Ropa
Pareja: Demi-fiend x Pixie.
Fandom: Shin Megami Tensei.
•••••
De todas las cosas que pensó que haría después de convertirse en un híbrido entre humano y demonio, la última de ellas era ir a "comprar" ropa junto a su Pixie.
Y es que la pequeña hada había mostrado un repentino interés en probarse ropa nueva de tantas revistas de moda que se encontraba por allí tiradas; llenas de modelos esbeltas y hombres apuestos.
Ella quería ver a Demi-fiend tan bien vestido como aquellos hombres, deleitar su vista por completo; al igual que deseaba verse más linda y ganarse los halagos de él.
La sola idea la hacía chillar como Titania al conseguirse un nuevo amante.
Lo negativo del asunto es que buscar ropa era una de las actividades que más fastidiaban al muchacho; al punto de que prefería ignorarla cada vez que sacaba el tema o dar una tajante negativa.
Pixie no mentiría que mientras le rogaba, le dio unas cuantas descargas eléctricas en medio de su frustración.
No obstante, por mucho que Demi-fiend intentara dársela de duro con la pequeña hada, más temprano que tarde terminaba cediendo a sus caprichos; esta vez sólo tardó un poco más en aceptar, nuevo récord.
Pasearon por las vacías calles de Ikebukuro —de gente, nunca demonios; esos aparecían cada dos pasos— hasta encontrar una boutique que desde la gran ventana del mostrador, permitía observar a varios maniquíes vistiendo distintas prendas de ropa que encantaron a Pixie.
—¡Esta está bien! —chilló alegre, dando una voltereta en el aire como le era usual—. Mmm, ¿cómo entramos? —preguntó, mirando al híbrido.
Demi-fiend le sostuvo la mirada en silencio y sin decir nada, ni romper aquella conexión, dio un potente puñetazo que hizo trizas el vidrio de la ventana, sobresaltando al hada en el acto. Rápidamente se regañó en su mente por asustarse, ¡estaba claro que alguien como él recurriría a la fuerza! ¡Siempre lo hacía! Dar puñetazos a todo y a todos como un animal era su especialidad —aunque hacer eso con Girimekhala salió muy mal—.
El pelo negro entró por la ventana carente de vidrios, pisando varios en el proceso y la pelirroja le siguió por detrás. Sin perder el tiempo, el hada se adelantó para tomar la mano del muchacho y jalarlo hacia la primera prenda que llamó su atención: una camisa negra de manga larga con estampado de Tiranosaurio Rex en un bosque oscuro; estaba colocada en un maniquí.
—¿Esa? —finalmente habló el varón, frunciendo el ceño hacia Pixie para asegurarse de su decisión.
La fémina asintió enérgicamente, pensando en esa camisa como la octava maravilla del mundo.
Demi-fiend no mentiría, también le gustaba esa prenda; por lo que sin quejarse y para terminar rápido con el asunto, se puso la camisa sin rechistar.
—¡Te queda mejor de lo que creí! —exclamó el hada, volando alrededor del muchacho para observarlo desde todos los ángulos posibles.
Y sus halagos llenos de felicidad y energía brindaban calidez a Demi-fiend, quien no podría evitar sonreír, tanto por la atención recibida, como verla feliz.
—Oh, pero... —se detuvo en el aire el hada, con un cambio en su actitud que distaba de la alegría mostrada segundos atrás—. Yo no tengo nada...
No hacía falta ser muy inteligente para darse cuenta que ninguna de las prendas de la boutique estaban hechas para alguien tan pequeña como ella. Eso la frustró, de verdad quería vestir a juego con Demi-fiend...
El muchacho suspiró ante el pesimismo de la pelirroja y con un silbido, llamó la atención de la fémina, quien lo vio palmeando su hombro en espera de que ella se sentara ahí como solía hacer. Pixie hizo un puchero, todavía disgustada ante el camino sin salida que frustró su plan; pero igual obedeció en silencio.
Demi-fiend tuvo que dar varias vueltas hasta encontrar lo que buscaba: una juguetería. Pixie no entendía cuál era el significado de eso y tampoco lo preguntó. El pelo negro de nuevo entró rompiendo la ventana del mostrador de un puñetazo que no dejó nada más que los vidrios del suelo.
Pasearon por los pasillos hasta que él dio con la sección de muñecas, sacándole un jadeo a su Pixie, que finalmente entendió las intenciones del varón.
—¿¡Es para mí!? —exclamó, revoloteando de un lado a otro, observando los bonitos trajes que llevaban las muñecas.
—Para juguetes, pero es lo único que se me ocurrió...
—¡Está bien, está bien! ¡Me encanta! ¡Dame un momento!
Agarró una caja, cualquiera que le pareciera bonita y una a una iba sacando a las muñecas de sus cajas, probándose la ropa que le quedaba a la talla y sin dejar a Demi-fiend fisgonear.
Restringido de echarse un buen ojo, el muchacho paseó aburrido la mirada entre las muchas muñecas de las estanterías; hasta que se detuvo en una que le llamó la atención: una Barbie rockera. Sacó la muñeca de la caja, quitándole la chaqueta negra, que era lo que realmente le había gustado y justo se giró ante el llamado de su Pixie.
—¿Qué tal? —preguntó ella, mirando con el ceño fruncido el pomposo vestido rosa.
—Lo odio —respondió Demi-fiend.
—¡Yo también! —gritó la fémina, rompiendo el vestido sin esfuerzo—. ¡Nada de aquí me convence!
—¿Qué tal esto? —cuestionó, mostrando la chaqueta.
En silencio, Pixie tomó la prenda y se la puso, estirándose para ver cómo le quedaba; para ser ropa de muñeca, se sentía de buena calidad.
—¿Cómo me veo? —preguntó el hada, con sus ilusiones muy en lo alto.
La sonrisa amigable, junto a la tierna mirada de Demi-fiend, tan poco común en él, fueron el principio de la recompensa que hacía que todo valiera la pena.
—Te queda genial.
Conmovida, Pixie se acercó a su rostro para abrazarlo, siendo correspondida por el muchacho. Al final, plantó un sonoro y longevo beso en la nariz de Demi-fiend.
—Muchas gracias por aceptar, Demi-fiend.
—Sí, ahora no volvamos a hacer esto, por favor.
Con eso dicho, el híbrido comenzó a caminar con dirección a la salida.
Indignada, Pixie lo persiguió.
—¡No me hables así después de haber sido tan lindo! ¡Vaya forma de arruinar el momento!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro