Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo único.

Nota muy importante para poder captar el flujo de la historia: 

Esta obra es parte del reto de Wattpad de escribir un relato de un capítulo de 10.000 palabras en un mes.

Resumidamente, si no saben mucho de psicología, explico de manera rápida (puesto que me leen desde adultos, adolescentes a personas de 10-12 años y este fanfic es más profundo de lo que parece):

Kirk Hammett es un adolescente superdotado con un CI de 142, él puede comprenderlo todo, con sólo hablar con la gente ya sabe cómo es la persona, su mente en el área motora y de las matemáticas es como una máquina que lanza resultados de inmediato, sin embargo, tanta inteligencia no es fácil llevarla, puesto que emocionalmente las personas superdotadas son muy débiles y no saben cómo expresarse, sobretodo cuando se habla de sentimientos. Muchas veces estas personas tienen graves problemas mentales por culpa de sus problemas sociales.

No es el caso de Kirk. Lo que sí, es que no puede controlar la ansiedad y no sabe cómo adaptarse a un ambiente que no sea al que está acostumbrado: uno solitario, íntimo. Es decir, sus ataques de ansiedad no son exageraciones ni que enloqueció un segundo y se curó, no. Es algo que ocurre cuando demasiada información sin procesar se acumula y la presión social no lo deja razonar. Eso es todo.

El título viene de la canción Devil's Dance de Metallica, por la frase "Come on, take the chance (vamos, toma la oportunidad)", que es la temática principal; acerca de Hammett arriesgándose con distintas decisiones hasta vivir como un adolescente normal.

Dedicaciones: Limonsito_1ricitosdecobreLaura_CooperHamsterHunter y AndJusticeForHeichou  por todo el apoyo uwu

(Fecha de inicio: 23/03/16. Fecha de finalización: 16/04/16. Palabras en total, sin contar la nota: 11.497) 

----------

¿Tomar o no la oportunidad? ¿Vale la pena arriesgarse? Tengo miedo, ellos no son como yo... Siendo tan débil y torpe, ¿cómo lograría adaptarme en ese mar de idiotas para evitar que abusen de mí y me vean como uno de los suyos más sin necesidad de fingir o humillarme?

Kirk Hammett estaba bastante nervioso, movía sus pies de manera inquieta, muy inquieta. No esperaba a que la clase acabara para finalmente irse a casa. Su concentración en las palabras del profesor se hizo nula. Apretó, con la mano temblante, su bolígrafo con el que debería estar tomando apuntes de la última información que el docente brindaba acerca de la materia de su asignatura.

Observó de reojo la invitación que estaba tendida con mucho cuidado sobre su pupitre. El día sábado se realizaría una fiesta en su colegio, sus amigos causaron una enorme presión psicológica en él para que asistiera.

Tal evento se realizaría con el fin de obtener fondos para la escuela. Kirk, tras tanto rato sudando en frío, desamarró su larga cabellera rizada y arregló su coleta que anteriormente iba suelta. Con la manga de su camisa limpió el sudor que emanaba de los poros de su morena piel. El motivo de tanto estrés en el adolescente era eso. La fiesta. ¿Ir o no ir? No acostumbraba en las noches a salir para estar rodeado de gente, esas horas las prefería para estudiar o leer cómics, estar solitario en su habitación. 

Le perturbaba imaginarse a si mismo sumergido en una oleada de personas bailando, miles de reflectores y él en una esquina, incómodo sin saber qué hacer al no estar metido en esa onda. Su mejor amigo compartía algunos de sus hobbies, no obstante, también le gustaba irse de parranda de vez en cuando. Creía que la fiesta sería la oportunidad perfecta para que Hammett cambiara su actitud tan tímida frente a las multitudes, además de sugerirle la idea de que quizás consiga una novia.

Eso lo aterró más.

El hecho de que estudiara desde la más tierna infancia en aquel colegio de hombres no le favorecía mucho a su timidez, muy pocas veces mantuvo una conversación con una mujer que no fuera su madre. Entonces, se imaginaba ahora en un ambiente lleno de féminas ignorándolo por ser "demasiado aburrido", incluso, se torturó con el pensamiento de que sí o sí debía conseguir pareja esa noche, por ello, a su consciencia vino, disparándose como balas, miles de situaciones con diferentes chicas, distintas charlas y siempre el mismo resultado: rechazo, disgusto.

La campana tocó. Las clases finalizaron. Sus compañeros salvajemente se peleaban entre ellos para ver quién salía primero. Nuestro protagonista se limitó a guardar, apresurado, todavía nervioso, sus útiles escolares. Se fue caminando a su hogar, en una eterna reflexión a que si debía tomar la oportunidad. Al poner pie en la casa, saludó a su madre.

Ella le consultó cómo le fue, qué materia vio en clase y cómo andaba de ánimo. El moreno hizo lo posible por hacerla ver que todo iba bien. De sus bolsillos sacó la invitación, ya arrugada de tanto manosearla, se la enseñó a la mujer que le dio la vida.

- ¿Quieres ir a una fiesta con tus amigos el sábado en la noche? -alzó una ceja, el muchacho tragó saliva con nerviosismo- Pues, claro, tengo el número de tu escuela así que en caso de cualquier cosa, puedo llamar, igual te puedo mandar un Whatsapp... 

Suspiró, quitándose un gran peso de encima al tener el requerido permiso para asistir.

- Supongo que irán niños de otras escuelas, ¿no? -asintió- Entonces, ten cuidado, tú conoces a tus compañeros, pero no a los demás, no te metas en problemas, ¿sí?

Volvió a asentir.

- También supongo que no querrás que yo te vaya a dejar ni te vaya a buscar, ¿o sí?

- ¡Mamá! -bufó algo molesto, típico de adolescentes- ¡Ya tengo dieciséis años! ¡No soy un bebé! -cruzó los brazos en frustración.

- Entonces, sí o sí, tendrás que quedarte a dormir en la casa de algún amigo tuyo o que sus padres te vengan a dejar o que venga el grupo completo a dejarte. Pero que ninguno ande deambulando solo a altas horas de la madrugada.

- Ajá, sí, mamá -rodó los ojos.

- Y nada de coquetearle a niñas de otras escuelas apenas conocerlas, espera a tener algo de confianza y que yo la conozca para ver si es para ti -volvió a rodar los ojos, no planeaba hacer eso, en todo caso.

- Si, mamá -aceptó y caminó en dirección a su habitación.

...

- Demasiado formal -pensó en voz alta al ver un conjunto de ropa que eligió, observó el otro que hizo-. Demasiado swag... -contempló la tercera opción- Definitivamente, no.

Se tumbó sobre la cama, cubrió su rostro con ambas manos, tratando de reflexionar acerca de qué ropa ponerse para el famoso evento. Se sintió patético por preocuparse de semejante tontera, dejó escapar un suspiro. Decidió combinar la ropa de los tres conjuntos para crear uno nuevo y mucho más agradable de ver.

- Sigo pareciendo un nerd -reprochó, apenado, en su consciencia.

Peinó su larga melena rizada para no espantar a nadie y no parecerse a Medusa. No se hizo ninguna coleta, sólo se acomodó los rizos. Se despidió de su madre y dejó que ella le diera unos cuántos billetes para gastárselo en cualquier cosa que deseara, comida, por ejemplo, sabía que su hijo no bebía ni fumaba porque no le gustaba.

Su mejor amigo Gary fue quién pasó a buscarlo a su casa, ambos se fueron caminando con suma tranquilidad hasta su colegio, que desde la distancia ya oían la fuerte música del ambiente.

- Oye, tranquilo, hombre, estás pálido y eso que eres negro -comentó Gary, un tanto preocupado, no sin dejar de lado su personalidad burlesca.

- L-lo siento, estoy nervioso, eso es todo -comentó Hammett-. He visto muchos reportajes de fiestas que acaban mal, tengo un poco de miedo a que ocurra algo malo.

- Oh, vamos, no seas idiota -le chocó el codo-. No va a pasar nada, los liceos invitados no son de mala reputación, son un poco más salvajes que nosotros porque no son colegios religiosos pero al menos tienen algo de disciplina si los comparamos a los 2x1 o a los municipales.

-  Um, vale, vale. Ya entiendo... -aclaró su garganta, disimulando sus nervios ascendentes.

Pagaron la entrada -al ser de la misma escuela, les cobraron menos- y entraron a la pista de baile principal, donde se encontraron con el resto de sus amigos. Se saludaron chocando los puños, hicieron una que otra broma y algunos comenzaban a hacer comentarios superficiales acerca de las muchachas de otros colegios que asistían al evento, nuestro moreno protagonista mantuvo la mirada baja en el suelo, sin pronunciar nada. No veía gran cosa en esas chicas, se les hacían "comunes y corrientes", nada del qué alterarse hormonalmente.

En un abrir y cerrar de ojos, después de encerrarse en su mundo e ignorar a sus amigos, ellos lo dejaron tirado porque se fueron a bailar y algunos fueron a "cazar" alguna chica fácil. No le sorprendía en lo absoluto, sabía que era un ambiente salvaje.

En la barra pidió una coca-cola para beber. No habían, claro, fiesta de adolescentes, obvio que sólo hay alcohol y bebidas energéticas para disminuir la resaca. Optó por una Monster, aunque de experiencia personal sabía que eso lo ponía un tanto hiperactivo, no le tomó mayor relevancia, quizás así sacaría mayor personalidad para charlar con gente nueva, porque sus amigos parece que se olvidaron de su existencia o al menos así lo sentía él.

Dio un par de sorbos lentos, no quería tragarse todo el contenido de inmediato, fue de a poquito, para así desperdiciar el tiempo. A la distancia, logró percibir una penetrante mirada que llevaba posada en él de hace bastante rato, y cuando la palabra "bastante" es escrita, no es una exageración, es la pura y mera realidad.

El moreno miró de reojo a esa persona en la distancia, sólo para asegurarse de que era a él quien observaba y no alguien más. Volteó hacia atrás, nadie iba atrás suyo, una pared rígida que lo "protegía". Sí, un muchacho de su misma edad le estaba observando, o espiando, mejor dicho.

Recibió un whatsapp de su madre:

Mamá 23:45

¿Te estás divirtiendo, cariño? ¿Cómo es el ambiente ahí? 

Cualquier cosa me avisas :)

Kirk 23:45

Sí, todo va bien (Y)

Tragó saliva con nerviosismo, de nuevo miró de reojo hacia el lugar en que el muchacho de otra escuela lo tenía en la mira. No estaba, como si tras responder un simple mensaje, en menos de un minuto, tal persona se hubiera desvanecido.

Alzó la vista al frente y del susto, se echó para atrás, dándose un buen golpe contra el muro.

- Oh, lo siento, no pretendía asustarte -murmuró sacado de onda el chico que se encontraba frente a nuestro protagonista-. ¿Eres de este colegio? -asintió, muy nervioso- Cool -comentó con una sonrisa que logró transmitirle seguridad.

- Este... ¿de qué colegio eres?

- Liceo 11, el que está al otro lado de la calle, como a cinco cuadras caminando.

- Ah, ya veo... -forzó una sonrisa.

- Soy Lars Ulrich, ¿tú?

- Kirk Hammett...

- De hace rato que te venía observando, me gusta tu cabello -halagó y moreno sintió su estómago revolverse.

- Gracias, el tuyo también -admitió para no quedarse callado, aunque no lo decía en broma, sintió incluso envidia por esa larga cabellera castaño claro, mucho mejor cuidada que la suya, de hecho, sin siquiera tocarla, sabía que debía ser muy suave.

- ¡Hey, gracias! ¿Sabes? Por la moda de andar con el pelo rapado y que son muy estrictos con eso de ir bien peinado, ya es difícil encontrar a alguien melenudo.

- ¿E-en serio? Bueno, no sé cómo es en tu colegio, pero aquí son muy pesados con ese tema y sólo yo y un amigo más tenemos el pelo largo.

- ¿El castaño que baila bien sabroso por allá? -señaló el centro de la pista de baile, donde el mejor amigo de Hammett ya andaba ebrio y bailando alocadamente.

- Sí, ese mismo -admitió con pena.

- Uh, ¿y te dejó botado? ¿Se pelearon? Que de hace rato te veo tan solito.

- No, sólo... -mantuvo el silencio, avergonzado- Sólo dejé que fuera a ligar, yo iba a hacer lo mismo pero me dio cosita...

- Ah, ya veo... -esbozó una mueca, demostrando preocupación y alto interés en el tema- Veo que bebes una Monster, ¿te viene la resaca muy fuerte, eh? -levantó ambas cejas de modo cómico.

- Ni tanto, en realidad... Nunca he tenido una resaca. No quería beber alcohol y no hay sodas, así que me conformo con ésto -soltó con suma naturalidad y bebió un poco más.

- Oh, eres sanito, ¿cierto? -asintió, todavía con harta vergüenza- Oh, que tierno -lo molestó y al notar que se sonrojó, sonrió de lado- ¿Y cómo estamos en la vida amorosa?

Volvió a chocar con la pared por culpa de ese cambio tan brusco de tema.

- ¿Por qué quieres saber eso? -bufó sin confiar ni una pizca.

- Nada en especial, sólo busco un tema de conversación, ¿te incomoda ese tema? Porque no es tan personal, no es como si te preguntara cuántas veces al día te la jalas o cada cuando la metes.

Sus mejillas tomaron un tono rojo intenso tras oír esas palabras, demasiada impureza para una mente tan virginal. Bueno, no del todo, pero no le agradaba hablar de esos temas, prefería dejarlo para si mismo.

- No, eso no me incomoda, lo otro sí -el muchacho castaño rió.

Una parte de si mismo agradeció haber consumido la bebida energética, sentía más valor para hablar, aunque fuera mayoritariamente por el efecto placebo, puesto que su corazón latía más rápido de lo normal y la presión aumentaba a medida de que conversaba con Lars.

- Hala, entonces, dime, ¿cómo va el mal de amores?

- Fatal -contestó borde-. ¿Y tú?

- Igual -rió otra vez-. ¿Ninguna novia? -negó- ¿Ningún novio? -frunció el ceño y negó.

- ¿Y tú? -trataba de evadir hablar de si mismo.

- Por desgracia, igual.

Hubo un silencio incómodo. El de cabello rizado finalizó de beber su lata de bebida energética y la tiró al tacho de la basura que quedaba a un par de pasos de distancia.

- ¿No quieres una birra? -ofreció el castaño, señalando la barra- Yo pago.

- No. No, gracias... Dije que no bebo -aclaró.

- Oh, vamos, un traguito para la confianza, no más. Te veo muy tenso e inquieto.

- Es la Monster que me acelera el pulso, nada más -mordió su labio inferior, con ganas de escapar.

- ¿Tienes problemas cardíacos o de presión? -negó- Entonces un traguito no te hará mal, tranqui', un chupito no te va a emborrachar.

- Vale, una probadita -murmuró, picándole la curiosidad-. Pero no quiero beberme una lata o un vaso completo. 

- Ok, ¿te doy de mi vaso, entonces?

- Vale.

- ¡No te escapes, eh!

No pudo evitar soltar una leve risita tras esa advertencia, le leyeron la mente muy bien.

Lars fue a pedir un vaso de cerveza y se lo ofreció al chico.

- Vamos, bebe -lo alentó, mostrando verdadero interés en que consumiera alcohol-. Necesitas aflojarte un poco, se nota que las fiestas no son lo tuyo.

- Para ser honesto, ésta es mi primera fiesta... -desvió la mirada hacia el suelo, esperando no ser rechazado por eso.

- Uh, se nota. Con mayor razón, afloja -con su mano libre acarició su barbilla, haciendo sonrojar al moreno-. ¡Vamos! Que hay personas que necesitan un poquito de ayuda para aprender a divertirse aquí, tú eres un buen ejemplo, andas muy nervioso, eso no te sirve para pasarlo bien, sufrirás mucho si no logras romper el hielo.

- Está bien, creo que tienes razón en eso, yo no soy el tipo de chico fiestero.

Tomó el vaso con ambas manos y dio un sorbo al amargo líquido, arrugó la nariz y varias facciones de la cara más, al degustar en mayor profundidad el sabor.

- ¿Es cerveza barata o no?

- ¡Sabe horrible!

- Uy, la barata entonces -rió en voz alta-. Que bueno que ya me acostumbré a esa. -comenzó a consumir apresuradamente hasta dejar el vaso a la mitad. Suspiró- Adoro su sabor agrio.

- A mí no me gusta, es... ¡raro! -opinó con asco.

- ¿Nos sentamos frente a la barra para conversar mejor? Veo que aquí te sientes muy aprisionado. ¿O te gusta estar aquí?

- Estoy bien acá, no hay mucha gente que me mire raro o algo así.

- ¿Mirarte raro? -se mostró confuso ante tal diálogo suyo- ¿Por qué? ¿Tienes gustos raros o algo así?

- Pues... muchos piensan que soy nerd porque estudio mucho, uso gafas de lectura y me gusta leer cómics, ver películas también.

- ¿Cómics? Oh, genial... A mí, a mí me gusta el arte. Apreciar todo tipo de pinturas o expresiones artísticas, Andy Warhol tiene una estilo cómic, ¿la conoces? -dijo "sí" con la cabeza- ¡A mí me encanta!

- Sí, está muy bien elaborada -comentó-. Me gusta el pop art que hizo Warhol, no es que yo sea muy fanático del arte, pero se me hace muy agradable de contemplar.

- Veo que ya tenemos algo en común, genial -sonrió mostrando los dientes-. ¿Qué otras cosas haces en tu tiempo libre; practicas algún deporte o algo por el estilo?

- Ah... no -rascó su nuca-. No me gusta realizar deporte y menos en equipo.

- ¿Por qué?

- Porque son muy agresivos y eso no me agrada mucho. Soy débil, ¿vale? Prefiero estar seguro y sanito.

