Fase I
Titulo: Promesas y magia.
Personajes: Midoriya Izuku, Kaminari Denki, Bakugou Katsuki, Kirishima Eijirou y Aizawa Shouta.
Shipps: Katsudeku y Kirikami.
Anime: Boku no hero academia.
Palabras: 4296.
Estaba estresado y agotado. Tenía horas sentado en su cama intentando descifrar el escrito del libro, parecieran ser solo garabatos sin sentido esparcidos por las páginas de manera que no lograba encontrar sus significados.
La poca luz que brindaba la lámpara a su lado era suficiente para iluminar la habitación, había una libreta en la mesita de noche junto a un lapicero por si era necesario anotar algunas cosas, lo que a decir verdad, ya había estado haciendo anteriormente.
Desde que había encontrado el libro en una de las cajas que se encontraban en el ático de su hogar, una extraña sensación había aparecido apenas lo tuvo en entre sus manos. De una forma, le parecia familiar. Pero de igual manera en su interior aparecían sentimientos de melancolía, tristeza, un deseo de recordar algo que desconoce.
No tiene idea de dónde venían el revoltijo de emociones que provocaba el solo mirar la portada el libro, estas incrementaban de manera inmediata al abrirlo y pasar una de sus páginas, las cuales con solo ver el color amarillento que portaban cada una demostraba que el libro era de muchos años antes.
Escuchó unos pasos aproximarse, no eran apresurados y ya tenía una idea de quien era el causante de estos por lo que no se preocupo. La puerta se abrió para dejar a la vista a un joven de su edad de cabellera rubia con un mechón negro en forma de rayo, en cada una de sus manos sostenía un vaso con agua.
—¿Nada? —preguntó dejando los vasos en la mesita de noche y cerrando la puerta detrás suyo, el de mirada esmeralda solo lo miró unos segundos antes de negar como respuesta.
—Internet, la biblioteca de la ciudad, la de aquí... —realizó un gesto con su mano enumerando más lugares y fuentes de información donde había intentado encontrar alguna traducción de los símbolos, resultó ser solo una pérdida de tiempo no había ni lo más remotamente cercano a los símbolos.
Suspiró frustrado y se dejo caer en la cama de espaldas con la vista clavada en el techo, quería descifrar el libro sin importarle el tiempo que necesitaría para hacerlo pero por más que lo deseara nada parecia ser la respuesta a sus plegarias. Las opciones que tenía para intentar encontrar la simbologia se habían agotado y ya no tenía idea donde debería de buscar.
El rubio se dirigió a la repisa que habia en la habitación que compartían los dos, tomó uno de los libros de simbologia que se encontraban ahí los cuales eran del dueño del hogar, Aizawa Shouta. Al tenerlo en sus manos se acercó a la cama de nuevo y se sentó en una de las esquinas.
Después de unos largos minutos cerró el libro al no encontrar las respuestas que buscaba acerca de todos los símbolos y lo dejó en el lugar donde estaba antes. Su pecoso amigo ya había caído en el mundo del sueño y Denki estaba por ceder, desconocía la hora pero suponía que debía ser de madrugada, bebió el agua que había traído antes y dejó el libro de Izuku en el mismo lugar donde estaba su libreta. Sin esperar más, apagó la lámpara y se acomodo en su cama que estaba en el lado izquierdo de la de su amigo.
Creía haber visto los símbolos antes pero no recordaba donde por lo que prefirió dejar sus pensamientos de lado mientras soltaba un suspiro y cerraba sus ojos, solo fue cuestión de unos minutos para que se quedara profundamente dormido.
[[...]]
Sentía como su hombro era sacudido levemente pero no quería abrir los ojos para ver de quien se trataba, le pareció ser solo su imaginación hasta que las sacudidas se hicieron más violentas.
—¡Midoriya! —exclamó el rubio aún zarandeando al nombrado con intencion de que despertará ya que desde su perspectiva él continuaba durmiendo—. ¡Vamos viejo, tenemos que irnos ahora!
—¿Qué pasa? —preguntó con su voz adormilada mientras se incorporaba en la cama y tallaba sus ojos somnoliento.
Desde la habitación lograba oírse objetos cayendo y golpeando las paredes, parecía tratarse de una lucha proveniente del primer piso del hogar. Todo eso causó que los dos jóvenes se alertaran de manera inmediata.
