🌠Capítulo 40: ¿Y si no es suficiente?🌠
Patrick quitó los brazos de la espalda de Lisa, para lentamente alejarse y quedar a un paso de distancia de ella. Mantuvo la cabeza apartada de su rostro, evitando mirarla. Y tal vez él no se percató, pero a Lisa eso le llegó como un golpe de estómago.
—Creo que deberíamos buscar a los demás. —Se mordió el labio—. De seguro que tú puedes... ayudarles y así encontrar a Jazzy.
Lisa tardó en darse cuenta que estaba jugueteando con un mechón de su cabello rojo.
—Patrick, yo...
—No, Elizabeth —le cortó prácticamente en un susurro. Ahora la miraba directo a los ojos, con firmeza y seguridad—. De verdad tenemos que hallarlos. Es lo único que importa.
—¿Y luego?
—¿Luego qué?
—¿Qué pasará cuando la salvemos?
Patrick no se movió de su lugar.
—Podríamos hablar —le propuso ella. Se sentía fuera de lugar; como una ficha de damas en un tablero de ajedrez; un as de trébol en un mazo de Uno—. Deberíamos hablar —enfatizó.
—Por poco muero —le dijo él con las manos en los bolsillos. Sus hombros estaban tensos, y no podía dejar de morderse el labio. Puede que, en su interior, Patrick fuese el alfil en un tablero chino.
No era una situación agradable para ninguno de los dos.
—Pero me salvaste. Salvaste mi vida, poniendo en peligro la tuya.
—Tú me protegiste del caballo, y yo del huracán. Eso hacen los amigos.
—¿En serio? —Ladeó la cabeza—. ¿Lo habrías hecho por Kevin? —Preguntó bajando la voz—. ¿Por John?
—Yo supongo que sí...
—¿Lo supones?
—¡No lo sé, Patrick! —exclamó llevándose las manos tras la cabeza—. Solo actué. Ni lo pensé.
—Me salvaste, corriste por ayuda, dejaste que un viento te azotara contra un acantilado. Te quedaste junto a mí en vez de protegerte. Usted no es una enfermera, señorita Scott, es toda una heroína —se oía sereno, como un mar tranquilo. Pero a la vez agotado, harto de todo.
Lisa le sonrió.
Patrick la había rescatado y protegido... La había embalsado en palabras dulces, esas que guardas en tu mente hasta hallar un cuaderno en el que anotarlas; palabras que lees y te repites y no te cabe en la cabeza que sean dirigidas hacia ti. Iguales a una caricia, le provocaban un escalofrío que quería seguir experimentando.
Era su turno de hacerlo sentir así.
Tomó aire, e intentó que la valentía con la que había actuado minutos atrás le permitiese hacer un acto aún más valeroso. Temblaba por dentro, pero sabía que debía hacerlo.
—¿Es que no lo entiendes? —Dio un paso al frente. Patrick le dejó poner sus manos sobre sus hombros—. Yo por quienes quiero, decapitaría a la Muerte con su propia oz, si eso significara salvarlos... Si eso significara salvarte a salvarte a ti.
Bajó despacio sus manos, recorriendo los brazos del chico hasta llegar a las suyas. Las colocó con delicadeza, tal vez hasta con temor. No entendía cómo actuar, ni si lo que sentía era algo que había surgido de pronto, o algo que, hasta ahora, se había ocultado dentro de ella tan bien, que no se había enterado que lo tenía. Fuera lo que fuera, era poderoso, y manejar todo ese poder le espantaba.
Patrick selló aquella unión de manos, aferrándolas con seguridad.
—Estoy bastante seguro que la Muerte aceptaría lo que sea que le pidieras —le dijo levantando las manos. Sin que se soltaran, formó un puente entre ellos—. Y si lo que dijiste es cierto, Pandita. Yo..., honesta y sinceramente, no soporto seguir mirándote sin decirte lo que siento. Porque yo también haría lo que fuera. Porque yo... —Se interrumpió; sus ojos ya no estaban pendientes de los de ella. Sino que miraban más allá de su hombro—. ¡Lauren!
Patrick la soltó de inmediato.
Algo podrido se asfixió en su garganta.
—¡Lisa!
Esa voz...