- A mí me gusta jugar tenis los fines de semana porque mi papá es tenista, ¿no se te hacía mi apellido conocido? ¡Soy hijo de Torben Ulrich!

- Oh, genial, debes pasarlo muy bien.

- Claro, claro... -un leve mutismo se hizo presente. Ulrich tosió y prosiguió la conversación- Si yo te enseño a jugar tenis con cariño, ¿practicarías ese deporte?

- No creo que se dé la oportunidad siquiera de...

- En un caso hipotético -insistió-. ¿Lo harías? 

- Lo más probable es que sí -hundió los hombros.

- Sería genial enseñarte a jugar, porque la cosa no es nada violenta a menos que la rivalidad se tense.

- Um, comprendo...

- ¿Cómo sería tu chica perfecta?

- ¡¿Eh?! -y otra vez chocando contra la pared por asustarse con las palabras de chico que andaba en frente suyo, casi acosándolo.

- Vamos, quiero conocerte, Kirk. Hay que romper la tensión con algo, comprendo que seas un chico reservado pero yo soy el tipo de persona que le apasiona hablar y siempre saco algún tema, espero que eso no te perturbe demasiado... que ya es la tercera vez que te pegas con la pared.

- Entiendo... este... no sabría decirte -al tratar de morder su labio inferior en ansiedad, mordió por accidente su lengua, hizo lo posible por disimularlo.

- ¿Y cómo sería tu chico ideal? -realizó un énfasis que denotaba que la pregunta refirió al sexo masculino.

- ... -el ambiente se incomodó, inhaló bastante aire para pronunciar- ¿Me ves cara de bisexual?

- Más bien cara de gay, pero nunca se sabe.

- Joder... -apretó el puño, un tanto ofendido.

- ¿Eres homófobo? -negó.

- Pero me molesta que porque yo provenga de un colegio de chicos, significa que yo deba ser gay.

- No lo decía por eso, tu forma de actuar frente a personas de tu mismo sexo me lo decía. Lo siento si te ofendí con algo.

- No, no pasa nada. El gaydar no siempre funciona, a final de cuentas.

- Vale, ¿podemos seguir la conversación?

- Sí, adelante -dijo con mayor firmeza.

- ¿Diste tu primer beso?

- ¿Te han dicho que para ligar eres un asco? -contraatacó.

- Sí, pero para besar; no tanto -lanzó un ligero guiño.

- ¿Insinúas que me quieres besar?

- ¿Nunca haz oído del típico ligue cutre de discoteca?

Hammett rió en voz alta.

- Claro, pero no esperé que un chico de otro colegio viniera a mí para eso.

Guiñó con picardía, bebió el resto del contenido de su vaso.

- ¿Quieres probar cerveza de otra forma? -mordió su labio inferior de manera tentadora y lanzó el vaso plástico al recipiente de basura.

Se quedó callado, sabiendo a la perfección a qué era no lo que se refería. Miró para todas partes, el rincón era bastante alejado de la fiesta en sí, puesto que la mayoría prefería dejarse llevar en el centro de la pista, muy amontonados para divertirse en conjunto. Dudó si Lars se refería a lo que él pensaba, la curiosidad le entró con creces y no sabía qué decir.

- Está bien -aceptó y arrepintió en cosa de segundos.

El castaño se acercó más y le dio un profundo beso en los labios, que consistió en roce, más que todo, leves movimientos y se separó con una sonrisa que mostraba su blanca dentadura. El de cabello rizado acarició sus propios labios, razonando un poco lo que acababa de pasar.

- ¿Fue tan terrible como pensabas? -levantó ambas cejas, para molestarlo.

- ... -removió la mano de su cara- ¿No que eres tan bueno besando? En las películas he visto besos mejores -pensó en voz alta, su corazón se aceleró el doble de antes.

- Bien -sonrió de lado con perversión-. Vamos a un lugar más privado si quieres que te enseñe más.

- ¿Como dónde? -cruzó los brazos, algo ansioso porque no sabía si estaba en peligro o no.

- No sé, tú eres el alumno de esta escuela, llévame a un lugar reservado para que nadie nos moleste -de manera seductora lo agarró de las caderas para acercarlo más a su cuerpo-. Sólo si quieres... -susurró, formando una nueva sonrisa perversa.

- Vamos -accedió, teniendo su estómago revolviéndose.

Salieron de la sala, al lado habían varios salones más con música, recorrieron largos pasillos hasta llegar al patio trasero del recinto, pasaron de largo todo un campo de fútbol y tomaron asiento en unas bancas de madera. Kirk lo reflexionó bien en el trayecto y quiso tomar la oportunidad, no porque fuera gay o porque le gustara Lars, sólo curiosidad en el tema. Además de que eso era muy común en las discotecas, que se besan y nunca más contactan. Como máximo follan y listo, nada más de contacto. Eso era lo que esperaba de Lars: un par de besos y ojalá, no volvieran a verse las caras.

Le serviría de experiencia para cuando salga con alguna chica, sobretodo porque la mayoría de las de su edad esperan a un chico mayor y con experiencia, cosa que él no tenía por nada del mundo.

Se arriesgó a tomar la oportunidad de ir a una fiesta aunque no le gustara, para probar cosas nuevas y aprender a adaptarse mejor. Ahora tomaría la oportunidad de nuevo, con las mismas intenciones. Sabía que sería algo discreto, Ulrich no tenía cara de que fuera chismoso, hablaba y alardeaba un montón, pero nunca mencionaba a alguien en específico, sólo a su padre famoso, el resto... nada.  Su reputación no sufriría cambio alguno, todo iría bien.

Le serviría para la experiencia, nada más.

Disfrutaría y se dejaría llevar como podía, para más tarde hacer como si nada.

El castaño se acercó al moreno con lentitud hasta rozar labios por un segundo, este último aceptó el gesto, como no sabía qué hacer, hizo lo posible para profundizar un poco más el acto y Lars lo captó de inmediato; mordió su labio inferior con delicadeza y volvieron al roce, con movimientos suaves y gentiles, Kirk le siguió el juego, algo nervioso, imitando los mismos gestos para evitar hacer el ridículo. Lo cogieron de la cintura y él posó sus manos en la nuca de su... ¿amante? Al menos por ese momento. Iba a permitir que cualquier cosa pasara a menos que sea algo demasiado morboso, ahí lo separaría y dejaría en claro.

Por ahora, todo iba de maravilla.

Sintió una lengua rozando sus labios, con intención de querer juntarse con la suya. Muy nervioso, lo dejó pasar y al sentir el contacto, su estómago comenzó a revolverse como si tuviera un concierto de Metal allí dentro. Sus mejillas acumularon un montón de calor. Se dejó llevar por la danza apasionada que sus lenguas debían dar. 

Con un poco de culpabilidad, lo estaba disfrutando y no poco, sino, mucho. Demasiado para su gusto.

Le halló toda la razón en cuánto a que era un buen besador. Se dejó también acariciar sobre la ropa por todo su torso, eso le incomodó al principio, no lo negó, no obstante, le agradaba sentir sus cálidas manos, eso le entregó mayor seguridad y confianza. Más gratitud.

Otro beso más; profundo y deseoso. Romántico. Y otro, y otro más. No paraban. Devorándose uno al otro, sin arrepentimientos ni compromisos. Lo que no aceptó fue que esos labios traviesos succionaran la piel de su cuello, sabía que eso causaban marcas en la piel y a su madre no le gustaría ver eso.

- N-no... No, por favor -pidió, quitándoselo de encima-. Lars, no.

- Vale, vale... -rodó los ojos- ¿Te gustó?

- Pues...

Recibió un mensaje de Whatsapp.

- Disculpa, es mi madre, debo...

- Entiendo -interceptó, algo molesto por no permitirle ir más allá.

Se levantó y caminó un par de pasos más adelante para revisar el mensaje.

Mamá 02:10

¿Sigues en la fiesta? Ya es tarde, vente para la casa antes de que se ponga muy peligrosa la calle.

Kirk 02:12

 Vale, ya voy a casa, mamá.

Tragó saliva con nerviosismo.

- Lars, este... -llamó, asustado- Hay un problema.

- ¿Qué? -cruzó los brazos de manera cortante.

- Ya me debo ir a casa.

- Oh...

- Sí, este... No puedo irme solo.

- ¿Dices que te acompañe? -se levantó y caminó hacia él.

- Um, algo así... -mordió su labio.

- Pues -revisó la hora en su celular-... es algo tarde, no hay nadie interesante con quién ligar en las otras pistas que revisé, sólo me interesaste tú, así que, bueno... No pasa nada. Te acompaño porque ya no tengo más que hacer.

Sigilosos salieron de esa zona no habilitada para el público y al poner pie fuera del  colegio, caminaron juntos en completo silencio hasta la dirección de Kirk que  no era demasiado lejana. 

Algo inesperado: el castaño lo acorraló contra la puerta, le robó un gran beso en los labios y luego un abrazo lleno de calor.

