi coche.
El árbitro nos interrumpió al pitar con su silbato para anunciar el comienzo del partido. Después de unos minutos me di cuenta de que Jayden parecía desconcentrado. No recibía balones, los perdía, no acertaba la mayoría de tiros y no estaba apenas defendiendo...
—¿Jayden está bien? Parece desconcentrado —Dijo la rubia mirando extrañada.
—Eso mismo estaba pensando.
—Y yo. —Añadió mi hermano mientras los tres observábamos su forma torpe de jugar.
Después de un resultado de sesenta y cinco a cincuenta y nueve perdiendo nuestro equipo el árbitro dio por finalizado el partido.
—Alomejor está así por el mal rollo con Izan, antes eran el dúo imparable, quizás eso le descentra. —Opinó Sophie mientras bajábamos por las gradas.
—Podría ser...—Respondí mirando como el pelinegro recogía sus cosas del campo con frustración.
Sabía que no era por eso. Algo en mi interior me decía que había algo mal, que algo estaba pasando y yo no me estaba enterando.
Bajamos a los vestuarios para animar al equipo y darles la enhorabuena porque tampoco habían jugado mal.
—Hey, ¿qué tal estáis? —Preguntó Izan al ser el primero en salir. Me miró sonriente pero cansado, tenía el pelo mojado y se había cambiado de ropa.
—Bien... Apesar del resultado habéis estado muy bien.—Respondí intentando ser natural mientras escuchaba como Sophie cuchicheaba con Max, debía estar dándole contexto.
—Si bueno no fue nuestro mejor partido...—Hizo una pausa mirando al suelo algo incómodo pero sonriendo para volver a mirarme. —Jayden se estaba terminando de duchar, no creo que tarde en salir.
—Está bien..Gracias. —Le sonreí de vuelta antes de irse.
—¿No está muy majo de repente? —Preguntó Sophie detrás mía mientras veíamos como se alejaba.
Mi hermano la miró riéndose.—Debe seguir pillado de mi hermana.
Los tres nos miramos riéndonos mientras negaba aquello.
—Pues que se joda que es mía. —Respondió Jayden con la voz ronca desde la puerta del vestuario.
Nos giramos de nuevo, estaba apoyado levemente en el marco con su pelo rizado chorreando agua sobre su camiseta blanca que contrastaba a la perfección la oscuridad de sus tatuajes. Entreabrí la boca sin mucho que decir, su figura siempre me dejaba embelesada.
—¿Os vais a quedar cuchicheando ahí toda la noche o mejor nos vamos de fiesta?
Se llevó la enorme bolsa de deporte al hombro y comenzó a caminar por el pasillo.
—¡De fiesta de fiesta! —Canturreó Sophie antes de comenzar a seguirle hasta la salida.
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