En el momento en el que se dio vuelta, unos brazos la rodearon con infinito cariño y amor. Ella le respondió el gesto.
—¡Al fin los encontramos! —dijo John entusiasmado.
Lisa le sonrió con suficiencia, intentando no ver de reojo a Patrick charlando con Lauren. Pero qué estúpida. ¿Cómo pudo ser tan estúpida? ¿Cómo olvidó que ese chico había pasado de odiarla, a ignorarla en el instante en que Lauren apareció?
Él solo había sido amable porque ella le había salvado. Y de todas formas, solo la había abrazado... Dios, era increíble cómo sus hormonas jugaban con ella de esa manera. ¿Qué acaso creyó que él estaba enamorado de ella o algo así? Con razón es conocido que las chicas exageran las cosas.
Maldito hipotálamo.
Ella lo salvó porque lo quería, porque era su amigo. Y eso estaba bien, eso era amistad. Tenía que serlo.
"¿Lo habrías hecho por Kevin?"
—Lamento decepcionarte, John, pero fuimos nosotros quienes los encontramos. Digo, no al instante. Pero se lo pedí al tornado, y él debió suponer que ustedes estarían por aquí.
—¿Quién es Tornado? —le preguntó entrecerrando los ojos.
—Creo que no estoy entendiendo —terció Grace—. Por cierto, ¿tú eres Lisa?
Elizabeth le asintió. Había olvidado por completo que las chicas habían perdido la memoria.
Lauren se separó de Patrick se le acercó con una sonrisa. Lisa lo intentó, de verdad que lo hizo, pero solo consiguió responderle con una mueca.
—¡John nos ha hablado mucho de ti! —le dijo animadamente—. Sé que somos amigas, y lamento no recordarte, pero te agradezco estar dispuesta a ayudarme a encontrar a mi hermana.
—Para eso están los amigos, Laury —le contestó mirando a Patrick a los ojos—. Para hacer sacrificios por el otro.
—Sin esperar nada a cambio —agregó él con recelo.
—Porque entonces, puedes llevarte una decepción.
—Y las decepciones solo te hacen daño.
—Lo que es curioso, porque los amigos no deberían hacerte daño.
—Ni tampoco decepcionarse el uno con el otro.
—Porque entonces no sería amistad.
—¿Qué sería entonces? —le preguntó Patrick.
Lauren le pidió ayuda a John con la mirada, pero este, absorto en el diálogo de Lisa y Patrick, no fue capaz de responderle.
—Es oficial —terció Grace rascándose la nuca—: no estoy entendiendo.
—Me encantaría explicártelo, pero creo que ni ellos mismos lo entienden —le dijo John con una sonrisa pícara.
Lisa se percató de un leve color rojo en las mejillas de Patrick, quien rápidamente desvió la mirada hacia el suelo. Ella, por su parte, temió que el ardor se fundiera con el color de su cabello, pero al no sentir nada, nunca supo en realidad si su rostro se volvió rojizo. En cualquier caso, no era tan blanca como Patrick, y se consoló pensando que podría pasar más inadvertida.
—¿Deberíamos Canalizar hacia algún Mundo para buscar a la hermana de Lauren? —preguntó Patrick cruzándose de brazos—. Ya estamos todos, y hay suficiente Energía.
—Siempre y cuando no vuelvan a alejarse de nosotros. —John se miró las uñas—. Vaya a saber uno lo que pasó mientras estuvieron solos.
—No, en serio, alguien explíqueme —agregó Grace.
—Estamos igual —le comentó Lauren observándola.
Lisa se quedó callada.
—Déjame pensar qué pasó, amigo —Patrick se tapó la boca y se dio unos golpecitos con los dedos—. Ah, sí. Primero tuvimos que huir de un jodido caballo que, al parecer, rugía. Vale destacar que me dejó con una quemadura. ¿Qué más? Veamos, Elizabeth, en un intento de que me divirtiera decidió empujarme hacia el mismísimo vacío sin la menor compasión. Así que, luego de descansar, viajamos a otro Mundo, pero yo me desmayé. Y para cuando me desperté tenía a una loca pelirroja encima, y un huracán aproximándose. Me elevó y estuve a punto de morir de no ser porque la loca, que también era una suicida, me protegió. Claro que, eso no era todo, porque teníamos que caernos a un jodido río que terminaba en una catarata. Por fortuna, un Tornado acuático que me hizo sentir como si mis extremidades se desencajaran y mis huesos se incendiaran, nos trajo aquí, sanos y salvos.
—Eso explica por qué te ves como un sobreviviente del Apocalipsis —dijo John—. Yo recorrí las profundidades del mar en el interior de una burbuja, fue muy bonito.
—Vete a la mierda.
—¿O sea que cuando decías que el Tornado los trajo aquí, hablabas realmente de un tornado? —le preguntó Grace a Lisa.
—Brutal —comentó Lauren.
—Bueno, técnicamente le pedí que nos llevara con Jazzy...
—¡ENTONCES TIENE QUE ESTAR POR AQUÍ! —gritó Lauren más fuerte que nunca. Intentó acercársele para abrazarla, pero Lisa dio un paso hacia atrás.
Patrick alzó una ceja, y para su mala suerte, Lisa justo lo vio.
—¿Qué? —le exigió saber.
—Uno creería que eres una chica de abrazos.
¿Era muy tarde para devolverlo al río y dejar que se ahogara en medio de sus indirectas?
Grace le señaló una puerta de metal a unos pocos metros más allá. Era la más cerca que tenían.
—Entonces tu hermana debe estar ahí dentro —dijo a nadie en específico—, mejor entremos antes de que algo más ocurra. Parece que ustedes dos atraen la mala suerte.
¿Cómo era posible que, aún sin recuerdos, esa chica fuera tan inteligente?
—¡Marchando! —anunció Lauren encaminándose a la puerta, Grace la siguió.
—Elizabeth. —Patrick intentó agarrarla por el brazo, pero ella se quitó—. ¿Vamos a hablar? —le dijo en un susurro apenas perceptible.
—No hay nada que hablar, acabas de dejarlo muy claro.
—A ver, a ver. Yo creo que sí tienen que hacerlo. —John, que se había quedado atrás con ellos, se oía muy serio—. Suena a que tienen mucho que hablar de hecho.
—Cállate —le respondieron ambos.
—Yo solo decía —se defendió llevándose las manos al pecho.
—¡Eh, vengan a ver esto! —los llamó Lauren.
Los tres se aproximaron. Lisa identificó una placa justo al centro de la puerta; tenía algo grabado.
Si tu mente no lo soporta, el corazón aquí no importa.
—Perfecto, lo único que nos faltaba, un cartel bastante amenazante con un mensaje que nadie entiende —opinó Lisa—. ¿Qué sigue, huir de una gran bola? ¿Pisar trampas que suelten flechas de fuego? ¿Caníbales?
—Bueno, al menos no está en latín o escrito con jeroglíficos —dijo John sonriendo.
—¿Gracias?
—No estamos en una película como para intentar resolver qué diantres quiere decir. —Lauren suspiró.
Patrick giró el pomo de metal
—Prosigamos entonces —dijo, abriendo la puerta.
Lisa lo hizo a un lado, y puso un pie dentro.
—Después de mí —le respondió Lisa fingiendo cortesía.
—Consigue tus propias líneas.
—Oblígame.
En cuanto el último chico cerró la puerta, y la oscuridad de una noche sin luna ni estrellas se los tragó, Lisa sintió. Sintió de verdad. El aire pesaba. Sus pies pesaban. Le costaba inhalar y exhalar con normalidad.
—Muy bien. ¡En fila todos! Nadie se queda atrás y ante cualquier señal de peligro, gritan ¿está claro? —La voz de Grace era segura, como toda una líder.
—Sí, mamá —le respondió Patrick.
Siguieron avanzando. La sensación de agotamiento no era tan horrible, pues le recordaba que estaba viva; tenía un cuerpo y podía sentir torturas al igual que cualquier otra persona normal.
¿Normal?, se dijo.
¿Según quién Eli?
Oh, no.
Soy Lisa, ahora.
Parece que me he perdido bastante, ¿por qué mejor no me pones al día?
Lisa intentó ignorarla. No era real, no eran sus pensamientos; había olvidado por completo a su tormentosa cabeza. Los había olvidado a ellos. Su pequeña esperanza se estaba apagando como una llama atrapada en un vaso, siendo consumida hasta desaparecer. ¿En serio creyó que la había dejado tranquila para siempre?
