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lX

¿Que podía hacer?

Lottie lo veía fijamente, esperando su reacción. lo veía con rabia, inclusive llegó a pensar que en cualquier momento está le saltaría encima y lo golpearía con fuerza.

Años de lidiar con los novios de Julián, le permitieron aprender a leer al prójimo. Así que iba a tener que mover bien sus fichas si quería sobrellevar a esa Omega.

Sorrento le dió la espalda, apenas mirándola sobré el hombro. A través del espejo, vio que Lottie dejaba caer lo que traía en las manos, con mucha rabia.

-¿Lo vas a negar a caso?-

Insistió la Omega al verse ignorada.

No le dió una respuesta, esa fue su siguente jugada. Ahora podía esperar represalias por parte de ella, tal como estaba planeado.

Acto seguido, Sorrento abrió el grifo de agua. Necesitaba cierta bulla para distraer la atención de la pataleta que se venía.

-¡¡Te estoy hablando!!-

Lottie levantó la voz más de lo que debía, ya que desde el piso de arriba la voz de Vico la llamo para asegurarse de que estaba bien.

-escuchame bien. No me vas a quitar a Massimo...asi que más vale que te alejes de él o te arrepentirás. Massimo es mio-

-N..no me im..importa, quédate con ttttu ffeo..alf..alfa-

A Lottie le tomo un momento reaccionar ante aquel comentario. Pero arremetió enseguida.

-¡También puedes hablar!- gritó apuntándole con su dedo- ¡Eres un mentiroso y un farsante, espera que Massimo sepa esto, te va a ir muy mal, mi Massimo odia que omegas estúpidos como tú le mientan-

Lottie resopló enojada. Le podía estar saliendo humo por las orejas, pero Sorrento la siguió ignorando. Rabiando todavía, la muchacha desapareció a toda velocidad, murmurando algo que sonó a "me las vas a pagar"

Sorrento no le prestó atención. Ella era la última de sus preocupaciones. En ese momento lo único que contaba era darse un buen duchazo. Así que sonrió para si mismo y casi si se arrancó la ropa. No importaba que lo hecharan a la calle, se iría limpiecito.

El vapor no tardó en inundar el cuarto. Sorrento en paños menores, casi no podía creerlo. Por fin se iba a dar un buen baño con agua caliente. La puerta quedó abierta y no se iba a molestar en cerrarla.

Se mantuvo durante un buen rato bajo el chorro de agua disfrutando del ritmo con la que caía está, tenía una cadencia monótona y particular que al combinarla con el taradeo improvisado, empezó a sonar muy bien. Pero a tiempo recordó que era mudo, así que se guardó toda aquella música para si mismo.

El aseo duro menos tiempo del que deseaba. Estaba en casa ajena y si Lottie cumplió con su amenaza, pronto vendría Massimo a hecharlo a la calle. Suspirando tan profundamente, hasta sentir que los pulmones se le desinflamante completos, Sorrento se forzó a cerrar el grifo del agua.

Taradeando en su mente empezaba a arrepentirse de no haber continuando con su farsa.

Otro suspiro y se envolvió en una de las toallas que Lottie dejo caer.

Más al salir del baño, en busca de ropa limpia, se dio cuenta que no estaba solo. Dejo su maleta en algún lugar del cuarto que le asignaron. Pero ahora todo estaba regado en el suelo, hecho pedazos. Su cuaderno nuevo, el que le regaló Eo sufrió el mayor daño.

-¡Pero mira nada más esté tiradero!- esa fue la voz burlona de Lottie- Parece que no te enseñaron en tu casa a ser limpió y ordenado-

Y la vio levantar el cuaderno de Eo. Lo tomó en sus manos y lo arrojó a la chimenea encendida. Sorrento estuvo a punto de lanzarse tras las hojas desbaratadas.

-¡Vico siempre dice que hay gente ociosa en el mundo! ¡Cómo pierdes el tiempo en tonterías!-

continuó Lottie y fue cuando Sorrento pudo notar que gran parte de las partituras que traía entre las hojas de sus cuadernos, ahora ardían con el resto de estas.

Costaba un peso imprimir cada página de las partituras que Lottie quemaba. Las horas que pasó Eo en la biblioteca recolectando toda esa música, se estaban convirtiendo en ceniza.

Apretó los puños y de nada servía intentar rescatarlas de entre los leños encendidos. Eo siempre le decía que las manos de un violinista son su posición más preciada. Sorrento hizo un esfuerzo superior a sus fuerzas para no gritar de rabia.

Lottie todavía lo observaba burlona, pero pronto se le borro tal expresión del rostro.

-¡No te atrevas! -Gritó Lottie al verlo acercarse peligrosamente- ¡Massimo! ¡Vico!-

Sorrento ni siquiera tuvo la oportunidad de vestirse. No lo pensó dos veces, salto sobre Lottie envuelto en su propia rabia. La derribó sobre el suelo y sujetó de los hombros sin poder vocalizar su ira.

¿Que iba a hacer? Ganas no le faltaban hacerla correr la misma suerte que sus cuadernos. Quería gritarle en la cara y que ella le respondiera el porqué lo hizo. ¿ Que daño le hicieron sus pobres cuadernos?

Aquella Omega continuó pidiendo ayuda que no tardó en llegar. Fue Massimo quién lo arrancó de sobre Lottie. le costó trabajo porque se sujeto tan fuerte de los hombros de su presa, que sintió que se quedaría con un trozo de su carne.

Imposible mantener la compostura. Años y años de guardar todo el dolor que sentía, acababan de encontrar un causé. Sorrento aún desnudo y rabiando como gato callejero, intentaba liberarse para arremeter en contra de Lottie.

Massimo gritaba para contenerlo, pero por algún motivo las fuerzas no le alcanzaban. Michael y Lottie le lanzaban amenazas. Esta última además lloraba abrazada de Vico.

No iba a conseguir nada, Sorrento lo sabía y a esas alturas solo quería desaparecer. Tomar las pertenencias que quedaron y marcharse para siempre. Pero no iba a ser posible. Acababa de meterse en un lío y recién caía en cuenta.

-¡NO SE VA A QUEDAR BAJO MI TECHO!- Gritaba Vico apuntando a Sorrento con un dedo- Y NO ME IMPORTA QUE SEA TU OMEGA O QUE HAYAS PAGADO MUCHO DINERO POR EL! ¡NO LO QUIERO AQUÍ MASSIMO, TE DIJE CLARAMENTE QUE ALGUIEN QUE SE RELACIONA CON LOS PERROS DE POSEIDÓN ES PELIGROSO-

Listo, ahora si acaba de arruinarlo todo. Sorrento siempre pensó que no podría decepcionar más a Eo. Pero ahora seguramente terminaría en la cárcel.

