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Voces

Pareja: Kazuya x Aoi.

Fandom: Shin Megami Tensei.

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No había ninguna palabra capaz de describir lo que Kazuya, Takeshi y Yuji sintieron al ver a la ciudad de Tokio totalmente destruida, cenizas de la vida reducidas a lo mínimo.

Lo que para ellos fue una simple siesta, para los supervivientes de la tragedia fueron años.

Muy pocos edificios se habían salvado y eran lo mínimo necesario para poder guiarse y saber que cayeron en Shinjuku, con el centro comercial a la vuelta de la esquina.

Kazuya no pudo evitar pensar en su hogar, seguramente destruido. No tenía nada qué hacer allá, tanto su madre como Pascal se habían ido y lo único que quedaba de ellos eran los recuerdos antes de que todo se fuera al demonio.

Literalmente.

En medio de ellos, un rostro particular se presentó. Una mujer, la última cara que había visto antes del impacto del Gran Cataclismo.

Aoi, la mujer que le había salvado la vida a él y sus amigos.

¿Ella habría logrado sobrevivir? Su lado realista sabía que era imposible, de no ser porque ella los sacó de esta realidad, ninguno habría vivido para estar aquí.

Desearía volver a verla y agradecerle como es debido por su sacrificio; sin embargo, aún con la bizarra lógica de este nuevo mundo desafiando a la normalidad obsoleta, dudaba poder reencontrarse con ella.

Sus pensamientos fueron interrumpidos al dar el siguiente paso. Un potente dolor de cabeza lo embargó, obligándolo a caer de rodillas en el árido suelo que cubría parte de la destruida carretera.

Jadeaba desesperado por la sensación de que el aire no llegaba a sus pulmones, irritado su garganta en el proceso, quién diría que tragar aire podía ser tan doloroso. Sumado al punzante dolor en su cabeza, sentía que otro cataclismo se estaba desatando allí mismo.

Y en medio de eso, opacándolo todo, llegó una voz femenina.

«¡Kazuya, por favor, ayúdame!».

La mujer clamaba por ayuda con todas sus fuerzas pese a sentir el mismo dolor que él. Luego de esas palabras, la nada llegó, tan pronto vino, se fue como si nada.

Se marchó tan fugazmente que por un momento era capaz de pensar que fue una alucinación; sin embargo, al toser y ver el suelo manchado con sangre, su sangre, misma cuyos restos se deslizaban por la barbilla en un hilo, eran toda la prueba que necesitaba sobre la veracidad de los hechos que ocurrieron.

—¡Kazuya! ¡Kazuya, responde! —alzó la vista en un tosco movimiento, encontrándose con el rostro preocupado de Yuji, cuya mano estaba posada en su hombro puesto que llevaba rato zarandeándolo para que recuperara la compostura—. ¿Ya estás bien?

—Qué estupideces te gusta decir —Takeshi, a su lado, no dudó en recriminarle—. ¡Acaba de sufrir un ataque y escupir sangre! ¿¡Cómo es eso estar bien!?

—No peleen —Kazuya intervino después de escupir la sangre restante en su cavidad bucal. Lo que menos necesitaba era un desacuerdo entre ambos cuando más que nunca se necesitaban unidos para enfrentar las adversidades que estaban por venir.

Yuji asintió, comprendiendo.

—¿Sabes qué te pasó? —preguntó el de pelo largo y castaño.

—Escuché una voz... Sonaba parecida a la de Aoi...

—¿¡Aoi!? —aquel nombre encendió las alertas en Yuji, quien tomó a su amigo de los hombros con firmeza—. ¿¡Ella está bien!?

Sin embargo, Kazuya con suavidad puso sus manos sobre las muñecas del pelo largo.

—No esa Aoi.

—Oh... —decepcionado ante la falta de noticias sobre su novia, apartó sus manos de los hombros del pelo marrón—. ¿Creen que ellas estén bien?

—A saber, sería genial, pero lo dudo. Esos misiles no eran ningún juguete —Takeshi fue el primero en responder.

Recuperado, Kazuya se levantó, sacudiendo el polvo de su traje.

—Sea como sea, aquí parados no descubriremos nada. Debemos seguir adelante y aprovechar esta oportunidad que Aoi nos dio para terminar con este conflicto de una vez por todas.

Escuchar ese mensaje reproduciéndose en su cabeza sembró en él un creciente deseo por reencontrarse con ella. Sin embargo, al estar en un mundo que había pasado a ser desconocido, primero debía ubicar un punto de partida.

Incluso si ella no estaba viva, se negaba a fallarle a este mundo.

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