Al parecer sí.
—¡Cállate!
Y todo a su alrededor se iluminó, como si el cielo fuera un enorme foco de luz blanquecina, capaz de calcinarte los ojos si te quedabas mirándolo.
—¿Pero qué diablos...? —preguntó John protegiéndose los ojos con una mano.
Patrick y Grace, que iban un poco más delante de los mejores amigos, se detuvieron de golpe y fijaron la mirada en Lisa. Ella intentó sonreír para que no se preocuparan, pero al parecer, no funcionó.
—¿Elizabeth? ¿A quién le hablas? —preguntó Patrick acercándose deprisa.
Lisa iba a responderle, pero cuando estaba a una corta distancia, se dio cuenta que no era Patrick.
Dio un paso hacia atrás.
—¿Elizabeth?
Era alto, y corpulento, y su sonrisa era cruel... él era malvado. Jamás lo había visto antes, pero parecía que el hombre sabía perfectamente quién era ella. Detrás de él, una sombra a un más gigante, le sonría con malicia. Como si se trata de dos compañeros. Le sacó la lengua y se rio en su cara... Un momento. ¿Las sombras podían hacer eso? Pero si no tenían rostro...
—¡Joder! Acabo de entenderlo. ¡Patrick, retrocede! —le ordenó Grace al hombre con cautela. ¿Acaso no se daba cuenta que no era él? ¿Y cómo se recordaba de su nombre? ¿Se lo mencionó John?
¿Dónde estaba Patrick?
Lisa miró aterrorizada al hombre desconocido, y llegó a una espantosa conclusión: él lo había matado, y ahora seguía ella. Quería hacerle daño, quería acabar con ella.
—Lisa, tranquila. ¿A quién le hablas? —Era la voz de Patrick, pero no era él.
—¡Aléjate! —exclamó ella tapándose el rostro—. ¡No me hagas nada!
Pero para cuando se descubrió los ojos, él ya no estaba ahí, sino Patrick, que la examinaba preocupada y asustado. Lisa soltó un gemido y se sentó en el suelo.
Respirar. Tomar aire. Soltarlo. Repetir. No era suficiente. No servía.
Cerró los ojos con fuerza, mientras, dos manos en su espalda, le acariciaban con suavidad. Sentía.
Se encontró con John y Patrick hincados junto a ella. Se veían preocupados, e intentaban hacerla sentir mejor con una sonrisa.
—Venga, ya estás con nosotros —le dijo John dándole la mano. Patrick se paró y les dio espacio—. Nadie va a hacerte daño, Lisa. Confía.
Lisa se echó a sus brazos, buscando consuelo; su amigo le dio un beso en la frente y la estrechó con infinito amor. Le ofreció la mano para levantarse y ella aceptó. Se quedó observando a Patrick, casi queriendo que él dijera algo.
Patrick, de pie junto a las chicas, carraspeó.
—Espero que estés mejor, para la otra avísanos que sufres de perturbadoras alucinaciones, porque estoy bastante seguro que sobre eso hablaba el cartel.
Lauren, Grace y John se dieron un golpe en la frente.
—¿Qué? —preguntó él.
—Muy, muy delicado —le dijo John.
—No te preocupes, ya me acostumbré —lo tranquilizó Lisa, poniendo los ojos en blanco—. Tanto a las alucinaciones mías como a la poca empatía de Patrick.
—Yo no... nunca nos habías dicho.
—Tampoco te he dicho que tengo síndrome de Gerstmann, y que por eso me desoriento y me cuestan las matemáticas, porque no siento que sea necesario, no me hace quién soy.
—¡Discrepo! Si nos hubieras dicho, podrías haber Canalizado desde el momento en que llegaste —le dijo Patrick mirando los lazos en sus muñecas. Se sintió como un secreto compartido, dado que ninguno de los otros chicos se fijó en ellos.
—Estoy intentando dejar una valiosa lección sobre las apariencias, y tú me la arruinas.
Siguieron caminando por el Túnel, ahora iluminado hasta llegar al final. No sabía cómo sería ese Mundo, pero tampoco sentía miedo. Por favor, ya había pasado por suficiente como para encontrarse con algo peor.
Cuando los cinco amigos salieron al exterior, hubo una maldición triple.
—¡Me cagó en dios! —bramó John alzando los puños—. ¡Esto tiene que ser una maldita broma!
—¿Qué? por qué? —inquirió Lisa asombrada. Lo había oído decir groserías, lo había visto enojado, pero esto... Vaya.
—Siento que ya he estado aquí —comentó Lauren mirando a su alrededor.
Se encontraban en la superficie de lo que parecía ser un Acantilado, seguramente la entrada al lugar.
—¡Eso es porque ya hemos estado aquí, carajo!
—John, cálmate —le dijo Patrick poniendo una mano en su hombro—. ¿Cómo que ya hemos estado aquí?
—Ustedes no, nunca llegaron aquí. Pero acabamos de volver a Subacuático, que fue el primer lugar al que vinimos. ¡Ella ha estado aquí desde un principio y simplemente nos fuimos!
Lisa vio la mandíbula de Patrick tensarse.
—¿Aquí recuperaste tus recuerdos? —John le asintió—. ¿O sea que puedo recuperar los míos?
—Podrás tener una mayor posibilidad de salvarte, Patrick —le dijo Lisa—. Podrías... podrías recibir una Estrella.
—Ambos podríamos.
—Sí, sí, precioso y romántico. ¿Entramos o no? —preguntó Grace.
—¿Cómo?
John les hizo un gesto para que lo siguieran hasta la orilla del Precipicio. Lisa agradeció no sufrir de vértigo, porque la enorme distancia a la que el mar se encontraba habría espantado a cualquiera que lo padeciera. Lo que más le llamó la atención, fue un tobogán de acero justo unos metros más abajo que terminaba bajo el océano. Ella sabía que no era nada bueno, pero diablos, se veía divertido. Ya quería saltar.
—Para poder respirar bajo el agua tienes que atravesar el tobogán o si no, terminas como las personas flotando.
—Por favor dime que el color del mar no es por la sangre de esas personas —pidió Lisa.
—Eso quisiera.
—Mira, son parientes —bromeó Patrick tocándole el cabello.
Sobra decir que se ganó una merecida patada bajo la rodilla.
—¿Recuperaré mis recuerdos? —preguntó Lauren.
—¡Qué! —se quejó Patrick—. ¡Eso no es justo! Llevo meses sin saber nada, y tú después de unos días los tendrás de vuelta.
Lauren le guiñó el ojo.
—La vida es dura, chico.
Ambos se rieron. Definitivamente, Lisa tenía algo podrido en la garganta.
—Saltaré primero, me siento la quinta pata de la mesa aquí —comentó Grace, y así sin más, pegó un brinco al vacío, y luego entró al tobogán.
—Después de ti, mejor amiga —le dijo John a Lauren.
—Oh, claro que no mejor amigo —le respondió ella con una sonrisa.
—¿Juntos?
Se tomaron de la mano y saltaron.
Eso gente, es verdadera amistad. Lisa pensó en Kevin y Zack, saltando desde un Acantilado y gritando como locos. ¿Los ex seguían siendo mejores amigos? Lisa no quiso pensarlo, porque aunque él hubiera terminado con ella, Zack seguía siendo uno de sus mejores amigos.
Y entonces cayó en la horrible verdad que eso ya no importa. Estaba a punto de olvidar toda su Vida Terrestre.
—¿Quieres que vaya primero? —inquirió Patrick rozándole el codo.
—No, quiero que vayamos juntos —le confesó ella; por poco se pierde en esos ojos profundos color chocolate—. ¿Tú no? —Le tendió una mano—. Vamos, Ricitos, no dejes a una amiga esperando.
—Tengo miedo, Elizabeth. Y odio admitirlo, pero estoy temblando.
—¿Miedo? ¿De mí? —Él asintió—. Pero si yo no muerdo, mucho.
—¿Pero qué pasará contigo? —Lisa dejó que le acariciara la mejilla. Sintió un gran escalofrío al apreciar el contacto de sus dedos, pero no se apartó, puso el rosto justo en la palma del chico, igual que hacía Quince cuando quería una caricia—. Yo no sé si tendría la fuerza suficiente como para soportar que algo horrible te ocurriera. Hasta ahora, he pensado mayormente en mí... pero ahora no seré yo quien estará en peligro.
—Patrick...
—Por favor no entres allí.
—Le prometí a Lauren que la ayudaría.
—A la mierda Lauren.
—¿Qué? Pero yo creí que...
—No me malinterpretes. Lauren es genial: es valiente y leal, y muy inteligente. Es una excelente amiga. Y por alguna razón, me recuerdo a alguien cuando veo a esa pequeña chica, con su cabello castaño y sus oscuros marrones... no sé, siento que conocía a alguien muy similar en mi Vida Terrestre
—¿Y por qué no saltaste de la mano con ella entonces? —Perfecto, excelente manera de ocultar los celos.
Se apartó, pero Patrick fue más rápido y la tomó por las manos atrayéndola hacia sí. Sostuvo su rostro con ambas manos tan delicadamente como si ella fuera una mariposa. El vaho de su aliento le hacía cosquillas por la poca distancia que los separaba.
—Por la misma razón que te protegí del caballo. Y que seguiré haciendo hasta que mi corazón deje de latir.
Lisa cerró los ojos y acunó su cabeza en las manos de Patrick.
—Por la misma razón que salvaste a tu novio de que lo arrollaran —añadió acariciándole el cabello con los dedos.
—Ex novio —puntualizó ella sonriéndole. Abrió los ojos y se encontró con un Patrick radiante, pero a la vez sereno.
Él era tranquilo como observar una puesta de sol bajo la sombra de un gran árbol en verano; como la brisa que movía las hojas en otoño; como las gotas de rocío sobre el césped una mañana de primavera; como los copos de nieve que caían sobre los tejados, tiñendo el mundo de un pasivo blanco un día de invierno.
Te calmaba. Te hacía sonreír por unos momentos; querías cerrar los ojos y quedarte durmiendo en ese instante sobre su regazo. Con él, para siempre.
—Por la misma razón que yo me lancé contra el Precipicio hace unas horas —le dijo acercando la boca.
Patrick se quedó estancado, pero finalmente decidió alejar la cabeza.
—Creo que ya es tiempo —le susurró bajando la vista.
—¿No me insistirás que me quede acá?
—Vamos, Pandita. Ambos sabemos que no lo harás.
—Prométeme una cosa. Si llego a olvidarte, haz que te recuerde.
—Tranquila, soy demasiado importante en tu vida como para que eso llegue a pasar.
—Y odioso.
—Entonces ¿saltamos al tubo sin más?
Lisa se encogió de hombros.
—Pues veamos qué pasa.
—Podríamos morir —dijo Patrick.
—O tal vez no —le respondió Lisa sonriendo.
—Estás loca.
—Totalmente
Y saltó, justo en el mismo instante que Patrick le tomó la mano, y la cubrió por completo. Esta chica se iba a matar si él no la vigilaba.
Pero él nunca dejaría de hacerlo.
Exnovio, ¿eh?
,
107 días en coma
Y cuando sus miradas se toparon, cuando se encontró a sus tres amigos dentro de la burbuja alrededor de una pequeña chica de unos doce años, supo que se trataba de Jazzy. Entonces, entendió por qué el alboroto, por qué las exclamaciones y por qué el asombro de esos tres chicos.
Ya que, esa dulce e inocente mirada que flotaba junto con los demás y observaba hacia arriba, sonriendo como si fuera el mejor día de su vida, estaba tiesa. Igual que cada átomo que la componía.
No lo habían logrado.
No había sido suficiente; una misión en vano.
Dejaron que Lauren y John lloraban, y Grace los consolara. Pero Patrick estaba quieto, sin saber qué hacer a continuación.
Sabía que debería estar triste por Jazzy, pero él nunca la conoció realmente.
Y en ese momento, se dio cuenta, como si la hubiese visto por primera vez, que Lizzy Collins estaba dentro de la misma burbuja que él, mirándolo con ojos llorosos y una profunda tristeza. Con los ojos azules y el cabello rojo parecía incluso más hermosa que la primera vez que él y Nick habían visto una foto de ella en Instagram. Eso era en lo único que podía pensar. Que frente a ella estaba la chica más bella, e increíble que alguna vez tuvo el privilegio de conocer. Pero no era suficiente.
Porque ella no era Daisy.
Nadie nunca podría llegar a ser como Daisy.
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