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No, no estaba muerto. Pero si lo dejaba tirado entre la vereda y la pista, no tardaría en estarlo.

Estaba seguro que era ese Alfa malhumorado. No podía equivocarse, lo reconocería en cualquier lugar.

Era el mismo Alfa que apareció en su departamento tiempo atrás para cobrar la deuda de su hermano, ese que lo amenazó y golpeó.

A pesar de que tenía el rostro cubierto de Sangre, era fácil reconocerlo por el tatuaje en su cuello. En realidad tenía cientos de marcas en ambos brazos y una cicatriz de quemadura enorme en pecho que lo delataba más que nada. El signo de Poseidón. Sumándole a todo, el color azulado de su cabello revuelto sobre el pavimento, no cabía lugar a error. Era ese matón llamado kanon.

Aquél Alfa tosía silenciosamente mientras escupía sangre a por montones. Tal vez hasta respirar se le dificultaba al pobre.

Tenía todo el rostro hinchado y no dudaba que quizá también algo roto.

Pensó seriamente en ayudarlo pero no sé atrevió...

"No quiero volver a verte"

Paso por su mente las palabras de aquél día. Seguramente sí lo despertaba terminaría por desquitarse con el.

Asi que resoplando en silencio, Sorrento siguió su camino, pasando a un lado del Alfa, evitando pisar la sangre que ya formaba un charco sobre el suelo.

Sin embargo sus pies no avanzaban. Observó nuevamente el rostro amoratado de ese hombre y justo en ese momento aquél Alfa volvió a toser sangre, y no

No podía dejar a Kanon ahí tirado a su suerte, no podía dejar que un automóvil lo arrollara en cualquier momento, tenía que jalarlo hacia la acera para que no terminé como parte del pavimento.

Algúna vez escuchó decir a Eo que el camino al infierno estaba
hecho de buenas intenciones. Pero Eo quizá no lo sabría, ya vivía en el infierno. Claro que siempre podía irle peor. Así que dejó su mochila a un lado y con todas sus fuerzas intentó mover al Alfa ese.

Tenía la mejor intención del mundo, de apartarlo del peligro, pero ese tipo no colaboraba. Pesaba dos toneladas y cuando aún no terminaba de levantarlo apenas se sacudió y rodo sobre toda la pista.

Debió de imaginarlo, el orgullo y ego de aquél Alfa era tan grandes que jamás se dejaría ayudar por nadie. Bueno, estaba hecho lo intentó. No funcionó. Adiós entonces. Sería un problema menos en su vida. De repente hasta Julián le perdonaba el lío que armó cuando se enterará de que aquél hombre de Poseidón no volvería a molestarlos.

Sorrento recogió su mochila y se dispuso a desaparecer antes de que la voz del fondo de su corazón volviera a atacar.

-¿Qué mierda me estás viendo? ¡Quieres pelea!-

Exclamó Kanon. mientras nuevamente intentaba ponerse en pie y sin motivo alguno daba golpes al aire.

En otro momento seguro sería un espectáculo divertido verlo maldecir al vacío y pelearse con nadie, pensó Sorrento. Pero no ahora, cuando el escándalo que armaba atraía a la curiosa fauna nocturna.

Sorrento esperó que aquel borracho se cansara de patalear como escarabajo panza arriba.

Y después de unos segundos kanon se desparramó nuevamente sobré la pista y
no, definitivamente no podía dejarlo solo en aquel lugar.

Una pequeña sonrisa se dibujó en el peli lila y sin dudarlo dos veces camino hacia su encuentro contra aquél hombre.

Y si, aún respiraba.

Cuanto finalmente lo tuvo enfrenté intentó tomarlo nuevamente entre sus brazos y está vez aquél Alfa parecía darse por vencido. Después de un gran esfuerzo logró sentarlo sobré el concreto y apegarlo sobre su pecho. Quien lo diría, con la boca cerrada aquél Alfa le caía mejor.

-¡Conque ahí estábas Beethoven!-

Tal y como Sorrento temía, el escándalo atrajo nuevamente la atención de aquél oficial de hace unos momentos. Fumaba un cigarrillo y se acercaba a prisa por la vereda contraria.

Sorrento sintió un escalofrío recorrerlo de pies a cabeza al momento que con todas sus fuerzas apretaba al Alfa entre sus brazos

-¡Eh Beethoven! Ven acá, aún no terminamos lo empezado-

El agarre hacia el Alfa se hizo más fuerte al grado que esté soltó un gruñido.

-vamos Omega ¿Qué esperas? Suelta esa bola de mierda y complacerme un rato, si lo haces dejaré que vuelvas a lado de tu noviecito-

El oficial lo observaba atentamente. Terminó el cigarrillo y lo aplastó de un pisotón.

Sorrento no respondió, al contrario se encogió en su sitio. Casi hundiéndose tras las espaldas de aquél Alfa. Sabía que debía marcharse en cuanto pudo. Pero no, tuvo que quedarse a ayudar a aquel Alfa malhumorado y ahora estaba peor que antes.

