Capítulo 15.
La semana se me había hecho corta, Izan admitió lo que hizo y todo el mundo pareció relajarse más conmigo. Jayden y yo íbamos y volvíamos juntos del instituto, luego él se iba o al gimnasio o a entrenar o a trabajar —cosa que no me gustaba porque estaba casi todas las tardes fuera— y yo aprovechaba para estudiar y buscar trabajo.
Al final encontré un puesto como cajera en la tienda de una gasolinera, y allí estaba, un viernes con un uniforme horrible de colores chillones y gorro aguantando borrachos, viejos impertinentes con los que terminaba discutiendo y menores de edad poniéndose de puntillas sobre el mostrador para intentar comprar alcohol.
—Lo siento chicos pero si no tenéis el carnet de identidad no os lo puedo vender. —Dije en un tono cansado después de repetirlo por milésima vez.
—Es que nos lo hemos dejado en el coche. —Respondió uno con la voz chillona.
—¿Todos os lo habéis dejado en el coche? —Miré a los tres que no les quedó de otra que asentir rezando para que me lo tragara. —Lo siento chicos pero no os lo puedo vender.
Puse las latas de cerveza debajo del mostrador mientras que ellos maldecían según salían por las puertas automáticas, vaya asco de trabajo. La puerta se volvió a abrir y miré por encima de la revista sin mucho interés, expresión que cambié al ver a Jayden apoyado sobre el mostrador.
—Yo también tengo el carnet en el coche. —Sonrió como un angelito. No pude evitar sonreír.
—Pues lo siento pero sin el carnet no puedo venderte nada de alcohol. — Dije acercándome a él.
—Qué pena.
Sonrió según acercábamos los labios sobre el mostrador en un beso cálido y alegre. El peso sobre mi pecho se había ido hacía unos días llenándome el vacío que había sentido siempre, realmente me sentía feliz después de lo que parecía una eternidad.
—¿Hoy no tenías gimnasio? — Pregunté separándome un poco.
—Sí, pero preferí venir a verte.
Su sonrisa hacía que me derritiera en el sitio. Me quedé unos segundos en silencio sin saber qué responderle a eso. Al ver que no respondía él continuó hablando.
—¿Quieres que salgamos esta noche?
—¿A dónde?
—Unos amigos de mi trabajo van a ir a una fiesta en las afueras, ya sabes, en el polígono. Si no quieres ir no pasa nada. —Añadió.
—Mmmm.... —Me hice la dubitativa—. No lo sé no lo sé ¿Habrá chicos guapos? —Pregunté burlona.
Jayden se rió imitándome.—Mmmm... Ya pregunté si habrá chicas guapas, si hay chicas guapas supongo que habrá chicos guapos.
Me guiñó el ojo mientras me ponía un poco roja de la... ¿rabia? En fin, me lo había buscado yo solita.
Jayden esperó a que mi turno terminase y me llevó a casa para poder arreglarnos, le dije a Sam si quería venir pero él tenía un examen al lunes siguiente y prefirió quedarse a estudiar. Con la situación tampoco me gustaba dejarle solo pero él ya era mayorcito y podía cuidarse solo —o por lo menos intentaba convencerme de ello—.
Subí al coche con mi adorado vestido marrón super ajustado que había metido en mi maleta de casualidad y Jayden puso la calefacción nada más entrar. Él llevaba un polo negro algo ajustado y unos vaqueros del mismo color. Me pilló observándole y me miró de arriba a abajo según arrancaba.
—¿No llevas chaqueta? Te vas a congelar, estamos en Michigan, Emily, esto no es Miami. —Dijo algo enfadado volviendo a la carretera.
No aguanté la risa y le imité. —Esto no es Miami Emily.
Me miró con cara asesina y no pude aguantarme las ganas de reír, sabía que en el fondo él también sonreía. Una vez volvimos al silencio puso una mano sobre mi muslo, lo que hizo que me diesen ganas de decirle que frenase el coche y subirme encima suya allí mismo. Me contuve, claro.
Llegamos a las afueras de la ciudad a un gran polígono industrial lleno de coches con la música a todo volumen y borrachos bailando tecno como locos.
—Vaya vaya... No conocía esta faceta suya, señor Morelli. —Dije sarcásticamente bajando del coche.
—Y las que te quedan. —Sonrió y levantó la mano saludando a un grupo de chicos que ya parecían estar en mal estado.
Un chico de piel negra y pelo trenzado casi que se abalanzó sobre su cuello abrazándole con fuerza. No supe como reaccionar al ver como Jayden le abrazaba con una sonrisa de oreja a oreja.
—¡Jay! ¡Hermano hacía tanto que no te veía!
—Pues un mes, Derek.
Se separaron y el moreno me miró con una sonrisa algo torcida. —Veo que sigues siendo un suertudo eh... ¿Dónde encuentras tanta chica guapa?
Vaya. Menudo comentario más desafortunado.
Jayden me miró con la boca entreabierta sin saber qué decir. Ese tal Derek siguió hablándole, balbuceando sin parar.