-¡Llévate a Lottie arriba! Yo me encargo de ésto. ¡Ve Vico¡Yo me encargo de todo!-

-¡NO QUIERO A ESE OMEGA EN MI CASA! ¡TE DIJE QUE NO LO TRAJERAS, QUE SOLO NOS DARÍA PROBLEMAS Y MIRA!-

-¡Llévate a Lottie! Anda atiende a mi Omega. ¡Yo me encargo! ¡Anda de una vez!-

No esperaba que Massimo convenza a nadie, pero al parecer lo hizo. Vico se retiró no sin antes lanzarle una mirada de odio. En cambio Lottie ya no se atrevía a siquiera verlo.

Sorrento aún sacudido por la rabia, se replego a un lado de la habitación. No conocía a Massimo, no sabía que esperar de el. Si decidía golpearlo por haber atacado a Lottie iba a terminar mal.

-¿Que carajo te pasa? ¡Ella es mi Omega, pedazo de mierda!-

Le gritó Massimo fuera de sí. Sacudía los brazos mustiando groserías.

Persiguió a Sorrento hasta donde se fue a esconder, tras el sofá del salón familiar. De la ira tomo al chico de un brazo y lo arrojó contra la superficie mullida.

-No me puedes escuchar, ¿No? Sordo de mierda. Te Cres muy hombrecito como para meterte con Lottie. Vamos a ver si te crees muy hombrecito ahora-

Massimo escupía con rabia mientras Sorrento escuchaba fuerte y claro todo lo que tenía que decirle.

Más Sorrento estaba exhausto. De los gritos, de sentirse despreciado, de saberse indeseado. No necesitaba a Massimo repitiendo los parlamentos qué muchas veces escuchó.

¿Porque no podían dejarlo en paz?

Nunca fue idea suya que Massimo lo comprará. Después de todo no necesitaba tener a un Alfa.

Las sábanas limpias, la comida caliente, la calefacción y la cama mullida eran algo que no se merecía un bastardo como el. Massimo lo dejo muy claro. Tomo a Sorrento del brazo y lo arrojó al suelo para que se pusiera la ropa de una vez.

Lo devolvería con el idiota de su hermano, le gritó. Sorrento no estaba escuchando. Se dedicó a llenar su maleta con sus cosas, se vistio luego y sin ver a Massimo intento subir por las escaleras. Pero ese Alfa lo detuvo tomándolo del hombro. Sin decirle una palabra lo empujó hacia el cuarto de baño y cerró la puerta por fuera.

A Sorrento la sorpresa le duró un momento. Escuchó a Massimo gritarle a su hermano que dejará de joder. Que ya se iba a encargar de todo. Vico le exigía que llamara a la policía. Pero Massimo lo mando a acallar.

Suspirando, Sorrento se empezó a arrepentir de mojar tanto la alfombra del baño. Porque ahora encerrado como un perro rabioso, no tenía donde recostarse hasta que llegará la perrera a hacerse cargo de él.

*****

¿Quien carajo se creía Poseidón?

¿Su madre? para mandar sobre el. Que idiota si creía esto.

De tanto renegar, Kanon se pasó un semáforo en rojo y además de la salida que tenía que tomar. Lanzó una hilera de maldiciones por la ventana abierta y los neumáticos rechinaron tanto como sus propios dientes.

Poseidón lo mando a despejar su mente. Pues se podía ir al carajo. No tenía por qué hacerle caso. Ese cabrón lo trataba como aún niño.

Como si necesitará un maldito descanso. Kanon necesitaba detenerse, si. Porque enojado como estaba iba a terminar estampado con todo y auto en algún muro. Estacionó por ahí y azotó la puerta del auto de Poseidón con ira. Dejo su chaqueta favorita sobre el asiento trasero y gruño de la rabia.

A la mierda, no la necesitaba. Enfurecido con el mundo, Kanon se dirigió al primer bar que se le cruzó. La media luz lo recibió en sus entrañas y fue derecho a apoderarse de la barra. Pidió a gritos una cerveza y le enseño los dientes al borracho que tenía a lado.

-¿Que carajo me estás viendo?-

El borracho apenas levantó la cabeza para decirle que nada. Kanon volvió a lo suyo, a buscar pelea por otros lares.

El bar era pequeño. El bartender le puso otra botella delante y kanon la tomo del pico. Se dio la vuelta en su asiento, para analizar el panorama.

La voz de Poseidón todavía rebotaba en su mente. ¿Quien diablos creía que era? No necesitaba tomar un descanso, necesitaba acción.

A sus espaldas las mesas de billar estaban ocupadas. Un torneo improvisado se armó de pronto. Kanon con la botella en una mano y las malas intenciones en la otra, se acercó a curosiar. Al cabo de un par de minutos, determinó que frente a sus ojos tenía pelea fácil.

-¡Es mi turno, perra!-

Anunció apartando de un empujón al desprevenido parroquiano.

Kanon dejo la botella sobre la mesa de billar y arrebato el taco de la mano de su contrincante.

-mi bisabuela es bizca y tira mejor que tú- y se apoyó contra la mesa de billar cerrando un ojo para afinar el tiro- Y encima es manca la vieja. Inútil de mierda.-

Con el taco en la mano, busco el punto en el mango, donde podía tener un buen balance. Calculo una pulgada de distancia de la bola; podía ganar esa partida con los ojos cerrados, si quería.

Un par de golpes tentativos y al tercero le dio al centro de la bola blanca.

-Aver si aprenden algo, cabrones-

Exclamó Kanon luego de entronar dos bolas al mismo tiempo.

-Tienes la boca muy grande, mocoso- Fue el comentario que recibió como respuesta a su logro- La partida acaba de comenzar-

Justo lo que esperaba. Kanon se irguió secretamente entusiasmado por qué estaba consiguiendo lo que buscaba.

El sujeto que ahora tomaba el taco, tendría unos cincuenta años y era macizo como un árbol. No lo estaba intimidando ni un poquito, al contrario. Kanon ya estaba acariciando la idea de partirle la cara a puñetazos.

-Ah si, cabrón?

Empuñó la botella y le respondió casi escupiendo las palabras.

El rival retrocedió advirtiendo lo que venía, al igual que sus amigos que enseguida se armaron en fila. Kanon perdió el interés en jugar pool, ahora quería partirle la cara a todos.

Aprendió a pelear gracias a Poseidón. El entrenamiento al que lo sometía diariamente era duro. Pero valía la pena.

Aún recordaba claramente como era que Poseidón lo obligaba a pelear con oponentes más grandes que el a puño limpió. Siendo Kanon el único "Hijo" de Poseidón, tenía la misión de dar un buen espectáculo y darle una golpiza bien dada a su contrincante.

Kanon siempre se cuidó de ser el más rudo. Incluso los hombres mayores que trabajaban para Poseidón trataban de no meterse con el. Kanon no tenía amigos, solo rivales que doblegar.

Las peleas era algo que disfrutaba mucho. Con el paso del tiempo les cogió cariño.

Poseidón le enseño todo lo que sabía, confiaba en el y seguramente esperaba mucho, por esa razón kanon nunca decepcionaria a su "Padre", no se lo permitiría.