-¿Qué mierda esperas Beethoven? A ti te encanta eso ¿No? Solo te voy a dar lo que a los de tu clase tanto les gusta-

El muchacho negaba con la cabeza. Ni siquiera intentaba responder por qué no tenía voz para hacerlo. Tan solo movía la cabeza frenético y se hundía más en la espalda de Kanon.

-Entonces...-

continuó Casio apoyándose contra el chiquillo aterrado quien hacía esfuerzos por desaparecer contra el cuerpo amoratado de Kanon.

-¿Cómo es? Me das lo que quiero por las buenas o lo tomo yo mismo-

Sorrento intentó zafarse, pero ya era tarde.
El oficial lo golpeó en el rostro e hizo que se doblará.

-Eres hermano de Julián, igual de puta que tú hermano, me han contado. ¿Por qué ahora tan dignó Beethoven?-

Sorrento se enderezó como pudo, preparándose en caso que vinieran más golpes. Aquél hombre lo atrapó de la chaqueta y lo despegó del lado de Kanon.

-Tienes que cumplir Beethoven, solo te pido que actúes cómo la perra que eres...- lo golpeó de nuevo y está vez dejó que el muchacho caiga al suelo- Arriba putita de mierda, no tengo tu tiempo..-

El oficial avanzo dos pasos hacia el y Sorrento como un reflejo desesperado. Se sacudió a duras penas del Alfa y salto sobre el borracho del suelo.

-¡D...ddd...de..des... despi..pierta!-

Exclamó desesperado hacia el hombre que tenía entre sus brazos. Palmaba su mejilla, sacudía su brazo pero no obtenía respuesta alguna por parte de Kanon.

-¿Qué mierda crees que hacés?-Le preguntó con burla Casio, más sorprendido qué nadie en ese momento. Pero que Omega tan estúpido, pensó para si mismo- Ese Alfa está hecho mierda, en verdad crees que te va a ayudar- Una risotada brotó de sus labios- anda, despierta a ese animal, no sabés cómo...-

Las palabras faltaron de un momento a otro y Casio sintió todo su cuerpo temblar. El tatuaje en el cuello de aquél muchacho lo obligó a callar y comerse sus palabras. No podía ser posible.

El símbolo de los tridentes gemelos, con las iniciales cruzadas. Solo significaba una cosa, ese Alfa era peligroso. No era nadie menos que uno de los perros de Poseidón.

Pero tal vez lo que en verdad lo hizo temblar fue el otro "tatuaje". O mejor dicho, la quemadura en su pecho simulando un tridente. Era bien sabido que a Poseidón le encantaba marcar a sus "hijos" como ganado, solo por pura diversión.

Maldita sea, frente a él no se encontraba cualquier Alfa, ese tipo seguramente era "dragón marino" el hijo menor de Poseidón y meterse con el, era sentencia de muerte segura.

Ese Omega debía de estar mal de la cabeza. Bueno, tal como decía el idiota de Julián, el chico era estúpido. Intentaba despertar al hijo de Poseidón. El más impulsivo he idiota de todos.

Seguramente después de eso, ese loco los mataría.

El borracho en el suelo reaccionó entonces. Abrio los ojos hasta la mitad y atrapo al chico de los hombros. Estuvo a punto de asestarle un buen cabezazo, pero el mocoso reaccionó a tiempo y lo esquivo.

-¡Sueltame perra!- Le gritó al chico quién acababa de huir aterrado a sus espaldas - ¿Donde te fuiste? ¡No he terminado contigo!-

Para Casio todo resultaba muy claro. El chico era idiota y loco además. El tal Kanon, en cambio, era peligroso. El hermano de Julián andaba enredado con Kanon. Entonces era hora de irse marchando, antes de que ese matón recobrará los sentidos y lo matará por meterse con su propiedad.

Sorrento se quedó de pie a unos pasos de Kanon quien ahora sentado hacia esfuerzos por levantarse sin conseguirlo.

Lanzaba amenazas y maldiciones dirigidas a todos los espectadores y tal y como si se tratara de una bomba de tiempo Casio huyó lejos del panorama.

Tal vez las palabras de Kanon sonaron convincentes o quizá fue el Puñetazo que aquel Alfa le dio en plena calle a ese oficial. Total Casio desistió alejándose de la escena a toda prisa.

Sorrento no podía creer su buena suerte. Acababa de salir bien librado de una situacion que por todos lados era peligrosa. Ahora nada más le quedaba emprender la retirada.

Sorrento intentó marcharse, pero una de sus piernas se encontraba atrapada entre las férreas garras de Kanon.

El borracho se aferraba a su pierna cómo si está fuera un poste y tuviera el poder de sostenerlo. Sorrento tambaleó para no caer, porque el peso ajeno le estaba ganando la partida. Más se quedó ahí, intentando ayudar a poner en pie a aquel Alfa.

La serie de improperios que brotaron de la boca de Kanon, haría que el discurso de un marinero, se viera como el de una dama de sociedad.
Sorrento estaba seguro que podía vivir cien años y jamás escuchar tanta grosería junta.

