Vlll
Cuando era más joven solía ir a trabajar con regularidad
Recordaba bien cuanto disfrutaba asistiendo a trabajar en las calles. En aquel tiempo encontraba alivió al infierno que viva en casa. En esa época, Julián llevaba mujeres al departamento casi todos los días. Sorrento siempre les tuvo temor. Prefería quedarse deambulando entré las calles, antes que volver al departamento que le resultaba ajeno.
Varios años pasaron, pero las cosas no cambiaron. El seguía llevando a sus novias de turno y Sorrento prefería mantenerse lejos de la casa a cualquier precio.
La calle ya no era una buena opción para matar el tiempo. Sorrento aprendió desde muy pequeño que el mundo es cruel y las personas se encargaron de hacerlo ver eso.
Tenía un problema de habla, lo cual lo convirtió en blanco fácil para todos. Se burlaban de él cada vez que lo veían y gritaban toda clase de insultos. Si algo tenía que agradecerle a su hermano, era el ser inmune a las palabras duras.
Fue cuando el acoso se volvió algo serio. Empujones en las calles, golpes que trataban de ser casuales, se convirtieron en ataques frecuentes, inclusive mientras tocaba su violín en la calle. Sorrento tenía una ligera cojera en la pierna que nunca sano por completo y correr no le servía de mucho. Tampoco era bueno peleando, los Omegas tenían prohibido siquiera responder a un Alfa y como todo en su vida, terminaba perdiendo la partida. Sorrento dejo de trabajar en la ciudad Alfa/Omega.
Sin embargo, tanto Julián cómo Eo, pensaban lo contrario. Fue su hermano quién lo mando a esperar a quien decía sería su Alfa. Justo en la plaza comercial de Omegas. Se suponía que pasaría por el apenas saliera de trabajar, pero ya llevaba tres horas esperando.
Pensándolo bien. ¿Por qué tenía que hacer lo que Julián y Saori querían? No tenía por qué quedarse hasta quién sabe cuándo. De repente aquél Alfa no iba a llegar. Quizá todo fue inventado por Julián por deshacerse de él. Claro, eso tenía que ser, como llegó a creer que algún Alfa tenía algún interés en el. Nunca nadie lo tuvo, porque lo tendrían ahora.
Tendría que irse algún día de esa casa, pero no sabía a dónde. No tenía a nadie a quien recurrir además de Eo. Pero tampoco podía ser una carga para el. Las palabras de ese sujeto Kanon calaron hondo. Debería buscar un trabajo, debería marcharse de casa, buscarse otro lugar donde vivir.
Pero, ¿Dónde iba a trabajar si no podía ni hablar bien y además era omega? Julián siempre le decía que era un inútil y no dejaba de tener razón. Para lo único que era bueno era para tocar el violín y leer música, pero eso apenas si le daba dinero para comer.
Pasaba el tiempo y su supuesto Alfa no llegaba solo estaba dieciséis años tarde, así que unos minutos más no eran nada. Sorrento empezaba a sentirse más nervioso conforme avanzaba las manecillas del reloj que no poseía. ¿Que iba a hacer ahora? Julián le dijo bien claro que, si no iba a encontrarse con Massimo no volvería a casa.
Ese era su nombre, Massimo. Julián no dijo nada más, no le dió detalles de cómo era el, solo le dijo que pasaría a buscarlo. ¿Ahora que? ¿Que hacer si no aparecía? Esa noche no podía volver al departamento. Dormir en la calle no era opción para un Omega, además hacia demasiado frío para quedarse en la intemperie.
Massimo no iba a aparecer. Julián mintió como era costumbre. Como cuando le decía que le daría de comer si dejaba de molestarlo. Cuando le reclamaba el dinero de la renta y una vez se lo daba, lo hechaba a la calle. El lo quería fuera del departamento y de su vida. Por eso inventó lo de Massimo. Siempre era tan tonto, siempre le creía. Sintiéndose un idiota por creer las mentiras de su hermano. Sorrento decidió marcharse.
