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🌠Capítulo 32: Un largo y peligroso viaje para recuperar una vida🌠

¿Qué importa cuántos días hayan pasado?

Solo faltaba la castaña.

Estaban en las Afueras, organizando qué Mundos visitarían primero y cuáles de último, y cayeron en la cuenta que Lauren aún no regresaba. Ninguna de las dos chicas sabía a dónde se había ido, pero la mejor amiga de John les pidió espacio para buscar lo que sea que fuese más importante que planear el rescate de su hermana. Ellas respetaron su petición. Además, tener a Grace hablándole ya era suficiente. Veía sus ojos cafés, fijos; sus labios, moviéndose; sus cejas, arqueándose. Pero, más allá de eso, tenía la cabeza en otra parte. Era como si solo su cuerpo hubiese regresado al Coma. En cambio su mente, tan frágil y dispersa como muchas lo eran, yacía en un Mundo lejano, en el que hace pocos meses ella vivía. Y que por él había abandonado.

Respiró hondo, sin necesitarlo en realidad. Intentó centrar su atención en lo que Grace le decía, pero por más que lo intentaba, las imágenes de esa hermosa joya resplandeciente, dorada y de negros hilos finos, surgía desde lo más profundo de su cerebro hasta cubrirle su campo visual. Su recuerdo la estaba consumiendo. Pero ella no sería una de esas chicas cuyas vidas miserables dependen de una pareja para considerarse personas felices. Lisa no iba a permitir que él le quitase la alegría. Y, muy en el fondo de lo que quedaba de su corazón, se prohibía odiarlo siquiera un poco.

Fue su primer mejor amigo. Su primer amor. Su primer beso. Su primer novio. Su primer corazón roto. La trascendencia de Zack en su vida era, a vista de cualquiera, mucho mayor que la de cualquier otro adolescente. Lisa lo sabía. Y le gustaba que fuese así. Le gustaba él. Maldición, le encantaba. Quería besarlo como ninguna otra cosa en ese momento. Pero no podía, y ya no era por un problema de distancias.

Por lo menos, la opresión en el pecho era meramente una sensación. Que en otras maneras, servía como señal de que se estaba transformando en lo que no quería: una ex novia resentida.

—Lisa, sé que haber dejado tu Vida Terrestre pudo ser doloroso. Pero te necesito aquí. No parada frente mío, sino con tu completa atención en mis palabras.

—Tienes razón. —Lo decía en serio—. Perdón, soy todo oídos.

Su amiga se echó el cabello hacia un lado antes de proseguir. Parecía estar a punto de decirle algo de peso.

—Escúchame con atención, Lisa —le dijo Grace—. Existe un Mundo que los Suvhâe sin memoria soñarían con visitar. Pero para nosotras, que recordamos, es una horrenda pesadilla que podría poner tu vida en peligro.

—Vaya, pues me anotó.

—Me alegro que te lo tomes bien, porque cuando entremos, borrará tu memoria —sentenció.

—¿Cómo? —Su voz se mezcló al final de la garganta, con el miedo que tenía atascado, creando una apenas audible tonalidad vocal, muy por debajo de la suya habitual.

—Se llama Subacuático. Y para entrar, debes convertirte en lo que no eras.

—¿Un Paciente en peligro de desconexión?

Ella le asintió.

—¿Seré como Patrick? ¿Olvidaré quién soy y de dónde vengo?

Por favor no digas que sí, por favor no digas que sí.

—Sí. Y John y Patrick recuperarían sus recuerdos. No puedes decirles, jamás me perdonarán por haberles arrebatado la oportunidad de arreglar su memoria, pero es una misión demasiado riesgosa: ni siquiera estoy segura que la devuelva, son solo rumores. Lo que sí sé con certeza es que nos quitará nuestra identidad. —Lisa tragó saliva—. Entiendo que ya no quieras ir, es tú decisión y no voy a juzgarte si desistes del rescate. Pero siempre es bienvenida una ayuda extra.

,

30 días en coma

Intentó adoptar una postura más positiva, mas no había tiempo para albergar esperanzas. No estaba segura si funcionaría y sin embargo, la idea de rendirse sin siquiera intentarlo le asqueaba casi tanto como a Dylan las inyecciones.

Lauren se permitió sonreír ante su recuerdo.

,

—Puede que Jazzy no esté en Subacuático.

—Exacto.

—Y en ese caso habré dado mi Vida Terrestre por nada.

—Así es.

—Me estoy matando por alguien que no sé si sobrevivirá.

—Justamente.

Lisa suspiró.

—Recuérdame por qué lo hago —le pidió la pelirroja cansada.

—Yo qué sé, tú eres la suicida aquí.