Por ello tenía que entrenar diario y que mejor lugar para hacerlo que en los peores bares de mala muerte.

Así que en honor a Poseidón, levantó los puños como le enseño y se paró firmé frente a sus rivales. Eran cuatro imbéciles, que no sabían con quién se metían.

Kanon empuñó la botella y la reventó contra la cabeza del que tenía más cerca. Esquivo un puño del amigo que venía a defenderlo, pero no pudo evitar al otro rival que lo atacó por la espalda.

Sacudió la cabeza para desplazar el dolor de su rostro y se irguió con los puños en alto. Encontró una pared a sus espaldas y por lo menos por su retaguardia no tenía que preocuparse.

Tenía que ser más rápido que sus enemigos. Quién tira el primer golpe gana, así que se lanzó contra el que lo alcanzó hacia un momento. Bajó la cabeza para enbestirlo en el pecho, mientras que con los puños le caía sobre los costados. Un gancho al hígado, uno más fuerte a la boca del estómago, justo antes que una fuerza ajena lo lanzará contra una mesa.

Kanon cayó de espaldas contra la madera, sintiendo que se le partía el espinazo. Pero ahora el dolor solo acrecentaba la necesidad de batirse a golpes con sus rivales. La adrenalina se le escapaba por cada poro. El muchacho se levantó de un salto, escondiendo el daño que recibió en su cuerpo.

"Jamás les muestres debilidad"

La voz de Poseidón retumbó en su mente de nuevo.

"Aún si sabes que no puedes ganar, no dejes que lo sepan"

-Estoy idiotas no saben lo que les espera-

Murmuró Kanon limpiándose los labios con el reverso de la mano.

Con un grito de guerra en los labios, salto en contra de sus rivales. Consiguió derribarlos a todos abalanzandose como avalancha. Ya en el suelo empezó a prodigar golpes a diestra y siniestra. Hasta que pudo oír la Sirena de la policía.

-Mierda-

Murmuró Kanon en medio de la lluvia de golpes dirigidos a su rostro.

La pelea se disolvió en un abrir y cerrar de ojos. En ese bar de poca monta, a nadie le convenía tener roces con la ley.

-¡Están de suerte,perras! -gritó de mala gana Kanon- ¡Tiene un ángel guardián o una mierda de esas!-

-¡Te voy a matar mocoso!- Le respondió uno de los contrincantes apuntándole con el taco- ¡Mejor cuídate la espalda!-

-¡Jodete, perra! ¡Jodete!- y kanon estaba listo para liarse de nuevo a puñetazos- ¡Quieres más! ¡Ven por mi, jodida perra!-

Y así en medio de otra lluvia de amenazas, el grupo de revoltosos se apuró a huir antes de que la policía haga su entrada.

Kanon salió primero, envuelto en adrenalina y su camisa favorita hecha tirones. Se subió al auto y se la quitó enrabiado.

Debería regresar a buscar a esos sujetos y terminar con lo empezado. Podía con todos. Eso no era el problema. El asunto era que iba a tener que deshacerse de los cuerpos y eso podía ser algo muy molesto. Porque Poseidón le dijo que tomara un descanso y bueno...

Además, estaba demasiado lejos de su territorio y si las cosas llegaban a complicarse, iba a tener que llamar a Poseidón. Mierda.

Kanon tenía el auto encendido y ganas locas de ver a esos tipos colgados de los ganchos de carne, que Poseidón tenía especialmente para la ocasión.

-¡Puta madre!-

Gritó para si mismo.

Sus manos estaban sucias y apretando el timón. Las sentía pegajosas y cubiertas de sangre. Kanon se mordió el labio, abriéndose más la herida de la boca.

Con un cordón de sangre bajandole por la barbilla, kanon se bajó del auto. Maldijo al aire una vez más y regreso sobre sus pasos. Le importaba un carajo que los policías estuvieran dentro.

El bartender al verlo entrar, lo apunto con el dedo. Kanon hizo lo propio y le levantó el dedo medio. Se dirigió al baño y abrió la puerta de un puntapié.

Tenía que lavarse las manos a prisa. Estaba apunto de volverse loco, si no lo hacía. Se frotaba la piel sin misericordia, como queriendo arrancarla en el proceso.

-¡Puta madre, puta madre!-

Repetía como un mantra. Pero no podía sentir alivio aún luego de haberse lavado bien y a conciencia.

Frente al espejo Kanon se vio a la cara. El saldo de la gresca lo recibió con una mueca en su reflejo. El labio reventado, un lado de la cara amoratado. No era nada, concluyó el muchacho acomodándose el cabello.

La puerta se abrió a sus espaldas y un oficial de policía entró a hacerle compañía.

¿Que carajo quería ese policía de mierda? Pensó Kanon escupiendo en el lavamanos. El oficial paso trás el y Kanon se puso alerta.

-¡Tienes dos minutos para borrarte de aquí!- anuncio el oficial de modo casual. Pretendía orinar, pero ambos sabían que no lo estaba haciendo- ¿Que me estás viendo? ¡Saca tu culo de mi vista antes de que te arreste!-

Al parecer quién tenía un ángel guardián era el. Kanon le lanzó una mirada fiera al policía que ahora se acercaba a lavarse las manos, también.

Le iba a responder que se fuera a joder a otro lado, pero el oficial lo interrumpió antes de que pudiera hablar.

-¿Que carajo esperas? ¡Largate ya!- y el oficial le dio un empujón con el hombro- y le mandas mis saludos a tu padre-

Eso fue todo. Aquél tipo lo voto del baño cómo si fuera un crío. Kanon más enojado que antes, hizo lo propio. Se largo lo más rápido que le dieron sus propias piernas.

***

-¡Así que eres tú, ah! Te imaginaba más... No sé.. alto.-

La puerta se acababa de abrir y un muchacho desaliñado se asomó dentro. Sorrento despertó sobresaltado y más desorientado que nunca en su vida. La vida le había enseñado a estar alerta, a si que su primera reacción fue buscar dónde esconderse de aquél desconocido.

-¡wouh, wouh! ¡Relájate!- Exclamó el recién llegado con ambas palmas levantadas hacia Sorrento- No te voy a hacer nada-

No le podía creer ni una palabra. Sorrento se puso de pie enseguida y le tuvo que dar paso al muchacho.

- solo vine a orinar- anuncio sonriente- y pues me encuentro contigo-

El muchacho se dispuso a hacer lo que dijo. Se bajó la bragueta, levantó la tapa del inodoro e ignoró la presencia de Sorrento quién lo veía pasmado.

-ya me contaron lo que hiciste- continuó el desconocido sonando igual de burlón como Lottie- armaste un buen escándalo, a Vico casi le da algo. Todavía está alterado-

No le respondió. Sorrento sabía que tenía que ir con cuidado.