No tenía nada más que hacer ahí, esperando como pan que no se vende.
-Ey, tu, si tu! Tu eres Sorrento, ¿No?
Apenas hubo avanzado unos pasos y se detuvo en seco. No reconoció la voz que lo llamaba, sin embargo, volteó despacio para ver de quién se trataba.
El desconocido agitaba su mano, mientras que apuraba el paso hacia donde se encontraba. Sorrento retrocedió por reflejo, pero se obligó a quedarse en su sitio, con el corazón en la mano. Aprendió a mantenerse alerta, en caso de necesitar huir
-¡Espera, espera ahí! ¡No te vayas!- insistió aquél sujeto persiguiendolo por la acera- ¡Espera Sorrento!-
Retomo la marcha y debió saltar a la pista apenas pudo, pensó Sorrento, pero era demasiado tarde. El desconocido lo alcanzó tomándolo del brazo y lo obligó a detenerse.
-¿No escuchas?- le reprochó intentando recuperar el aliento- ¡Te estaba llamando Omega!-
Quizá podía mentir y sacárselo de encima. Sorrento no dijo ninguna palabra. No tenía como responder, aún sorprendido como estaba
-¿Porque no respondes?-
Insistió Massimo, sin soltarlo del brazo.
De repente si pensaba que era sordo. Ni modo, era ya demasiado tarde para engañarlo, porque acababa de voltear a verlo y se delató completamente. Sorrento prefirió seguir con su voto de silencio.
-¿Julián no te dijo que vendría por ti? Espera, no me puedes escuchar, ¿No?
Sorrento no le respondió. Estaba demasiado ocupado asimilando la idea de que ese sujeto era por quién alguna vez preguntó.
-le dije a tu hermano que te dijera que vendría a buscarte al salir de trabajar-
Le recriminó el adulto de ojos azules con una expresión amarga en el rostro.
Al parecer acordarse de Julián le molestaba. Sorrento no se inmutó. No estaba seguro de querer irse con el. Quizá todo era una treta de Julián para librarse por fin del hermano que tanto despreciaba
-No puedes hablar, ¿No? supongo que ha Julián se le olvidó decirmelo. Sólo me dijo que estabas defectuoso. Pero no importa no necesito que hables para lo que te voy a ocupar...-
Ese tal Massimo se mostró un poco burlón y Sorrento no necesitaba que continuará. Podía darse cuenta que en su mente estaba teniendo teorías y pensando lo peor de el. Eso era bueno, de repente a Massimo hasta se le olvidaba de la idea de llevárselo consigo.
-¿y hablas con tus manos y eso?
Preguntó desconcertado.
Así que la farsa le estaba quedando mejor de lo que esperaba. Sólo tenía que fingir un rato más y ese sujeto perdería el interés por el.y pensar que alguna vez quiso tener un Alfa.
Julián llevaba a sus novias a casa y al cabo de un tiempo, estas se dedicaban a mandonearlo como si fuera su familia. Incluso le decían que si se portaba bien, iban a cuidar de el. Pero eso no llegaba a suceder, Sorrento no estaba interesado de quedar al cuidado de ninguno de ellos.
Al final terminaban marchándose, llevándose todo lo que podían consigo y en medio de un escándalo protagonizado por Julián.
Sin embargo, siendo un niño hambriento de respuestas, insistió hasta que Julián le gritó en la cara
"No tienes quien cuidé de ti, porque no te lo mereces, inútil"
No volvió a tocar el tema. Dejo ese asunto ausente y hasta se olvidó de el.
Tiempo después, a quien tanto ansío conocer lo observaba fijamente. Massimo se veía molesto. Se mesaba el cabello y chasqueaba los labios. Incluso resoplaba y meneaba la cabeza. Al parecer se llevó una sorpresa, no del todo agradable. No sé molestaba ni en disimular su fastidió. Pensaba que Sorrento era sordo y mudo también.
Ahora seguro reconsideraria su oferta de llevarlo a quien sabe dónde. Era lo mejor, de todas maneras ni quería vivir con aquel hombre.
-como sea
Concluyó Massimo con desdén luego de examinar con los ojos la mercancía que compraría
-vamos. Mi auto está aparcado por allá. No encontraba espacio donde estacionar. El tráfico es una mierda-
Sorrento no se movió de su sitio. De verdad no tenía intenciones de ir con el. De repente si empezaba a gritar.. haría un escándalo, al puro estilo de Julián. Lo había visto haciéndolos tantas veces, que los aprendió de memoria. Si funcionaba como esperaba, Massimo desaparecería de su vida para siempre. Así podría por fin, regresar a su realidad miserable y tratar de sobrellevar su vida.
Pero,¿A qué iba a volver? Sería Julián o la calle. Pensándolo bien, de repente podía darle una oportunidad a Massimo y pasar unas horas con el y asunto terminado. No podía ser peor que los novios y novias de Julián. ¿No?
Así de rápido tomo una desición y dejó que Massimo lo jaloneara hacia donde dijo que aparcó el auto.
- tienes dieciséis, ¿No?-
Le pregunto a medio camino y Sorrento prefirió callar.
Al no obtener respuesta, Massimo siguió pensando en voz alta.
-Claro, la misma edad de Lottie, tienes la misma edad que mi anterior Omega-
Massimo indicó con un gesto que se ponga el cinturón de seguridad y continuó su monólogo
- las cosas serán así a partir de ahora, te tendré hasta que me aburra, después de ahí adiós... Eres lindo... probablemente te conservé hasta que dejes de ser joven o atractivo-
Sorrento se abrazó de la mochila escolar que llevaba consigo. Tenía hambre pero no diría nada.
El auto de ese Alfa tenía una radio, una de esas modernas. Estaba a punto de atacarla y poner música a todo volumen. Necesitaba escuchar algo más que los planes que tenía aquél tipo con el.
-No sabes, las cosas que te haré... Primero te quitaré la virginidad en....-
Sorrento solía escuchar en su mente, la música que componía para momentos como esos. Con todo lo que hablaba ese Alfa solo una cosa le quedaba clara, Julián ya lo había vendido. Esto no era un chequeo de mercancía, era solo la cobranza de la mercancía. Cuanto deceaba abandonar el mundo y dejar su cuerpo atrás. El rítmico sonido de la lluvia en la ventana, le dio inspiración para escribir en uno de sus cuadernos, las notas musicales para no olvidarlas. Lo haría luego, cuando tuviera un momento. Mientras podía improvisar con los cables de la luz y las aves paradas sobre estos.
La melodía que imprimía la lluvia al caer era algo que siempre inspiraba. Una vez tuvo que guardarse dentro de un paradero de autobús y plasmó con carboncillo tembloroso, las notas que la naturaleza le cantaba. Cuando le mostró a Eo la hoja rayada a mano, el sonrió como solía hacerlo, muy brevemente
Suena bien, Sorrento¿Quieres intentarlo en el violín?
-Mael nos va a acompañar a cenar. Está en la universidad se quedará el fin de semana, tu te encargadas de atenderlo.
Un momento. ¿Atenderlo? Sorrento abrió los ojos tanto como la boca. De la sorpresa, casi se olvida que era sordomudo ¿Hablaba en serio?
-¿Tu hermano no te preparo una maleta con ropa?... Joder, Julián nunca cambia, como sea ya no importa.. al fin y al cabo no la necesitarás más..-
Sorrento debió de regresar a sus ensoñaciónes cuando pudo, porque lo último que Massimo dijo, le callo peor que lo anterior.
-Esto va a ser interesante. No sé cómo vamos a comunicarnos contigo... La verdad que no se si me estás escuchando o no... o si me entiendes además-
Lo último fue un murmullo y los oídos de Sorrento funcionaban tan bien, que hasta percibió las implicancias de lo que ese Alfa dijo. Ahora no solo pensaba que era sordomudo, si no que además que tenía cierto tipo de retraso. Perfecto, el fin de semana prometía tanto.
