A la Fuerza.
Pareja: Gakupo x Miku.
Fandom: Vocaloid.
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Sólo un momento de descuido y eso significó el gran error de estar a su merced.
Darle la espalda, concentrada en asuntos cotidianos y con la guardia baja fue oportunidad suficiente que él no rechazó.
Ahora tenía que pagar el precio de su error.
Sus muñecas eran sujetadas con fuerza por esas grandes manos con tal de evitar algún ataque mientras él estaba pegado a su espalda, besándola sin ningún tipo de vergüenza.
Ah, por supuesto que ella intentó forcejear, los podrían ver en ese estado y sería muy humillante para ella. Cada número que bajaba era un signo de que el ascensor podría parar en cualquier momento, con sus puertas abriéndose y posiblemente con gente esperando.
La sola idea le aterraba.
La pelo turquesa forcejeó un poco más cuando aquella lengua entró en su cavidad bucal, subiendo la intensidad del largo beso; todo terminó en ella siendo acorralada contra el muro, todavía pegada a él, a ese mismo hombre tan insistente.
Desearía saber de dónde salió tanta seguridad en sí mismo para creer que podía hacer esto como si nada.
Hubo una mano que tuvo la audacia de soltar su muñeca, deslizándose por el contorno de su cuerpo hasta llegar a la cintura de la fémina, invadiendo el interior de su camisa.
Ese fue el momento en que Miku puso el alto definitivo.
—Basta. No excedas el límite, te recuerdo que estamos en un ascensor—ella tomó esa muñeca con un agarre firme y con la mano restante le dio un suave empujón. Ambos se recostaron en la pared lado a lado—. ¿Cuántas veces te tengo que decir que no hagas estas cosas en donde pueden vernos?
—Estás muy preciosa hoy, Miku—sonrió galante, evadiendo el tema sólo para ver a la contraria gruñir frustrada al estar en un lío mental sobre si corresponder el halago, regañarlo por cambiar de tema o simplemente seguir enojada.
—No tienes caso—suspiró rendida, acomodando su cabello y ropa con tal de que no parezca que casi terminaba teniendo sexo con Gakupo, de nuevo—. No lo intentes de nuevo, no en público, aún no.
—Claro, claro.
Él rió, ya satisfecho por haber cumplido su cuota diaria de molestar a Miku y se limitó a asentir.
Ya cuando ella se calmó, pudieron tomarse de la mano tranquilamente y disfrutar del resto del día juntos.
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