Único
Jódanse 🎂🖕🏼
Feliz cumpleaños a Pau, ya es legal.
Las manos del Alfa recorrían todo a su paso; Gavi podía sentir la desesperación de su compañero, su fuerza desmedida y su dura erección solo le decían que el Alfa también había llegado a su límite.
Pau había entrado en celo, y justo en su cumpleaños.
El Alfa los había invitado a una cena, algo privado; solo irían los chicos del club, sería en casa del Alfa.
Pero Gavi lo había llamado para decirle que tal vez iba a llegar más tarde; porque su coche había sufrido un desperfecto.
—Puedo ir por ti.
Había dicho el Alfa. Gavi aceptó porque realmente no quería llamar a Pedri y Ferran para terminar siendo un mal tercio...
El Alfa no se tardó ni quince minutos... Y eso que vivían a veinte.
Lo había invitado a pasar mientras recogía algunas cosas; su madre le había enseñado que no se va a la casa de otros con las manos vacías.
Pero cuando ya estaba bajando las escaleras, un olor a ron lo golpeó; era tan malditamente fuerte que se tuvo que sostener del barandal. Podía sentir cómo su ropa interior se humedecía.
—¿Q-Qué de...?
—Omega.
La voz de Pau resonó en todo el lugar; Gavi respondió a su llamado con un chillido.
El Alfa no había tardado nada en subir hasta donde estaba, lo tomó en brazos para luego meter su nariz en el hueco del cuello de Gavi.
—Omega... Mi Omega.
—Pau... Arriba; ahora.
La orden fue cumplida sin ningún problema; el Alfa parecía encantado de recibir órdenes del más bajito.
Tan pronto entró a la habitación, Pau se había encargado de despojar al Omega de todas sus ropas; no le importaba si rompía algo en el proceso.
—Pau.
—Alfa.—Dijo Pau; sus ojos brillaban de deseo, quería escucharlo.
—Alfa... Alfa, bésame.
Y Pau lo hizo gustoso, lo besó, lo tocó, lo adoró a su gusto, tomó los muslos desnudos de Gavi e hizo que lo rodearan.
Lo tomó en brazos una vez más para apoyarlo en la pared. Gavi podía sentir la dura erección del más joven; sentía como esa monstruosidad se presionaba entre sus glúteos.
—Alfa... Por favor.
—¿Por favor qué? Dilo... Tu Alfa no es adivino, precioso.
Gavi jadeó; sus labios temblaban mientras intentaba formar las palabras que Pau esperaba escuchar.
La intensidad de la mirada del Alfa, sus manos firmes y seguras sosteniéndolo, lo hacían perder la poca compostura que le quedaba.
—Tómame... Hazme tuyo.—Susurró, su voz apenas era un hilo de desesperación y necesidad.
Pau soltó una risa ronca, baja, que resonó. Había esperado tanto por eso, y quizás... Solo quizás no había dicho nada de la fecha de su celo.
Había esperado mucho por este momento, por este omega.
—Eso quería escuchar, Omega.—Murmuró antes de morder suavemente la delicada piel del cuello de Gavi, provocándole un gemido entrecortado.
Sus manos exploraban cada centímetro del cuerpo de Gavi, con rudeza, amor y devoción, como si el omega fuera un regalo que Pau no se merecía. Gavi arqueó la espalda, aferrándose al cabello del Alfa, tirando de él con más fuerza de la que pretendía.
—Pau… ¡P-Por favor, no juegues!—Pidió, con los ojos húmedos y el pecho subiendo y bajando descontroladamente.
Pau lo sostuvo con más firmeza contra la pared, apretándolo contra sí.
—¿Jugar? Esto no es un juego, Omega.—Gruñó, con sus labios rozando los de Gavi sin llegar a besarlo, disfrutando de cómo su compañero temblaba.
—Tú eres mío, y voy a asegurármelo esta noche.
—¿Siempre eres tan posesivo, Alfa?—Gavi intentó sonar desafiante, pero su voz se quebró por la fuerte nalgada que le dio el más joven.
—Contigo, sí, siempre. —Pau no esperó más y capturó los labios de Gavi en un beso que era todo menos tierno.
Era hambre pura, un deseo que había estado conteniéndose hasta ese momento; en ese beso estaban todas las veces que tuvo que aguantarse el no ir por ese Omega cada vez que lo veía en los vestuarios.
En todas las veces que tuvo que reprimir sus celos al ver cómo Robert o Héctor se le acercaban de más.
El Omega respondió con la misma pasión, entregándose por completo, mientras el calor de sus cuerpos se fundía en un maldito incendio.
Pau lo sostenía con fuerza, sus movimientos eran precisos y exigentes mientras sus manos recorrían cada parte de Gavi; Gavi gemía entre cada roce, cada caricia, cada palabra.
—Esto es lo que quiero, Omega, no puedes escapar de lo que somos.—Dijo Pau; su voz era baja y ronca, casi como un susurro que resonaba en Gavi.
—No quiero escapar... —Jadeó Gavi; su cuerpo tembloroso quedó debajo del Alfa. Pau lo había recostado en la cama con una delicadeza y suavidad que contrastaba con la actitud salvaje de Alfa que tenía.
Las uñas de Gavi se hundían en la piel de Pau, reclamando algo que solo él podía ofrecer.
—Por favor...
Pau se alejó un poco, sonrió al ver al Omega que tanto había deseado, completamente desnudo, con las piernas abiertas para él.
Con los ojos llorosos y con esos labios tan apetecibles, que pedían por él.
Bajó lentamente; su sonrisa no desapareció. Besó todo a su paso, besó los muslos, los mordió y saboreó a gusto.
—Ahh, A-Alfa...
—Tranquilo... Alfa va a cuidar de ti.
Pau dio un último beso al muslo de su omega para luego bajar por esa bonita erección.
—¡A-Alfa!
Gavi tomó los cabellos del Alfa para guiarlo a un ritmo; Pau se dejó hacer, quería complacer a su omega.
Sus manos inquietas empezaron a tantear la dulce entrada del omega; Gavi estaba en el cielo y el infierno.
Pau metió un dedo, despacio, probando con cuidado mientras su boca hacía gritar a su compañero.
—¡Ahg! ¡Ahí, Pau, ahí!
Pau sonrió internamente, lo había encontrado, entonces no se contuvo, metió dos dedos más, los tres de golpe y justo en ese punto dulce.
Gavi quiso gritar, pero ningún sonido salió; estaba en el paraíso. Pau empezó a embestirlo con sus dedos y su boca aumentó la velocidad.
—¡Alfa, Alfa!
Pau levantó la vista; sus ojos oscuros estaban fijos en el rostro de Gavi, quien se retorcía debajo de él, perdido entre el placer y la desesperación. Su cuerpo temblaba con cada movimiento de los dedos del Alfa, con cada roce de su boca.
—¿Te gusta, Omega? —Preguntó Pau; su tono era ronco, cargado de satisfacción al ver cómo Gavi se entregaba a él sin reservas.
—S-Sí... Demasiado...—Jadeó Gavi, con sus uñas arañando las sábanas mientras intentaba contenerse, aunque su cuerpo lo traicionaba, arqueándose hacia el Alfa, pidiendo más.
Pau gruñó, complacido, y aumentó el ritmo de sus movimientos, empujando a Gavi cada vez más cerca del límite, pero justo cuando el Omega parecía estar a punto de estallar, Pau se detuvo.
—No tan rápido, precioso.—Dijo con una sonrisa traviesa mientras retiraba sus dedos y se incorporaba ligeramente, dejando a Gavi jadeando y mirándolo con incredulidad.
—¿Q-Qué haces? ¡N-No puedes parar ahora! —Protestó Gavi, con una voz temblorosa y con un toque de frustración.
Pau acarició su mejilla con suavidad, sus dedos grandes y cálidos contrastando con el ardor en el cuerpo del Omega.
—Puedo y lo haré, Omega, quiero que sientas todo, que recuerdes esta noche como la primera de muchas en las que tu Alfa te hará suyo.
Gavi tragó saliva, con su rostro enrojecido mientras miraba a Pau con los ojos brillantes de deseo.
—Eres c-cruel... Pero no pares... No pares nunca.
El Alfa rió bajo, una risa llena de posesión y ternura al mismo tiempo, se inclinó sobre Gavi, posicionándose entre sus piernas y susurró contra sus labios.
—Nunca lo haré, Omega... Nunca dejaré de ser tuyo.
Y entonces, con un movimiento dulce, duro y firme, con sus ojos puestos en los de su omega.
Pau lo tomó por completo, adentrándose en él, de una manera que hizo que ambos se quedaran sin aliento.
—Pau... ¡Ahh! —Gritó Gavi, aferrándose a los hombros del Alfa mientras su cuerpo se acomodaba al intruso. Dolía, pero era un dolor tan bonito, tan... Delicioso.
—Shhh, pequeño... Estoy aquí, siempre estaré aquí para ti.
Pau comenzó a moverse, lento al principio, marcando un ritmo que hizo que Gavi se aferrara aún más a él, sus gemidos llenando la habitación mientras el Alfa se perdía en la sensación de finalmente tener a su Omega.
—Eres perfecto... Tan perfecto para mí, Gavi.—Dijo Pau, aumentando las duras embestidas; su celo había tomado el control, ya no estaba quedando nada del dulce y suave Alfa.
Ahora era puro instinto animal, duro, salvaje y placentero.
Gavi apenas podía procesar lo que estaba sintiendo; cada embestida de Pau lo hacía temblar, sus gemidos se mezclaban con los gruñidos profundos del Alfa, llenando la habitación, su cuerpo ardía, se tensaba y se relajaba al ritmo implacable que Pau imponía.
—P-Pau...—Jadeó, su voz estaba rota, cargada de placer.
—Dilo, Omega.—Gruñó Pau, inclinándose para morder suavemente el hombro de Gavi, dejando marcas sin romper la piel; sus movimientos no se detenían, al contrario, cada vez eran más profundos, más exigentes.
—Dime a quién perteneces.
Gavi arqueó la espalda, sus uñas dejando marcas en la piel del Alfa mientras trataba de contenerse, pero no podía, no con Pau.
—A ti...—Jadeó, su voz apenas era audible, pero lo suficientemente clara como para hacer que Pau aumentara aún más las embestidas.
—S-Soy tuyo, Alfa... ¡Siempre tuyo!
Esas palabras parecieron encender aún más al Alfa, Pau sujetó las caderas de Gavi con firmeza, inclinándose sobre él para capturar sus labios en un beso hambriento, Gavi gemía en su boca, entregándose completamente, sin resistencia alguna.
—Eres mío, Gavi... Nadie más tendrá este cuerpo, este corazón, este olor... Solo yo.—Susurró Pau contra sus labios antes de moverse más rápido, su cuerpo marcando el ritmo de su necesidad.
Gavi sentía como si su cuerpo estuviera a punto de romperse, pero de la mejor manera posible; las lágrimas corrían por sus mejillas mientras el placer lo consumía, su mente estaba nublada por el calor, por el placer... Por su Alfa.
—P-Pau... No puedo más...—Jadeó, sintiendo que su cuerpo alcanzaba el límite.
El Alfa lo miró; sus ojos oscuros estaban ardiendo con deseo.
—Sí puedes, Omega... Puedes y lo harás, yo estoy aquí contigo.—Murmuró antes de inclinarse para besar el cuello de Gavi, sus dientes rozando la piel sensible.
Gavi gritó cuando Pau mordió con fuerza, dejando su marca, su vínculo.
El dolor se mezcló con el placer, llevándolo a un clímax que lo dejó temblando, su cuerpo aferrándose al del Alfa como si fuera lo único que lo mantenía anclado a la realidad.
Pau gruñó bajo, su propia liberación alcanzándolo mientras hundía su rostro en el cuello de Gavi, respirando su aroma como si fuera su salvación.
Su cuerpo se tensó contra el de Gavi, su nudo empezó a hincharse; eso le sacó un par de gemidos al Omega.
Pau acarició suavemente el rostro de Gavi, sus dedos limpiando las lágrimas que aún caían de sus ojos.
—Eres mío, y yo soy tuyo, Gavi... Para siempre.—Dijo Pau con una voz suave.
Gavi lo miró con los ojos vidriosos; su corazón estaba latiendo desbocado mientras asentía lentamente.
—Siempre... Alfa.
Pau sonrió, una sonrisa cargada de amor; se acomodaba junto a Gavi, manteniéndolo cerca, protegiéndolo.
—Descansa, dulzura... Esto apenas es el principio.
Fin...
Al primero que me critique por mi intento de coito lo funo, el +18 no es lo mío.
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