—Te lo explicaré luego —musitó nervioso para después ir rápidamente hacia su cama donde habían dos mochilas, una de Izuku y la otra suya. Dentro de ellas estaban sus pertenencias necesarias como un poco de ropa entre otras cosas más, colgó su mochila en su hombro mientras le pasaba la otra al pecoso. Suspiró al recibir la mirada confundida de éste—. Son demasiadas cosas que no sabes.
Asintió sin decir una palabra más, la seriedad con la que le hablaba Denki en ese momento la había visto solo pocas veces pero solo esas bastaban para saber que de lo que estaba hablando el rubio era en verdad de suma importancia para él.
El de cabellera verde notó que el libro que tanta incógnita le causaba estaba en la mesita de noche, talvez el rubio había olvidado meterlo en la mochila o no le tomó demasiada importancia para guardarlo pero de todas maneras él agarró el libro para estrecharlo contra su pecho.
Bajaron las escaleras en silencio, intentando ser lo más cuidadoso posibles, el rubio iba adelante asegurándose antes de dar un solo paso que fuera seguro siendo seguido por el pecoso, éste solo se preocupaba cada vez más, ver al rubio actuar de esa manera no significaba nada bueno, las pocas ocasiones anteriores donde había pasado esto siempre tuvieron una buena razón.
Pero en esos instantes desconocía todo lo que estaba sucediendo, no entendía nada, tenía demasiadas preguntas de las cuales quería obtener todas y cada una de la respuesta que le ayudarán a descifrar lo que estaba pasando.
Cuando llegaron a la planta baja un silencio inundó el ambiente, lo que sea que estaba ocasionando todo el ajetreo antes se había detenido o eso creían.
Hasta que una cuchilla pasó por encima de las cabelleras de los dos jóvenes. Y esa fue la señal para que el ajetreo volviera.
—¡Tienen que irse los dos! —ordenó desde algún lugar Aizawa pero fue lo suficientemente alto para que lograrán escucharlo entre todo el ajetreo ocasionado—. ¡Ahora!
Al ver que sería imposible escapar por la planta baja, intentaron regresar por donde habían llegado pero se detuvieron al escuchar una ventana romperse para que diera paso a una neblina morada que obstruia cualquier salida que tuvieran del segundo piso. Por lo tanto, estaban atrapados a mitad de las escaleras y la neblina se acercaba a ellos.
—Debí decírtelo antes —murmuró el rubio al pecoso, el cual solo lo miró queriendo saber de que hablaba pero solo recibió una mirada de disculpa de parte del contrario—. Lo que eres Izuku, lo que los dos somos.
—Saldremos de aquí y me lo dirás, ¿si? —dijo intentando ocultar el miedo que sentía y con una de sus manos apretó más el libro contra su pecho mientras que con la otra tomaba la mano del rubio—. Saldremos de aquí, todo estará bien —repitió, queriendo creer en sus propias palabras. Miraba a su alrededor deseando encontrar una salida rápidamente pero no había ninguna.
Sintió como sus ojos comenzaban a picar, fue cuestión de segundos para que en sus ojos se acumularán lágrimas y sin su consentimiento, bajaran por sus mejillas hasta llegar al libro.
Éste, sin previo aviso comenzó a temblar asustando al pecoso en el proceso y ocasionando que lo soltara y cayera al suelo. Bajo la atenta y asustada mirada de parte de los jóvenes, el libro se abrió y las hojas empezaron a desprenderse para después comenzar a rodear a ambos como si se tratara de un huracán y ellos fueran el centro. El huracán de paginas continuaba y parecía tomar cada vez más velocidad, el ajetreo de antes parecía haber cedido porque ellos ya no lograban oírlo.
En los próximos segundos ya no eran solo páginas rodeandolos, sino también pequeños rayos verdes. De un momento a otro, los pies de ambos ya no tocaban el suelo y por más que intentarán mover alguna extremidad les era una tarea imposible de realizar.
Un resplandor verde proveniente del huracán los cegó por igual y perdieron la conciencia.
[[...]]
Había tenido un sueño demasiado extraño desde su perspectiva. Niebla morada, destrucción de su hogar o eso pareciera, huracán de paginas y rayos verdes. Demasiada imaginación para un chico de 18 años.
Sabía perfectamente que nada de eso había ocurrido y que estaba en su cómoda cama como todos los dias al despertar.
