Aeri y Yizhuo se adentraron a la tienda de helados, donde la menor arrastró a la más alta hacia una de las mesas, haciendo que esta sólo sonriera. Luego de que ambas hicieran sus pedidos la china estaba realmente emocionada, había pensado que ya no vería en colores cuando estuviera con Aeri, pero continuaba viendo con esos lindos colores y eso le emocionaba más de lo normal.

—¿Puedo saber que te tiene así de feliz? —sonrió Uchinaga, haciendo que Yizhuo negara lentamente con su cabeza—. No seas mala conmigo, dime que te tiene tan feliz.

—No es nada Aeri, sólo que hoy todo se siente diferente. —sonrió.

— ¿Diferente? —Ning asintió, haciendo que Aeri se moviera de su asiento para sentarse a un lado de la menor y mirarla de cerca—. ¿Por eso te sonrojas? —acarició una de las mejillas de Yizhuo, haciendo que esta sólo riera un poco nerviosa—. ¿No te da curiosidad saber cómo sé te sonrojaste?

—¿Eh?