Pero Lisa ya no le estaba prestando atención. Justo frente a ella, a espaldas de Grace, una gran bruma, mucho mayor que la que había visto alguna vez, los reveló. La impresión le arrebató las palabras, echándose hacia atrás por el asombro.

—Irónico que seas tú quién lo dice. —El chico de al medio sonrió ante su propio comentario, mas Lisa no logró entenderlo.

Grace, que le había fruncido el ceño poco después de ver la espantosa expresión facial de Lisa, mostraba ahora un rostro frío y rígido. Como de un león oculto planeado cómo cazar a la cebra. Lo que Lisa no sabía, es que ella era la cebra.

—Mathew —dijo dándose la vuelta. Ni siquiera tuvo que mirarlo para decir su nombre.

—Grace.

—Lisa —dijo la chica, acercándose al que parecía ser un interesante reencuentro de telenovela.

—Patrick y John —terminó el rubio—. Ahora que nos presentamos, ¿podemos irnos? —Se cruzó de brazos—. ¿O creyeron que se iban a deshacer así de fácil de nosotros?

—Estoy seguro que todo fue un malentendido —declaró John con una sonrisa.

Pero Grace parecía no ver a nadie salvo al tal Mathew.

—Debió ser un duro golpe ese que te diste en tu lancha —comentó él.

—Bastante fuerte.

—¿Cuánto llevas aquí? —Dio un paso hacia adelante.

—Para ser un simple alcohólico, llevas muchos meses en Coma, Matt.

—Nah, he despertado y vuelto a caer unas cuatro veces.

—Tus padres han de sentirse orgullosos.

Lisa, Patrick y John parecían observar con detenimiento una final de tenis. Los tres pares de ojos viajaban de izquierda a derecha a medida que los protagonistas hablaban, sin perderse un segundo de aquel extraño partido.

—¿Y qué tal los tuyos? —Y, antes de que Grace le respondiera, o lo matara por la cara que tenía, Mathew Canalizó, desapareciendo al instante.

—Alguien tiene que explicarme qué acaba de pasar —dijo Lisa.

—No hasta que nos digan por qué nos dejaron —replicó Patrick.

—¡Santa Patata Celestina! —exclamó enloquecida—. ¿Qué es lo que ustedes dos hacen aquí?

Lauren apareció caminando justo detrás del grupo de amigos.

—Vamos a ayudarlas —le dijo John amablemente.

—Fantástico —ironizó Grace—. Porque lo que más deseábamos era a un enano con frenillos, y un rubio con muy pocas habilidades sociales. Ninguno capacitado para Canalizar, cabo resaltar.

—Que no recuerdan nada —agregó Lisa.

Lauren, John y Grace voltearon a mirar a Patrick.

—¿Que no le has dicho sobre el bebé?

—No es como si hubiésemos tenido un minuto para hablar.

—¿De qué están hablando? —exigió Lisa.

—Muy bien, ya habrá algo de tiempo para que ustedes dos arreglen su extraño pasado. Ahora, si de verdad quieren ser útiles, vayamos por Jazzy —dijo Lauren.

—Según mis cálculos, comenzaremos por Subacuático —anunció Grace—. Sé que dije que nuestro destino es aleatorio, y que Coma tiene la última palabra, pero incluso el azar es calculable.

—¿Ninguno va a explicarme. —Nadie le respondió a Lisa—. ¿Patrick?

—No molestes, Elizabeth. Estamos en otro asunto.

—Eres tan irritante.

—Cómo iba diciendo —continuó Grace—, es un Mundo que despoja a los Suvhâe de su memoria. Y puede que le devuelva a los sin memoria su Vida Terrestre.

—¿Recordaré? —Patrick se atragantó con su propia saliva—. ¿Sabré quién es el bebé?

—Oh, juro que te mataré, Patrick. ¿Qué bebé?

—Se llama Dominic, ¿te suena?

—Ni lo más mínimo.

—Bueno, valía la pena intentarlo. —John le dio una palmadita en la espalda, luego se dirigió a Lisa—. Si entras olvidarás tu Vida Terrestre de inmediato, Lisa. Piensa bien lo que harás.

—¿Y si no? —Dirigió la pregunta a Grace.

—De quedarte aquí, desaparecerías de mi memoria y de la de Lauren —explicó esta—. En realidad no me molestaría, si paso más tiempo contigo, casi que me podrías llegar a agradar.

—¿Y no podemos dejar que eso pase, no es así?

Grace sonrió de medio lado pero no dijo nada. Se volteó hacia los chicos con las cejas alzadas.

—¿Listos para recuperar su vida entonces? No se desilusiones si no ocurre.

—¡No tienes ni idea! —le respondió John sonriendo, muy feliz como para tragárselo.

Patrick en cambio, cerró los ojos y asintió de manera apenas perceptible con la cabeza. Apoyado contra el tronco de un gran árbol, que daba inicio al bosque y en las Afueras, se veía relajado y hasta un tanto aburrido.

—Tu nivel de emoción me supera —comentó Lisa.

—Estaré emocionado cuando sepa quién es Dominic y por qué se me vino ese nombre a la cabeza al tocar tu lápiz.

—A mí también me interesa descubrirlo.

—Sí, pero en un par de horas no te importará.

—A veces puedo olvidar lo insensible que eres.

—Oh, pero olvidarás eso y más —continuó Patrick con una sonrisita burlesca.

—Ojalá pudieras desaparecer de mi memoria también.

—El deseo es mutuo.

John se interpuso entre los dos adolescentes.

—Ya basta —dijo con el ceño fruncido—. Si lo único que harán durante el camino será intentar matarse, sería mejor que se quedaran.

—El comenzó —protestó Lisa, mientras regañaba a Patrick con la mirada. Este se limitó a encogerse de hombros con inocencia.

—Es increíble lo inmaduros que pueden llegar a ser —replicó John pellizcándole la nariz con los ojos cerrados—. Siempre que hallan la oportunidad, tratan de matarse.

—No pienso viajar con él —declaró Lisa.

—Perfecto, Patrick se queda. ¿Vamos o qué? —ordenó Lauren compartiendo una mirada con Grace.

Después de una larga discusión, decidieron que Patrick sí debía ir. Era su única oportunidad de recuperar sus posibilidades de obtener una Estrella y despertar. Lisa, por su parte, sentía una profunda curiosidad por ese bebé que había mencionado. Si Patrick lo había recordado en su casa, tenía que significar algo que la envolviera a ella en el asunto también. Dominic. Jamás había conocido a un Dominic. Bueno, de seguro algún chico en su escuela se llamaba así, o quizá un amigo de amigo. Pero cercano, el nombre no podía asociarlo con nadie. ¿Quién era ese chico?

No le preguntó nada sobre su recuerdo, porque no tuvo un momento a solas con él. O sin que Grace estuviera hablando. Les explicó lo que no quería escuchar. Que perdería sus recuerdos. Su pasado. Su identidad. Olvidaría quién era, y por tanto, dejaría de existir como individuo.

Tenía miedo y emoción a la vez. Pensaba en lo triste que sería olvidar todo, pero luego recapacitó que no iba a saber qué olvidaría. Solo lo haría. Por lo que la imagen de Zack partiéndole el corazón se desvanecería como sus esperanzas de volver a despertar en el mundo en el que se enamoró de él. Era un escape cobarde, tenía que admitirle, pero el dolor era insoportable. Y ahora podía detenerlo, ni siquiera por una decisión egoísta, sino por ayudar a una amiga.

—Ustedes van primero —dijo Grace mirando a Lauren y John.

Lisa no quería ir sin él, pero prefirió callarse. Pensó que Lauren no sería suficiente ayuda si a John le llegase a pasar algo. A él le podía pasar algo. Cielos, eso la destrozaría.

Los mejores amigos le hicieron caso y desaparecieron. Ahora solo quedaban tres.

—Lisa, tienes que concentrarte, ¿de acuerdo? Subacuático. No dejes que el viento te desvíe o que tu mente se distraiga. Piensa en agua. Lo que sea que te lleve ahí, controla el azar. —Suena fácil, no funciona.

Patrick le tendió una mano a Lisa. Esta le sonrió con sorpresa.

—¿A qué se debe su gentil elección de compañera Canalizadora?

—Cuando falles, quiero verlo en primera fila.

Lisa le pateó la rodilla.

Aceptó su mano y alcanzó a ver las suyas. Rojo y Amarillo. Sonrió. Alzó la cabeza y vio que Patrick la estaba mirando. Desviaron la mirada. Sonrieron en direcciones contrarias, pero por razones más parecidas de lo que admitirían. Luego, desaparecieron como los demás.

Cayeron de espaldas sobre el Mundo nuevo, contemplando de primera mano el cielo que les esperaba. El suelo crujió al tener contacto con ambos chicos, y al estirar su mano, las hojas bajo ellos se destrozaban como cualquier otra en otoño.

Lisa se levantó al mismo instante que Patrick. Ambos se dieron cuenta de la verdad al mirar nada más donde se encontraban.

—Esto no es Subacuático —declaró ella.

—No.

—¿Dónde estamos?

—¿Le preguntas al chico sin memoria?

—Estamos jodidos.

—Completamente.

Entonces, desde las profundidades del bosque, se escuchó un rugido.

—¿Eso es...?

—¡Corrre, Patrick! ¡Corre maldita sea!

Lisa lo agarró de la muñeca con agresividad.

—Vamos a morir ¿verdad? —preguntó el chico.

En ese momento, el monstruo saltó a su cacería.    

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