
Blanco
Fue muy mala idea pisar un parque de atracciones, y peor aún hacerlo con Taehyung, quien parecía tener una extraña inclinación hacia las más altas, rápidas y peligrosas. Pero yo siempre había sido un hombre débil ante las cosas adorables, y en ese ámbito, para mi desgracia, Tae encabezaba una larga lista.
- ¡Ya empieza a moverse!
- ...
- ¡MIRA HYUNG, NOS MOVEMOS, ESTAMOS SUBIENDO!
- ...
- ¡HOBIII... –Se interrumpió al verme, bajando el tono y ladeando la cabeza con confusión, probablemente analizando la mueca de terror que ocupaba mi rostro. Había muchas cosas que me aterraban, y esa montaña rusa en la que estábamos subidos, era una de ellas. – ¿Hobi?
- ¿Qu-qué?
- ¿Estás bien?
- Ajá –respondí apresuradamente, aún sin dejar de mirar el frente, el estrecho carril que seguía ascendiendo ante nosotros, proporcionándome la información de hasta que altura llegaríamos en el trasto ese. Una información absolutamente innecesaria.
- No tengas miedo, no va a pasar nada –añadió intentando tomar mi mano, pero le fue imposible ya que yo las tenía rodeando las asas del asiento con toda mi fuerza, parecía que las hubieran pegado con pegamento al metal. Ni de coña me soltaba. – A no ser que se suelten los asientos y salgamos disparados.
- ... –le miré aterrorizado.
- Pero no creo que suceda.
- Es un alivio que lo digas –respondí entre dientes, intentando contener mis ganas de gritarle acusatoriamente ahí mismo, de echarle en cara la culpa de mi posible futura muerte. – Mejor cállate.
- ¿Quieres que te cante una nana?
- ¿Para qué mierda iba a querer que me cantases un-
- ¡MIRA MIRA, HYUNG, YA CASI VAMOS A LLEGAR A LA CIMA! –exclamó emocionado, interrumpiéndome y sobresaltándome. Yo cerré los ojos, queriendo salir de allí, implorando clemencia y llamando a mi madre mentalmente. – Hyung...
- ...
- Hobi... –ahora volvía a susurrar, pero eso no conseguía que yo abriera los ojos. Solo quería que pasara rápido y bajar del cacharro cuanto antes.
- ...
- Hobi hyung, tengo que decirte algo, mírame...
- Te escucho.
- Mírame... ~
Hice el enorme esfuerzo de mirarle solo por el tono en el que lo pidió, porque me hice la imagen del puchero que debía estar poniendo y me venció. Ese gesto se había convertido en uno de mis favoritos del castaño, claro que después de su rectangular sonrisa.
- T-te miro.
Y valió la pena mirarle, cuando convirtió sus ojos en dos pequeñas líneas y sonrió de esa forma que tanto me gustaba, mostrando su perfecta dentadura. Luego se inclinó levemente y posó sus labios sobre mi mejilla, haciéndome olvidar por un instante el momento, el lugar y la situación en la que me encontraba.
- Gracias por pasar conmigo este día.
Y luego comenzamos a descender.
+++
Taehyung estaba de pie, dando impacientes saltitos y mirando a su alrededor, en busca de alguna nueva atracción que consiguiera hacerme perder la poca resistencia que me quedaba. Yo sentado, con las mochilas en el suelo y esperando mi muerte.
- ¿Ya has descansado?
- Ha sido horrible...
- ¿Vamos a otra?
- Jodidamente horrible...
- ¡Vaaaaaamos hyung! –siguió insistiendo, ahora sentándose a mi lado y aferrando las mangas de mi camiseta entre sus manos, tirando de ellas en un intento de levantarme, inútilmente ya que yo en esos momentos era un peso muerto. Cuando se cansó, terminó cediendo, inclinándose sobre mi rostro y apoyando su barbilla en mi hombro, incomodándome inmensamente por la cercanía de sus labios en mi cuello. – ¿Tan mal estás?
- Solo necesito un minuto para reponerme, Tae...
- Llevamos casi cuatro minutos descansando –refunfuñó aún sobre mi hombro, obligándome a incorporarme levemente para apartarle. – ¿Te levantas ya?
- Sí, pero a la siguiente montas tu solo.
- Pero yo quiero montar con Hobi hyung...
- Hobi hyung ha tenido suficiente con las siete que llevamos en la última hora.