-¿De verdad no hablas? Pero si me puedes escuchar ¿No? Eso lo noté apenas te hable-

Negó con la cabeza. No tenía porque decirle la verdad. Ese muchacho era el hermano menor de Massimo. No necesitaba presentarse.

Sorrento no podía equivocarse.

-lottie me dijo lo contrario- Continuó mientras se rascaba la nuca- pero ella inventa cada cosa. Por ello vine a ver por mi mismo-

Podía seguir con la farsa, pero era más que evidente que no lo llevaría a ningún lado. Sorrento se encogió de hombros y sacudió la cabeza.

-Soy Mael. No me dijeron tu nombre-

-Ssss...sss... Sso...so... Sorre...nnto-

-¿Ah? No te entendí-

Todavía no se le iba el mal genio. Hubiera querido poder mandarlo a la mierda con todas sus letras, pero Sorrento hizo el esfuerzo de no ser cómo Julián, quién trataba mal a todo el mundo sin una razón. Así que aspiró hondo e intentó repetir su nombre. El tartamudeo se acrecentaba con sus emociones. Cuanto estaba asustado o molestó, casi no podía hablar.

Tendría que calmarse y como le decía Eo, intentar pronunciar despacio. Letra por letra. Hasta formar una sílaba y poco a poco una palabra.

-Ssss...- Y maldijo para si mismo- SSo.. sorre..ntto-

Al final se rindió, cansado de toda la situacion. Ya no le importaba si le entendía o no, si le creía o si pensaba que era un delincuente. Lo que fuera. Ahora lo único que quería era largarse de ese lugar.

-¿Sorrento? Que nombre tan raro. Oye cambiando un poco el tema ¿Te vas a quedar aquí o que?

Mael se lavó las manos y se quedó admirandose en el espejo. Repaso su mentón acariciándose la barba mal afeitada. Parecía que esperaba que Sorrento respondiera. Obtuvo entonces una respuesta silenciosa. Sorrento se levantó de mala gana. A Mael le dio risa su estado, pero no hizo comentario al respecto. Lo dejo avanzar a paso lento hacia la sala familiar.

-¡Oye, Sorrento! ¿Que te hizo Lottie, ah?-

Ahora quién no entendía era Sorrento. ¿Que clase de pregunta era esa?

-¡Mael!- la voz de Vico quien llegaba a toda velocidad los interrumpió de pronto- ¿Que estás haciendo? ¿Porque lo dejaste salir? ¿Que estás pensando?-

-¿Qué pasa aquí? ¿Por qué los gritos?-

Ahora era Massimo quién venía apurado detrás de su hermano. Sorrento resopló cansado de tanto alboroto. Lo único que quería en ese momento era que lo dejarán en paz. Si lo iban a hechar, si lo iban a mandar a la cárcel o lo que fuera, pero pronto.

-¡Mael lo dejo salir!- dijo Vico apuntandole como si fuera un animal salvaje- se acabó, voy a llamar a la policía. No me importa lo que digas Massimo-

-Vico, bajale al drama. Déjalo que se vaya a su casa y ya-

Ese fue Mael y el tono burlón de su voz, solo consiguió enervar más a su hermano.

-¿Que se vaya? ¡Atacó a Lottie! Si no hubiésemos llegado a tiempo... Ese asqueroso... Ese enfermó..-

-¡He dicho que me encargaré de devolverlo mañana a su casa!- insistía Massimo batiendo los brazos- ¿ Ahora también Quieres que salga a esta hora?-

-¡No se va a quedar en esta casa!-

Vico se veía decidido a arrastrar a ese chico a la calle, si era necesario.

Sorrento ya estaba arto de tanto parloteo. Tomo del suelo lo que quedaba de sus pertenencias y los dejo hablando solos.

-¿A dónde cree que va ese mocoso?-

Gritó Vico fuera de sí.

-¡ Esperen! ¡Paren todo!-

Y Mael se interpuso en medio de Sorrento y los dos hombres adultos quiénes acababan de salir de su asombro.

No esperaban que su hermano menor reaccionará de ese modo.

-yo lo devuelvo a donde sea. ¿Les parece? Entonces nos vamos Sorrento. Anda. ¡Dije que nos vamos!-

Vico y Massimo volvieron a su estado de incredulidad. Mael no podía estar hablando en serio. Acababa de llegar luego de un viaje largo y seguro estaba cansado. No era justo para el tener que cargar con malas decisiones de Massimo.

Sucedió lo esperado. Vico se opuso a toda costa y rechazo el ofrecimiento de Mael. Massimo en cambio sabía que era una buena idea aceptar esa oferta, pero tenía dudas al respecto..

Fue Mael quien tomó la decisión y a Sorrento del hombro, para jalarlo hacia la escalera. Mientras los otros alfas los siguieron de cerca llenandolos de remilgos.

Sorrento se dejó arrastrar hacia la puerta, repasando los ámbientes de la casa ajena que ya conocía. No tenía intenciones de pasar un minuto más en ese lugar, si a alguien le importaba saberlo.

-¡No tienes porqué hacer esto Mael!-Insistió Vico ya en la puerta - deja que el idiota de Massimo se encargue-

-mañana lo regreso con Julián. Ahora es tarde Mael. Ese lugar de noche es peligroso-

-¡No vas a ir a meterte en ese arrabal a estas horas de la noche, Mael!-

Gritó Vico en un intento por detener a su hermano.

Pero Mael ya estaba en el auto, con el estéreo encendido a todo volumen.

Sorrento se detuvo entonces en medio del auto y de los hermanos de Mael. Tenía tanto que decirles a ambos, si tan solo pudiera hablar con claridad.

Así que se dispuso a entrar al auto, no sin antes batir una mano y medio sonreirles al despedirse.

-Ggg...gra... Gra... Gracias por nnnn... Nada mmm... Mass... Massimo-

Y al terminar la oración, su sonrisa era completa.

Sorrento se subió al coche de Mael, dejando atónitos a Massimo y Vico. Tras la ventana los vio componer una expresión amarga y seguro que Vico iba a empezar a rabiar, pero ya no era su problema.

Ahora Mael quería que le diera su dirección para ponerla en su teléfono y encontrar el camino a su casa.

Entonces se quedó pensando, no en como llegar, si no que al final de la ruta que el GPS marcó, no había nada a lo que llamará hogar.

***

Odiaba ese lugar casi tanto como que a esas horas de la noche todavía siguiera sobrio.

La puerta de metal de aquél mal oliente bar, estaba tan pintarrageada, que casi se perdía con el resto de la pared llena de grafiti.

Kanon la abrió de un puntapié, sintiéndose demasiado asqueado como para tocarla con las manos. el ambiente era el de siempre. Borrachos acostados en la barra, humo gris cerniendose hacia el techo y el bartender que recibía a todos con cara de mal genio.

-¡Jodete Lune!-

Le ladró al dueño del local mientras se desplomaba en uno de los asientos.

Tal y como esperaba no hubo respuesta y Kanon empezaba a impacientarse. Necesitaba dejar de sentir y empezar a olvidar lo más pronto posible.

