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×Rojo×

El color más curioso ante los ojos de JungKook, o al menos por las noches, era el rojo.

El rojo lo hacía suspirar, lo sentía en su piel, en el tacto, en su boca y en todo su ser.

Sentía el vibrante carmesí consumirlo al igual que el vino embriagarlo. Mientras suspiraba por más de aquella probada que había podido darle y sus labios en envidia intentaban igualar aquel tono.

Podía escuchar el rojo, en respiraciones agitadas y palabras de pasional amor en si oído mientras la ropa volaba lejos de su cuerpo.

El escarlata cubria sus ojos haciendo que los cierre y abra la boca buscando respirar con algo de normalidad, más por el hecho de que una mano acompaña al color para causar estragos en todo su cuerpo.

¿Cómo había terminado así?

Solo sabe que todo era un lienzo en blanco, que estaba tranquilo llegando de buscar un aperitivo luego de su hora del baño.

En menos de lo que podía deletrear "Hora", ya estaba acostado en una cama sosteniéndose de las sábanas porque sentía que se caerían en cualquier momento.

Amaba el rojo y lo embriagante que era, amaba perderse en sus olas oscuras y en aquellos ojos que lo miraban tan intensamente mientras hacían su cuerpo temblar.

Jeon estaba sumergido y con su cuerpo tenso y sus labios temblando por gritar, pero no podía hacerlo, debía mantenerse calmado, dejar el rojo en su mente y en su habitación, solo ahí, dónde su novio mordía con descaro su abdomen mientras su mano bailaba alegremente sobre su eje de arriba hacia abajo a un ritmo constante y lento. Quería volverlo loco.

-Tae...

Si era el más fuerte de ambos ¿Porqué se sentía tan débil? Estaba por desfallecer justo ahí. Porque los besos y mordidas iban subiendo y su pecho era un lugar muy sensible. Quería maldecir y bendecir al mismo tiempo, deseaba terminar de una vez por todas para liberar todo lo que de acumulaba en su interior.

Su cuello fue vilmente atacado y sus piernas reaccionaron cuando el movimiento ajeno se hizo más rápido.

Solo pudo echar atrás su cabeza y arquearse abriendo nuevamente la boca en un quejido mudo.

Pero su pareja tuvo piedad de su situación, así que unió sus labios para permitirse tragar cada quejido y gemido que salga de esos dos trozos de cielo que tenía Jeon por labios.

-Hoy es rojo.

Habla Kim, dejando en paz la erección ajena, cosa que causó alivio y molestia en su novio, pero rápidamente se fue al olvido porque fue dejado boca abajo y su parte inferior fue levantada hasta una altura prudente.

Tomó la almohada más cercana que había sabiendo lo que vendría y esperando con ansias.

Tanto que separó sus piernas sintiendo un liquido impropio recorrer lugares tan íntimos, y cuando el primer beso llegó, solo pudo gritar contra la tela amando el rojo.

Ese que recorría su piel y lo tenía postrado en una cama haciéndolo temblar del éxtasis.

Amaba aquel tono llamativo que iba perfecto con sus labios porque en ese instante lo preparaba para algo aún más grande, lo besaba con hambre y lo volvía un manojo de nervios que apretaban las sábanas.

Adoraba y maldecia mil veces al rojo debido a lo torpe que lo volvía cuando sus piernas perdían la fuerza después de dar vida a la línea blanca sobre la cama.

Era rojo, rojo pasional como cada noche que podía serlo.

Simpleme y magníficamente rojo, como lo seguiría siendo todo el transcurso de esas horas hasta que sus cuerpos no puedan más.

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