Capítulo 12: Perspectiva
—No espero que entiendas porqué lo hice y no me pondré a gritar para expresar mi opinión. —comenzó a decir Jeff, dejando de lado su comida para mirar al hombre a su lado—. Todos aquí pueden contarte porqué eligieron quedarse y serán igual de relevantes que tus motivos para irte, sus propias excusas tienen el mismo valor que la tuya ¿entonces por qué sigues insistiendo?
El jugador 456 frunció el ceño, sus manos descansaban tensas sobre sus propios muslos mientras miraba a un punto lejano frente a ellos.
—¿Crees que no lograré nada con eso?
Jeff se inclinó ligeramente hacia adelante, encogiéndose de hombros en un gesto despreocupado.
—Puedes verlo por tu propia cuenta. —explicó Jeff, señalando el parche azul en su uniforme—. Puedes gritar que te sigan y eso no hará que lo hagan. Muchos se dejan llevar por la avaricia, pero sé que no soy uno de ellos. Si piensas que mi única preocupación es vivir una vida de lujos afuera entonces... Estás completamente equivocado.
—Suelo equivocarme. —aceptó él, dejando escapar un suspiro profundo, asintiendo con una mezcla de resignación y cansancio—. Aun así, seguiré intentándolo. Tú tienes tus motivos para quedarte, y yo tengo los míos para insistir en que no lo hagan, ¿cierto? ¿Así funciona?
Jeff arqueó una ceja, pensando en su respuesta, pero antes de que pueda responder, el jugador 456 continuó.
—Ahg, respóndeme una cosa... ¿Cuándo el ser humano dejó de apreciar su vida?
La pregunta lo tomó a Jeff por sorpresa, un bufido de risa se escapó de sus labios de antes de que pudiera evitarlo.
Cubriendo su boca con una mano mientras intentaba contener una sonrisa que sabía que no era apropiada.
—Disculpa... —dijo Jeff finalmente, sacudiendo ligeramente la cabeza.
Sus hombros todavía temblaban con una risa contenida ante la frase más cliché que el hombre a su lado había hecho hasta el momento.
El jugador 456 lo miraba con una mezcla de confusión y curiosidad, como si intentara hacer un esfuerzo por comprenderlo.
Las votaciones habían terminado hace un rato y les habían dado de comer, fue entonces cuando el loco llegó a verlo, sorprendido al ver que Jeff seguía con un parche celeste en su uniforme.
Se había sentado a su lado en la cama, tal vez con algún discurso preparado que Jeff no le permitió comenzar.
—No es que no apreciemos nuestra vida... —comenzó a explicar Jeff, recordando a donde volvería si se iban todos ahora—. Simplemente esa vida que nos espera afuera no merece la pena. Todos hemos cometido errores, eso es lo que nos trajo aquí en primer lugar, excepto a ti supongo.
El jugador 456 bajó la cabeza, Jeff observó de reojo como parecía tener la mandíbula apretada, sus manos ahora apretaban sus muslos, como si estuviera intentando calmarse a si mismo.
¿Qué habrá vivido este hombre para quedar así...? Se preguntó Jeff, observando el cansancio en los ojos del contrario.
—También he cometido errores, es por eso que estoy aquí, solo estoy... Intentando salvarlos a todos y que estos malditos juegos se terminen. —su voz tenía un tono casi desesperado, como si creyera que Jeff jamás podría comprenderlo.
Pero Jeff lo entendía, si supiera que estaba en sus manos salvar a las peronas, probablemente también lo habría hecho, en cambio, aquél entorno estaba diseñado para desearles la muerte a todos a su alrededor y no había otra que adaptarse.
Jeff era bueno adaptándose. Gran parte de su vida vivió acostumbrándose a hacer lo que el resto hacía, escuchando, mirando y aprendiendo.
Y no había nada que él no haría por Sunghee, pero eso, no era algo que Jeff diría en voz alta.
Al menos, no sobrio. Pensó un poco irritado al recordar todo lo que la jugadora 120 conocía ahora acerca de él.
—¿Por qué intentas salvar a alguien que no quiere ser salvado? —Jeff decidió responder a una pregunta cliché con otra, antes de agregar de manera irónica—. Corea no necesita superhéroes.
Por primera vez desde que llegó, el jugador 456 sonrió. Era una sonrisa leve, cansada, pero parecía auténtica que fue lo importante.
