Capítulo 6: Luz verde, luz roja
Nadie quiere creer en lo peor, especialmente cuando hay tanto en juego.
No después de todas las promesas que les hicieron, no sabiendo que tienen tanto por perder, pero mucho más por ganar y Jeff es el primero en admitir eso.
No entiende como nunca antes llegó a esa conclusión por su cuenta, ¿qué sucedería con aquellos que sean eliminados?
La respuesta ahora parece clara, incluso aunque nadie lo quiera creer.
—¡No importa lo que pase! —siguió gritando aquél jugador, Jeff aún no lograba ver su número—. ¡No se asusten ni se dejen llevar por el pánico! ¡No importa que suceda, por favor no se asusten ni comiencen a correr!
—Atención, comienza el juego. —la voz robótica dijo, interrumpiendo las palabras del hombre que cada vez parecía más desesperado.
Jugaremos, muévete, luz verde.
Jeff conoce de memoria la canción infantil, ha jugado y la ha cantado cientos de veces antes, eso no hizo que él se mueva un solo centímetro esta vez.
Tan pronto como la canción comenzó todos a su alrededor empezaron a moverse con la única excepción de aquél jugador, que les seguía gritando que se detengan tan pronto como la canción terminaba.
El ruido robótico de la muñeca volteándose le congeló la sangre, ni siquiera había estado dispuesto a respirar demasiado fuerte.
Debajo de él las piedras ensangrentadas seguían en su mismo lugar como un recordatorio de que podría ser él, incluso aunque no estaba completamente seguro de la veracidad en las palabras del sujeto.
Jeff aún seguía en la línea de partida cuando la muñeca se volteó y comenzó a cantar una vez más.
Cada vez que la canción se detenía, el jugador gritaba que se detengan.
Jeff seguía mirándolo con atención, se encontraba boquiabierto, desviando su mirada de la arena debajo de él al hombre que tampoco parecía tener intenciones de moverse pronto.
—¡Oye 19, sígueme! —gritó el hombre de pronto, a Jeff le tomó más de un par de segundos notar que lo había llamado a él.
Ah, claro. Yo soy el número 19.
La canción volvió a sonar en los parlantes y ante la mirada intensa del hombre, Jeff decidió acercarse, finalmente saliendo de la línea de partida y caminando a paso lento hasta donde estaba él.
—¡Alto! —gritó el hombre, seguía de espaldas al robot y ahora sus ojos estaban fijos en él.
Jeff no sabe exactamente porqué está haciendo justo lo que aquél hombre le indica, pero sabe que hay algo extraño que ya no puede ignorar.
Y ese hombre sabe algo. Concluyó Jeff, su respiración inestable mientras escuchaba el tic tac del reloj a lo lejos, el tiempo seguía pasando mientras la muñeca estudiaba a todos, sus ojos moviéndose con velocidad entre ellos.
Jugaremos, muévete, luz verde.
—¡Vamos, ven aquí! —le gritó el hombre una vez más, al ver que Jeff seguía lejos.
Jeff jadeó en busca de aire, haciendo su mejor intento por correr mientras la canción sonaba, deteniéndose de golpe justo en frente del hombre cuando la muñeca se dio vuelta.
—¡Alto!
Finalmente logró ver el número del jugador, 456, era el último que llegó ya que ese era el total de jugadores. A menos que los números se hayan puesto al azar. Pensó Jeff, pero pronto la voz del hombre frente a él interrumpió sus pensamientos.
—Ponte detrás de mí y sígueme. —le dijo en un tono bajo. Parecía confiado, lo cuál de algún extraño modo logró hacer que Jeff se relaje un poco, pero no demasiado.
Definitivamente este tipo sabe algo. Concluyó Jeff.
Cuando la canción comenzó una vez más, 456 finalmente se volteó para mirar a la muñeca, corriendo hacia adelante y colocándose un brazo encima del rostro antes de que la canción termine.
Jeff lo siguió lo más cerca que pudo, alegrándose de que el hombre no pareciera tener intenciones de correr demasiado rápido y dejarlo atrás.
—¿Estás loco? —susurró 390, un jugador que se encontraba delante de ellos, pero con su rostro volteado hacia atrás.
—¡Cúbrete la boca! —lo regañó el loco, Jeff decidió apodarlo así hasta saber un poco más acerca de él, ya que llamar a las personas por su número se sentía un poco irrespetuoso.
Bueno, llamarlo loco tampoco es muy respetuoso, pero ciertamente es un adjetivo que le funciona bien. Teorizó Jeff, siguiéndolo cada vez que la muñeca seguía cantando y deteniéndose cada vez que ella volteaba.
El loco seguía gritando que se detengan cada vez que la canción terminaba y para cuando quisieron darse cuenta, ya habían logrado correr una gran cantidad de distancia sin que nadie sea eliminado.
Tal vez está bromeando... Tal vez todo fue una elaborada-
Pero la línea de pensamientos de Jeff fue interrumpida cuando unos gritos se escucharon por delante de ellos.
Jeff logró ver por encima del hombro del loco a la chica que estaba gritando y moviéndose, con sorpresa notó que era el aparente ligue de Subong.
Pero entonces, algo más llamó su atención y la de todo el resto en el campo infantil y eso fue un ruido estridente, atronador e inconfundible que resonó hasta donde Jeff se encontraba parado.
Escuchó a un par soltar exclamaciones confundidas, preguntando que había sucedido, pero Jeff no necesitó respuesta ya que él logró ver como el cuerpo de la chica caía al suelo después de aquél ruido.
—¿Eso fue un disparo...? —susurró Jeff, observando la espalda del jugador gritón.
—Sí. Tal como les dije. —le respondió en un tono bajo, antes de volver a gritar para pedirle al resto que se mantengan quietos.
Pero entonces, de alguna forma el caos logró desatarse en la esquina izquierda, justo en donde la chica había caído al suelo.
Un grito más se oyó, está vez proveniente de una mujer mayor, y seguido de ese grito otro fuerte ruido de un disparo.
Un disparo. Se repitió Jeff, aún sin poder asimilar la situación.
—Los están matando... Los están... —comenzó a decir Jeff, deteniéndose al escuchar en sus propias palabras—. Nos... Nos están...
Porque claro, lo que acababa de suceder no era un caso aislado que estaba viendo en la pantalla de su televisor en un canal de noticias, no, aquél disparo lo escuchó en vivo y en directo.
Después de los dos primeros disparos, muchos más siguieron en rápida sucesión, gritos descontrolados, gente horrorizada y disparos.
—¡Quietos! ¡No se muevan! —seguía gritando frente a él con todas sus fuerzas—. ¡Si se mueven de su lugar van a morir! ¡Los van a matar!
Cuando la muñeca finalmente volvió a darse vuelta, el sector que se había quedado inmóvil permaneció de aquél modo durante toda la canción.
A excepción del loco y de Jeff, que al parecer debía estar igual de loco por seguirlo, pero en esos momentos separarse del tipo se veía aún más peligroso que simplemente seguir pegado a él.
Así que Jeff y 456 se movieron juntos por entre los jugadores inmóviles, deteniéndose ahora delante de todos ellos.
El horror por lo que acababa de suceder no le permitió a Jeff disfrutar estar en el segundo puesto y el tiempo que aún seguía corriendo era una amenaza inminente que no debían subestimar.
—¿Qué sucede si se acaba el tiempo? —le preguntó Jeff, esta vez en voz alta, sin preocuparse mucho ahora por susurrar.
—¡Si no llegan a la línea, van a morir! —gritó 456, una vez más tenia su brazo cubriendo su rostro—. ¡La muñeca que ven tiene un sensor que detecta el movimiento! ¡No los va a detectar si se esconden!
Y para confirmar que sus palabras eran ciertas, abrió y cerró la mano que tenía apoyada en su espalda, que claramente la muñeca no podría ver.
Oh... Por eso me dijo que lo siga. Si estoy detrás no me verá.
Después de un par de instrucciones más, todos lograron ponerse de acuerdo en hacer filas para no ser notados por el censor, pero no todo fue tan fácil, aún tenían demasiada distancia por recorrer.
El ardor en su tobillo comenzó a volverse cada vez más insoportable, pero Jeff se obligó a moverse con toda la rapidez posible.
Aún así, pronto los que se encontraban detrás de él comenzaron a adelantarse hasta que logró perder de vista al loco.
Mierda, no. No...
Jeff sintió cómo su respiración se volvía pesada, y cada pausa no era tiempo suficiente para que pudiera recuperar el aire, su pecho se sacudía levemente por el esfuerzo, pero por suerte tenía muchas personas delante de él para poder ocultarlo de los ojos de la muñeca.
Pronto aquella suerte también comenzó a desvanecerse mientras la ansiedad comenzaba a recorrer a todos los que se encontraban detrás de él y veían que se demoraba en avanzar.
—¡19, por favor! ¡Muévete! —le gritaron desde atrás, voces cargadas de una desesperación exactamente igual a la que él sentía.
¡Lo haría más rápido si pudiera, imbéciles! Deseó gritarles a todos, pero el solo esfuerzo de alzar la voz se sentía demasiado en esos momentos.
Jeff nunca habría creído que él estaba en mal forma como para sentirse de aquella manera y terminó atribuyendo su estado a una mezcla de ansiedad, estrés, pánico y al dolor en su tobillo.
El sudor corría por su frente, y cada paso se sentía como caminar con el cuerpo cargado de plomo.
La presión de las personas detrás de él y del poco tiempo que quedaba no estaba ayudando en lo más mínimo.
No está yendo lo suficientemente rápido, él lo sabía y todos lo sabían.
—¡Te lo dije! ¡Vamos a morir por tu culpa! —se quejó una mujer a pocos metros desde atrás, su voz quebrándose en un sollozo histérico.
—¡Empujen a ese idiota que va tan lento!
—¡19 muévete más rápido!
Mierda, mierda, mierda.
Jeff tragó saliva, sintiendo un nudo en la garganta. Se esforzó por ignorar los empujones en su espalda, los gritos enojados que comenzaban a convertirse en maldiciones al aire.
Intentó concentrarse en sus pasos, pero el miedo paralizante hacía que sus piernas temblaran con cada movimiento, lo cuál no lo estaba ayudando en lo absoluto.
Ya había personas que pasaron la línea de meta, muchos estaban festejando a pocos metros de distancia de él y tan solo deseaba haberse pegado aún más al jugador 456, en cambio ahora lo único en lo que podía enfocarse eran en los gritos detrás suyo.
De pronto, una mano firme lo sujetó del brazo.
—Déjame ayudarte, amigo. —dijo un joven, Jeff observó el número 333 en su chaqueta, sus ojos brillando con una sonrisa amigable.
Jeff le devolvió la sonrisa, asintiendo agradecido, finalmente alguien se había compadecido de él como para ayudarlo.
—Gra- —comenzó a decir, pero su agradecimiento quedó ahogado en un jadeo cuando sintió cómo lo empujaban hacia atrás con fuerza.
Jeff cayó hacia el suelo con un golpe seco, el dolor recorriéndole la columna mientras la muñeca se volteaba de nuevo.
Mierda, mierda, mierda, mierda.
Más jugadores habían logrado cruzar la meta ahora, incluyendo al número 333 que al menos pareció un poco culpable cuando se volteó a verlo.
Jugaremos, muévete, luz verde.
A lo lejos, el contador brillaba con un número que le heló la sangre, tan solo quedaban treinta segundos para que se acabe el tiempo.
En la siguiente canción Jeff había intentado ponerse de pie, pero más personas lo empujaron en su desesperación por intentar llegar a la meta.
Todo en su interior se paralizó al pensar en la posibilidad de ser eliminado.
No, no, no, no puedo... No...
Era un error, tenía que ser un error, pero la realidad lo golpeó con brutalidad, Jeff no iba a llegar.
Mientras la muñeca empezaba a cantar nuevamente, Jeff sintió cómo el aire abandonaba sus pulmones, esforzándose para ponerse de pie cuando de pronto sintió unos brazos rodeándolo y poniéndolo de pie con facilidad.
—¿Pero que hacías allí tirado, bailarín? La meta está por allá. —la voz gruesa de Subong resonó contra su oído, ambos se quedaron inmóviles cuando la canción dejó de sonar.
Un cuerpo caliente se apretó contra su espalda y Jeff tuvo que usar todo su autocontrol para no temblar en los brazos del contrario.
Ambos le estaban dando la espalda a la muñeca y de reojo Jeff observó como quedaban diez segundos.
—¿Qué haces aquí? —dijo Jeff, sintiendo como los brazos de Subong apretaban su agarre al rodearlo mientras el contrario soltaba una carcajada divertida.
—¡Te ví aquí descansando! Y me dije, ¿qué hace el bailarín allí acostado? Así que, te venía a preguntar.
Antes de que Jeff pueda responder, la canción comenzó a sonar una vez más y Subong logró levantar a Jeff hasta que sus pies dejaron de tocar el suelo.
Con una facilidad casi ridícula, Subong comenzó a correr abrazado de Jeff, solo quedaban tres metros y en menos de cinco segundos ambos habían cruzado la meta.
Qué carajos.
Tan pronto como llegaron a la meta Subong lo arrojó contra el suelo como si nada y Jeff logró apoyar sus manos en el suelo antes de golpearse la cabeza.
—¿Ves? descansa aquí mejor, del lado no peligroso. —le dijo Subong sonriente, como si no hubiera notado que Jeff casi se partía la cabeza al ser tirado al suelo de aquella forma.
—¿Y a ti qué te pasa? —se quejó Jeff, jadeando por aire al ver a Subong saltando en su lugar y alzando los brazos cuando la cuenta regresiva finalmente terminó.
—¡Ganamos! —comenzó a gritar él, ignorando sus palabras y comenzando a correr hasta un grupo de chicos que estaban hablando.
Maldito extraño.
Pero me salvó... Acaba de salvarme.
Y no pude agradecerle, mierda.
Observó sus manos temblorosas apoyadas en el suelo y contempló la idea de quedarse un par de segundos más allí para asegurarse de recuperar el aire.
—No podían ser peleas de rayos láser, no, tenía que ser una maldita carrera. —se quejó Jeff para si mismo, finalmente sentándose en el suelo de manera correcta ya que había estado sosteniéndose en sus manos y rodillas.
—Oye, no les des ideas. —una voz bromeó desde arriba, al subir la mirada Jeff se encontró al hombre loco que estuvo gritando todo el juego—. Me alegra que hayas llegado, no me di cuenta cuando dejaste de estar detrás mío.
Jeff sonrió un poco, asintiendo, decidido a agradecerle también a él, después de todo, es gran parte su trabajo que Jeff esté vivo ahora.
—Gracias por advertirnos. —dijo Jeff, bajando la cabeza en un asentimiento respetuoso, el hombre solo sonrió un poco.
—Fuiste el único que me creyó y no se movió en las primeras rondas... —comenzó a decir el hombre—. ¿Por qué?
Jeff recordó la sangre en la arena y la pintura en las paredes y simplemente se encogió de hombros—. Supongo que... Yo mismo tenía una corazonada que tú me confirmaste.
—Entiendo. —456 se agachó un poco y le dio una palmada en el hombro a Jeff—. Buen trabajo, me alegra de verte vivo, ahora vamos a descansar.
—Lo mismo digo, señor. Sí, vamos. —asintió respetuosamente y con mucha fuerza de voluntad Jeff logró ponerse de pie.
La voz robótica en algún momento había hablado, pero no logró ponerle atención, lo último que Jeff hizo fue mirar a esa muñeca robot, sabiendo que ahora tendría pesadillas por el resto de su vida.
Pero hey, al menos estoy vivo.
***
si les gustó porfi comenten que la escritora es muy insegura♡ TT
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