Conforme se iba alejando del vecindario de toda la vida, Sorrento ardía en deseos de lanzarse del auto. No sabía hacia donde irían y para nunca haber abandonado la ciudad, el cambio de aire le haría bien, seguramente. Tenía que evaluar las posibilidades. Bien podía terminar la farsa y bajarse en la siguiente esquina. Regresaría al departamento con la cola entre las patas a aguantar los gritos de de Julián. Claro que también podía seguir con lo que había empezado, a ver hasta dónde lo llevaba.
En algún momento del camino. Massimo encendió la radio y un aburrido programa de política lo puso a dormir. Cuando por fin despertó, fue porque el auto estaba estacionado y escuchó voces que no reconoció.
-¡Pudiste avisar que se iban a tardar tanto! La cena está esperando desde hace una hora. Se ha enfriado
-habia mucho tráfico ¿Que querías que hiciera? ¿Que volará? ¡Ya estamos acá! Deja de rezongar
Massimo sonrió irritado y Sorrento decidió que pasaría el fin de semana en el auto. No tenía intenciones de salir de ahí y aguantar a otro Alfa gritando enrabiado. Ya tenía bastante con Julián en casa.
De repente si se quedaba quieto, se olvidaban que estaba presente. Entonces alcanzó a escuchar como el otro alfa respondía algo que sonó a pudiste haber avisado
Desde su escondite en el auto, pudo ver qué el Alfa se cruzaba de brazos.
Durante el camino y antes de quedarse dormido, fue pensando que sería de el. Ese Alfa no se veía contentó. Era mayor que Julián y hasta lucia más viejo que Massimo, o al menos eso parecía. Tenía el cabello corto hasta debajo de las orejas y usaba traje.
La puerta del auto se abrio y tuvo que dejar de esconderse. Massimo resopló fastidiado y le hizo una seña para que bajara.
-No puede hablar, tampoco escucha bien, Vico- le dijo Massimo al otro hombre
La expresión de Vico fue algo digno de presenciar, una mezcla entre sorpresa y molestia que no se animó de ocultar. Estaba decidido, iba a seguir con la farsa.
-¿Que le pasó en el rostro?-
Preguntó Vico sin perder la expresión de desafío
-julian dijo que fue uno de los hombres de Poseidón. Tu más que nadie sabes cómo son esos tipos...-
Sorrento se quedó observando a Vico fijamente. Lo vio fruncir los labios, casi tanto como el ceño. Se frotó los brazos, como si tuviera frío y se fue siguiendo a Massimo
-¿y aún así piensas quedartelo? Después de que un sucio Marina lo tocó. Seguramente hasta el idiota de Julián te mintió y este Omega no es virgen, ya ni todo el maldito dinero que pagaste por el.-
-Vico, no digas tonterías. La gente de Poseidón es salvaje pero no creo que lleguen a tanto, Poseidón sabe educar a sus mascotas. Vamos a cenar ¿Quieres? Luego dices que la comida se enfría-
Concluyó Massimo y le hizo una seña a Sorrento para que lo siga dentro de la casa
[...]
La casa de ese Alfa era mucho más amplia de lo que se veía por afuera. La cocina era enorme, tenía un comedor y una sala igual de grande. Una escalera que daba al segundo piso, tenía una alfombra y en la pared colgaban montones de fotos .
Vico los mando a sentarse a la mesa y desde el primer piso llamo a otros Omegas. Inmediatamente estos acudieron al llamado.
El primero en bajar fue un joven de más o menos 14 años. Sorrento lo observó extrañado porque cuando descendió lo hizo casi semidesnudo.
La siguiente fue una chica de aproximadamente su edad. Ella debía de ser Lottie. Al verla bajar pudo notar su molestia.