Esos fueron sus últimos pensamientos antes de abrir sus ojos con pesadez e incorporarse y se llevó una gran sorpresa al hacerlo. No estaba en su cama ni en su habitación, ni mucho menos en algún lugar que conociera. Solo había grandes árboles en todo el panorama, algunos arbustos y flores pequeñas. Se levantó del suelo con rapidez mirando asombrado todo lo que lo rodeaba, estaba por tocar el tronco de uno de los árboles cuando notó que en sus manos portaba unos guantes blancos, extrañado miró el demás conjunto de ropa que usaba. Una camisa blanca manga larga y encima de ésta un chaleco verde junto a un pantalón de mezclilla y sus tenis rojos de siempre, también usaba un cinturón cafe con una pequeña bolsa y lo que parecía una espada enfundada.
—Viejo, no creía que tuvieras el poder necesario para transportarnos —comentó a sus espaldas una voz que conocía muy bien, se giró para ver al joven rubio que portaba la sonrisa de siempre en su rostro junto a un conjunto parecido al suyo pero distinto en algunas partes y teniendo otra prendas más, un chaleco beige con demasiados bolsillos que parecía llegarle hasta detrás de la rodilla, del mismo modo tenía un cinturón café donde también había una espada enfundada—. ¡Es asombroso!.
—¿Eh? ¿De qué hablas? —preguntó confundido, lo que él había dicho no tenía ningún sentido—. ¿Poder?.
—¡Cierto, lo olvidé! —exclamó acercándose al pecoso para después sentarse en el suelo como si fuera un indio, seguido de esto señaló frente a él esperando que se sentará. El contrario asintió dudoso y tomando sentándose en el suelo, en la misma posición que el rubio—. Lo que te diré ahora es toda la verdad, no invente nada de esto. Izuku, dejame decirte que tú eres un legado, descendiente de una familia muy poderosa o mejor dicho la más poderosa de todas las que existen —tomó aire antes de continuar, sería una larga charla.
—La magia existe, los dragones, las hadas y todo lo demás. La magia no es exactamente el que tengas que usar una barita y agitarla en el aire diciendo algunas palabras como lo hacen ver en Harry Potter, pero en parte también es parecido. Todos la tienen, algunos más que otros, dependiendo de la familia de la que vengas será el tipo de “área” —hace comillas con sus manos y sigue explicando—, en la que se especializa tu magia por así decirlo. La de mi familia es la energía u electricidad lo que significa...
—Que la magia o don que tú posees tiene que ver con la energía o electricidad, ¿no? —le interrumpió intentando procesar por completo las palabras de su amigo.
—¡Exacto!. Solo que mi magia estaba bloqueada y no podía usarla antes pero ahora ya no lo está o eso creo —murmuró dudoso lo último y frunció su seño mirando una de sus manos, se concentró y sintió un cosquilleo en la palma de su mano para que de ésta unos pequeños rayos amarillos aparecieran, sonrió y miró al de orbes esmeraldas —. Sip, ya volvio.
—Es demasiado para digerir —susurró para sí mismo mirando la mano del rubio asombrado—, ¿algo más que deba saber?.
Denki asintió antes de hacer que los pequeños rayos desaparecieran con solo un ademán.
—Hay algunas familias en especial que buscan dañar y robar los poderes de las otras familias para beneficio de ellos, todos ellos son liderados por All For One, un hombre del que solo sé que es muy poderoso.
—¿Eran ellos lo que estaban en la casa? —preguntó recibiendo un asentimiento de parte del contrario—, ¿cómo lograron encontranos? O mejor dicho, ¿Por qué hasta ahora aparecen?.
—No lo sé o bueno creo que tu libro tuvo que ver en eso —comentó encogiendose de hombros y dirigiendo su mirada hacia arriba, los árboles tapaban los rayos del sol por lo que podían disfrutar de la sombra que les brindaban.
Kaminari continuó explicando otros detalles más, resultaba que hace unos años ellos vivían en la realidad donde estaban ahora, donde existia todo lo explicado anteriormente por el rubio pero se había desatado una guerra cobrando vidas de muchos, entre ellas las de los padres de Denki y el padre de Izuku. Al quedar solo la madre del pecoso, Midoriya Inko, fue quien lo acogió como un hijo más y desde entonces conoció a Izuku. Ocurrieron unos sucesos más durante esa guerra y ahora el mayor objetivo eran los Midoriya, por un tiempo buscaron un refugio perfecto para ellos o al menos solo para los dos menores pero el problema era que este refugio estaba en otra realidad, lejana a la suya.
No hubo otra alternativa y los dejaron al cuidado de un hombre de confianza, Aizawa Shouta para que se encargará de educarlos y protegerlos hasta que llegara el día donde tuvieran que regresar.
—¿Por qué no recuerdo nada de eso y tú si? —cuestionó luego de unos minutos de silencio, quería preguntar demasiadas pero solo se limitó a preguntar eso y nada más. Luego lo haría o eso quería pensar.
—Fue culpa de los otros, los que están de lado de All For One. Descubrieron lo que íbamos a hacer y uno de ellos era capaz de borrar la memoria, en un descuido lograron tenerte y lo usaron en ti pero antes de que te llevarán con ellos Aizawa te salvo a tiempo, después de eso nos fuimos de ahí perdiendo todo contacto con nuestra realidad —contestó y suspiró recordando ese momento antes de partir.
—Él está bien, ¿verdad? —preguntó dudoso levantándose y sacudiendo la tierra de su pantalón.
—Si lo está, estoy seguro. Lo he visto cuando lucha contra ellos y sé que podría aparecer en cualquier momento —afirmó copiando la acción de su compañero.
—¿Y las mochilas?
—Preguntale a tu libro —señaló el objeto que estaba en el suelo a unos metros de ellos—. Tal vez tiene mente propia y pensó que era mejor no traerlas con nosotros y también cambiar la ropa...
Dejó las palabras al aire cuando un rugido se escucho a unos metros, se mantuvieron en su lugar por unos segundos sin saber que hacer. Cuando reaccionaron, corrieron a unos arbustos esperando que fuera un buen escondite no sin antes tomar el libro por si fuese necesario en algún otro momento.
Luego de unos minutos, unas voces se aproximaron hasta que lograron divisar dos chicos. El primero era de cabellera roja al igual que sus ojos, portaba un chaleco gris y un pantalón de mezclilla junto a unas botas negras, una tela rojiza cubriendo su cuello mientras otra pedazo de tela estaba amarrada a su cintura y por último tenía dos espadas en su espalda.
El segundo era un rubio cenizo de ojos rasgados y rojizos que fruncia el ceño, portaba unos pantalones de mezclilla junto a unas botas grises, tenía un cinturón con una espada enfundada y por último una capa roja dejando su pecho al descubierto donde solo se veían los collares que usaba.
—¡Estoy seguro que los sentí! ¡Aquí estaban ellos! —exclamó con una emoción notable el primero mirando hacia todos los lados y causando que el cenizo rodará su ojos fastidiado—. ¡Igual debiste de sentirlo, Bakugou!.
—Tal vez —gruñó antes de continuar—, pero no precisamente son ellos, puede ser una estúpida equivocación como todas las veces anteriores.
—Deben de serlo esta vez, lo sé. Pueden estar cerca, aún siento su aura —comentó dándole la espalda al rubio para continuar observando a los alrededores.
—¿Kiri? —susurró Kaminari en una especie de trance mirando al de cabellera rojiza, Midoriya logró quitar su mirada del ceniza, creía haberlo visto antes. Miró a su rubio acompañante confundido pero no logró reaccionar cuando éste salió del escondite en el que estaban—. ¡Eijirou! —gritó emocionado ganándose las miradas rojizas de los nuevos, los cuales abrieron sus ojos lo más que podían al verlo.
No podían creerlo, Kaminari Denki, uno de los chicos que estuvieron buscando hasta la fecha, estaba justo frente a ellos.
—¡Denki! —exclamó para después correr al encuentro con el rubio estrechandolo entre sus brazos sin intencion de soltarlo, el nombrado sin dudarlo correspondió al abrazo que le brindaba el contrario—. ¿Donde estuviste todo este tiempo? —murmuró con cariño aun abrazándolo para que solo el más bajo escuchara.
Bakugou miraba aún sin creer que él estuviera realmente ahí. Después de todos esos años, él aparecía como si nada hubiera ocurrido. Kaminari se separó con enfuerzo del abrazo para mirar al ceniza con una sonrisa mientras Eijirou solo se colocó junto al rubio y lo abrazó por los hombros mirando a su acompañante de capa.
—Es bueno volver a verlos, chicos —comentó sonriendo segundos después hasta que recordó al pecoso que aún se encontraba escondido. Miró el lugar en el que estaba Izuku y sin dudarlo se acercó bajo las rojizas miradas confundidas, al llegar tomó la mano libre del chico y lo sacó del escondite—. Ahora sí estamos todos
—Denki, ¿quiénes son ellos? —preguntó mirando a ambos jóvenes sin dar ningún paso para acercarse a ellos y confundiendolos por la pregunta realizada.