Pero a pesar de todo terminó saliéndose con la suya, y nuevamente me encontré a su lado, subido en otra de esas atracciones del demonio, sintiendo como me desprendía del alma en cada bajada, repitiéndome mil veces en la cabeza que eso lo hacía por Taehyung, porque era su cumpleaños.
Y finalmente llegó la hora de la comida, la cual ansiaba únicamente por el descanso de velocidad que supondría. Con la mochila de los alimentos a cuestas, emprendimos la búsqueda del sitio perfecto, y lo hayamos en una zona de césped, alejada de todo el barullo y con varios árboles que proporcionaban sombra. Nos sentamos bajo uno de ellos y comenzamos a sacar los víveres.
- Deberías comer más, hyung ~
- No tengo ganas –respondí poniendo una mueca de asco al ver que me acercó el tupper con Gimbap dentro. Mi estómago se había encogido hasta casi desaparecer después de las experiencias vividas, de las aterradoras y desagradables experiencias. Aún no entendía como a la gente podía gustarle ese tipo de entretenimientos, y jamás llegué en comprenderlo. – Termínatelo tú.
- Encima que lo cocinaste todo, casi ni pruebas bocado... –refunfuñó desanimado entre mordiscos. – Tenías que haberme dejado ayudarte.
- Te dejé hasta que casi hiciste estallar mi microondas –rodó los ojos como si el que hubiera metido un cuenco con los palillos de metal en su interior, no fuera suficiente motivo como para desconfiar de él en el ámbito culinario. – de todas formas, me alegro de que te guste.
- Está buenísimo –repondió inflando los mofletes, en parte por la sonrisa, y en parte porque tenía la boca llena. Su expresión era tan adorable y graciosa, que no pude evitar reír. – Hyung, di ahhhh~
- ¿Para qué?
- Para que pueda entrar.
- Ya te he dicho que no quiero nada.
- ¿Ni siquiera si te lo doy yo? –preguntó con un puchero, acercándose a mi sitio y colocándose de rodillas con los palillos y el pedazo de Gimbap en alto. – Pruébalo al menos...
- Ahhhh~ – terminé respondiendo con pesadez, intentando no sonrojarme por la escena que mis propios ojos presenciaba. Taehyung alimentándome, abriendo inconscientemente la boca al mismo tiempo que acercaba la cubertería a mis labios. No pude dejar de sonreír mientras masticaba la comida.
- ¿Está bueno?
- Muy bueno.
- ¡Te lo dije! –exclamó animado, como si el mérito fuera suyo, aunque quizás en parte lo era. Se había sentido bien que fuera él quien me lo diera. – ¿Podemos comer un helado?
- Pero yo no he traído helados.
- Da igual, puedo ir a comprarlos al puesto de allí –defendió señalando un punto a lo lejos. Asentí y me incorporé para sacar las monedas sueltas que tenía en el bolsillo trasero de mi pantalón, pero cuando fui a tendérselas, el castaño ya había salido corriendo en busca de su ansiado dulce.
Suspiré y volví a acomodarme contra el árbol, disfrutando del la imagen de Tae inquieto, dando pequeño saltitos frente al mostrador, incapaz de decidirse por un helado únicamente. Cuando se decidió, vino corriendo hacia mí con un helado en cada mano, tan imprudente que no me extraño nada que uno de ellos se le cayera a pocos metros de mi sitio. No le escuché, pero vi la adorable "o" que sus labios formaron al ver el blanco dulce desparramado en el suelo, mirándolo con pena. Seguidamente levantó sus ojos hacia mí, y yo negué, quitándole importancia y se acercó con la cabeza gacha.
- Toma, hyung –soltó de improvisto una vez llegó, tendiéndome el único helado que había sobrevivido a su carrera. Yo reí y volví a negar, interponiendo mis manos entre el postre y mi cuerpo. – ¿No?
- Quédatelo tú, bobo.
- ¿De verdad? –preguntó ilusionado, abriendo tanto los ojos que parecían casi salirse de sus órbitas. Asentí sonriendo y él dio un salto, exclamando agradecido mi gesto. Yo sufrí, temeroso de que también tirara ese helado, pero para mí alivio no lo hizo.
- Podemos compartirlo.
- Solo lo probaré un poco, ven.
Y siguió mis palabras al pie de la letra, acercándose y sorprendiéndome al colocarse entre mis piernas, recostando su espalda en mi torso. Quizás para él era completamente normal ese tipo de contactos, esas situaciones solo entraban en la parte de "amistad" de su cerebro, pero en mi caso, para esos días, yo ya me había percatados de que Taehyung me gustaba de forma diferente a como lo haría un amigo.
- Toma –me acercó el helado a los labios, ajeno a la incomodidad y presión en el ambiente que yo comenzaba a sentir teniéndole tan cerca. – Es de nata, está bueno, creo.
- ¿Creo?
- Espera –lo probó él antes, saboreá'ndolo y lamiendo seguidamente sus labios hasta que no quedó rastro del helado en ellos, sustituyéndolo por una brillante capa de saliva. Finalmente asintió y volvió a acercármelo. – Sí, está bueno.
Reí y lo probé yo también, disfrutando de aquel dulce sabor empalagándome solo con la primera lamida. Definitivamente tanto azúcar no era de mi agrado, así que al segundo intento por que yo volviera a comer, negué, y Taehyung se encogió de hombros siguiendo él mismo con el postre.
- ¿Te lo estas pasando bien? –pregunté para romper el silencio del ambiente, para distraerme y dejar de pensar que el menor estaba literalmente apoyado sobre mí, que ciertas partes estaban muy juntas, y que el muy desgraciado estaba comiéndose un helado de la forma más pervertida existente.
- Es de los mejores días de mi vida –se giró levemente para sonreírme, causándome gracia porque se había manchado la punta de la nariz con la nata. – ¿Qué pasa? ¿Qué tengo?
- Te has manchado –expliqué sin dejar de sonreír tontamente. Acerqué mi mano a la nariz y quité lo poco de crema que antes ocupaba esa zona. Tae dirigió sus ojos a ese mismo sitio, poniéndose bizco durante unos segundos de la forma más tierna e infantil existente. – ¿Quieres? –le propuse en broma, acercando mi índice con el helado sobre la yema. Pero para mi sorpresa, el castaño no tardó en asentir efusivamente y atrapar mi dedo con su boca, succionando y lamiendo hasta no dejar rastro de la nata.
- Cuando me lo da Hobi hyung sabe mejor –me informó sonriendo, ajeno a lo que esas palabras significaban para mí, lo que suponían para mi corazón. Él volvió la vista al frente y siguió disfrutando del helado fuera de mi alcance visual. – ¿Mañana es domingo? –asentí, pero como no me veía, tuve que emitir un sonido para que me entendiera. – ¿Entonces me llevas de nuevo al pueblo?
- Eso es lo que acordé con tu abuela.
- Yo no quiero irme, hyung~
- ¿Te quedas y el lunes faltas a clase? –pregunté en broma, pero rodé lo ojos al ver que Taehyung no pilló la ironía, girándose nuevamente para mirarme y asentir emocionado. – Era sarcasmo, bobo.
- Cruel.
- Cruel tú, que me has subido en esas horripilantes atracciones –respondí rencoroso, sintiendo como se revolvía mi estómago solo de recordarlo, así que preferí cambiar de tema. – ¿Ya has pensado que hacer con lo de la universidad?
- Ya te lo dije, no iré. Me quedaré con la abuela.
- ¿Pero no querías estudiar artes? –insistí.
- No me importa quedarme en la granja, es divertido también.
- Deberías hacer lo que tu quisieras, Taehyung, seguro que tu abuela te apoyaría si supiera tus metas de estu-
- ¡Ya me lo terminé! –exclamó abruptamente, poniéndose en pie y lamiéndose las comisuras de su boca, obligándome a apartar la vista para no malpensar ninguno de sus gestos. Yo le imito, recogiendo rápidamente los desperdicios del suelo y metiéndolos todos en una bolsa de plástico. Para cuando tengo todo listo, Tae también lo está, con la mochila a la espalda y una sonrisa de oreja a oreja, que desaparece al mirarme. – hyung... –se acerca lentamente, aumentando mi desconcierto. Y sigue aproximándose más y más hasta tenerme a penas a dos centímetros de distancia. – tú también estás manchado.
- ¿Eh, dónd-
Antes de que pueda formular palabra, acerca su lengua a la comisura de mi boca, entra la mejilla y esta, y la pasa lentamente por ahí, humedeciendo la zona y limpiándome.
- Ya está, perfecto – termina declarando inocentemente.
Yo le miro incrédulo.
Sorprendido.
Pero sobretodo, completamente excitado.
- ¿No querías ir a la casa del terror, Taehyung?
Un rato después me arrepentí inmensamente de haber soltado tal apresurada propuesta en ese momento de agobio, en ese momento que casi perdí por completo, la cordura que Taehyung me arrebataba por segundos.
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