Quizá debió decir algo, porque cuando Lottie estuvo frente a él, le dio una mirada de desprecio. Paso delante, sin decir una palabra y se dirigió hacia la cocina.
-No habla, también es sordo Lottie, pero quiero que te comportes con mi nuevo capricho, es una orden. No quiero escuchar más quejas, o la que se largara de esta casa serás tú, ahora sirve la cena-
Esa fue la voz de Massimo. Sorrento la pudo escuchar desde donde estaba parado sin saber que hacer. Cierto, pensaban que era sordo. Así era mejor, podía sacarle provecho pretendiendo que no podía oír Nada de lo que decían de el.
Sorrento se dió cuenta como así se quedó solo en el comedor. Los puestos estaban en la mesa y la verdad que era la primera vez que iba a probar una cena en familia. Aunque no fuera la suya, sería una experiencia diferente.
El joven de 14 años tomo asiento. De pronto levantó los ojos y se mostró sorprendido al verlo. No dijo nada, se puso de pie de nuevo y sin dejar de mirarlo, fue corriendo a la cocina en busca de Vico.
Una vez más, Sorrento escuchó aquella voz exigiéndoles a esos Omegas que guarden la compostura en la mesa. Lottie y el muchacho protestaron a unísono, pero el Alfa los mando callar. Para después escucharse un golpe.
Por fin luego de un momento para pensar en soledad, los Omegas aparecieron en el comedor.
- sirvan la cena ¿En donde está Mael?-
-No ha llegado todavía-
Respondió la Omega cabizbaja. Tomando su lugar en la mesa, al lado de Massimo. el otro chico tomo asiento a lado de Vico y este último tomo asiento frente a él. Sorrento quedó en la otra orilla de la mesa y observando su plato vacío, se sintió Feliz por eso.
-Ese muchacho, sabe que la hora de cenar se respeta-
Continuó Massimo llevándose un vaso con agua a los labios.
-por lo menos avisó, no como otros-
Acotó Vico y ordeno que la Omega empezará a servir la cena. Sorrento se quedó observando la dinámica de la familia ajena. Lottie servía los vegetales en cada plato y un trozo de carne. También era algo de arroz lo que iban a cenar. Todo se veía tan delicioso que cuando le puso el plato delante a sorrento casi se le escapa un gracias.
-¿De verdad no puede oír nada Massimo?-
Preguntó Lottie observándolo de reojo.
Sorrento tuvo que hacer un esfuerzo para disimular que no percibió fuerte y claro el tono malicioso con qué ella lo cuestionó
-Asi es Lottie, déjalo en paz y sigue con la cena-
A Lottie pareció no gustarle nada el comentario y dejó los cubiertos de lado
-pero como diablos vamos a hablar con el si no puede escuchar nada. Tampoco habla ¿No?
-no necesitan hablar con el, el solo será mío...-
Massimo sonó fastidiado, parecía que apenas acababa de llegar y sorrento ya estaba dándoles problemas
-pero...¿Como pudiste cambiarme por eso? Es tan raro, no habla, no escucha, es como un mueble...-
-buena idea, es una silla vacía. Deja el tema Lottie, ya te lo dije-
Ese fue Vico y por como sono, no iba a tolerar que esa Omega siguiera con lo mismo.
-¿Dónde va a dormir?-
Fue el turno de Michael quién observaba al intruso con recelo.
-en tu habitación, con Vico! ¿Donde más?
-¡No no quiero que se quede con nosotros, Vico es solo mío!-
-¡Suficiente! Dejen el tema los dos. Massimo verá en donde lo acomoda. Ustedes terminen de cenar y luego cada uno a su cuarto-
-Massimo, ni se te ocurra llevarlo a la cama con nosotros-
-callate...-
Y así fue. Vico dio el tema por zanjado y por lo menos en esa mesa, dejaron de hablar de la silla vacía...
[...]
-¿Y bien?-
La voz de Poseidón casi hizo que se sobre saltará escandalosamente.