Jeff lo observó con curiosidad, preguntándose cuáles serían las verdaderas razones para que ese hombre, que parecía obsesionado por escapar, haya regresado a un lugar en el que claramente no quería estar.
456 dirigió su mirada hacia un extremo de la gran habitación, en donde todo su grupo lo estaba esperando, dándoles miradas para nada discretas.
Al parecer el loco se había hecho cercano a su grupo del segundo juego, bien por él, Jeff no tuvo esa misma suerte.
—No pretendo ser un superhéroe, recuerda que no soy el único que quiere irse.
—Bueno, pero la democracia manda supongo. —dijo Jeff, encogiéndose de hombros de una manera casi infantil, 456 a su lado volvió a sonreír un poco.
—¿Y por qué estás tu aquí? —la pregunta del millón, 456 finalmente se había animado a preguntarle, con un tono cauteloso, como si hubiera estado esperando el momento apropiado.
Jeff guardó silencio por un momento, su mirada fija en el suelo mientras sus dedos se cerraban sobre su tobillo adolorido.
Podría negarse a responder, dar alguna excusa, pero sería inútil después de intentar mostrarle su perspectiva.
No podrá entenderlo hasta que realmente sepa... Se dijo Jeff.
—Los acreedores me estaban persiguiendo para pagar las deudas que mis padres no lograron pagar. —comenzó a explicar Jeff—. Logré escaparme cuando quisieron que firme un documento para tomar mis organos y tres días después ellos... Se llevaron a mi hermana.
Cuando Jeff se detuvo, el silencio entre ellos se volvió insoportable, así que decidió continuar.
—Me dieron un tiempo límite, si no les pago todo ese día ellos... —Jeff soltó un suspiro tembloroso, su voz quebrándose un poco al final. Cerró los ojos con fuerza, como si eso pudiera alejar todas las imágenes que habían llegado a su mente para atormentarlo—. Ni siquiera quiero pensar en que podrían hacerle. Prometieron que la mantendrían a salvo hasta la fecha límite, pero... No puedo estar seguro de eso... No hay manera de que yo sepa si en realidad ... Y pensar en lo que ella podría...
Una mano descansando sobre su hombro lo detuvo, el toque se sintió cálido y tan extraño en el ambiente que los rodeaba.
Jeff sentía su labio inferior temblar y decidió culpar al idiota de Thanos por sentirse de aquella manera, un destello de rabia en su interior al pensar en lo que había sucedido horas antes.
Jamás había llorado frente a nadie, nunca se permitió esa clase de debilidad, pero allí estaba ahora, permitiendo que el jugador 456 le de un fuerte abrazo que de alguna manera logró regresarlo a tierra.
Su mente se sentía un caos, cuando comienza a preocuparse Jeff simplemente no puede detenerse, las preguntas que llegaban a su mente casi sin control, los tantos que pasaría sí que lo podrían volver loco si realmente se enfocaba en ellos ¿Y si era mentira? ¿Y si ellos realmente no la estaban cuidando como decían? Tan solo quedan...
—Quedan días... —murmuró Jeff, su voz apenas un susurro contra el hombro del hombre que lo sostenía—. Solo días para recuperarla o sino...
—Puedo ayudarte.
Jeff parpadeó, intentando alejar las lágrimas de sus ojos, la seguridad en la voz del hombre frente a él logró descolocarlo.
Separándose lo suficiente para poder observar la expresión del jugador 456, Jeff esperó en silencio la carcajada después de una buena broma, que el hombre le diga que simplemente quería aligerar el ambiente, pero nada de eso sucedió.
—¿Cómo podrías ayudarme? —comenzó a preguntar Jeff, cuando se aseguró de que el hombre no intentaba reírse de él—. Yo... Yo debo... Cinco mil millones...
—Tengo esa cantidad afuera. —admitió el hombre, sus ojos lo miraban con una confianza casi desconcertante.
Logró que Jeff se pregunte si aún estaba drogado o si finalmente se había rendido y estaba soñando aquella situación que se veía de todo menos probable.
Desvío la vista del hombre para mirar a su alrededor, observando como todo parecía normal, ningún elefante rosa en los rincones ni payasos dando vueltas en monopatines.
No estoy soñando... Él realmente tendrá esa cantidad o... O estará intentando... Pensaba Jeff, su mente trabajando a mil por segundo, intentando comprender.
Todo a su alrededor parecía real.
Excepto aquella afirmación.
—¿Cuál es la trampa? —preguntó finalmente Jeff, sus ojos entrecerrados en dirección al hombre.
Aquél hombre que lo ayudó en el primer juego y le dió un abrazo cuando Jeff le contó sus preocupaciones, que ya había jugado los juegos antes y parecía cargar el peso de todo el universo sobre sus hombros.
El jugador 456 no se veía como una mala persona, tal vez un loco, como solía burlarse Jeff, pero no parecía malo y aquél brillo de seguridad en sus ojos al responderle... Jeff decidió confiar en esa seguridad.
—No hay trampa. No haré promesas que no pueda cumplir, está si puedo. —aseguró él, alzando una de sus manos, con su dedo extendido hacia arriba para expresar que había algo más pendiente—. Solo si salimos con vida.
Jeff dejó escapar una risa, relajándose un poco y asintiendo, su mano aún frotando instintivamente su tobillo, donde el dolor constante le recordaba que aún tenía una conversación pendiente con alguien más.
—Entonces... ¿Quieres comprar mi voto? —bromeó Jeff.
El jugador 456 sonrió y se encogió de hombros.
—Si nos ayudas a salir antes, antes podré encargarme de que puedas volver a verla. —le aseguró, antes de agregar—. Pero no me mal entiendas, te ayudaré sin importar que votes, entiendo porqué querrías quedarte.
Jeff intentó buscar alguna señal de sospecha en el rostro del contrario, alguna expresión que delate que tenía malas intenciones, pero no había allí nada más que una preocupación empática que Jeff no creyó encontrar en un lugar como ese.
—¿Es una promesa?
—Lo es. Ese dinero no tiene ningun tipo de valor para mí, pero... Si te puede ayudar a salvarla entonces sé que tal vez... Valdrá la pena.
Jeff lo miró fijamente por un momento más, intentando evaluar la sinceridad en esas palabras, pero finalmente asintió conforme.
—Soy Jeff, por cierto. —extendiendo una mano frente al hombre—. Kang Jeffrey.
—Seong Gihun. —se presentó 456, aceptando su mano y estrechandola—. Intenta descansar esta noche, Jeff.
—No me digas que tu también... —comenzó a decir Jeff, llevando sus dos manos a su rostro para intentar cubrir su vergüenza.
Gihun se negó a responder eso, pero la pequeña sonrisa que escondió con su mano se lo dijo todo—. Mañana en el próximo juego puedes venir a buscarnos si necesitas ayuda.
Y después de aquella afirmación Gihun se marchó, dándole un asentimiento a modo de saludo.
Por primera vez en mucho tiempo, Jeff soltó un fuerte suspiro aliviado asintiendo para si mismo al sentir la pequeña calma que aquella conversación le había traído.
No quería tener esperanzas, la esperanza era peligrosa en un lugar como ese, pero... Por un rato, se sintió bien, se sintió en calma.
Unos gritos a su costado lograron distraerlo, había un grupo de hombres que estaban golpeando la puerta que los dirigía a los baños.
Jeff le iba a restar importancia, necesitaba descansar y mejorarse para el juego de mañana, pero entonces entre esa pequeña multitud divisó un cabello color púrpura y el recuerdo de lo que sucedió unas horas antes regresó a él con una nueva intensidad.
Me drogó y se me río en la cara... Enumeró Jeff, poniéndose de pie al ver que la puerta fue abierta, dándoles permiso de entrar a los baños.
Bueno, supongo que también puedo ir al baño a refrescarme un poco... Pensó Jeff, pensando en lo útil que habría sido traer aquella arma que compró ilegalmente.
Entonces el idiota cree que puede drogarme y reírse en mi cara... Mientras caminaba hasta los baños, Jeff iba pensando en todas las analogías de marvel que se le ocurran, pero cada una se sentía más ridícula que la anterior.
Intentó ocultar su sonrisa al pensar en la frase icónica del Dios del trueno en contra de Thanos al tiempo en que Jeff entraba al baño con paso calmado.
Hay que apuntar a la cabeza.
***
como quedan tres capítulos, sentí que era más urgente que Gihun se presente primero y ayude a Jeff, pero ahora sí, el próximo capítulo será el momento en el baño de Jeff y Thanos
muchas gracias por leer, espero que les haya gustado ♡
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