- Adiós, Kirk, fue un placer conocerte y coquetear contigo.

- Créeme que pienso lo mismo -rió un poco-. Adiós.

- ¡Cuídate! -lo soltó y tomó su rumbo desconocido.

- ¡Igualmente! -deseó antes de colocar las llaves en el picaporte.

Entró en pánico a su casa, esperando no recibir una paliza de su madre. Quién apenas lo vio, lo olió muy bien. Nada raro, aliento a bebida energética frutal, que fue lo que bebió en mayor cantidad. Lo revisó, ni una droga portaba. Le hizo un par de preguntas de que con quiénes estuvo pasando el rato y si era Gary el castaño que vio por la ventana caminando por la esquina.

Obligado a decir que sí y que el resto del grupo iba un poco más adelante, que se habían separado un segundo para comprar y ahí ellos se iban juntos. Se lo creyó muy bien. Le deseó muy buenas noches a su mamá y fue a acostarse.

Tumbado sobre su cama, admiró el techo. Toqueteó con la punta de sus dedos, sus labios, los cuales disfrutaron bastante. Más tarde vino una enorme carga de culpabilidad por haber cometido todo aquello, con un chico. Un desconocido. Que nunca más iba a volver a ver. Se sentía penoso porque eso hacían las personas "fáciles" y él no quería serlo.

Tras varios momentos dubitativos y de reflexión, cayó en un muy profundo sueño.

...

- Señor Hammett, usted y yo tenemos que hablar al finalizar las clases -le dijo una profesora en el oído en medio de una clase, se quedó petrificado pensando en qué lío pudo haberse metido.

Asintió y el resto de la clase fue sufrida por ese pensamiento.

Cuando llegó el recreo, se quedó dentro del salón y la docente le explicó que por sus muy buenas calificaciones en matemáticas, lo inscribiría en unas olimpiadas de matemáticas que se realizarían en el Liceo 11 que quedaba al otro lado de la calle, consultó si estaba interesado en querer unirse para así concretar la inscripción. El nombre de esa escuela le sonaba de alguna parte, no sabía dónde. Aceptó dudoso.

Era una buena oportunidad para ser galardonado por su inteligencia con algo que no sea una calificación.

...

Qué días más cansados le tocaron, entrenando mentalmente con diferentes ejercicios de todo tipo para agilizarse a más no poder. También descansó sus buenas horas, claro, no iba a sobreexigirse tanto.

El día era para él, para demostrar que podía hacerlo.

Viajó junto a otro alumno de su colegio al Liceo 11, no era algo tan privado, para nada, habían varios colegios más y los internos del Liceo 11 eran el público que alentaba en las olimpiadas.

Su mente iba como una máquina, presionaba el botón apenas daban la pregunta y respondía, sólo le dio dos veces la oportunidad a otros, una porque se equivocó al pensar tan rápido sin analizar y otra porque se detuvo observando el público, bueno, no la masa en general, sino a una persona en concreto que lo hizo sonrojar por la vergüenza. No podía creer que estaba pasando, sin embargo, era algo predecible a final de cuentas.

Lars, el chico que conoció hace una semana y algo atrás en la fiesta, le estaba... ¿alentando? Al menos eso parecía, muy eufórico. Imposible no ponerse incómodo por ello, recordaba el beso y entraba la ansiedad, ¿era una alucinación suya o realidad? ¿Habrá abierto la boca ese chiquillo o lo mantuvo en secreto como nuestro protagonista ansioso? Nada se sabía.

Al finalizar ese concurso, dieron un descanso, donde el público salía de la galería para ir a comprar o ir al baño, notó que el castaño iba cerca suyo, dejó caer una nota de forma poco disimulada sobre su cabello rizado, no obstante, no es como si el resto del mundo estuviera pendiente de que él conociera al moreno y se diera el tiempo de dejarle una notita caer sobre su pelo.

Para disimular más, Kirk se rascó el cuero cabelludo y sacó el papelillo que se enredó, lo abrió sobre la palma de su mano que simulaba rascar su frente, la colocó en un ángulo en que pudiera mirar de reojo el texto.

"Al término de esta cosa, pide permiso para ir al baño. Te espero ahí. Buena suerte, por cierto ;)"

¿Arriesgarse de nuevo o no? Le daba "cosita" ir. ¿Sería algo bueno o malo? ¿Lo felicitaría? ¿Se besarían de nuevo o qué onda? La cabeza se le hizo un lío pero de los gordos. Aceptó porque la curiosidad adolescente se lo ordenaba, lo necesitaba.

En el concurso restante se mostró mucho más desconcentrado y apenas respondió un par de preguntas porque no reaccionaba a tiempo y con la misma rapidez que los demás concursantes. Acabó en primer lugar del concurso anterior y segundo en general, recibió un par de medallas, dos  galardones y un montón de aplausos.

Ni se diga que fue uno de los días más agotadores de su corta vida por tanta presión psicológica, ya se sentía débil y con sueño, reaccionaba a base de sus impulsos y no la razón, no había tiempo de razonar más, luego de eso se iría a casa. No tendría clases ya que toda la jornada la ocuparon en ese evento.

¿Ir a su casa para dormir un ratito o pasar a saludar a ese chico? No le tomaría más de media hora, se mantuvo decidido, aún con nervios, pero lo iba a hacer. A la salida pidió permiso para ir al baño, no tenía ni idea dónde era, sólo le dijeron que al fondo del patio había un pasillo que conducía a unas escaleras y ahí arriba había un baño.

La mayoría de escolares estaban concentrados en irse a sus casas, casi nadie iba por su camino, de hecho, le llevaban la contraria, iban saliendo del baño. 

Con lentitud subió escaleras hasta el segundo piso, donde habrían dos sub cuartos de baño, para chicos y para chicas, en el pedazo de pared que separada ambas puertas, se encontraba Lars echado en una pose casual que denotaba firmeza y seguridad en si mismo, todo lo contrario al de pelo rizado.

Quedaron frente a frente, nuestro protagonista no estaba seguro cómo saludarlo, hasta que el otro tomó la iniciativa.

- Hey -pronunció con una media sonrisa dibujada-, ¿me extrañaste mucho?

Sus mejillas se sonrojaron un poco.

- Aww, qué mono te vez así -admitió-. ¿Sabías que nos veríamos de nuevo por las olimpiadas o no?

- Um, en realidad no pretendía verte... -confesó con vergüenza.

- ¿Ah? -y con eso, se le fue la buena onda y el amor- ¿En serio? Yo no esperaba a reencontrarnos de nuevo...

- Joder... -susurró para si mismo en un tono casi inaudible, sabía que la cagó.

- Bueno, pero... Sabías que yo soy de este colegio, íbamos a vernos... ¿Pensaste en mí cuando venías para acá?

- Sí, eso es cierto, llegué a dudar eso sí... -hizo una mueca.

- Suenas como si no te gustara hablar conmigo después de que nos besáramos.

- No, no es eso... Soy así con todos, créeme... -Lars alzó la ceja, sin creerle mucho- Bueno, contigo también siento algo de vergüenza porque no sé cómo llevarme contigo.

- ¿Te sientes confundido por el beso? -asintió- Créeme que me siento igual, por eso no aguardaba más a verte, lo mejor es afrontar el problema a la cara, ¿no?

Tragó saliva, no dio respuesta.

- Kirk...

- Me da vergüenza- admitió-. Ésto de haberte besado, no es que quiera ofenderte pero no lo hice por estar enamorado como las personas normales lo hacen... O al menos como las personas deberían.

- Um, tienes razón en ese sentido, hoy en día los besos ya no son tomados como algo pasional. Aunque para mí lo que compartí contigo si lo fue, digo... ¡Fui tu primer beso! Las personas solemos guardarlo para un alguien especial, no sé si me entiendes...

- Sí, si sé... Lo hice para ganar experiencia, sólo que... ¡Uhh! -bufó con su estómago revolviéndose, se tapó la cara con ambas manos.

- ¿Te terminó gustando? -dijo "sí" con la cabeza- Yo tampoco buscaba algo serio cuando te fichaba a la distancia, sin embargo... -suspiró en relajación, acompañando el gesto con una sonrisa imborrable- Dios, cada segundo que charlaba contigo era un mundo nuevo para mí; adoro tu timidez, tus pocas palabras, que te sonrojes por pequeños gestos cariñosos, tu poca experiencia en el romance... Más amé tus besos, joder, Kirk, ¡es que no te puedo dejar ir! -eso técnicamente fue un grito declarando su amor.

- Lars, yo... yo... -titubeó muy nervioso, sin saber qué decir al respecto porque no tenía claros sus sentimientos.

- Mira, te voy a ser sincero que me estoy poniendo nervioso y sé que si yo me desespero, tú te desesperas el doble. Ya, ya... -habló demasiado rápido hasta frenarse a si mismo- No digo que estoy mega enamorado, sin embargo, admito que quiero conocerte más y repetir el beso no una sino muchas, muchas veces más -volvió a frenarse, tomó una gran bocanada de aire para continuar-. ¡Ugh! ¡Qué me puse todo cursi y sólo por ti!