Ósea que había estado llevando a más "chicas guapas"... Estaba bien saberlo. Una vez el moreno dejó de hablar Jayden me pasó el brazo por los hombros mirando mi rostro serio.
—Este es Derek ¿Ves esos dos chicos de allí? Esos son Nath y Mich. Mis compañeros del bar. —Señaló a los dos chicos que bailaban a pocos metros, uno tenía el pelo rapado y el otro el pelo castaño, este último nos saludó alegremente.
—¿Son diminutivos, no?
—Aquí todos nos llamamos por nuestros diminutivos. —Derek se unió a la conversación, el cual no me había caído muy bien.
—¿Y por qué?
—¡Esto es una maldita fiesta, preciosa! No estamos en un catering con vino y champagne. —Dijo lo último con acento francés de forma burlesca. Que mal me estaba cayendo.
—Ven, vamos a por algo de beber. —Interrumpió Jayden poniéndome una mano en la espalda y guiándome mientras Derek nos empezó a gritar todos los tipos de alcohol que habían traído.
—¿Tu amigo es un poco rarito, no? —Le dije al oído según nos acercábamos al altavoz.
Jayden se rio según abría el maletero de un coche azul, me sorprendí al ver todas las botellas que habían, había más alcohol ahí que en la gasolinera que trabajaba. Nos sirvió a los dos de una botella que no sabía ni lo que era mientras que me quedaba sorda con la música tecno de los altavoces.
Bebimos un rato con sus amigos y cuando todos estábamos contentillos dijeron de sentarnos en unas sillas plegables que habían llevado para jugar a un juego.
—¿Esto no es muy típico? —Le dije a Jayden riéndome sin sentido.
—Tu quédate aquí jugando, yo voy un momento a hablar con un amigo, ¿vale? Cualquier cosa quédate cerca de Mich. —Señaló al chico rapado que tenía tenía sentado en frente.
Le miré extrañada y se fue antes de que pudiera responder. Me fui a sentar al lado de Mich, este me miró de forma seria con una cerveza en la mano. Era un chico bajito pero muy musculado y tatuado de la misa forma que Jayden. También era bastante atractivo.
—¿Cómo te llamas? —Preguntó mientras los demás jugaban a un verdad o reto algo cutre.
—Emily, encantada.
Le tendí la mano pero este la ignoró con un suspiro pesado.
—¿No te da asco ser la decimo quinta novia de Jay este mes? —Preguntó con intención de herirme. ¿Por qué todos sus amigos eran tan gilipollas?
—Mmm... Teniendo en cuenta que él es mi decimosexto, creo que gano yo.
Mich negó con la cabeza tomando un sorbo de su cerveza. —Sois todas iguales.
Casi me reí, qué patético había sonado.
—Eso suena a que al señorito Don Músculos le han puesto los cuernos bien puestos. —Le miré levantando la ceja bebiendo de mi vaso, jaque mate.
Me miró con mala cara sin responder, debería haberme ganado la vida como pitonisa, a lo mejor así habría ganado más dinero.
—Sois todas iguales.
—No todas son así. Ósea yo sí. Pero no todas.
Le miré sonriendo y casi pude ver como él también sonreía. Volvió a apretar los labios en lo que parecía... ¿aguantarse las lágrimas?
Woah, no me esperaba aquello. Le puse la mano en la espalda acariciándole de forma reconfortante. —Nada duele para siempre, Mich.
—El amor verdadero sí. —Se miró las manos jugueteando con la lata de cerveza.
—Si te ha hecho eso entonces no es amor verdadero.
No sabía lo mucho que me arrepentiría de aquellas palabras.
—Bueno, dejemos de hablar de mi. —Bebió y me apuntó con la lata levantando una ceja, le miré sin entender qué hacía. —¿Te estás aprovechando de mi embriaguez para sacarme información sobre mi vida privada?
Lo dijo tan rápido que casi sentí que me iba a sacar una pistola y ponérmela en la frente, levanté las manos en son de paz. —¿Y..Y yo para qué querría saber que te han puesto los cuernos? Es decir... No te estoy sacando información me lo has contado tú.
Vi que no estaba muy convencido con mi respuesta así que decidí levantarme e ir a buscar a Jayden o a alguno de sus otros amigos, alguno que no estuviera loco claro.
Vi a Derek sirviéndose un vaso del maletero en el que había estado con el pelinegro hacía un rato. No estaba contenta con la idea pero no me quedó de otra que acercarme.
—Derek, ¿has visto a Jay? Es que no sé a dónde habrá ido.
—No te preocupes nena, quédate aquí conmigo, y si Jay no aparece entonces mejor para los dos. —Sonrió casi sin abrir los ojos de la borrachera que llevaba encima.
Suspiré y me serví más alcohol, lo necesitaba para aguantar todo aquello. Me senté al lado de las botellas para llamarle, ya eran casi las dos de la mañana.
Después de cuatro llamadas perdidas decidí darme por vencida y unirme a la muchedumbre que bailaba en medio del polígono. Me sumergí dentro del barullo de gente y dejé que el alcohol se moviera por mí.
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