-¿Que, de qué hablas?-
Respondió Kanon frotándose la cara para despabilarse y disimular lo evidente.
-Estoy esperando que me digas que te sucede-
El silencio se condensó en aquel cuarto, al que Poseidón bautizo como "Su Oficina" Una lámpara de mesa, apenas si podía alumbrar el espacio donde trabajaba concentradisimo, colocando un barco dentro de una botella. Tenía una pared equipada con estantes repletos de botellas similares. Cuando Kanon le parecía que ya no entraba una más, Poseidón aparecía con un nuevo proyecto.
-¿Y bien?-
Insistió Poseidón sin levantar los ojos de su pasatiempo favorito.
-No se de que hablas-
Kanon se estiró haciendo que todos sus huesos crujan al unísono.
Silencio de nuevo y con Poseidón presente no era señal de nada bueno. Kanon lo vio dejar a un lado una de las herramientas que poseía para trabajar en el barco. Lo construía con paciencia y minuciosidad, hasta quedar satisfecho con el resultado. Luego de que tenía el barco armado, lo metía dentro de la botella de cristal que escogió para la ocasión.
Todo un maldito proceso que podía durar días. Kanon renegaba al verlo perder el tiempo en juguetitos, como lo llamaba.
Poseidón dejó a lado su juguete y levantó la mirada hacia Kanon quien evitaba mirarlo de frente.
-No es nada Poseidón, es que tú no me dejaste acabar con el asunto ese...-
Se apresuró a replicar el muchacho
-La puta de Julián al final no me dió la cara..-
-Ya veo, era eso-
Poseidón no regreso a su labor de armar un barquito, al contrario, se mostró mucho más atentó en observar a Kanon
-¡Sabes cómo me emputa eso! Me hubieses dejado que me encargué de todo, Poseidón, lo buscaba donde siempre se encuentra esa perra y...-
- No es necesario, Kanon. Julián pago la suma que debía-
-¿Y de dónde saco esa perra el dinero?-
Esa sí que era una sorpresa, pero Kanon se detuvo a tiempo, estuvo a punto de hablar de más.
-Eso es lo de menos. Hiciste un buen trabajo. La próxima vez que se atrasé, puedes hacer lo que gustes-
-¡Lo que sea!
Le respondió el muchacho con una mueca de fastidió
-Fue una perdida de tiempo entonces-
Mejor comenzaba a ocuparse de sus propios asuntos, por qué ahora Poseidón lo observaba fijamente. Algo no le convencía y Kanon podía percatarse de que lo conocía perfectamente como para notarlo. Después de todo el era como su padre.
En efecto, Poseidón se dió cuenta, porque dejo su sagrado espacio de trabajo y fue a su encuentro. Kanon se mantuvo en su lugar mientras lo veía acercarse.
Despacio como una fiera, Poseidón paso de largo y se detuvo justo detrás de él. Odiaba cuando hacía eso, no poder verlo lo ponía en desventaja. Porque a pesar de la situacion, Kanon no podía mostrar debilidad.
-Sigo esperando que me des la razón por tu inesperada inquietud-
Murmuró Poseidón y el tono sombrío de su voz consiguió ponerlo en alerta.
-¿Que te tiene tan preocupado, hijo?-
Podía decirle cualquier cosa, desde lo primero que se le ocurriera hasta algo que sonará totalmente creíble. Mas No iba a resultar, Poseidón tenía algo en mente y no iba a ser fácil engañarlo.
-No estoy preocupado, carajo Poseidón que mierda hablas-
Mala respuesta, evadirlo solo haría que se interese más y más en lo que quería descubrir. Tendría que darle alguna explicación, porque en realidad no tenía idea con certeza, de que era lo que tanto le molestaba.
-Te conozco mejor que tú mismo. Tienes algo en mente o tal vez alguien...-
Y Poseidón golpeó suavemente su nuca con un dedo
-Te estuve hablando desde hace un rato y no me respondiste-
- Pose...-
-No estás durmiendo bien, se nota en tus reflejos y lo mejor de todo, es que tienes ese temblor en la pierna izquierda. No has dejado de moverla mientras estabas sentado y yo te dije que dejarás de hacerlo-
Carajo, Poseidón le ganó la partida.