El pánico lo superó y por mucho. El moreno cayó de rodillas al suelo, sin poder evitar echarse a llorar como una nena. Se tapó toda la cara para que no lo viera, resultaba lo último de humillante que lo admiraran así.

- Kirk, este, yo... ¡No pretendía herirte ni...!

- ¡No sé  qué hacer! -gritó desesperado- ¡Todo ésto es demasiado nuevo para mí!

- Uhm, ehh... -balbuceó, arrepentido de confesar lo que sentía, se arrodilló frente a él- Kirk, tranqui, tranqui, no tienes que...

- ¡No sé qué putas es el amor! ¡No sé cómo sentirlo ni como darlo! -prosiguió sollozando en voz alta, las personas del piso de abajo se asomaban curiosos para ver qué ocurría porque resonaban en eco sus lamentos.

- Joder, no te exaltes demasiado -decidió que lo mejor era consolarlo y hacer que se calmara antes de cualquier otra movida de las suyas-. Tranquilo, no... ¡No llores! -lo rodeó con ambos brazos y lo contuvo contra su pecho, acarició su cabello; siendo muy delicado- Ya, ya, tranquilito... n-no te pongas así, por favor, lo siento si dije algo que te afectara...

- Es que, es que... -decía mientras su cuerpo temblaba y las lágrimas caían.

- Joder, sabía que las personas muy inteligentes eran muy poco estables emocionalmente pero no creí que fuera tan así... -pensó en voz alta- Kirk, eres un chico muy bello, por favor. Tranquilízate, no tienes porqué tú sentir lo mismo que yo ni tenemos que tener un romance, eso es lo que yo siento, si tú no quieres quedamos como amigos no más o desconocidos, como tú quieras.

- Lars... ¿abajo hay gente que nos mira? -consultó, ocultándose en el pecho del castaño.

- Pues... -se asomó y notó al grupo de curiosos- Sí, pero no importa, este... ¡Vayamos a un lugar más privado!

Se separaron y el pelinegro aceptó, sorbió su mucosidad nasal, todavía temblando, se aferró a Lars quién le entregó seguridad y confianza, protegiendo su identidad para que nadie dijera nada cuando bajaron y se dirigieron a un salón vacío. Tomaron asiento en el suelo, escondiéndose tras la pared, Ulrich todavía lo tenía entre sus brazos, sin intención de querer dejarlo libre, menos aún si seguía temblando como un pobre perrito abandonado. Siguió haciéndole cariñitos en su cuero cabelludo, como si de un gatito se tratara para darle mimos.

- ¿No quieres dejar todo lo nuestro hasta acá? ¿O prefieres continuar o intentarlo por último? -sugirió con amabilidad en su oído- También podemos tener un break para que tú puedas aclarar tus sentimientos...

- N-no quiero dejarlo -afirmó-. No sé qué hacer, este...

- Ya, ya... No sé porqué te ha venido esa crisis de pánico de repente, pero por favor, no te comas demasiado la cabeza con el tema. Hay que ir de a poco...

- Sí, sí... -aceptó, calmándose de modo gradual y lento.

- Eres un chico bellísimo, ¿vale? Tú no tienes porqué sufrir tanto por un tema tan simplón.

- Sí... -repitió, cerró los ojos, acurrucándose sobre él y apretujándolo como a un peluche de la infancia. Dejó de tiritar, se sintió más a gusto.

- Te quiero mucho, mucho, Kirk. Lo que tú sientas no es necesario que sea como lo que siento yo, ¿vale? Respeto que sólo sientas curiosidad, repelús o incluso, lo mismo que yo. Por ahora dejémoslo como "confusión", ¿comprendes?

- Sí, eso... 

- No es que quiera ofenderte, no obstante, quiero ayudarte, digo... Joder, algo anda mal en ti. ¿Tienes amigos aparte del castaño que hacía el ridículo en la fiesta?

- Amigos reales no... Los amigos de Gary... Aveces me junto con ellos, no me caen bien, sin embargo, no los considero amigos ya que sólo me apoyan en las buenas. Gary está en todas, si no fuera por él, no tendría vida social...

- ¿Tienes? -contraatacó con gentileza.

- Muy poca, pero hago mi esfuerzo -musitó.

- Pues yo te ayudaré aún más, ¿sueles encerrarte mucho? -asintió- ¿esos ataques te vienen con constancia? 

- No mucha... antes eran recurrentes, ya no tanto.

- Vale, es que tú eres muy sensible por lo que veo y no quiero hacerte nada malo, quiero ayudarte a ir para adelante.

- ¿Eh? -abrió sus párpados para posar su mirada en los verdes ojos de ese muchacho que brillaban en honestidad pura.

- De ahora en adelante seré tu amigo psicólogo -afirmó-. Sólo si tú lo deseas, ¿te sientes a gusto con que sea así? -aceptó- Ok, nuestro romance puede esperar un poco si es que se llega a dar la opción.

- Está bien -hizo una mueca.

- ¿Ya te sientes mejor?

- Sí, este... -divagó un par de segundos en su subconsciente en un misterio total- Gracias por... Por tu amabilidad. Seguro iba a acabar corriendo en círculos o yendo para la calle y me atropella un coche o... Por lo general esos ataques me dan en casa o en salones de clases cuando expongo y corro al baño, aquí que es un lugar desconocido... -razonó por un par de segundos- Sí, hubiera ido a la calle como última salvación.

- Dios, eres un genio, tu lado racional es... ¡Es radical, hermano! ¡Sabes sacarle provecho!

- Um, gracias -se sonrojó levemente.

- Ahora, tu lado sentimental... Vamos, eres como un niño autista en ese sentido, adivino: lo pasas jodido ahora socialmente porque te cuesta adaptarte, ¿no? -asintió- Pues en la universidad será fatal si no cambias, ¿no tienes ninguna enfermedad mental ni nada? 

- No, sólo soy muy reservado, eso es todo y me da mucha vergüenza porque siento que... siento que... -empezó a bloquearse de nuevo.

- Vale, vale, no es necesario ir tan fuerte, podemos de a poco ir charlando de estos temas para no complicarte tanto.

- Está bien -accedió finalmente, tragó saliva hasta que pudo controlar sus alocados impulsos.

- ¿Te parece si nos contactamos sólo a base de whatsapps?

- Sí, ningún problema -se separó de él en incomodidad, tomó asiento erguido.

- ¿No quieres rechazarme en lo amoroso aún? -negó- ¿Y la amistad?

- Sería lindo ser tu amigo, acepto -se dibujó una pequeña sonrisita en su rostro-. Es que... No sé qué pensar de ti fuera de lo amistoso, quiero dejarlo pendiente por ahora.

- Ya, comprendo -le dedicó una sonrisa sincera, como si se conocieran de toda la vida-. Bueno, seguro ya debes irte, ¿no? Mejor que te vayas, te dejo mi número.

- Bueno... -aceptó que él anotara sobre su mano el número.

- Mándame un whatsapp, ¿sí? Yo estaré para ti en todo momento, incluso en clase y en medio de las pallaringas.

Eso último lo hizo sonrojar.

- ¡Lars!

-¿Qué? Eso significa que te seré leal -hundió los hombros.

- Ok... Adiós -dijo y le robó un pequeño beso en los labios a Lars. Los dos se ruborizaron por ello.

- Chao, cuídate.

- Tú también -se levantó y retiró del salón de clases desconocido.

Al regresar a casa, se tumbó sobre su cama para darse su merecido descanso tras tanta mierda que aguantar.

...

El tiempo transcurría como pequeños granos de arena cayendo en la parte inferior de un reloj antiguo. Con suma rapidez. No minutos, sino días con acontecimientos importantes que perturbaban la rutina diaria de Hammett.

Desde que empezó a charlar numerosas horas del día con ese muchacho, aprendió que no era bueno mantenerse tan aislado del mundo, que ya no era un niño pequeño y debía... bueno, experimentar con su sexualidad más a menudo y sin miedo a lo que los demás dijeran. Aunque no podía quitarse de la cabeza una idea tonta:

Que no podía amar a los chicos con tal de no hacer "verdadero" el tonto rumor de que los chicos que asisten a escuelas no-mixtas son homosexuales. Aún así, logró desarrollar un gran sentimiento de apego por Lars, ¿sería porque fue su primer beso y logró calmar a "la bestia" de su interior?

No sabría describir ese sentimiento extraño, lo más cercano que podría mencionar -sin caer en romance de pareja- sería ese cariño de madre e hijo incondicional en los primeros minutos de vida tras el parto.

Se distrajo un par de veces en clases, a pesar de que fuera recurrente en tiempos de ansiedad, ahora el tema que preponderaba eran sus sentimientos con Lars. De todas formas, en los recreos, aprendió a convivir mejor con los amigos de Gary, aprendió que no todos son tan inteligentes como él y aunque fueran personas distintas, la comunicación es posible e incluso, más interesante al conocer a seres cuya mentalidad sea contraria a la suya.

Aprendió, sobretodo, a tomar las oportunidades que se le presentaban en el camino para experimentar cosas nuevas, como cualquier adolescente de su misma edad.

¿Cuánto tiempo ya? ¿Meses? Uf, qué rápido y Kirk ya subió de estatus social en la pirámide como si hubiera realizado un hack mortal. Sí, se estaba haciendo popular por ser un nerd con gustos frikis que se divertía en colectivos como otros pubertos.

Probó el alcohol a más profundidad. Sintió un agradable gusto por la combinación de Fernet con Coca-Cola, clásica en países de Latinoamérica, la cerveza barata seguía pareciéndole un asco, sólo supo bien en los labios de Lars, se juraba que no la probaría de otro modo.

Se metió a varios talleres de deporte para saber cuál era su favorito. Ninguno, vaya, no le agradaba lo simios que eran sus compañeros tanto como contrincantes, optó por tomar clases de yoga, donde conoció un montón de personas -mayoría chicas, vaya, no creía que iba a poder charlar siquiera con una- que eran simpáticas, allí se quedó, allí se sintió a gusto.

También curosió con un par de drogas ilegales a escondidas de su madre, sólo para experimentar, no le gustaron porque se sintió enfermo. Seguía considerando estúpido que los adolescentes se creyeran chulos por eso.

Besó a varias chicas y unos chicos aleatorios por ahí, ¿por qué no? Iba experimentando con lo que tuviera genitales y fuera humano para conocer sus preferencias sexuales. Aunque sabía que ninguno se acercaba a Lars, por desgracia, éste último se mantuvo celoso por ese actuar tan "abierto" para experimentar, siendo que él tuvo las mismas intenciones con Kirk con la desventaja de quedar enganchado a lo que sólo le duraría una noche.

Nuestro protagonista comenzó a jugar a ser un "tontito" de su edad, el típico chaval que se las da de chulo por la vida con sexo -aunque siguiera siendo virgen-, alcohol y drogas por todas partes, él lo tomaría como un juego, entretanto el resto lo hacía de verdad, por ello, se reía mucho en su interior por lo patético que resultaba.

Aprendió que ser una persona "sociable" no significa ser amigo de todo el mundo, significa estar cerca de alguien y saber de qué hablar aunque no coincidan en gustos. Se juntó en varias ocasiones con Lars para simular conversaciones con extraños, Ulrich le enseñó a sacar temas de conversación acerca de cualquier cosa, que aunque sean personas opuestas, igual se puede sacar una buena y entretenida charla, o sino... ¿cómo es que los dos conectaban tan bien a pesar de ser gustos tan opuestos?

El castaño era un rey en eso de charlar porque lo hacía hasta por los codos, era obvio que estaba en buenas manos, siendo discípulo de un experto en el tema.

También se dieron un par de besos en privado, eh, pero "sólo amigos" por el momento, que la tonta idea seguía torturándolo.

Un día, ésta provocó una ligera crisis de ansiedad a mitad de una clase, estuvo obligado a pedir permiso para ir al baño y desahogar en lágrimas el asunto. Tras tanto tiempo sin sufrir algo de ese tipo, dejó ir toda esa tensión. Sabía que lo único que podía hacer era discutir con un tercero su problema en busca de ayuda.

A la hora de la salida, le pidió a su mejor amigo de la escuela un momento para conversar de manera seria los dos, éste aceptó y fueron a su casa, se acomodaron en su habitación.

- Gary, tengo algo que confesar, puede que te guste como puede que no...

- ¿Eh? ¿Qué onda que te pones nervioso? Hace mucho que no te veo así, loco.

- Es que es algo muy importante y privado de mí que nunca quise contar por temor.

- Anda, suelta con confianza -levantó el pulgar.

- No sé si te lo tomarás bien o mal, por eso... -quiso morder su labio inferior por sus nervios, para su mala suerte, lo hizo demasiado fuerte- J-joder... -bramó, sintiendo el denso dolor expandirse por toda su boca.

- ... -soltó un suspiro, tomó ese gesto como algo para querer llamar la atención- Kirk, por favor dime. Somos amigos, ¿no? -le contempló, esperando una respuesta positiva.

- Claro.

- Debería saberlo -insistió, un tanto molesto.

- Vale, es que me gusta un chico... ¡o eso creo! -aclaró sin querer cerrar posibilidades.

- No me sorprende -hizo una mueca y encogió los hombros-. ¡Si en diferentes fiestas te pillé besando chicos que te apuesto ni conoces!

Se puso coloradito de la vergüenza porque era cierto, demasiado cierto para su comodidad.

- Ahm, eso fue experimentación no más... -excusarse era fatal, igual lo hizo, por si cuela.

- Ajá, ahora tratas de decirme que encontraste al definitivo.

- ¡No, no! ¡Definitivo, no! -corrigió- No más CREO que me gusta, ¡es una suposición!

- Ya, crees que te gusta un chico. Ya, ¿debería sorprenderme si ya me lo esperaba desde que te pillé ese día? -rió un poco.

- Es que lo conocí en la primera fiesta que fui, ahí como que pinchamos, hemos conversado harto desde entonces y él quiere algo serio conmigo...

- ¿Y tú quieres eso? -levantó las cejas de manera que lograra incomodarlo, fingiendo coquetería.

- Ni idea, por eso te preguntaba... -se sentó muy erguido, esperando una respuesta inteligente.

- ¿Sabes? Estás actuando como el perdedor que conocí -sonrió-, ya lo extrañaba... ¿Y qué quieres que te diga? Tú haz lo que quieras, yo soy tu amigo no más, te debo apoyar en tus decisiones. En el amor, lo que tú sientas, yo no tengo porqué influir, si tú quieres meterte con ese tipo, ¡ya po'!

- Es que, ¡no sé qué sentir, Gary! -exclamó en obviedad- Creo que me gusta y no sé si me conviene...

- Si te lanzaste a la piscina con todos esos desconocidos que besaste, con los porros que ni te gustaron, los litros de alcohol para hallar tu trago favorito... ¿Por qué no puedes hacer lo mismo con el amor?

Al quedarse parcialmente mudo, tomó tiempo para pensar un poco al respecto de eso, ni siquiera fue tanto, se bloqueó por los nervios, claro, sin embargo, al estar acostumbrado a lanzarse a la aventura, sentirlos no era tan frecuente y los bloqueos: o los dejaba de inmediato o sufría el doble de lo "normal". Los dejó, sabía utilizar su inteligencia racional, pues que haga uso de ella para momentos tensos también.

- Debe ser porque... -comenzó, al notar que su mejor amigo le contempló curioso, quizás por no entrar en pánico todavía- Creo tener una hipótesis, ¿quieres oírla? Aunque no sea la verdad absoluta...

- Claro, te pedí una razón, si tu interior dicta que es eso, pues debe ser así. Dime -esa última frase denotó mayor preocupación.

- Mi hipótesis dicta lo siguiente: al ser el alcohol y las drogas algo de largo plazo, daba igual si consumía por montón en un inicio puesto que iba a buscar lo que me gustara, lógico, siempre tuve y sigo teniendo la mentalidad anti-drogas legales tanto como ilegales hasta que cumpla la mayoría de edad. Las probé y no pienso en volver a probar, excepto el Fernet con Coca-cola de manera casual -rieron-. Es decir, los daños no serán casi notables. Por ello acepté.

- Ya... ¿y eso?

- Espera, déjame seguir.

- Adelante.

- Los besos con desconocidos no tienen intención de romance, ni por mi parte ni por la pareja que tenga en tal momento. Ninguno acaba dañado. En cambio, una relación y seria, más encima, es algo muy complicado que es mucho más allá de besos y unos "te amo". Si fallo, acabaré muy mal o él lo hará, Lars parece muy interesado en mí, si algo le ocurre y es por mi culpa, me sentiré falta igual, con demasiada culpa, de-demasiada...

- Con que Lars es su nombre, eh... -rió un poco de modo juguetón- ¿No será el danés del Liceo 11?

- ¿Ah? ¿Cómo lo conoces? ¿Danés...? -se sobresaltó.

- Sí,  ¿no sabías que era danés? Era bastante popular en las fiestas hasta... ese día, de tu primera fiesta. Era legendario por "poncear" con la mayor parte de una discoteca en una sola noche, fue hace un año, recuerdo.

- ¿"Poncear"?

- Besar desconocidos.

- Oh...

- Vaya, hiciste cambiar a un... Bueno, no diría mujeriego, él era un fracasado en el amor, igual que tú, creía que así pillaría el amor; experimentando. No era bueno ligando, sí dando besos... ¡O eso decían! ¡Yo no sé, eh!

- Sí, es bueno besando -admitió con un poquito de timidez-... bueno, no me sorprende que me digas que sea danés, nunca me lo mencionó, pero su acento me lo decía... -se echó sobre la cama de su amigo, suspiró... ¿enamorado?- Su acento es muy bonito, algo forzado y como si estuviera congestionado, pero eso le da un toque especial, agradable...