—¿De qué hablas, Midoriya? —cuestión el de dientes puntiagudos acercándose al nombrado—, ¡somos nosotros!. Kirishima y Bakugou, ¿es que no te acuerdas?.
Como respuesta solo negó bajando su mirada, vagos recuerdos aparecían por unos breves segundos y volvían a desaparecer. Quería recordar todo, quería recordar a sus padres y a esos chicos frente a él, el tiempo que estuvo con ellos antes de que perdiera las pocas memorias que tuvo. Quería que regresarán de una vez, quería recordar la sonrisa de su madre, la voz de su padre y los abrazos cálidos de los dos.
Sin darse cuenta, sollozos se escapaban de sus labios llamando aún más la atención de los demás presentes que ahora miraban a Denki queriendo saber que sucedía. Limpió con brusquedad las lágrimas que descendían por sus mejillas dejando caer el libro al suelo y corrió lejos de ahí, escuchando los gritos provenientes de sus compañeros.
Necesitaba estar solo así que corrió sin detenerse ni mirar atrás, corrió hasta que sus piernas ya no resistieron más y se detuvo junto a un pequeño lago. Se sentó a las orillas de este y abrazó sus piernas ocultando su rostro. Sabía que no había sido buena idea irse de ahí sin más, no conocía los peligros que habitaban en el bosque y ahora se encontraba al descubierto.
Unas pisadas se aproximaban hacia él pero éste no las notó hasta que tuvo al dueño de las pisadas sentado a su lado.
—¿Entonces, no me recuerdas? —cuestionó Katsuki mirando el lago con su semblante serio. Kaminari ya lo había puesto al tanto de la situación de Izuku por lo que intentó controlarse para no gritar como de costumbre y al no recibir respuesta con el pasar de los minutos solo suspiró—, soy Bakugou Katsuki, tu estupido guardián, quien debió de pretegerte.
—¿Guardián...? —preguntó en un murmullo levantando su cabeza para mirar al ceniza confundido—. ¿Por qué yo tendría un guardián?.
—¿Acaso no te lo explico ese idiota? —gruñó antes de continuar—, para protegerte, lo cual por ser tan estupido no logre hacerlo... Cuando alguien nace como tú, teniendo ese don de la magia igualmente nace un guardián, quien lo protegerá de todo. Los dos serán inseparables, estarán unidos por el resto de sus vidas, sentirán lo que siente el otro, encontrarán al otro sin importar lo lejos que estén debido al aura de cada uno de ellos.
El pecoso sonrió con timidez antes de hablar.
—Gracias por encontrarme, Bakugou-kun —dijo y frunció su ceño, se había sentido extraño el llamarlo de esa manera por lo que pensó en alguna otra forma de apodarlo—. Kacchan —murmuró llamando la atención del rubio al usar el apodo que se tenían de pequeños aunque el de cabellera verde no lo supiera—, ¿puedo llamarte así?.
—Haz lo que quieras —contestó levantándose del suelo—, si tu me llamas así, yo te diré Deku.
—¿No significa inútil? —habló copiando la acción del más alto el cual se encogió de hombros.
—También significa “tu puedes hacerlo” —aclaró mirando alzando su mirada para apreciar el atardecer—. Tú mismo me lo digiste antes de que te fueras.... Y aparte, siempre te encontrare donde sea que te estés, idiota. Es una promesa, la misma estúpida promesa que te hice hace tiempo, una de muchas más —suspiró y se alejo unos metros del pecoso, donde había un campo abierto y se volteó a verlo—. ¿Quisieras volar, Deku?
—¿si? —lo miró dudoso con intenciones de acercarse al rubio pero este hizo una señal con su mano dando a entender que no lo hiciera—. ¿Kacchan...?
El rubio se arrodilló en el suelo cerrando sus ojos, Midoriya ahogó un grito de sorpresa al ver lo que pasaba. La piel del cuerpo de Katsuki comenzó a tornarse rojiza para continuar cambiando de tamaño hasta que en el lugar del ceniza se encontraba un magestuoso dragon rojo, el cual rugió y extendió sus alas manteniendo su mirada en el chico.
«¿Vienes o te quedaras ahí parado como un idiota?»
Escuchó la voz de Katsuki en su cabeza y se mantuvo quieto en el mismo sitio. Intentó querer conversar de la misma manera por lo que cerró sus ojos concentrándose.
«¿Kacchan...?»
«Si, ¿vienes o qué?»
En cuestión de minutos se encontraban surcando el cielo anaranjado que de apoco comenzaba a oscurecer. Izuku sonreía mirando las pocas nubes que había, sintiendo una gran felicidad y libertad estando en el cielo solo con la compañía de Katsuki.
[[...]]
—¿Y qué pasó después? ¿Lograste recordar? —cuestionó curioso el más pequeño de la habitación a su progenitor ladeando su cabeza—. ¿Papá?.
Izuku guardo silencio dejando de lado el relato que estuvo contando para admirar al menor con una sonrisa y sin evitarlo, acarició suavemente su cabellera ceniza para después besar la frente del pequeño rubio.
—Te lo diré después, ¿si?. Debes de ir a las clases de Aizawa-san —dijo levantándose de la silla donde estaba y tomando la mano de su hijo.
—P-Pero... —iba a reprochar pero solo soltó un suspiró rendido—, ¿lo prometes?.
—Si, lo prometo. Cuando vuelvas continuaremos con la historia —afirmó antes de dirigir su mirada a la puerta visualizando a su guardian—. Y tu padre me ayudara, después de todo también estuvo ahí.
—¿Qué? —preguntó el rubio ceniza llegando con ellos mientras cargaba en sus hombros a una niña de verdosa cabellera, la cual le sonrió a gentilmente a su hermano mayor antes de jalar del cabello de su padre con fuerza—. ¡Oi, mocosa de mierda! ¡Ya para de una puta vez!.
—¡Kacchan! —regaño al nombrado que ahora bajaba de sus hombros a la niña—, ¡No le digas de esa manera!.
—Ella lo ha estado haciendo todo el camino, ¡ya me duele la cabeza! —defendió con el ceño fruncido y tallando su cabeza adolorido. Ahora entendía las sabias palabras de su madre, “¡Cuando tengas hijos verás lo que yo sufrí contigo, idiota!”.
Ya podía verla burlándose de nuevo, como las veces anteriores donde la mujer estaba presente y la menor de sus hijos hacia una maldad con él pagando el precio y recibiendo burlas de parte de las dos.
Midoriya solo suspiró y miró a los menores.
—Ya vayan a sus clases. Nana, deberías de disculparte con tu padre y Toshinori, por favor vigila que tu hermana no cause problemas con Aizawa-san, al menos no tantos —dijo y los pequeños asintieron, la niña miró al ceniza antes de hablar.
—Lo siento, viejo. Cuando regrese continuamos jugando —sonrió de una manera que le causó escalofríos a Katsuki antes de irse corriendo junto a su hermano.
—¿Ves?, solo estaba jugando —comentó el pecoso saliendo de la habitación seguido del ceniza—, además, ¿qué puede hacerte una niña de cinco años?.
—No quisieras saberlo, Deku —negó antes de continuar, no quería admitirlo pero le tenía un “poco” de miedo a su hija—. Nadie quisiera.
Continuaron su camino hasta llegar al campo del castillo donde ahora vivían gobernando y trayendo paz a esas tierras. Las que anteriormente eran reinadas por All For One hasta que fue vencido y sus tiempos de oscuridad terminaron.
—¿Qué tal si damos una vuelta un rato? —preguntó, mirando el cielo despejado antes de encogerse de hombros—. Hace tiempo que no lo hacemos.
Bakugou lo miró de reojo antes de avanzar unos metros dejando atrás a Izuku, se arrodillo en el suelo y se concentró. En pocos minutos, en el sitio donde antes estuvo Katsuki ahora había un dragón rojo que miraba al de orbes esmeraldas esperando que se acercara.
El pecoso asintió y se acercó al dragón dispuesto a montarlo como anteriores veces para que después el dragon corriera para tomar impulso y despegar, alejándose del suelo cada vez más y más.
El viento en su cara le agradaba, había olvidado esa sensación de volar. Pero sin importar el tiempo que pasara siempre le facinaria estar en los cielos y ver el suelo lejano.
Pensó en todo lo que vivió al volver a esa realidad, a su verdadera realidad. Los recuerdos que perdió hace años nunca regresaron por más que el tiempo pasó. Pero ya no le importaba tanto como antes, ahora tenía una gran familia, una que no cambiaría por nada junto a nuevas memorias en su mente que llevaría hasta dar su último aliento.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro