Capítulo 3: Bailarín
No era su primera noche en ese lugar, y definitivamente no sería la última. Las luces neón lo cegaron por un instante al subirse a la pasarela, pero tan pronto como escuchó los gritos del público, Jeff sabía que el espectáculo debía comenzar.
Trabajar en un club no fue su primera opción, pero si fue la que le dejó más dinero al final del día, así que no estaba en posición de quejarse y mucho menos ese día en específico.
Detrás de bambalinas Jeff había escuchado que un grupo de idols había llegado al club, llenos de energía y por supuesto, con mucho dinero en sus bolsillos.
Así que si esta vez Jeff se delineó un poco más los ojos y dejó que le llenen el cabello oscuro de purpurina, bueno... Era meramente por temas de trabajo, por supuesto.
Mientras se movía por la pista, no podía evitar observar de reojo la sección VIP con la esperanza de enganchar alguna mirada curiosa que no tardó en llegar.
Un chico de cabello púrpura se encontraba gritando en una de las esquinas, sentado en uno de los mejores sillones del club, con una sonrisa relajada y una energía eufórica, como si se encontrara en su elemento.
No era la primera vez que un grupo de idols venía a esa clase de clubs, pero jamás habían hecho lo que aquél chico de cabello púrpura se animó a hacer.
Sin romper contacto visual con Jeff, que para esos momentos se encontraba bailando su coreografía previamente ensayada, aquél idol llamó a uno de los encargados del club.
Jeff no llegó a escuchar que era lo que le estaban hablando, pero logró ver el momento exacto en el que aquél chico lo señaló y el encargado volteó a verlo.
En esos momentos, para lamentos internos de Jeff, el baile comenzó a volverse cada vez más descarado y entre los bailarines debían comenzar a quitarse las camisas blancas que ya traían empapadas de antemano.
—Creo que Jeff ya encontró a un vip. —susurró una voz cantarina a su lado, tirando de la manga de su camisa para que Jeff comience a quitársela.
Se mordió el labio inferior para ocultar una sonrisa satisfecha y finalmente desvío la vista del hombre de cabello púrpura, deslizando la camisa por sus hombros y arrojándola a la multitud de hombres frente a él que aplaudían encantados.
Con una sonrisa traviesa y movimientos fluidos, Jeff decidió concentrarse en su trabajo, para variar, y siguió bailando, tomando la mano de sus compañeros ocasionalmente y haciendo poses exageradamente vulgares cuando les arrojaban propina.
Jeff no buscaba atención, pero la obtenía sin esfuerzo y saber eso, lo llenaba de una extraña satisfacción que permanecía en su cuerpo hasta el día siguiente.
Pero aquella satisfacción no tenía ni punto de comparación con las emociones que lo abordaron cuando el encargado se le acercó, murmurando que un vip lo había pedido específicamente para un baile privado.
Con una sonrisa practicada que era mitad profesional, mitad encantadora, Jeff asintió y comenzó a caminar hasta donde sabía que se encontraba el vip que lo llamó.
A medio camino Jeff notó que hace tiempo su camisa había abandonado su cuerpo y soltó una carcajada sorprendido, ya que por la adrenalina y la emoción ni siquiera se había acordado de ese pequeño detalle.
Al final, decidió subirse los tirantes negros de sus shorts para al menos tener algo con lo que jugar si la conversación se volvía muy incómoda.
No era la primera vez que lo llamaban para algo así de especial, pero si era la primera vez que realmente le atraía un vip, lo cuál fue un giro interesante para su noche.
—¿Un baile, eh? —preguntó Jeff al llegar, ladeando la cabeza mientras jugaba con sus tirantes.
—Solo si crees que puedes manejarlo. —bromeó el de cabello púrpura, algo en su mirada gritaba confianza, pero también desafío.
—Dime tu nombre. —pidió Jeff, acercándose un poco más a él mientras observaba como el contrario se apoyaba en el respaldo del sillón, estirando sus brazos a lo largo del respaldo.
—Subong.
Jeff asintió, susurrando el nombre para acostumbrarse antes de acercarse más, cerrando la distancia entre ellos.
La música en el club cambió a un ritmo más lento, más intenso, Jeff no está seguro si agradecer o no al dj por eso.
Sin decir una palabra, comenzó a moverse, sus caderas se mecían con movimientos practicados que parecía hipnotizar y la tensión en el aire se volvió casi palpable.
Incluso aunque Jeff no lo haya mencionado en ningún momento, la regla de no tocar estaba clara desde el principio y cada vez que Subong intentaba acercar una mano, Jeff se apartaba con un movimiento ágil, manteniendo el control.
En un momento, Jeff giró sobre sus talones y con un descaro absoluto, se sentó en el regazo del de cabello púrpura, sonriéndole con un poco de arrogancia, sabiendo que era él quién tenía el control.
—¿Algo así te gusta? —susurró Jeff, inclinándose lo suficiente para que su aliento rozara la mandíbula del idol.
Subong sonrió, mostrando los dientes, pero sin moverse más allá de lo permitido, ya que sabía que Jeff volvería a apartarlo, y simplemente asintió, disfrutando la atención.
Había algo electrizante en la pequeña dinámica que habían formado, cuando Jeff lo vió a lo lejos por primera vez podría haber estado cien por ciento seguro de que el tipo no solo estaba drogado, sino que sería un absoluto descontrol.
Pero ahora, Subong parecía no solo aceptar los límites, sino que parecía divertido por ellos.
—Eres muy bueno... Tal vez podríamos llevar esto a algún otro lado. —sugirió el de cabello púrpura, con un tono que sugería mucho más de lo que admitía.
Jeff, en lugar de responder, se levantó lentamente, deslizando sus manos por el pecho de Subong, disfrutando el suave tacto de la camisa que claramente debía ser de una marca muy cara.
Con movimientos lentos y sensuales, dejó que el peso de su cuerpo se acomodara en el regazo de Subong, inclinándose hacia atrás y arqueando la espalda, antes de volver a su posición inicial, con sus manos flotando cerca del cuerpo del contrario, pero sin tocarlo.
Sus ojos no dejaron de estar fijos en los de Subong, como si fuera su pequeño desafío personal quién desviaba primero la mirada.
El resto de la noche fue un juego de provocaciones por parte de ambos, el de cabello púrpura finalmente se las había arreglado para dejar sus manos sobre la cintura de Jeff sin que este se intente alejar.
Las burlas entre ellos parecía algo que habían practicado durante años, provocando y suspirando en el oído del otro, sabiendo que podían sentir la emoción del contrario con cada roce que Jeff causaba al moverse.
En algún punto el baile privado se convirtió en simplemente un roce de sus cuerpos, mientras se susurraban al oído las ideas más emocionantes de lo que podrían hacer juntos si estuvieran en una habitación realmente privada.
Cuando las grandes manos calientes de Subong se deslizaron por su cintura hacia abajo, Jeff supo que debía moverse, que aquél era su llamado para terminar la noche.
En cambio, decidió inclinar su rostro lo suficiente para dejarlo a pocos centímetros del de Subong, susurrándole—. Baja un poco más y te saldrá aún más caro.
Él le sonrió y hizo un pequeño movimiento para encogerse de hombros, una mueca desinteresada mientras sus manos bajaron hasta acomodarse sobre sus caderas.
—Oye que mal piensas de mí, yo no habría hecho nada. —se quejó divertido Subong, guiñándole un ojo al ver como Jeff rodaba los suyos.
—Hagamos como que te creí.
Subong sonrió una vez más y lo alentó a volver a moverse, pero fue entonces que la música comenzó a bajar de volumen y Jeff sabía lo que eso significaba.
—Oh, se te acabó el tiempo belleza. —susurró Jeff, juntando fuerza de voluntad para levantarse del regazo de Subong.
Jeff se mordió el labio inferior para ocultar su sonrisa al ver la notoria erección en los pantalones de Subong, que no hizo nada para intentar ocultar su estado e incluso abrió un poco más sus piernas.
Descarado.
Las luces del club ya no eran neón y ahora volvieron a su tono neutro, hace tiempo que no había nadie en la sección VIP además de ellos dos, pero Jeff podía escuchar como sus compañeros habían comenzado a echar a los hombres que se habían quedado observando los bailes durante toda la noche.
Jeff se volteó para revisar su estado en un espejo y sintió su rostro calentarse al verse, su cabello era un desorden brillante, su cuerpo se encontraba aperlado por el sudor, sus abdominales tensos y sus shorts más apretados de lo normal.
Los tirantes hace rato habían caído de sus hombros y se encontraban flojos sobre sus brazos, y mientras seguía mirando, observó como Subong se le acercaba desde atrás.
Unos brazos rodearon su cintura desde atrás y un fajo de billetes fue acomodado en el borde de sus shorts con una lentitud candente que lo hizo sonrojarse aún más.
Sin decir una palabra, ambos se miraron por el reflejo del espejo, el de cabello púrpura le dió un último guiño y tomó su chaqueta de cuero del respaldo del sillón antes de salir de la zona vip.
Jeff decidió quedarse allí unos segundos más, que se convirtieron en minutos, y tal vez había pasado una hora cuando finalmente pudo calmarse lo suficiente como para bajar él mismo, seguro de que no sería avergonzado por ninguna erección notoria.
—¡No puedo creerlo! ¡Entonces era cierto, Jeff le bailaste a Thanos! —gritó uno de sus compañeros con emoción.
—¿Thanos? —repitió Jeff confundido, terminando de bajar las escaleras ya que la sala vip se encontraba un poco por encima, lo justo para observar la pasarela, pero también para obtener privacidad si así se requería.
—¡Thanos, el rapero de cabello púrpura! ¿No subiste a verlo él? —insistió otro de ellos, un pequeño grupo de bailarines se había formado para mirarlo con distintos tipos de emoción en sus ojos.
Algunos emocionados, otros con envidia, Jeff sonrió tímidamente y asintió.
—Oh sí, él. No sabía que ese era su nombre artístico. —admitió rápidamente, escuchando como los gritos siguieron tan rápido como él terminó.
—¡No puede ser, te dijo su nombre real!
—¿¡Cómo se llama!?
—¡Cuéntanos todo, Kang!
Todo eso había sucedido hace más de un año y Jeff jamás volvió a ver a Thanos, además de ese par de miles de veces en donde lo buscó por internet.
Avergonzado por haber llamado la atención de tantas personas, Jeff comenzó a moverse más rápido, acomodándose su uniforme verde de manera ansiosa mientras caminaba entre las personas confundidas a su alrededor.
De pronto, dos grandes puertas se abrieron y de ellas salió un grupo de uniformados, más de aquellos con figuras geométricas.
Todos triángulos excepto uno en el medio que tenía un cuadrado.
—Me gustaría darles una cordial bienvenida a todos ustedes aquí. —dijo una voz modificada robóticamente y amplificada para que todos en la sala puedan oírla.
Jeff se acercó aún más a esos de uniformes, pero tan pronto como reconoció las armas que sostenían en sus manos retrocedió, chocándose con un cuerpo.
—Oh, lo siento. —susurró Jeff, volteándose para ver el número de con quién se había chocado tres ocho ocho.
—Descuida. —le susurró el chico en respuesta, haciéndole una seña para que ambos vuelvan a prestar atención al frente, a lo cuál Jeff asintió.
—Todos los presentes van a participar en seis juegos diferentes durante seis días. —siguió explicando el cuadrado, -Jeff decidió que así los llamaría, por sus figuras-—. Aquellos que ganen los seis juegos van a obtener un hermoso premio en efectivo.
Espera... ¿Seis días? Se detuvo Jeff, encogiéndose un poco en su lugar, avergonzado al recordar las escenas del club de aquella noche. ¿Tendré que pasar seis días con Thanos?
En serio, en serio... No creo que pueda pasarme algo peor que esto.
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