Su mente se inundó del recuerdo de el día en que se conocieron:

Cómo le observaba a la distancia, sin despegar el ojo. Cuando le acechó y mostró ese carácter dominante sobre él, al notar que el moreno era muy tímido, fue yendo cada vez más despacio para darle convicción y tranquilidad. Cómo lograba siempre sacar un buen tema de conversación, sin miedo a demostrar que quería ligoteo ahí. 

Sintió una afanación... no, ya la sentía, ahora lo aceptó, hacia la manera en que gestualizaba las palabras que salían de ese par de labios finos y con talento para llevarlo al paraíso. En cómo lamía de vez en cuando esos labios...

- Joder, es tan lindo... -pensó en voz alta.

- Si tanto te gusta, ¿por qué no lo intentas?

- ¿Ah? -dio un salto al notar que escucharon sus pensamientos.

- Trata de tener una relación, digo... Fueron hartos meses desde que se conocieron y sigue enganchado a ti, no me lo he vuelto a topar en las fiestas. ¿Sabes qué significa eso? Que de verdad te ama y yo veo que tú andas igual, nunca te vi suspirando y sonriendo de esa forma antes. Aquí hay amor, deberías tratar.

- Sí, es que tengo miedo a fallar o lo de los demás digan.

Gary reventó en risa.

- ¡Lo siento, lo siento! -el de cabello rizado con suerte emitió un leve sonido que simbolizó sorpresa por sus carcajadas nada prudentes, dolido porque eso no le servía de mucho- Es que... Es que... ¿Sabes lo idiota que sonó eso?

- ¿Por qué? -se sentó erguido y cruzó los brazos, ofendido.

- Es que, ¿sabes cómo haz hecho el ridículo en las fiestas igual que el resto de adolescentes? Algunos se rieron otros dijeron "es como yo hace unos años", otros creyeron que eras un attention whore... Tú fuiste consciente de eso, no te interesó. ¿Por qué ahora sí?

- Porque esos comentarios son hechos por gente ridícula, la mayoría son idiotas.

- Ya... -sonrió de lado- ¿Y si te critican tus preferencias sexuales? ¿Acaso eso los vuelve cultos y si insultan tus ganas por experimentar son ridículos?

- N-no, ¡no me refería a eso!

- Kirk, si tú quieres, no hay nada que debas temer. El amor es complejo, sí, pero no es algo que se planea, es algo que se siente y disfruta en el momento, no te andes distrayendo de lo que importa sólo por unos tontos, eh, siempre hablamos de eso tú y yo; de ser nosotros mismos.

- Claro, veré qué puedo hacer...

- No, qué puedes hacer, no -interrumpió- Verás lo que VAS  a hacer, ¿sí? Te apoyo, ¿vale? Aunque te enamores de un travelo, te apoyaré siempre y cuando tú confíes en ti mismo y sepas que estás en lo correcto. Esa confianza que tuviste en todos esos eventos y lugares con desconocidos, vamos, úsala ahora.

- Gracias, Gary -cogió su mochila y se la colocó, caminó hasta la puerta-. ¡Hasta mañana!

- ¿Ya te vas? Te iba a servir milanesas después de charlar...

- No, gracias, puedo comer en mi casa -rió con delicadeza.

- Está bien, chao, culiao'.

Rió ahora en voz alta y se retiró de allí.

...

El recuerdo de cada aspecto de Lars lo hacía delirar y morir lentamente, sea de placer tanto como de nervios, dependía de la situación en que estuviera metido tanto como de su estado de ánimo, ya saben.

Ese día, la concentración no fue la mejor. Aprovechó su intelecto para poder realizar las actividades y tareas escolares, el resto del rato... ah, se mantuvo volando. En su mundo. En su fantasía... y en su propia pesadilla, a la vez. Ni estuvo al tanto de saludar a sus compañeros y profesores apenas se topara con ellos, con suerte una charla casual con Gary y los amigos de él por cortesía. Ese fue el día dedicado a pensar en el amor a Lars. ¿Estaba listo para lo que sucedería al finalizar la jornada de clases? Quién sabe.

El famoso "rey de Roma", hizo una aparición estelar al finalizar las clases. Él había colapsado tras tantos duros meses en espera a una respuesta, con la duda de si arriesgarse por una relación o seguir con la amistad, sus sentimientos en pugna requerían acabar con todo de una vez y saber la verdad, no quería herir a su amado, no obstante, la desesperación lo superó y con creces. Adquirió la necesidad de actuar por su cuenta, aunque eso implicara forzar a Hammett.

Iba vestido un tanto formal con una camisa negra, desabotonada en la parte superior, para demostrar que no iba taaan formal pero sí que cuidó de verse presentable. Junto a unos jeans entubados de tono claro y unas zapatillas de caña alta de color gris. En sus manos cargaba un racimo colosal que contenía un gran número de flores, exactamente la misma cantidad de días que llevaban conociéndose. 

254.

Era imposible que no acaparara la atención de los alumnos que salieran del establecimiento y vean al chiquillo esperando a la salida con ese conjunto de naturaleza romántica, más aún porque era un colegio de chicos y era lógico que esperaba a alguien de ahí, un romance gay de película esperaban, que llevaran un año mínimo de relación o que le iba a pedir matrimonio si iba con tanto arreglo floral.

Esperó pacientemente hasta que el moreno se encontró con la sorpresa. Como si no fuera obvio que más de algún mirón se quedaría por ahí cerca esperando al "novio" sólo para hacer uno que otro chisme, típico de adolescentes con su cotilleo juvenil.

Se bloqueó de inmediato al saber que eran para él y todavía no se sentía listo, aunque pasó demasiado tiempo, las miradas de los metiches hicieron que se tensara el doble, no sabía qué hacer ni qué decir.

- Kirk, ha pasado mucho tiempo desde que nos conocimos, ¿sabes? Quisiera que tú y yo fuéramos...

- ¡No! -gritó en horror, llevando ambas manos a su cabeza- ¡No, Lars, no! -prosiguió gritando, sí, estaba entrando en una crisis de pánico.

Su corazón se aceleró demasiado, le estaba costando respirar, la desesperación lo mataba, tenía ganas de llorar y no podía porque iba a ser más humillante, el doble, no, el triple o más. Sí, su consciencia lo estaba traicionando en aquel entonces.

- ¡Oye, él te esperó por harto rato, no seai' weon! -se quejó uno de los mirones.

- ¡Te trajo hasta flores el culiao y no lo aceptai'!

Comentarios de ese tipo algunas risas burlescas lo llevaron a la locura; una pequeña lágrima se desprendió, no sólo Ulrich lo notó, sino, todos los que iban por ahí cerca que admiraban la escena. Se sintió demasiado presionado.

- ¡¡NO!! -volvió a gritar de manera desgarradora, para decidir huir cobardemente, sin controlar su llanto.

- ¡Kirk! -llamó él, preocupado y sintiéndose culpable por hacer que perdiera la cordura de nuevo, la gran idea se fue por el drenaje del modo más humillante de todos.

Mantuvo la boca abierta, admirando como su amado continuaba corriendo hasta desaparecer de su campo visual. No pudo perseguirlo porque le faltó el valor, el shock lo tenía ahí; patético, sin asimilar el fuerte rechazo que obtuvo. Cabizbajo, cogió con mayor fuerza el ramo, clavándose en su palma un par de espinas, gruñó por el dolor físico y emocional que sufría.

Un par de tipos que admiraron el fuerte plantón, se acercaron sólo para brindarle apoyo porque a kilómetros se notó lo fuerte que le llegó el mensaje, trataron de animarlo y hacer lo posible. No pudieron. Caminó, manteniendo la mirada en suelo, los pétalos de algunas rosas iban desprendiéndose y cayendo de forma dramática, como si se marchitaran al admirar su dolor, al sentirlo. Hasta que chocó con alguien, alzó la vista y se encontró con otro castaño de larga melena.

- Tú eres Lars, ¿verdad? -asintió- Soy Gary, mejor amigo de...

- Lo sé -no lo dejó continuar-. Te conozco.

- Debes llamarlo. 

- ¿Ah?

- ¡Joder, conozco a mi amigo negro desde que estaba más masacrado sentimentalmente de lo que tú lo conociste! ¡No sabes las maravillas que me ha contado de ti!

- ¿No me estarás jodiendo? En serio, no estoy para chorradas, amigo, no...

- ¡Calla y llámalo, dile que se junten!

- Pero...

- En serio, hazlo.

- ¿Él siente... lo mismo que yo?

- Si suspirar como tonto a cada rato que piensa en ti no es amor, si mencionar cada detalle que ama de ti con una sonrisa de tarado, no es amor, si pedirme consejos a mí para saber si vale la pena estar en una relación contigo y le dije que sí, no es amor... No sé qué lo será para ti o lo que tú sentirás, hermano.

- Vale, creo que he entendido... -dejó de forzar el contacto con las espinas para dejar la sangre fluir, prefirió acariciar la cinta- Gracias, te debo una.

- No. Yo a ti. Por ayudar a mi mejor amigo a mejorar emocionalmente y para sociabilizar, como yo siempre quise y no pude hacer del todo.

Sonrió y se retiró de allí mucho más confiado... o no del todo.

...

Nuestro protagonista recibió un mensaje de Whatsapp. Sorbió su mucosidad nasal y se limpió con la manga de su camisa, un par de lágrimas se le fueron del alcance, mojando la pantalla antes de desbloquearla. La limpió a la rápida, era cierto que varias chicas le hablaban por esa red social, aunque no les hacía mucho caso, sólo a sus amiguitas de la clase de yoga porque eran eso: amiguitas, no las veía de otra forma y ellas a él tampoco.

Se sorprendió al verificar que era de Lars. Abrió el mensaje, volviendo a sentir el mismo horror.

Lars 16:47

Me gustaría hablar contigo, no sé... sólo si quieres, no más, no te quiero obligar :/ para aclarar cosas y eso, ven a mi casa, está abierto, sube a mi habitación que te estaré esperando. Si no quieres hablar, está bien, te dejaré en paz, ya tienes a tus amigos de confianza y eres muy querido por varios, no tengo nada más que hacer, ya cumplí mi rol de ayudarte, no puedo quedarme como un amigo. Prefiero ser un desconocido a quedarme con la ilusión.

Atte. Lars.

La culpabilidad lo atacó el doble al leer ese párrafo, se sintió como un desagradecido total, como un idiota por no atreverse a decir un simple "sí". Algo debía hacer al respecto, no las contó, sin embargo, sabía que esa cantidad bestial de rosas implicó mucho dinero y dedicación por su parte, no fue amable con él, le gritó muy asustado aunque le hubiera encantado aceptar.

No se iba a aceptar seguir actuando como un "marica", más aún cuando ya había aprendido a controlarse a sí mismo, sólo en lo amoroso decaía y era por miedo a fallar, a tener el corazón roto. Pensó un poco, con la lógica. Su gran intelecto debía servirle. El CI de 142 no era ningún adorno, sabía dominar su mente, no tenía ningún trastorno mental que le impidiera socializar, sólo miedo.

Que era normal que las cosas salieran mal si él no le ponía empeño y se dejaba superar. Que era normal errar, a pesar de calcularlo todo y todos los humanos, sin excepción, lo hacían. Si la cosa no resultaba, no importa, la siguiente vez sería mejor. Debía aprender a fallar sentimentalmente y no morir por eso, porque todos lo pasaban. Más normal, más natural del hombre.

Llorar no le servía de nada, más que de desahogo. Y desahogarse toda la vida no haría ningún cambio.

Se colocó de pie, buscó papel higiénico para limpiar su nariz y botó al basurero el papel que utilizó. Caminó hacia el baño y lavó su cara con agua fría. El momento de actuar era ese y no otro. ¿Arreglarse? ¿Para qué? Si el castaño lo admiró y amó cuando desaliñado, desamparado iba. Sabía que era un amor puro, no lo podía dejar ir, si algo fallaba aunque parecía no existir error alguno, no debía permitir que eso lo detuviera en la vida.

Sabía su dirección, ya había ido de visita antes. Dijo que la puerta la dejaba abierta para él, entonces entraría, lleno de valor.

El instante de la verdad llegó y al terminar de subir las escaleras, la puerta de la famosa habitación iba abierta, entró y de inmediato, la mirada penetrante, impregnada de dolor, clavada en la suya. Sus ojos iban hinchados, notándose los vasos sanguíneos y el rastro de un par de lágrimas en sus mejillas.

- L-lars -trató de modular, sentándose a su lado en la cama, el otro iba acostado, sin quitar la mirada, sin decir nada. Las rosas del precioso ramo acabaron desprendidas por toda la habitación y la cama en un ataque de frustración. No más belleza, no más perfección. Sólo espinas y pétalos dispersos.

- Kirk -llamó, sin realizar mayor movimiento. Su camisa fue desabotonada momentos antes y su pecho, tanto como su abdomen iban al descubierto. El moreno podía afirmar a mucha honra que admiraba el paraíso-. Lo siento -logró decir finalmente.

- No -interceptó-. Yo debo pedirte discul...

- Yo no tuve porqué forzarte, lo siento -suspiró-. Soy un imbécil.

- ¿Q-qué? -balbuceó- ¡No, no! -trató de...

- Sí, la culpa es mía.

- ¡Lars! -alzó la voz a un tono excesivo de volumen, para su gusto. Él se mantuvo callado al escuchar ese grito- Tú... ¡Tú no tienes la culpa, fue mía, lo juro! Este... -buscó en su interior las palabras adecuadas, el hecho de que su estómago se revolviera con mil mariposas dentro no servía de mucho.

- ¿Sí? -prefirió poner atención, supuso que sería algo muy importante.

- Te hice esperar por una respuesta obvia por... ¡tantos meses! -apretó el puño- Y cuando llega el momento... la cago.

- No, no lo hiciste, cariño, tú no...

- ¡Me trajiste ese enorme ramo de flores, esperaste a que saliera de clases sin importar lo que algunos tontos dijeran a tus espaldas y... yo no me atreví a decir un puto "sí"!

- ¿Eh? -se levantó ligeramente por la impresión, apoyándose de sus codos.

- ¡Que iba a aceptar pero me dio tanta vergüenza que dije que "no", sin saber que eso sería todavía peor!

- Entonces... ¿tú, um, sí quieres -tragó saliva, sus mejillas comenzaron a sonrojarse-...ser mi... novio? -asintió, abrazándose a si mismo, buscando algo de apoyo psicológico porque todavía andaba algo inquieto por la crisis que sufrió hace un rato.

Sin pensarlo más de dos veces, lo tomó para lanzarlo encima suyo y robarle un muy apasionado beso, sus manos recorrieron su cuerpo hasta llegar a la nuca y subir para acariciar sus suaves mejillas. Hammett correspondió al gesto y acomodó sus manos en sus mejillas también. Aún no se acostumbraba del todo a lo meloso, aunque Lars no mostraba incomodidad por ser un "novato", de hecho, se lo mencionó en un pasado: le encantaba.

Las manos de Ulrich bajaron para acariciar su cuello, los hombros, el pecho, luego la espalda, un poquito más abajo, dio un apretón...

- ¡Lars! -gritó el moreno, levantándose por el susto.

- ¿Qué? -soltó una leve risita.

- Te quiero -admitió por fin.

Ahora lo cogió de las caderas para colocarlo sobre la cama, situándose el castaño sobre él. Frotó con delicadeza su nariz con la suya, el de cabello rizado al captarlo, cerró los ojos y frotó su nariz también. Era el famoso "beso de pingüino". Tras finalizar el cursi acto, se mantuvieron abrazados por un largo período.

Hasta que la curiosidad mató al gato.

- Lars...  -musitó.

- ¿Sí, cariño?

- ¿En serio eras antes un "necesitado" en las discotecas?

Abrió los ojos y conectaron miradas.

- ¿Quién te contó eso?

- Gary.

- Ah -rió un poco-. Corta historia. Creía que besando a mil personas iba a tener a mi princesa o a mi príncipe. Ligando soy horrible, por eso nunca encontré a alguien interesado en mí para algo serio, además de que cuando charlaba no hallaba a nadie que no fuera un idiota, más que yo.

- Yo sí estoy interesado en ti, y soy menos idiota que ellos -aclaró, acurrucándose más cerca suyo.

- Sí, tú sí... eso me alegra.

Un pequeño lapso de mutismo transcurrió, el cual dedicaron a gestos románticos como abrazos y pequeñas caricias. Sin embargo, el danés tuvo algo que confesar.

- ¿Sabes? Estoy muy orgulloso de ti, recuerdo cuando eras el chico tímido que se encerraba a sólo estudiar y leer cómics. Ahora estudias, vas a talleres, sales con amigos y sigues siendo el más inteligente de todos. Es lógico que sigas teniendo leves ataques de ansiedad, pero ya no saltas y te pegas contra la pared cada vez que te hablo bonito.

Kirk rió al recordar esa noche en que hablaron por vez primera.

- Gracias, Lars, por tenerme paciencia, sólo tú, mi madre y Gary han podido lidiar conmigo cuando no puedo controlarme -admitió-. A diferencia de ellos, tú me guiaste también en lo amoroso. Tuve errores, sí, pero... Al menos ahora me siento a salvo y muy feliz a tu lado.

Al final, tomar la oportunidad, arriesgarse a probar algo nuevo, nunca es tan malo como parece. Eso concluyó nuestro protagonista. Fue un largo y duro sendero, sin embargo, logró captar el mensaje y ponerlo en práctica. Todos los humanos erramos, fracasamos, al igual que sobresalimos, triunfamos. No hay que dejarse llevar por las opiniones y caprichos de los demás, debemos ir por nuestra cuenta y tener fuerza de voluntad para todo lo que se ponga en nuestro camino.

Es bueno aprender esa lección, mejor tarde que nunca.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro