Capítulo 22.
A la mañana siguiente llamé a Sam. Quedamos en vernos en el instituto pero, aún que su tono fuera frío, ya no parecía enfadado, cosa que me alivió.
Jayden me trataba como una princesa, me preparó el desayuno para después llevármelo a la cama, mientras comía este preparó nuestras mochilas y me preparó el baño para que me diera una ducha caliente antes de ir al instituto. Seguía afligida por todos los sentimientos derramados la noche anterior pero me alegrababa tener a Jayden conmigo.
—Nos deberíamos haber quedado en la casa del lago. —Suspiró Jayden mirando a la carretera mientras nos llevaba por la ciudad en su coche.
—Después de la telenovela que se formó en el comedor hubiera sido complicado quedarse.
El pelinegro río levemente recordándolo para después mirarme. Ya estaba medianamente acostumbrada pero cada vez que me miraba así sentía que algo se derretía en mi.
—¿Sam te dijo algo cuándo le llamaste? No debería haber ido a dormir a casa de esa zorra.
—Ya... —Respondí pegándome contra la ventana.
Llevaba toda la razón. En el fondo me sentía culpable por haberle devuelto a los brazos de July pero sabía que cualquier día iba a llegar esa conversación, pero en el fondo deseaba que aquello hubiera sido un simple espejismo mal vivido del que apenas tendríamos consciencia.
La imagen de mi madre colgada del techo de la habitación con el cuello torcido y los ojos nadando en lágrimas que caían por todo su cuerpo como la cera de una vela ¿Qué podría haber hecho? La experiencia no me volvía adulta, seguía siendo una adolescente que se petrificó ante el cuerpo tieso y sin vida de su madre.
Un escalofrío recorrió mi espalda haciendo que me volviese a colocar en el sitio. Jayden me miró extrañado pero continuó enfocado en la carretera.
Entrando al recinto vi a Sam al lado de la fuente mirando su teléfono sin prestar mucha atención, no había rastro de July.
—Hey. —Saludé para que este me mirase.
—Hola...
Me miró con los ojos hinchados, cuando iba a preguntar qué tal estaba este se lanzó a mis brazos. Hundió la cabeza en mi cuello como de costumbre y me estrechó con fuerza entre sus brazos mientras yo le acariciaba con cariño la nuca. No hizo falta hablar, ambos estábamos arrepentidos por las maneras en las que nos habíamos hablado.
—Emily porfavor perdóname por irme así, no quiero perderte, no puedo perderte.
Levantó la cabeza para mirarme a los ojos arrepentido. Le sonreí cálidamente y acaricié su mejilla. —Te quiero Sam.
Me volvió a abrazar con fuerza. —Yo también te quiero hermanita.
Un rato después Jayden se aclaró la garganta ruidosamente mientras seguíamos abrazándonos. —A este paso entraremos a la clase de después del almuerzo.
Sam y yo sonreímos y nos separamos. Los tres entramos a clase como de costumbre.
—¡Te puedes creer lo que dijo! No se lo perdonaré jamás. —Dijo Sophie enfadada mientras me contaba la aventuras con su nuevo ligue, Max, mientras recogíamos nuestras cosas para ir a la siguiente clase.
Por lo visto habían tenido una cita y él dijo que Kanye West tenía razón respecto a Taylor Swift, un drama la verdad.
—A ver pero aparte de eso la cita no fue tan mal, ¿no?
—Mmm no... La verdad que, aún que apoye a Kanye, es un chico encantador. —Se encogió de hombros llevándose la mochila al hombro. —Además me encanta su pelo, es teñido pero le queda de muerte...
Se quedó embobada recordándolo mientras yo terminaba de cerrar mi mochila, nos fuimos a las taquillas a dejar los libros y recoger los de la siguiente clase.
—¿Y qué tal el fin de semana con Jayden? Que por mensaje apenas me enteré.
—Bien... Con él muy bien pero no te imaginas la que se lio con July y mi hermano.
Sophie abrió los ojos emocionada por el momento cotilleo, la dije que se acercase y bajé un poco la voz.
—Resulta... que July había estado a la vez con mi hermano y con un amigo de Jayden.
La rubio cogió aire impactada. —Que me dices... ¿La matamos?
Reímos hasta que cruzó delante nuestra. Sophie cambió la expresión y la miró como si la fuera a estrangular allí mismo, cosa que repetí. July al vernos siguió caminando pero acelerando el paso algo asustada. La rubia y yo nos volvimos a mirar estallando en carcajada.
El resto de la mañana fue normal. Llegamos a casa donde Peace nos esperaba en la puerta.
—Ahora mismo me vas a contar qué pasó en casa de July. —Le dije a Sam en cuanto Jayden se fue a entrenar.
Mi hermano llevaba raro desde que habíamos llegado a casa, parecía ido y no quería hablar mucho. Con mi intento de interrogatorio se aclaró la garganta recolocándose en el sofá.
—En casa de July lo normal, me pedía perdón pero a la vez me juraba que eso no había pasado y blah blah blah... Sólo fui a su casa para tener un sitio donde dormir. —Dijo con desgana. —Pero... cuando iba me pasó algo muy raro...
—¿El qué, Sam?
—Pues...
.
.
.
————Flashback
Narra Sam:
¿Cómo podía haber dicho eso mi hermana? Me pregunté según llamaba al ascensor. Mamá jamás nos habría deseado el mal...o por lo menos me convencía de ello.
Ella era una víctima, ¡pero es verdad que nosotros también lo éramos! Pero... al final fue su instinto de supervivencia, ¿no...? No sabía qué creer a esas alturas, sólo sabía que la echaba de menos a rabiar.
Llegué al portal encontrándome de frente con Jayden.
—Hey Sam ¿A dónde vas? —Saludó tranquilamente.
Pasé de largo sin responder, no estaba de humor para dar explicaciones.
Salí del portal siendo azotado por el aire fresco de otoño que ya caldeaba el ambiente con un intenso olor a tierra mojada y hoja seca. Metí las manos en los bolsillos de la chaqueta mirando el cielo nublado que arropaba la ciudad, odiaba esos días fúnebres que te hacían sentir el frío en los huesos.
Caminé sin rumbo para darme cuenta de que inconscientemente había estado viviendo en una ciudad que apenas conocía, sólo recorría las calles en coche y autobús pero jamás me había parado a apreciar el movimiento de los árboles que danzaban al ritmo de una brisa fresca.
¿Valía la pena vivir? Me preguntaba constantemente, pero no como un suicida, si no como el adolescente confundido que había sido siempre. Jamás sabía qué sería de mi vida, en realidad jamás me había interesado pensarlo pero y ahora... ¿Ahora qué debía hacer?
Me dolía el pecho, pero ya no por la traición de July si no por lo injusta que era la vida conmigo, sentía que llegaba a cebarse de mis desgracias ¿Por qué no me podía salir nada bien joder? ¿Por qué mierdas tenía que ser yo quién sufriera constantemente? ¿Por qué no podía ser otra persona?
Anduve sin mucha atención hacia la parada de autobús. Cuando la encontré me senté en el banco todavía inmerso en mis pensamientos y en mis preguntas internas que mordisqueaban mi cabeza.
—Oye tú. —Me llamó una voz masculina que me sacó de mi trance.
Levanté la cabeza sin esperar lo que vi. Un hombre alto y delgaducho con ropa de deporte desgastada me miraba con una sonrisa algo tétrica. Mi garganta se cerró y noté como un río de sudor frío bajaba desde mi nuca hasta la parte baja de mi espalda.
—¿S..Sí?
—¿Tu eres uno de los que va con el pelinegro ese, no?
Tragué saliva aterrorizado e incapaz de mover ningún músculo de mi cuerpo. —¿Qué pelinegro?
—El guapito ese de lo tatuajes.
Entreabrí la boca sin saber bien qué responderle ¿Si le decía que sí me atacaría? Aquello no tenía buena pinta y cada vez me estaba poniendo más nervioso.
El autobús paró en frente nuestra y no dudé en meterme corriendo entre la gente que bajaba con miedo a que aquel hombre me agarrase.
Miré por la ventana y le vi parado mirándome fijamente, esta vez con una cara de enfado que hizo que me temblase todo el cuerpo.
—Nos veremos...
El autobús arrancó y aún que viese como iba desapareciendo en la distancia estuve todo el camino vigilando que no se subiera en cada parada. Temblé encogido en mi asiento hasta llegar al lujoso barrio donde vivía July.
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