Le dio un par de golpes a la barra, demandando atención. El imbécil de lune se estaba tomando todo el tiempo del mundo para atenderlo.

Murmuró una grosería y una botella apareció frente a él.

-Ya era hora ¿Que carajo tiene que hacer uno para que lo atiendan aquí?-

Y luego escupió al piso.

Lune le hizo una mueca y siguió limpiando vasos con el mismo trapo mugroso de siempre, mientras observaba a la clientela.

A pesar de que detestaba ese lugar con todas sus ganas, kanon usualmente terminaba la noche borracho sobre la barra. Era en medio de todo, parte de su territorio y dónde podía estar seguro.

La tercera botella llegó a su encuentro y luego de beberse la mitad, los sonidos a su alrededor empezaron a difuminarse.

-¿Qué haces tú aquí?- Una mano le palmeó amistosamente la espalda al borde de triturarsela- A estás horas fuera de tu camita "Kanito"-

Una risa ronca le siguió al comentario y Kanon se retorció en su sitio. Era "Levitan", uno de los hombres de Poseidón y ahora le planeaba hacer compañía.

Levitan se sentó a su lado, el y sus ciento cincuenta kilos de masa corporal que conformaban su cuerpo. Enorme y macizo, Levitan ordenó una ronda de vodka.

-¿Pero que clase de mierda estás bebiendo,ah? ¡Joder, muchacho! ¿No quieres mejor una botella con leche tibiecita?-

Una ronda de carcajadas le reventaron el hígado a Kanon. Pero no estaba lo suficientemente borracho para enfrentarlo aún.

-¡Oye Lune! ¿No tienes talco para el culo blanquito de "Kanito"? Seguro que ya se roso de tanto estar sentado-

Un sorbo más y Kanon estaba listo para partirle la cara a cualquiera. Se levantó de un salto y se tambaleó escandalosamente. ¡Carajo!.

-¡Ya siéntate ,hijo! No te vallas a lastimar el culito-

Siguió Levitan riendo entre dientes.

-¡Vete a la mierda Levitan! -

Y se lanzó contra la mole aparcada en el asiento del lado. Estaba arto, arto de que en cualquier oportunidad ese imbécil de Levitan lo humillara públicamente. Su nombre era Kanon, no "Kanito", "lagartija marina", "mocoso" entre otros muchos apodos que este le imponía.

Más a Levitan no le tomo nada detenerlo de un movimiento ligero. Kanon no estaba en condiciones de pelear y el lo sabía. Todos en el bar lo sabían.

El muchacho cayó sentado y el rostro se le encendió al rojo vivo. Kanon se levantó a duras penas. Los efectos de la borrachera empezaban a manifestarse.

-¡Te dije que te sentaras, lagartija!- Ladró Levitan tronandose los nudillos- ¡Pero eres un necio y estúpido hijo de puta, eres el más estúpido hijo de puta que he conocido en mi jodida puta vida-

El muchacho tenía los puños levantados y de la rabia ya no podía ni pronunciar palabra. Levitan se puso de pie, enorme cómo era. Lo vio limpiarse el sudor que cubría su tez morena e hizo lo mismo con sus labios.

Kanon arremetió contra el sin pensarlo siquiera. Más el puñetazo que recibió en todo el rostro, estuvo a punto de hacerlo perder el sentido. Al verse en el suelo, sacudió la cabeza y si, todavía seguía está adherida a su cuerpo. Sonrió entonces y con una grosería colgandole en la boca, se lanzó contra Levitan quien lo esperaba atentó.

Un momento después, Lune apenas si se movió para asegurarse de que Kanon seguía respirando. Luego de cerciorarse que no tenía un cadáver en medio de su barra, siguió con lo suyo.

Levitan recibió a kanon y lo sujetó del cuello. Lo levantó en el aire y lo estrelló contra el suelo. Cuanto lo tuvo donde quiso, le repartió varios puñetazos, sin olvidarse de apuntarle a la cara.

El muchacho respiraba con dificultad. La sangre se le cuagulaba en la boca y en las fosas nasales. Por fin Levitan le dio un puntapie que lo puso de costado, con lo que Kanon pudo toser a gusto.

-¿Fue suficiente hijo de puta?- y Levitan se inclinó lo suficiente para contemplar bien el rostro ensangrentado del muchacho- ¿O vas a querer más jodida lagartija engreída de mierda?-

Kanon le lanzó una señal con la mano, para que se le acerque y Levitan lo hizo.

-chupame la v...-

Un ataque de tos no le permitió terminar la oración, pero le permitió escupirle lo suficiente a su oponente, como para enfurecerlo. Levitan lanzó una carcajada antes de dedicarle un par de puntapiés al muchacho que se retorcía en el suelo.

Todo el resto del bar aplaudió su hazaña. Levitan regreso a su asiento y otro vodka con todo y botella apareció en la barra.

-¡Levántate perra!- le llamó en tono casual al muchacho que tosía sobre el suelo- Anda no es para tanto.

A Kanon le tomo un rato ponerse de pie, porque insistía en seguir peleando. No podía sostenerse, como tampoco ver bien a su contrincante. Levitan lo vio por sobre el hombro y le hizo una señal con la mano para que se acerque.

-Olvidalo mocoso, dejémoslo para otro día, cuando no parezcas mierda fresca. Todo es culpa de Poseidón, ese hijo de perra te tiene muy consentido. Eres su perrita mimada y engreída-

Las palabras de Levitan tardaron en hacer efecto en Kanon. Le zumbaban los oídos y sus pensamientos se diluian en la ira que sentía.

-Jodete mierda, no soy tu jodida perra-

Estaba listo para seguir peleando. No sentía más dolor, sólo unas ganas de tomar una botella y atravesarcela en la garganta a Levitan.

-Mira nada más, hablando como un jodido perro grande. Esas son palabras mayores,hijo. Deja eso y trae tu culo aca-

Kanon no lo iba a hacer por sus propios medios, así que Levitan lo ayudó estrellándolo contra la barra.

No sentía nada más, el dolor en su rostro pasó a Segundo plano. Kanon se retorció intentando sostenerse del asiento para no terminar en el suelo.

-Este negocio es para perro grande- continuó Levitan apurando un trago de vodka- no para perritas blancas de culo esponjoso-

El siguiente tragó lo lanzó en el rostro del chico que intentaba acomodarse sobre el asiento.

Kanon ahogó un gritó de rabia. El licor ardía sobre las heridas abiertas, pero ya no sentía nada más que irá. Eso era bueno, no, era excelente.

-No sé qué mierdas pensaba ese cabrón de Poseidón en bautizarte como "Dragón Marino" mira, que solo llegas a lagartija. Ya mejor vete a casa "Kanito" luego no quiero reclamos por parte de papi por joderle la cara a su princesita. Mira que si te vas en este instante no te hago llorar mas de la cuenta-

Apenas pudo sentarse se apoyó en la barra y arrebato la botella de vodka que tenía en frente. Levitan sonrió al verlo y más aún cuando lo vio beberse un buen trago.

Ardía, el líquido quemaba todo a su paso. Kanon sacudió la cabeza sintiéndose en llamas. Sonrió también y reventó la botella contra el filo de la barra.

Giro hacia Levitan y con lo poco de visión que le quedaba arremetió contra este.

-chupame la jodida v...-

****

El auto se detuvo en una intersección oscura. Mael incluso apagó el estéreo y la música con la que vino soñando todo el camino.

Sorrento giro al verlo nervioso. Todavía faltaban varias cuadras para llegar a su casa. No le importaba caminar a esas horas y solo por ese vecindario, pero sospechaba que Mael tenía algo en mente.

Claro que sería bueno que se lo dijera de una vez.

Nada, silencio en el auto. Sorrento apretó su mochila y se dispuso a huir. La calle lo esperaba y una prostituta acababa de acercarse a ofrecer sus servicios. A medio camino la muchacha desistió. Sorrento no estaba seguro si fue por su presencia, daba igual, no se iba a quedar para averiguarlo.

-¡Oye Sorrento!- empezó Mael y parecía que le costaba seguir con lo que empezó- Necesito que me hagas algo-

En ese momento estuvo a punto de saltar del auto e ir en busca de la muchacha que se alejó con cara de mal humor. Si lo que quería era un servicio, también le podía conseguir un chico. No los conocía, pero los había visto dando vueltas en la calle, varias veces.

Mel lo tomo del brazo y Sorrento intentó alejarse lo más que pudo. No estaba seguro de lo que resultaba peor a esas horas. Si quedarse en el auto con Mael o salir y y enfrentarse a la chica que seguro pensaba que le robaba clientes.

La zona estaba controlada por matronas y chulos. Trataba de mantenerse lejos de ellos y de sus negocios. Se cruzaba con chicas y chicos como de su edad a cada rato y siempre los veía en tan mal estado, que no sabía si sentir lastima o miedo.

De igual modo, prefería mantenerse al margen de sus asuntos, negocios y clientes. Aunque si Mael quería que le de un servicio, le traería un chico y luego desaparecería.

-necesito que me traigas algo-

Bueno, ayudaría mucho si Mael fuera más específico. ¿Qué era algo? Ya se estaba cansado de la situacion. Sorrento giró hacia la puerta y Mael se podía ir al carajo.

-Espera, te traje hasta aquí porque te necesito. No te vallas, Sorrento...-

Y Mael lo sujetó de la pierna.

A Sorrento todas las alarmas que tenía se le encendieron. Primero se le heló el cuerpo y al instante siguiente reaccionó intentando escapar. Pero la puerta estaba cerrada. Se iba a negar por supuesto, pero al final nunca sirvió de nada hacerlo. Se contrajo contra la ventana y espero el siguiente movimiento de Mael.

-mi dealer está preso, necesito que me consigas algo, tu sabes dónde encontrarlo. ¿No? Tú conoces a esa gente-

¿Qué si conocía a esa gente? <<Esa gente>> vivía por temporadas en el departamento de Julián. Claro que los conocía y demasiado bien, por cierto. Sorrento se sintió tentado a decirle a Mael que avanzará unas cuadras más.

Julián seguro tenía algo de lo que buscaba y aún buen precio. Claro que era una genial idea. Así su hermano hacia negocio vendiendole mercancía a Mael. Y quizá hasta le perdonaba haber arruinado los negocios con Massimo hacerca de su venta.

Pero no, no le podía hacer eso a Mael. Fue el único de esa familia que le tendió una mano, aunque fuera para su propio beneficio.

-Lo...lo lo si.... Nnno...nnn...nnn...nn..no...se dd....nna-

De repente subestimo a la familia de Massimo una vez más. De pronto el Mael que apenas conocía, se transformó en alguien distinto.

-¡No digas pendejadas! Te traje a este vecindario de mierda para que me des una mano y ahora no quieres. ¡No jodas!-

Bueno, si fue un tonto al pensar que alguien lo iba a ayudar desinteresadamente. Ahora estaba atrapado con un tipo mayor que el, furioso además. En los líos en los que se metía.

-¡Te traje para ayudarte! ¡Mal agradecido, en ese caso mejor te dejaba, para que el imbécil de Massimo te follara sin piedad! ¡Puta madre! Te traje hasta aquí ahora tienes que ir a buscarme lo que te dije-

Mael golpeó el timón con rabia y siguió gritando foribundo.

-Si no me traes lo que dije, te daré una golpiza, que jamás olvidarás-

Lo que sea, pensó Sorrento aburrido de siempre encontrarse entre la espada y la pared. La muchacha que intentó acercarse al auto, todavía seguía observando de lejos, con la esperanza de tener algo de negocio. Ella seguro tenía algo de "eso" consigo.

-Dddd...dej... Mmm ii...-

-¡No te entiendo un carajo, retardado de mierda! ¿Vas a hacerlo o no?-

Si Sorrento se negaba, Mael seguro lo arrastraba fuera del auto y le pasaba encima. El menor de los dos, asintió entonces. La muchacha tras la ventana acababa de darse la vuelta. Vio algo que la hizo replegarse, como un venado que siente el peligro cerca.

Mael bufo fastidiado y saco un montón de billetes de su bolsillo.

-¡Toma y no se te ocurra perderte! Porque Te busco y te mato, carajo-

Sorrento estuvo a punto de responderle que arrancará el auto, pero las luces de un patrullero lo detuvieron en seguida. Era demasiado tarde para ambos.

Un auto de policía se detuvo justo detrás del de Mael. El muchacho maldijo como nunca antes y visiblemente nervioso, dejo caer los billetes entre ambos.

El oficial no tardó en acercarse a la ventana de Mael y este giro el rostro para encararlo.

-licencia y registro-

Reclamo el oficial apuntandoles a la cara con una linterna.

Mael empezó a rebuscar entre los papeles que cargaba en la guantera, pero pronto recordó que el registro lo tenía en el teléfono. La licencia en la billetera y está estaba tirada junto al montón de billetes.

Al oficial no se le pasó ningún detalle. El dinero, los nervios de Mael, la presencia del chiquillo aplastado contra la puerta contraría, con cara de querer desaparecer enseguida.

-¿Qué haces tú por acá tan tarde, muchacho? Este no es tu vecindario, ¿No?-

Mael llevaba puesta una polera de la universidad a la que asistía. Y como si fuera poco, calcomanías con el logo adornaban su auto también.

- estaba de paso- respondió trastabillando con sus palabras- a dejarlo a su casa...-

El oficial no le creyó una palabra y menos aún cuando apuntó al chiquillo sentado en el asiento del copiloto.

- ¡Pero si es Beethoven! ¡Vaya ,vaya,vaya-

Mael giro hacia Sorrento y este cerró los ojos sintiendo que ahora sí estaba en problemas. Las cosas no podían ponerse peor, ¿No?

-¡Tu, deja las manos sobre el timón! Beethoven, tu quédate quieto ahí. Vengo en un momento-

El oficial se alejó y Mael perdió la cabeza. Sorrento estaba acostumbrado a las amenazas, así que cuando Mael le dijo que si lo acusaba lo iba a matar, no le importo en lo más mínimo. Tenía cosas más importantes por las que preocuparse.

-¿De dónde conoces a ese policía? ¡De verdad eres delincuente! Le diré lo que le hiciste a la Omega de mi hermano, si dices algo. ¡ Mis hermanos se van a volver locos si se enteran de esto!-

Sorrento no le escuchaba más. Giro para ver el auto de policía a sus espaldas. Si intentaba escapar sería peor, aunque si se quedaba...

Tal y como dijo el oficial, no tardó en volver. Le lanzó la licencia a Mael y los apuntó de nuevo con la linterna.

-¿ Que decías que hacías por acá muchacho? Y en compañía de ese mocoso, nada menos-

-vengo a dejarlo a su casa. Mi hermano me pidió que lo trajera porque... Es una larga historia... Yo no sabía que...-

-te pregunté qué haces aquí con Beethoven en tu auto. No me has respondido-

-es la verdad, vine a dejarlo a su casa. Me dijo que lo dejara acá, que acá vive. No sé. Sólo eso, lo juro oficial-

No, ni siquiera Sorrento le creía y eso que estaba diciendo la verdad. El oficial resopló sonriendo.

-Te voy a dejar ir por esta vez, por ser la primera. Pero no te quiero ver más por acá, ¿Entendido?-

-si oficial, Entendido-

-bueno. Tu, sal del auto. Vamos a dar un paseo. Anda Beethoven, no me hagas ir por ti-

A Sorrento el color se le desapareció del rostro. Podía intentar escapar, pero para correr no era muy bueno. Mael le dio un empujón para que se bajará de su auto. Estaba perdido.

A mitad de la noche, apretando su mochila escolar, en plena calle, Sorrento sintió miedo.

Mael arrancó el auto a toda velocidad y el oficial lo tomo del cuello de la chaqueta.

-Te dije que no quería volver a verte, ¿No? Y mira nada más donde te vengó a encontrar-

¿Qué podía hacer? ¿Cómo defenderse? Ni siquiera podía hablar claro. El oficial lo arrastró hasta su auto e hizo que lo mirará a la cara.

-¿No tienes nada que decir?-

Sorrento negaba frenéticamente, demasiado nervioso para defenderse. El oficial lo hizo entrar al auto y cerró la puerta por el. Estaba atrapado en el asiento trasero de la patrulla. ¿Ahora que? ¿De verdad iba a parar en una celda?

-va a ser una noche muy larga, Beethoven. Mejor acomodate ahí atrás y empieza a hablar. Si logras convencerme, hasta te puedo dejar ir-

¿Qué quería escuchar? Mael le dijo la verdad aunque a medias. Podía decirle que estaba ahí porque ese Alfa quería comprar drogas. Pero eso no ayudaba en nada.

-¿Escuchaste mocoso?- gritó el oficial golpeando la reja que los separaba en la patrulla- estás en problemas, empieza a hablar. ¿Qué hacías ahí? ¿Donde dejaste tu instrumento de mierda?-

-Nnnnn... Nnnn... Nad...- Nada, yo solo estaba esperando que me lleve a mi casa- fff ffe...- fue idea de Mael ir por drogas.

Imposible formar palabras con lo asustado que estaba. El oficial arrancó el auto y Sorrento sintió que el final estaba cerca

-No se que mierda has consumido que no puedes no hablar claro, Omega- Siguió el oficial viéndolo por el espejo del retrovisor- así que eso es lo que hacés, eh Beethoven. Andas pasando droga y en tus ratos libres dándole el culo a cualquier Alfa-

Sorrento se quedó sin palabras. Casi sin ganas de intentar defenderse. ¿ Eso es lo que pensaba que estaba haciendo? Todo porque lo vió en el auto nuevo de Mael, quién además se veía muy bien vestido y de buen vecindario.

-¿Es eso, no?-

Otro golpe a la reja y Sorrento saltó en su sitio.

Negaba con la cabeza y abrazaba su mochila escolar. La noche no podía ser más larga ni empeorar un poco.

-¡No te atrevas a mentir moscoso homosexual de mierda! ¡Me repugnan tanto los homosexuales como tú! ¡ Me dan ganas de matarlos a todos!-

Solamente negaba con la cabeza, mientras respiraba agitado. Estaba aterrado y sin escapatoria.

-¡El mundo se está yendo al carajo! Malditos homosexuales, asquerosos, enfermos, todos deberían desaparecer. ¿ Quien mierdas les dijo que un Omega masculino era atractivo? No son nada más que una bola de maricones al igual que tú. Mira que venir aquí y querer ser tratados como mujeres, homosexuales malditos. ¿Te gusta eso no? Meterte en la cama con otro hombre y que te toque-

-¡No...nnnno! -Esta vez la voz se le escapó del pecho. Sorrento gritó con todas sus fuerzas mientras las lágrimas se vertían por sus mejillas- ¡Nnnnn...nnnn!-

-¡Te dije que no mintieras! Todos ustedes malditos omegas homosexuales son la misma mierda. Mienten, roban, engañan. Un día se sienten mujeres y al otro día hombres y así quieren que los respeten. Respeten mi opción y un carajo. ¡Mi opción es matarlos a todos! ¡Por enfermos!-

Sorrento se contrajo en su asiento sollozando sin control.

-has estado mamandosela al chico ese por dinero y ahora me vienes a mentir. Te gustan esas cosas mocoso homosexual asqueroso. Lo disfrutas mucho, ¿No? Me das tanto asco-

El patrullero avanzaba en la noche y Sorrento no se atrevía a moverse de su asiento.

-¿Con cuántos Alfas has estado?- lanzó la pregunta el oficial y tenía el efecto de un misil destruyendolo todo. -¿ Cuanto te pagan por romperte el culo?-

No respondió. En ese momento solo quería encogerse hasta desaparecer. El oficial le daba golpes a la reja y Sorrento se aferraba más y más a su mochila.

-¡Ustedes homosexuales no tienen Vergüenza! Jodiendo en lugares públicos, en la calle como animales. Hacen eso porque les gusta que les metan cosas ahí, en el culo. Y se excusan con eso de que es por necesidad, si claro.-

Sorrento lloraba como no recordaba haberlo hecho antes. Estaba seguro que no iba a llegar a ver un nuevo día. Pensó que iba a morir muchas veces, pero en esos momentos solo podía pensar en Eo.

Él era la única persona que se sentiría triste por saber lo que le ocurrió. Si es que llegaba a saberlo. El lo extrañaría. Sorrento se propuso una vez hacia tiempo, cuando era niño que crecería y trabajaría mucho para cuidar de aquél Alfa enfermó. Por qué era verdad, Eo hacia tiempo que se encontraba enfermo, pero no quería admitirlo. Pero ahora... Eso no iba a suceder.

-Malditos homosexuales. A mí me pagan por proteger a la gente buena de mierda como tu-

Sorrento ya había escuchado eso antes. Ese oficial lo regaño por querer ganarse unos centavos tocando música. Le dijo que era una escoria de mal vivir y lo hecho de aquella calle.

Necesitaba el dinero y siguió tocando su violín por monedas de los transeúntes. Por eso la última vez que se vieron las caras, el oficial quiso arrestarlo y por demás golpearlo. Tuvo tanta suerte en aquella oportunidad, que ya no quedaba ni un poquito para salvarlo ahora.

El oficial piso los frenos con fuerza y el chiquillo se estrelló contra la reja. Sorrento se repuso del golpe, sintiéndose desorientado. Estaba obscuro allá afuera y con el auto detenido, temía por lo que fuera a suceder.

Sus temores se harían realidad y ahogó un gritó de terror cuando sintio que abría la puerta.

-¡Sal de una vez pedazo de mierda!-

Y el oficial lo saco de un tirón.

Sorrento aterrizó entre la vereda y la pista. Demasiado aterrado como para protestar y se contrajo contra la puerta, sobre la llanta de la patrulla.

-¡Mírame mocoso!- el oficial lo abofeteó para que levanté el rostro- ¡Abre la boca! ¡Hazlo!-

Intentó negarse, pero otro golpe más lo hizo desistir. ¿Cómo defenderse? Estaba solo y nadie iba a venir a salvarlo. Sorrento se abrazó a si mismo, intentando pelear con el terror que el sentía. No servía de nada resistir, nunca antes le funcionó.

-omegas de mierda, les gusta hacer asquerosidades en la vía pública-

El oficial le inserto el cañón del revolver entre los labios y el muchacho sintió una arcada.

Inútil fue intentar sacarlo de su boca, la presión aumento más y más. Parecía que quería perforarle la cabeza, por el modo como lo apretaba con sus manos y su cuerpo.

-¿Qué vas a hacer ahora? ¿Donde esta shina para defenderte?-

Para ese momento Sorrento sentía que se ahogaba. Instintivamente intentaba soltarse, golpeandole las piernas y el vientre, pero era inútil.

-¿Qué quieres que te llene primero, la boca? ¿El culo? Dime Beethoven, ¿Donde es que te gusta más?-

Listo él chico se iba a asfixiar con el cañón del revolver insertado en su garganta. El oficial le apretaba la nariz y ahora Sorrento se retorcía por oxígeno.

-te mueves y te descargó el contenido de mi pistola en el trasero. ¿Entendido?-

Sorrento no podía moverse, ni asentir, ni dejar de llorar.

-Muy bien, Beethoven. Escucha bien, te voy a soltar y harás todo lo que yo te diga, entendido-

Dejo de oírlo, Sorrento recuperó la facultad de respirar y fue algo hermoso. Sobre el pavimento sucio parecía un recién nacido peleando por llenar de oxígeno sus pulmones. Se retorcía como uno y sollozaba además.

El oficial lo apartó de un puntapié de la patrulla y el muchacho rodo hacia la pared más cercana. Ya no escuchaba sus insultos. Espero que se marchara para componerse a si mismo y desaparecer más eso nunca ocurrió. Aquél Alfa seguía ahí y ahora bajaba su bragueta.

-Nnn...nnnnno-

- silencio Beethoven, ¿Que esto no es lo que te gusta? Qué acaso no te encanta meterte con cuánto bastardo se te atraviesa en frente-

-nnnno...nnno...-

-no mientras, te encanta... ahora cumple tu obligación cómo el Omega que eres si no quieres que te valla peor...-

No tenía oportunidad de ganar, bien lo sabía, pero tampoco podía dejar que este Alfa lo tomará.

No, no quería que las cosas sucedieran así, de esa forma. Por ello cuando aquél tipo imponente se acercó hacia el. Reunió todo el valor y fuerzas que le quedaban.

Solo tenía una oportunidad, así que cuando sintió el agarre brusco hacia su cuello, Sorrento hizo todo lo posible para zafarse

Manoteo, pataleo, con todas sus fuerzas para liberarse, hasta que por fin logro asestar una patada en la entrepierna de aquél Alfa.

una lo suficientemente fuerte como para darle tiempo de huir, aunque sea unos metros. Sin pensarlo dos veces se hecho a correr con todas sus fuerzas....

Estaba en la calle a altas horas de la noche. Acababa de escapar de un peligro enorme, pero los otros más grandes rondaban en la obscuridad de las calles y callejones. Sorrento se detuvo un poco para tomar aire.

Una razón, la más importante por la cual no andaba de noche por este vecindario, es que el peligro acecha en cada esquina. Aunque le tomo un momento reconocer donde estaba, sabía que tenía que encontrar refugio pronto.

Mientras se secaba los restos de lágrimas del rostro, iba pensando en Eo. No iba a volver a verlo. Cuando Julián se enterará de todo el lío que causó, lo iba a hecharan de la casa.

Era mejor marcharse sin decirle nada al chileno. Porque el iba a querer que se quede a vivir con el y no. No iba a ser otra carga para Eo. Suficiente tenía con su enfermedad, su Omega y el bebé que venía en camino.

Se suponía que tenía que crecer y cuidarlo a el. Pero las cosas no salían como el esperaba.

Era su culpa, como siempre arruinando todo. ¿Porque no pudo quedarse callado y pretender que era sordo o mudo o retardado como Massimo creía?

¡No debió enfrentar a Lottie! Nada le costaba aguardar en silencio mientras ella destruía lo único que le daba alegría a sus días. Ahora no solo perdió todas sus partituras y la pieza que escribía para Eo, si no que tampoco podía volver a su vida miserable.

Nada le costaba obedecer a Mael y hacer lo que dijo. Lo que fuera. Ahora estaba en la calle, dolorido y aterrado.

Tenía que arruinarlo todo. Solo tenía que obedecer, dejarse pisotear y que hagan lo que quisieran con el. Todo por un poco de comfort y quizás cierta paz.

Ni modo no podía volver el tiempo. Tampoco cabían arrepentimientos.

Eo siempre le decía que de un modo o otro las cosas mejoran. Cuando tocas fondo, solo te queda un lugar a donde ir.

Además, siempre hay alguien que la pasa peor que uno.

Eo siempre tenía razón. Nada podía empeorar.

Salvo que acababa de encontrar a alguien que estaba pasándola mal.

Mucho peor que el mismo.

No era nadie más que aquel Alfa malhumorado de tiempo atrás. Lucía muy mal, se encontraba tirado en medio de la calle, bañado en su propia sangre. incluso llegó a pasar por la mente de Sorrento que este se encontraba muerto....

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