-No es nada, es... Es que Alfas como Julián no deberían de existir. Eso es. ¿ Ya estás feliz?-
No esperaba que le creyera, solo que lo dejara en paz por un rato. Poseidón estaba en lo cierto, no estaba durmiendo nada. El insomnio regreso y era un alivio a las pesadillas de cada noche. Evitaba dormir porque no quería revivir episodios pasados ni siquiera en sueños. Pero si, su cuerpo exigía descanso y no se sentía del todo bien.
De todas formas Poseidón no tenía porque preocuparse. Podía hacer su trabajo sin problemas.
-Lo sabía, es el Omega... No podría ser otra cosa-
Kanon se quedó de pie en su lugar, pero Poseidón avanzó de regreso a su escritorio. A seguir llenando estantes de basura inútil. Y si, tenía razón acerca de sus reflejos, porque cuando su jefe le lanzó un manojo de llaves, lo recibió en la cara
-Tiene el tanque lleno-
Le dijo Poseidón sin voltear a verlo.
-Tomate el fin de semana, no te quiero ver por acá. Y me traes algo del camino-
Fin de la discusión. Ahora tenía las llaves del auto de Poseidón y muchas ganas de mandarlo al carajo. Su jefe tomo su lugar habitual, encorvado sobre su mesa de trabajo, donde se rodeaba de herramientas y materiales para satisfacer una de sus tantas aficiones.
Mierda, murmuró el muchacho y resopló con fuerzas. ¿A dónde carajo quería que fuera todo el maldito fin de semana?
-Te dije que te fueras y sigues aquí...-
La voz de Poseidón contenía aquella calma siniestra a la que ya se había acostumbrado. Aunque a pesar de todo, le incomodaba ese talante.
-Ya me voy, cabrón. No me extrañes tanto-
Le respondió y se dio media vuelta con una mueca de rabia en la cara y las ideas revueltas
-Hare mi mejor esfuerzo-
Fue lo último que escuchó de Poseidón, con ese maldito talante de nuevo. Ya empezaba a odiarlo también.
Ahora bien, ¿A dónde iría? Podía regresar a su departamento y emborracharse como nunca. Despertaría con suerte para el lunes. Así ocupaba todo el fin de semana. Maldito Poseidón... Hijo de puta....
-"Me traes algo del caminó"-
Remendo para si mismo Kanon
-Mi culo te va a traer algo cabrón-
No, no solo se le escapó lo que quiso decirle Poseidón. Ese mierda pensaba que iba a regresar al pueblo miserable de donde salió. Pues no, carajo. Jamás iba a volver. La última vez que pasó por ahí lo hizo solo para escupir al camino que lo llevaba a la casa donde vivió por dieciséis años.
No iba a regresar, no lo volveria a hacer. La última vez... La última vez solo fue para asegurarse que esa maldita casa seguía en pie y que tenía que hacerse un tiempo para quemarla. Pero no, tenía mejores cosas que hacer que volver a su maldito pueblo asqueroso y polvoriento.
Poseidón de mierda, aludiendo que lo conocía mejor que el mismo. Maldita sea.
Iba a tener que encontrar que hacer con su tiempo y para ello tenía todo el fin de semana. Porque tenía las llaves en la mano, el tanque lleno y si no se le ocurría algo pronto, iba a terminar camino a aquel maldito pueblo...
[...]
¿Que iba a hacer todo el fin de semana en esa casa donde todos lo ignoraban? Si por lo menos tuviera su violín, quizá su estancia sería más llevadera. Aunque viéndolo bien, había comida, eso era bueno.
Al terminar la cena Massimo y Vico se le acercaron. Provocando aún más los celos de aquellos Omegas. Sorrento retrocedió por instinto, pero al parecer no lo notaron.