Una vez Kanon termino de mentar todo su árbol genealógico, se quedó en silencio. Sorrento se alertó, por qué por el modo como se retorció, nada bueno saldría de esa boca.

Una vez de pié, kanon le dio un sugerente empujón al joven Sirena.

--¡Quítate!-

Exclamó. para después seguir con su trayecto a duras penas.

<< Y ni así deja de ser tan enojon>>

Sorrento no dijo nada, pero se quedó observando al borracho sostenerse a duras penas contra un muro. Para después de igual forma ver cómo de repente kanon caía contra el concreto nuevamente.

Una nueva avalancha de insultos se dejó escurrir por la boca del dragón marino. Más eso no lo detuvo. Kanon se irguió todavía fuera de sí y repitió la operación una vez más.

<<Hasta cuándo se dará por vencido>>

Pensó a sus adentros mientras veía a aquel Alfa arrastrarse por el suelo, kanon era orgulloso y malhumorado a más no poder. asi que lo más recomendable era esperar a que se diera cuenta que no podía solo.

Sorrento se encogió de hombros. He incluso una sonrisa intentó dibujarse en su rostro al ver como ese Alfa intentaba arrastrarse de cuclillas sin alcanzar el éxito.

Kanon apenas dio un par de pasos y nuevamente Sorrento escuchó el sonido Pesado de un cuerpo desplomarse. Kanon parecía muerto sobre el suelo. Esta vez era en serio.

Ya no se movía y tal parecía que por fin aquél hombre se había dado por vencido.

Otra sonrisa se dibujó en el y en definitiva, se llevaría a ese gorilon consigo.

Iba a ser una noche larga, o lo que quedaba de ella.

Camino hacia el Alfa y se acuclillo frente a él. Para observar mejor la gravedad del asunto y si, necesitaba un hospital.....

Kanon tenía él rostro totalmente herido, de hecho su cara era la mas afectada tal como si quien lo golpeo lo hubiese hecho a propósito. Pero eso no importaba, no ahora que después de tanto quererlo y añorarlo por fin tenia a ese alfa nuevamente frente a el.

Sorrento sonrio por puro instinto mientras su mano recorría con delicadeza cada facción de aquel hombre. Es que era imposible negarlo, se sentía atraído a mas no poder por aquel tipo. Tal vez fue él hecho que nunca antes alguien había sido considerado con él, o tal vez fue que por primera vez alguien le dio algo sin pedir nada a cambio. Tal vez era una combinación de ambas, no lo sabia.

Era difícil entender ese nuevo sentimiento que se alojaba en su pecho.

Su mirada se fijaba en cada rasgo de aquel rostro mientras su mano intentaba peinar aquellos mechones azulados, salpicados de aquel fluido rojo escarlata. Kanon no era malo, no ante los ojos de sorrento. Si una persona es capaz de sentir compasión o empatia por otra, eso no la vuelve mala del todo, por lo menos no para él.

Así que, por primera vez intentaría devolverle un poquito de todo eso que aquel alfa había hecho por él, por lo menos lo intentaría

Intentó tomarlo de mil formas. Arrastrarlo de las muñecas, cargarlo, rodarlo, halarlo del abdomen, nada funcionó. Kanon era muy pesado.

No pudo hacer más, que tomarlo por los tobillos y después de varios intentos, arrastrarlo de esa forma por toda la vereda.

Al principio fue difícil, kanon se resistía y no había forma de poder con el. Pero como siempre aquél hombre terminaba cediendo.Pasaron casi una hora intentando buscar refugio entre las frías calles de la noche
Y después de tanto buscar finalmente encontró una calle conocida

Calle Beta, sección 04, esquina #123. La casa de Kiki.

*****
5:30 AM.

Abrió los ojos y sintió el cuerpo tan pesado, que los volvió a cerrar. Podía escuchar una voz que sonaba a zumbido y no se detenía. Su cerebro empezaba a despertar por completo trayendo consigo una migraña salvaje. Kanon murmuró una grosería, que pereció bajo la potencia de la voz que seguía zumbando.

-Asi que le dije al viejo loco de Dohko, que se podía ir a la... Oye, ya se está despertando. Te dije que echarle agua encima siempre funciona. Así largaba al borracho de Deathmask que se quedaba a dormir en el departamento de mi papá. Pero tienes que tener algo en la mano para darles en la cabeza cuando despiertan, porque estos Alfas te quieren pegar y eso...-

¿Que mierda? Kanon acabo de despertar con los tímpanos a punto de reventarsele. Tenía la cara mojada y apenas las nubes que cubrían sus ojos se despejaron, pudo ver bien el rostro de un muchacho, quién le apuntaba con una linterna a la cara.

-Oye, ¿ya se te pasó la borrachera?, porque si no es así, yo te la quitó a pu...-

Ese mocoso estuvo a punto de golpearlo, pero alguien lo detuvo en el más absoluto silencio. A ese otro lo recordaba, era el hermano menor de la puta de Julián. ¿Que carajo pasaba?

Mierda, la resaca le martillaba la cabeza con una migraña y ahora esto. Kanon quiso decir algo, pero sintió que la boca se le llenaba de bilis.

-Tomate algo para que se te pasé la resaca-

El mocoso desconocido le tendió una taza de café hirviendo.

Maldito hijo de...

Murmuró Kanon entre dientes y con la lengua achicharrada. No solo se quemó los labios y la boca, si no que por estar tumbado en el suelo mugroso, se derramó en toda la cara el líquido caliente.

-¡Oye, si que eres bruto! Te quemaste por idiota- Se burlaba el mocoso ese sin ahorrarse una carcajada- ¡Te lo mereces!-

Jodido tapón de alberca, pensó Kanon al verle la estatura tan corta, casi Similar a la de su compañero. Maldito mocoso, murmuró de nuevo con la boca entumecida.

Apenas se sintiera un poco mejor iba a matar a ese enano, con el cadáver del otro enano que los veía en silencio.

Si, tan solo pudiera sostenerse en pié sin que el mareo lo derribará. Intento levantarse fallando inútilmente al primer intento, su cuerpo estaba totalmente dolorido, ni siquiera pudo sontatse cuando ya estaba nuevamente contra él concreto. Maldita sea. Grito para si mismo, la cabeza le retumbaba y ese maldito mocoso pelirrojo no se callaba la maldita boca. Lo mataría, era una promesa para si mismo. Aquel maldito tapón de alberca se burlaba de sus intentos por pararse, pero una vez que lo consiguiera ese mocoso se arrepentiría.

Lo intento por mas de 4 veces, fracasado estúpidamente en cada una de ellas. Hasta que una mano se postro en su mejilla, era aquel mocoso, el hermano de Julian quien lo veia en total silencio mientras acariciaba su mejilla para segundos después ayudarlo a sentarse en él pavimento, recargándolo contra su pecho. ¿pero quien diablos se creia ese enano de mierda como para tocarlo con tal descaro? Estuvo a punto de objetar cuando este lo abrazo y se apego mas a su cuerpo, mas guardo silencio al escuchar al enano

-g..gra..gra...ciass..

¿gracias? Gracias de que, no entendía nada, llevo la mirada hacia aquel enano y no, no se espero lo que recibiría. Aquel maldito enano se estaba tomando demasiadas libertades con su persona, mira que besarlo como si ellos fueran algo. Sin dudas ese había sido el beso mas torpe he insípido que había recibido, pero el único al que no se había negado.

Al separarse Sorrento se sonrojo y como si se tratara de un ritual nuevamente peino los mechones de su cabello azulado mientras kanon se quedaba sin siquiera decir algo, solo recibiendo la caricia.

-Oye te jodiste la cara en una caída o naciste así de feo? Te tuvimos que limpiar porque estabas todo mugroso de sangre. ¿Te asaltaron o algo? Porque tú cara se llevó la peor parte. Yo que tú no me dejó, ah. Tienes suerte, porque Sorrento te trajo hasta acá para salvarte el pellejo. Aunque tú pellejo está bien feo con todos esos tatuajes y cicatrices. ¿ Porque tienes tantos? ¿Te crees álbum de calcomanías o algo de eso? ¿Y porque no traes camisa? Ah, a nadie le interesa ver tu pellejo tatuado...-

-¿Quien carajo eres? ¿Y porque mierda no te callas?-

Si tenía que seguir escuchando a ese mocoso prefería lanzarse al tráfico y morir aplastado de una vez. Por que ese jodido tapón de alberca tenia que joder él maldito momento.

El mareo no le daba tregua. Kanon apuró el resto de la bebida caliente para acabar de despertar. El dolor en su garganta casi se igualaba al resto de su cuerpo. Así que el otro mocoso era Sorrento. Cierto, el hermano del idiota de Julián.

-¡La pregunta es quien eres tu! No, olvídalo, en serio a nadie le importa. Largate ya que estás despierto, porque ya pasó el camión de la basura y no vuelve hasta mañana-

Kanon herido en lo más profundo de su orgullo, saltó encima del mocoso ese. Más no pudo alcanzarlo porque el otro enano se metió en medio. El hermano de Julián. Sorrento. Que nombre tan estúpido. ¿Por qué tenía que intervenir? Le partiría la cara a ese mocoso primero y luego seguiría con Sorrento. Pero primero tenia que zafarse de los brazos de ese enano.

-¡Quítate perra! Voy a acabar con los dos, carajo-

-¡Oye no!- el tapón de alberca se defendió a manotazos- si no fuera por Sorrento estarías ahí despedorrado en la pista. El te trajo hasta aquí, Alfa malagradecido. ¡Sorre debió dejar que te mueras, pero no lo hizo por qué le gustas!-

El tapón de alberca hablaba de más o eso quería creer. Si no estuviera tan mareado, podía liquidarlos en cuestión de segundos.

-¡Basta ya! ¿Que es este alboroto?-

No sé lo esperaba. Bajó la guardia, fue eso. Tan ocupado se encontraba pensando en el modo como iba a retorcerles el pescuezo a esos dos, que no noto la amenaza.

Era un tipo enorme con un bate de béisbol entre manos. Las cosas cambiaron, tendría que pelear con ese cabrón primero.

No tenía el cuchillo que siempre llevaba entre la ropa. ¡Carajo! Ese era uno de sus favoritos. Buscó el que llevaba en la pierna, tampoco. A punto de rechinar los dientes de rabia, vio que el enano de Sorrento lo apretaba mas a el he intentaba tomarlo de las manos. ¿Pero quién diablos se creía?

-¡Nada Aldebarán, solo un borracho que anda molestando!-

Le respondió el enano cabrón muy envalentonado.

-¡Kiki! ¡Entrá de una vez! Ustedes dos, largo-

Así que el cabrón ese pensaba que podía intimidarlo sacudiendo el bate frente a él. Con eso podía espantar al otro mocoso, pero con Kanon no funcionaba. Empujó a Sorrento a un lado y se paró derecho y listo para arremeter a puño limpió.

-¡Oye, no Aldebarán! El Omega es mi amigo, el Alfa es un borracho cualquiera. Déjame que yo le doy...-

-¡Dije que entres ahora! ¡Ahora he dicho!-

Iba a tener que agradecerle a ese gordo cabrón porque por fin ese tapón de alberca se callaba la boca. Quiso protestar, pero no sé atrevió. Tomo al otro mocoso, Sorrento y se metió con el a toda prisa, por una puerta al final del callejón apestoso.

-¡Con que gente de Poseidón !¿He? ¡No sé cómo llegaste aquí! Pero lárgate de una vez y no vuelvas. ¡No quiero problemas con los de tu clase!-

A Kanon le calleron esas palabras como un balde de agua hirviendo. ¿Los de su clase? Escupió al suelo, sintiendo la boca llena de bilis y se irguió un poco más.

-voy a matarte a ti y a ese jodido tapón de alberca. No sé va a quedar ésto así-

-Escuchame bien, hijo-

¿Hijo? ¿Quién creía que era para hablarle de ese modo? Kanon reventado de irá se sacudió como pudo, pero no fue capaz de reaccionar ante la llave que acababa de aplicarle el de Tauro.

-¡No soy tu jodido hijo, gordo CA...!-

-Escucha bien, te doy dos opciones: desapareces de mi vista o llamo a mis primos que viven en la otra cuadra y de ti no queda ni el recuerdo. ¿ Entendido?.-

-chupame la...!-

-no me oíste, hijo. Te largas por tu cuenta o te mando yo, pero al otro mundo.-

-¡Sueltame carajo! No sabes con quién te metes-

-eso es lo que dicen todos los matones de poca monta como tú, hijo. ¿Ves la edad que tengo? He visto de todo, incluso mocosos como tú jugando a ser malotes-

Por fin lo libero, no sin antes apretarlo tanto que casi lo ahoga. Kanon aún rechinando los dientes de la rabia, maldijo de nuevo. Escupió al piso y termino por marcharse por donde vino.

Regresaría luego de que la resaca lo dejara mantenerse de pie.

****

-¡Es mi amigo Aldebarán! No lo heches a la calle. Te juro que te iba a contar de el. Ha tenido una mala noche y no puedes votarlo como a un perro, por favor Aldebarán-

Aquél sujeto llamado Aldebarán ni siquiera término de abrir la puerta, cuando Kiki le saltó encima. Desde que lo arrastró a la casa, Sorrento no hizo más que intentar huir y llegar a lado de Kanon. No podia dejarlo solo con aquel enorme Beta, su alfa no estaba en condiciones de sobrevivir a otra riña,
De verdad no necesitaba más problemas, tenía suficientes, incluso para regalar. Pero ahí se encontraba, atrapado entre dos fuegos. Por un lado Kiki no lo dejaba marcharse y ahora ese tipo Aldebarán.

¿Cómo fue que sucedió? De pronto fue vendido con Massimo, un Alfa "respetable" y luego todo se fue al infierno, aprisa y en pedazos. Asustado, Sorrento se mantenía detrás de Kiki quien batía los brazos mientras hablaba y hablaba a toda velocidad.

Si tan sólo fuera como ese muchacho quien parecía no temerle a nada. Kiki hablaba y muy bien, no tartamudeaba nunca y siempre tenía mucho que decir. En cambio el, no podía ni pronunciar una palabra para salvar su vida.

La puerta era la única salida y Aldebarán la bloqueaba con su cuerpo. Kiki todavía lo sujetaba de la manga de la chaqueta. Sorrento se encogió más en su sitio, esperando la oportunidad para huir como un conejo. Sin mirar atrás y a toda prisa.

-¡Basta ya!- sentenció Aldebarán y por fin Kiki se calló- escucharé todo lo que tengan que decir durante el desayuno. Se esta enfriando. Dile a tu amigo que se lave antes de sentarse a la mesa.-

Ambos muchachos se quedaron sin saber que decir. Para Sorrento era sencillo aparentar ser mudo e invisible. Pero Kiki tendría que volver a nacer para siquiera intentarlo.

Sorrento se sorprendió aun más con la enorme sonrisa que su anfitrión le regaló. De nuevo lo arrastró hacia donde era el cuarto de baño y siguió parloteando acerca de lo hambriento que estaba.

No podía creer lo que sucedía, demasiado bueno para ser verdad. Kiki siguió arrastrándolo y está vez fueron a la cocina donde tomaron dos puestos vacíos. Aldebarán apareció en seguida empujando una silla de ruedas. Y Dos betas mas venían con el. Uno ocupando la silla y un anciano a sus espaldas

-¡Buenos días Shion!- saludo Kiki todavía más animado y mucho más fuerte- ¡Mira toda esta comida! Me estoy muriendo de hambre.

Sorrento no podía estar seguro que el comentario fuera para el. El anciano le sonrió sin decir nada y se sentó a su lado. Sorrento se encogió aún más en su puesto. Aldebarán le puso una taza en frente, Kiki llenó el plató de tocino, panqueques y huevos revueltos.

-¡Provecho!-

Anunció Kiki y empezó a comer sin miramientos.

El anciano empezó a cortar pedazos de aquellos gloriosos panqueques y los rocio con dorada miel de maple. Todo se veía tan delicioso y a Sorrento la timidez se lo comía vivo.

-es mi amigo, se llama Sorrento-

Anunció Kiki haciendo una pausa entre bocado y bocado.

-¿De la escuela? Me alegro que vayas haciendo amigos del mismo curso.-

-no se si vayamos en la misma escuela, Mu. A decir verdad nunca te he visto en la escuela. ¿Qué edad dijiste que tenías? Creó qué tenemos la misma edad. Ya no me acuerdo. Sorrento es músico, toca muy bien el violín. Otro día lo trae y mes toca algo. Es muy talentoso. Pero no habla mucho. En verdad no habla casi nada, es tímido. Igual, es mi amigo, me agrada un montón. Nos conocimos hace un tiempo, pero casi no viene. Lo veo poco, por qué el anda en sus cosas como yo ando estudiando en la escuela y trabajando en la tienda no me queda tiempo de nada.-

Kiki finalizó su pequeño monólogo con una sonrisa, para luego seguir atragantandose de comida. Cuánto deseaba ser como el, hablar tanto sin respirar si quiera. Sin problemas pronunciando las palabras.

-asi que te llamas Sorrento. No te he visto antes por aquí. ¿Eres del vecindario?-

Ese fue Aldebarán y el poco valor que acumuló para tomar los cubiertos de la mesa, se le fueron de inmediato. Sorrento asintio a prisa, viendo su plató lleno de comida. ¿Que iba a hacer si le hacía más preguntas? Se iba a morir de vergüenza por no poder responder con la verdad.

-¿No te gustan los panqueques? Siempre le digo a Aldebarán que cociné pasta para el desayuno, pero no me hace caso...-

Negó con la cabeza y luego asintió. Se sentía como un tonto sentado en medió de aquéllas personas que no conocía, sin atreverse a probar un poco de ese delicioso desayuno.

-no te preocupes por él alfa, no le hice nada si es lo que te preocupa, es solo que no me agrada la idea que la gente de poseidon este cerca de mi hogar, ahora come, ya después podras ir con el

Sorrento no dijo nada solo bajo aun mas la mirada y se mordió él labio. Mientras el hombre en la silla de ruedas comía los bocados que le daba el anciano. De pronto lo vio sonreír y se sintió más avergonzado de encontrarse.

-¿Y como se conocieron?-

Fue turno de shion de preguntar. Bueno, le diría Sorrento, pasaba por aquí y quise comprar algo de la tienda. Tenía hambre y poco dinero, Kiki se dio cuenta y me ofreció comida. Luego quiso ver mi violín y se lo mostré. Empezó a hablar de mil cosas que ni recuerdo y luego me dijo que debería de dar clases para conseguir dinero y siguió hablando.

Me dijo que volviera a visitarlo y lo hice dos veces. Entonces me regaló una manta de mudanza.

Si, así se conocieron, de un modo tan espontáneo que resultaba difícil de creer. Dejaba que Kiki tomará la batuta de la conversación y de cuándo en cuando le correspondía la palabra. No sé sentía cómodo charlando con su único e improvisado amigo, pero Kiki por lo menos no se burlaba de sus problemas para hablar.

Al no tener modo de comunicarse sin poner en evidencia su vergonzoso tartamudeo, Sorrento se encerró más en si mismo. Sin embargo, el hambre lo orilló a comer sin más pudor. No iba a desperdiciar tantos manjares apetitosos; su estómago jamás se lo perdonaría.

******

Despertó pasado el mediodía sin poder recordar cómo fue que llegó a dormir a su cama. Saltó del colchón como si este estuviera en llamas. Todavía a medio despabilarse, buscó compañía y al no encontrar a nadie, resopló aliviado.

Estaba solo. Lo supo al ver las llaves tiradas sobre el suelo y sus pies aún calzados. La cama apenas revuelta al recibir su peso sobre el colchón. La bulla detrás de la puerta, fue lo que liberó de la madorra que le exigía regresé a descansar un rato más.

Hacía días que no encontraba sosiego. Las pesadillas se encargaban de negarle descanso y solo una buena borrachera era capaz de conseguir mantenerlas al margen. Por lo menos por un rato.

Kanon bajó de la cama, aliviado al encontrar su cuerpo entero y con sus propias prendas. Lanzó los zapatos a un lado, con un gesto rabioso. El dolor de cabeza lo devolvió a la realidad, ello y que su teléfono móvil vibraba con frenesí.

Lanzó un par de groserías al vacío nebuloso que era el mundo en esos momentos. Los efectos de la resaca todavía acechaban y su mente se resistía a devolverle las memorias de los hechos recientes.

La pantalla del teléfono le urgió a contestar la llamada. Apenas podía distinguir el nombre de quién se encontraba al otro lado de la línea, pero sabía de antemano de quién se trataba. El dolor en su rostro lo ayudó a despabilarse, pero su voz aún no se encontraba preparada para hacerlo.

Kanon intentó responder a la llamada, pero no consiguió que el interlocutor lo escuchará. Se maldijo en silencio, ante su imposibilidad de sonar humano. No fue necesario que lo intentará, la voz de Poseidón no le dio tiempo de hacerlo.

-Abre la puerta-

Soltó el teléfono. Su cuerpo reaccionaba de maneras misteriosas ante la voz de Poseidón. Ese cabrón ni siquiera tenía que estar presente para tener ese efecto en el. Kanon maldijo sin voz y recogió el móvil. Cierto, tenía que abrir la puerta. ¿Cuál de todas? ¿La de la entrada del edificio? ¿La de su departamento?

No importaba, sin darse tiempo a pensar en el asunto, se abalanzó hacia el picaporte y al girarlo la puerta se abrió sola. Kanon intento retroceder, pero su cuerpo rezagado no pudo reaccionar a tiempo. Cayó sentado y con el orgullo dolorido.

¿Que carajo le pasaba? ¿Cómo así abrirá la puerta sin fijarse primero de quién se trataba?

-¿A casó no te he enseñado nada?-

Poseidón no esperaba una respuesta, que bien, porque Kanon no se encontraba en condiciones de dársela. Tenía el cañón de un revólver en la frente y el filo de un cuchillo acariciando su cuello. Si tan solo se atrevía a tragar el nudo en su garganta, seguro Poseidón se la rebanaba .

No pudo responder aunque de eso dependiera su vida. Poseidón lo veía impávido. Cualquier otro ser humano, en su posición diría algo, cualquier cosa para salvarse el pellejo. Pero no, Poseidón se alimentaba de ese miedo que se escurre entre las venas, en cada latido del corazón de sus víctimas. Esa expresión la conocía bien, la vio tantas veces antes que aprendió a cuidarse de ella. Si decía algo, sería lo último que haría.

Así que optó por empujarlo, su mala cabeza y sus pobres reflejos hicieron que se diera cuenta tarde, que fue una pésima idea. No solo fue algo inútil, si no humillante. Poseidón ni se balanceo si quiera. Kanon sintió que acababa de lanzarle un puñetazo a un tsunami. Arrollado por la fuerza de su mentor, Kanon término con la cara aplastada contra el suelo, los brazos sobre su espalda y el revólver sobre su nuca.

Todo en fracción de segundos.

-Si vas a matarme hazlo de una vez, por un carajo-

Mustio con los dientes arañando la madera del suelo.

Eso kanon pensaba para sus adentros. Sigue provocandolo y terminemos con todo esto de una vez. Por qué si Poseidón no lo mataba, la vergüenza que pasaba lo haría.

Quizá empezaba a conocer bien a su mentor y sabía que no acabaría con su vida en ese momento. No de ese modo tan simple. Lo haría de un modo tan horrendo, con viseras colgando y sangre por todos lados; al estilo de Poseidón. Frente a una audiencia, claro. Un espectáculo privado el cual quedaría grabado para el disfrute de varios.

Sin duda Poseidón sería quién más goce con todo aquel derramamiento de sangre. Ese cabrón era incorregible. Seguro de eso se trataba, porque todavía seguía vivo y pensando cómo sería su final en manos de su mentor.

Poseidón por su parte giró el tambor del revolver y con ello Kanon supo que era cierto. Conocía demasiado a quien aseguró le enseñaría acerca de la vida y su consiguiente muerte.

Una vez se vio libre del peso de su mentor, Kanon rodo por el suelo como una pelota ponchada. Sin gracia alguna y tropezando con todo lo que a su encuentro aparecía. Logró ponerse de pie a duras penas y busco algo con que defenderse.

No sé encontraba en condiciones de pelear con nadie, pero su orgullo era más grande que su capacidad de razonamiento. Buscó sin éxito el cuchillo que siempre cargaba y no, no estaba por ningún lado; del revolver ni los rabos. Indefenso como un niño pequeño, optó por tomar lo que tenía a su alcance, una botella vacia.

Debió verse ridículo intentando defenderse de ese modo, debía parar el pecho y recibir una bala de una vez. Poseidón seguro reconcideraba el tomarlo bajo sus alas y cuidarlo como hasta ahora. Avergonzado hasta lo más profundo de su existencia, Kanon se preparó para atacar.

-Inutil-

Fue la sentencia de Poseidón y no se comparaba con el dolor de recibir una bala. Kanon se sintió acorralado como lo haría un toro herido en medio de un ruedo. Poseidón acababa de darle el espadazo final y ahora agonizaba en silencio.

Tal como lo haría un toro, embistió a su mentor quién lo recibió en brazos sin retroceder por el impulso. Poseidón lo contuvo sin problemas y Kanon sintió un dolor fuerte abriéndose paso en la boca de su estómago.

Cayó de rodillas a los pies de Poseidón quien ahora lo veía con algo parecido al despreció.

- Aseate y no dejes que te vuelva a ver en este estado deplorable-

Poseidón avanzó por su pieza hasta tumbarse sobre el único sillón presente. Encendió el televisor y ambos sabían que solo lo hizo para tener algo de ruido.

Peor que antes, si, podía caer más bajo aún; Kanon se arrastró como un gusano, incapaz de ponerse de pie por su cuenta.

Las memorias de la noche anterior lo alcanzaron una vez estuvo desnudo bajó el grifo de agua. La pelea en el bar, el maldito hijo de perra de Levitan, ese tipo se las iba a pagar. El dolor en su cuerpo le exigía venganza.

Golpeó la pared de azulejos con toda rabia cuándo recordó a aquel maldito tapón de alberca. Ese bastardo iba a pagarse las también, pero no tanto como ese tal Sorrento.

Recordaba bien las palabras del tapón de alberca. Dijo bien claro que el hermano de Julián lo salvó de perecer en la calle. ¡Que imbécil era! En esos vecindarios nadie quería ganarse un lío con el, por qué sabían quién era el.

¿Quien era el?

Para Poseidón un gusano que se arrastraba a cumplir sus órdenes.

Le dolía el rostro y todo el cuerpo, pero era su orgullo herido de muerte, lo que no paraba de sangrar.

Con el nombre del hermano de Julián en los labios, se abandonó sobre el suelo. Bajó el grifo de agua, deseaba tanto desaparecer y escurrirse por la cañería, como lo hacía su pobre orgullo hecho trizas...

****

Regresar a casa después de todo lo ocurrido, seguro era un suicidio. No tenía remedio, no podía dejar de volver al único lugar el cual podía llamar hogar.

Eo lo tomaría en brazos y no tendría que contarle nada. El entendía sus silencios. Escucharian alguno de sus discos viejos mientras Baian lo abrazaba sin descanso. Imposible no buscar refugio en el regazo de ellos dos. Eran lo único que lo mantenía con vida, aunque no sería por mucho tiempo.

Julián seguro lo mataba cuando lo viera llegar.

A hurtadillas golpeó la puerta del chileno, del modo que solo ellos sabían. Al compás de una canción, no consiguió que abriera. Tal vez salió, mala suerte no poder verlo. Solo volvía por ellos, porque no se imaginaba viviendo en otro lugar sin el consuelo de tenerlo al otro lado de la pared.

Suspiro tan hondo que seguro se abrió un hueco en el pecho. Todo el camino pensó en lo que haría si Julián lo hechaba a la calle. Le rogaría que lo dejará quedarse, ni le importaba que lo golpeará por arruinarle los planes. Todo tenía que seguir cómo siempre. Eo viviendo a su lado y el muriendo en su departamento.

Tenía pensadas las excusas que daría. La Omega de Massimo lo acorraló. La odiaba, ella se atrevió a tocar lo único importante en su vida. Lo destruyó con saña, solo por qué podía hacerlo. No sé arrepentía de nada de lo que hizo en esa casa. Bueno, tal vez de no consumar su venganza en contra de esa Omega.

Sentía deseos de regresar a donde Massimo y acabar con Lottie. Le haría lo mismo que ella le hizo a sus cuadernos. Le arrancaría la cara en trozos y los lanzaría al fuego. Quizá eso de juntarse con el matón de Poseidón le hizo bien.

Deseaba tanto tenerlo a su lado en ese momento. Si Julián lo veía seguro lo dejaba en paz un rato, para poder llorar en paz por la pérdida de sus cuadernos.

Otro suspiro y se resignó a su destino. Julián lo iba a matar apenas se enterará por boca de Massimo todo lo que pasó. No habría dinero por parte de ese tipo, jamás iba a tener un Alfa así que ya no le servia de nada tenerlo a su lado, así que seguro Julián se desharia por fin de el.

El departamento tenía las luces encendidas. El volumen del televisor bastante alto. Un partido de fútbol. Sorrento retrocedió sin darse cuenta de lo que hacía. Una de sus manos tomo el picaporte de la puerta.

Demasiado tarde para retroceder. La puerta acababa de cerrarse por el peso de aquél sujeto apoyado sobre esta.

- vaya que ha pasado el tiempo, sirenito. Mira Nada más cómo has crecido. No has cambiado nada, ah. Te he echado de menos, no puedo esperar a demostrarte, ni te imaginas cuánto...

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