Querían que fuera con ellos. Le iban a dar un lugar donde dormir, en la sala familiar.
Sorrento tomo su maletín y al seguirlos a través de esa casa enorme, llena de alfombras y fotos en los estantes, descubrió que lo llevaban al sótano.
La sala familiar era tan amplia como el resto de la casa. El piso completamente alfombrado, un sofá que resultó ser cama a la vez. Una chimenea que seguramente mantenía el ambiente cálido mientras la familia veía sus programas favoritos en el televisor empotrado en la pared.
Una fotografía enorme colgaba de la pared. Era una foto familiar de Massimo y Vico en trajes color blanco, con un semblante serio. A sorrento le llamo tanto la atención que se quedó contemplando la foto un momento.
Massimo lo saco de su trance, abrazándolo por la espalda para hacerse notar.. cierto aquel hombre desde hoy era "su Alfa".
En cambio Vico, le mostró una puerta que conducía al baño y Sorrento estuvo a punto de saltar de felicidad.
Un baño para el solito. Podía quedarse a vivir en aquel lugar si lo dejaban. Casi no podía esperar para estar solo y prender el televisor, tomar un baño, recostarse en el sillón.. rodar sobré la alfombra y por fin dormir una noche sin sentir frío.
Vico intentó mostrarle con señas que el baño estaba equipado con todo lo necesario para que se aseara. Pero pareció aburrirse muy pronto. Massimo por su parte continuaba abrazándolo sin pudor alguno mientras le susurraba en la oreja que lo tomaría mañana en la mañana. Que solo le diera tiempo para botar a Lottie..
Vico comentó algo de sabanas limpias. Luego sin más que agregar se marchó junto a su hermano.
Al verse solito, Sorrento tomo su mochila de donde la dejo caer.
No podía esperar para tomar un baño. No traía más que sus cuadernos y una camiseta extra. Desperdigo sus cuadernos sobre la alfombra y unos lápices gastados. Luego se pondría a escribir algo de música. Primero un baño. Cuanto lo necesitaba.
Una toalla solitaria colgaba de un gancho tras la puerta del baño. Sorrento se observó al espejo y reconoció su rostro magullado. Se veía mejor de lo que esperaba. La hinchazón disminuyó bastante y en un par de días desaparecería.
Suspirando comenzó a desvestirse. Primero se quitó la chaqueta por primera vez en toda la velada.
Nadie le dijo que se la sacará y fue mejor porque la camiseta que traía debajo era horrenda. Además, le quedaba demasiado holgada. Sorrento le dio un vistazo al resto de sus prendas, ¿en verdad? Julián no podía conseguirle mejor ropa, una de su talla.
Lo único que si podía perdonar era aquella chaqueta negra. Y solo por el simple hecho de que está no era cualquier prenda. Esta prenda era la única que no le pertenecía al hermano de Saori, o Claro que no. Esta era el único recuerdo de aquel Alfa gruñón. De aquella vez.
Aquél que le causó miedo pero por alguna extraña razón también le pareció lindo...
Tal vez fue el hecho de que lo haya besado o tal vez fue la manera en como inconcientemente era bueno con el. No sabía, en verdad no tenía ni la menor idea de porque le gustó, si tan solo lo había visto dos veces y en ambas lo había tratado muy mal.
En fin. Ya no lo volveria a ver más. Ya no.
Solo había quedado como un "lindo" recuerdo
-¡Hey recibirme esto!-
Ensimismado como estaba, Sorrento no reconoció la voz, pero volteó de todas maneras. Era Lottie quien de pie en el umbral de la puerta, sostenía una pila de ropa y lo veía enojada.
-¡Lo sabía! Estábas mintiendo todo este tiempo ¡No eres sordo como ellos piensan! ¿Creíste que me ibas a engañar? ,¡Eres más tonto de lo que pareces!
Mierda acababa de meterse en problemas. No hacía mucho que había llegado y ya se consiguió una enemiga.
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