Único
Para Hoseok las personas eran colores. Colores alegres, colores tristes, aburridos y esos desconcertantes que no sabía explicar con palabras. Para Hoseok las personas eran colores y era algo que de niño se había alegrado de hacer saber a todos.
No recuerda exactamente cuando empezó a relacionar un color específico a las personas y a la forma en que le hacían sentir; aveces no eran colores que tuvieran mucho que ver con su apariencia y otras veces varías personas le parecían lo mismo, la misma sensación, el mismo tono aburrido, la misma elección asquerosa de suciedad manchando sus cuerpos, el color desbordando como pus por sus pieles, eran todos estos colores en ellos y luego estaban las que no, las que eran uno específico, las que lo hacía feliz, las que variaron a todos los tonos y lo hacían sentir inseguro, pero, aún con todo, también estaba seguro de una cosa: él era azul.
Pero no cualquier azul. Ese azul específico que se ve en el cielo cuando está a punto de amanecer, cuando todo está en silencio y la luz del sol aún no es lo suficientemente intensa, y apenas se refleja entre los grandes edificios, entonces todo se baña de ese tono azul. Azul dulce, azul reflexivo, ese azul pacífico que lo hacía sentir cómodo.
Entonces, él era azul pero también lo era Taehyung.
Taehyung era todo azul para Hoseok. Lo era en su sonrisa, lo traía en su mirada. Era azul cuando corrían y volteaba, entonces la luz se reflejaba a su espalda como un halo azulado que enternecía el corazón de Hoseok, que le hacía sentir esos latidos específicos en su pecho y perder todo el aire de sus pulmones.
Cuando se escapaban al bosque detrás de su cuadra y metían los pies en el agua, se reían de todo, y bromeaban de todo.
En esos días solían creer que eran malditamente felices... Qué él azul era una maldita cosa y que todo sería increíble siempre que persiguiera a su azul... Siempre que siguiera a Taehyung, porque todo tipo de azules eran Taehyung, azul metálico, azul celeste, azul bebé y azul. Pero aveces, cuando parecía volverse demasiado para Hoseok entonces también estaba el amarillo.
Porque si Taehyung era azul, Hoseok estaba seguro, Jimin debía ser amarillo.
Park Jimin con su sonrisita secreta y sus manos pequeñas, era amarillo. Jimin con su cabello enmarañado y cara sonrojada, él era amarillo. Jimin cuando hacía pucheros y empezaba a hacer rabietas, cuando le pedía en susurros al oído de puntillas que: "por favor, yo también puedo jugar, lo prometo. Anda Hobi déjame a mí también jugar". Él era amarillo y el extremesimiento que causaba en todo el cuerpo de Hoseok, cuando se volvía para mirar a sus ojos brillantes y su sonrisa como sol. Hoseok estaba seguro, aún con su ropa de marca y su piel sin ninguna imperfecciones, Jimin era amarillo, él era amarillo sol. Era ese amarillo abrazador, ese que no podías mirar por mucho tiempo y aún así, Hoseok deseaba mirar siempre.
Entonces él cedería y Jimin saltaría en un abrazo y luego correría con sus piernas inestables. Y luego, más tarde, Hoseok sería regañado por qué Jimin (tan torpe como era) regresaría con algún rasguño demasiado grande y su cara se llenaría de rojo en llanto, entonces su madre, (a quien Hoseok siempre había visto aburrida con ese pálido coral sobre ella) lo tomaría en brazos y le daría a Hoseok esa mirada extraña que lo haría sentir inseguro, con la que siempre solía agachar la cabeza y apretar con fuerza sus manos. Pero justo antes de que la puerta se cerrará, levantaría el rostro y vería a Jimin sonriendo con la cara llena de mocos y despedirse tan feliz como podría estar un niño torpe de seis años.
Y Hoseok ya no se sentiría tan tonto. Él sentiría que valía la pena. Porque Jimin era amarillo, él era felicidad, él tenía ese tono que hacía sentir alegre a Hoseok si importar lo que fuera. Él era amarillo y Hoseok descubrió muy joven que le gustaba mucho ese color.
Cuando era más joven Hoseok recuerda que fue la primera vez que vio el color de una persona cambiar.
Recuerda haberle dicho a su madre que su color parecía cambiar de a poco, que su violeta intenso parecía volverse cada día más un azul. Azul frío, un azul raro, un azul que a sus cortos años aún no sabía con qué relacionar, pero que extrañamente también le recordaba mucho al suyo. Su madre le había sonreído, como siempre hacía ella sólo para él, pero no le había respondido realmente. Ella nunca respondía cuando él mencionaba cualquier cosa sobre colores.
—Mamá, ¿porque la madre de Jimin me odia? — Él había preguntado una vez.
Acababa de regresar de ver a Taehyung y mientras habían estado juntos había visto a Jimin contra la ventana saludando con esa siempre presente sonrisa. Él había saludado de vuelta, sin poder resistirlo, pero rápidamente había bajado su mano cuando detrás del pequeño Jimin había aparecido su madre.
La madre de Jimin era una que Hoseok no sabía cómo debía tratar y con su vocabulario casi inexistente, tampoco es que podía hacer mucho al respecto para explicarlo.
Taehyung para entonces había tomado su mano y casi había olvidado por completo el encuentro, en ese momento había estado más concentrado en la sonrisa de Taehyung, de esas que le golpeaban de lleno, una sonrisa tan bonita como la de Jimin, pero que no le hacía sentir lo mismo.
Para cuando regresó a casa, el recuerdo también lo había hecho y sus inseguridades de niño con él.
Su madre había guardado silencio y le había mirado con una sonrisa. Como esa que siempre ponía, pero que cada día parecía volverse menos una de ella y más una imitación.
—No creo que sea odio lo que ves en ella, mi amor.
—Pero siempre que juego con Jimin parece enojarse conmigo...— él había objetado. — Además trae ese extraño color rosa que no sé qué significa...— Hoseok había fruncido los labios como si intentara encontrar el nombre exacto del tono en la madre de Jimin antes de que se rindiera y regresara a lo que quería explicar. En todo ese tiempo, su madre había permanecido en silencio dándole la espalda.
El pequeño niño ni siquiera lo notaba del todo, demasiado concentrado en su diatriba como para ver la fuerza con la que su madre parecía sostenerse y el cómo le temblaban las manos.
—Además no soy yo quien lo invita, es Jimin, él es pequeño pero dice que puede jugar, entonces lo dejo jugar con nosotros —, volvió a hablar mientras tomaba el crayón del tono rojo y suspiraba con una pequeña mueca. Miró fijamente la hoja donde se suponía que estaba dibujando para su madre antes de decidirse por otro tono —. Pero siempre que se lastima, ella se enoja conmigo. Lo que es muy tonto, yo no lo hice caer. Él se cayó solito. Siempre se cae solo. De hecho siempre se cae. ¿Crees que es porque aún no sabe caminar? Le preguntaré a Tae, él sabe de éstas cosas. Él siempre sabe sobre muchas cosas...
Su madre había dejado escapar un pequeño suspiro y una risa entrecortada ante la cantidad de conversaciones a la vez que podía darle su pequeño pintor. Soltó las cosas con las que estaba preparando la cena y se acercó a su asiento en la mesa donde se suponía que Hosoek debía estar haciendo sus tareas.
—Es porque Jimin es un pequeño muy especial, ¿Lo sabías? — Ella había susurrado mientras se giraba para verle y se había dejado caer en una silla frente a su asiento. —Jimin se lastima fácilmente, mi vida. —La madre de Hoseok era enfermera, así que Hoseok supuso que ella debía saber esas cosas. —Por eso, solo debes ser más cuidadoso al jugar con él ¿de acuerdo?
Ella había tomado sus manos con una de la suyas y con la otra había recogido su cabello hacía atrás para mirarlo directamente a los ojos. Para entonces, el morado que solía ser de ella ya no existía y todo lo que Hosoek podía ver era azul.
Más tarde se daría cuenta que nunca le explicó porque a la madre de Jimin no le agradaba y porque siempre evitaba las cosas cuando su hijo mencionaba ver color. Pero para entonces, Hoseok le había sonreído a su madre, feliz de sentir sus manos sobre él y ella, sin poder evitar también había reído.
Él había sido feliz, completo y cuando su padre regresó para cenar ese día, Hoseok supo que todo estaría bien.
Su madre había muerto dos años después de eso.
Cáncer habían dicho, ella lo sabía habían dicho.
Eran muy pobres para su tratamiento, también habían dicho.
Y entonces, su manada de tres se volvió una de dos y luego, más tarde el color de su padre también empezó a ser azul.
Gran parte de su infancia, que Hoseok puede recordar, estaba llena de Taehyung.
Taehyung era, sin duda alguna, el mejor amigo de Hoseok. Se habían conocido el primer día de Hoseok en la escuela. Taehyung era un niño ruidoso pero de apariencia linda y bonita. Hoseok se había sorprendido cuando le hablo y cuando sus labios parecieron formar un cuadrado exacto al sonreírle, como los que justo le había enseñado su maestra a hacer.
Y sobre todo, Hoseok se había sorprendido de que Taehyung también era azul. Pero no solo azul como el resto de personas eran un color específico. No, Taehyung parecía ser todos los tonos de azul que existían. Taehyung parecía ser como Hoseok, entonces Hoseok lo había decidido, Taehyung sería su mejor amigo.
Más tarde, cuando descubrió donde vivía Taehyung mientras iban de la mano de su madre para jugar en su casa, entonces también conoció a Jimin.
Jimin era mucho más pequeño que ellos y eso era mucho decir, porque Hoseok no era para nada más grande que el promedio. Jimin también era muy bonito. Tan bonito que Hoseok al principio creyó que era una niña. Y debía serlo según la gran sabiduría que le otorgaban sus grandes seis -casi siete- años a Hoseok.
Jimin también era dos años más pequeño que ellos, así que no era muy común que los acompañara a jugar. Pero eso no importaba porque para Hoseok en ese momento solo importaba lo bonito que era Jimin.
Bonito, con sus ropas de camisa blanca y sus enteritos amarillos de pantalón corto. Con sus medias hasta la rodilla y sus zapatos de cuero suave. Él era muy bonito con sus manitas gordas y con su cabello rizado hasta los pómulos de ese tono raro que parecía amarillo oscuro. Hosoek podía recordar muy claramente ese momento cuando Jimin lo había visto, él niño menor se había escondido detrás de la espalda de Taehyung pero en ningún momento había dejado de mirarlo a los ojos.
Y Hosoek ese día lo había sabido. Taehyung era bonito de una forma especial, una que te hacía sentir cómodo y querer dar vueltas a su alrededor, querer acompañarlo. Pero Jimin, Jimin parecía ponerte de rodillas.
Hoseok no podía llamarse a sí mismo como algún tipo de creyente, ni mucho menos, pero la iglesia había sido una cosa en su familia. Especialmente para la de su padre y ahora que solo eran ellos dos, resulta que también era una cosa de Hoseok.
Pero no importaba el tiempo que pasara y las veces que regresara, la iglesia era algo que Hoseok no podría explicar, no correctamente, no con palabras. ¿Sentía admiración? ¿Interés morboso?, fuera cual fuese, Hosoek también estaba seguro de otra cosa, en la iglesia todo parecía estar cargado de rojo. Como si las plegarias de los clérigos se derramaran como sangre por las paredes. Sus oraciones para el pequeño niño parecían cánticos de guerra que se cantaban en batalla, algún tipo de batalla que él suponía, por sus ojos inexpertos, invisible.
¿Era contra él dolor?
Dolor como la pérdida arraigada en sus huesos, dolor que a sus pequeños ocho años empezaba a conocer muy bien o quizá eran un montón de hipócritas reunidos y saturando todo con su mierda. No estaba seguro de que era, pero sabía que la iglesia por sí misma y sus personas le parecía Roja. Roja como su padre.
El padre de Hoseok, un hombre serio pero que amó a su esposa, era rojo, un hombre que siempre pareció tan firme y como el pilar de apoyo para Hoseok, él era rojo. El padre de Hoseok con sus miradas cálidas y sus manos muy grandes, con su cabello en su frente y su ropa de camisas viejas y botas. Para Hosoek era invencible y por eso era rojo, pero no rojo asqueroso, de ese espeso y casi oscuro que parecía caer por las paredes e inundar a los creyentes, para luego quedar impregnado en todos ellos por días. No, el padre de Hoseok era un rojo más brillante.
Y luego no lo fue.
Quizá lo había leído en alguna parte antes, el cómo veía a su padre. Porque para Hoseok él era como un satélite o una simple cosa de metal que orbitaba entre un cielo de amalgama cristalina. Mientras todos esos infectados enviaban señales desde sus planetas cargados de vidas leprosas, pobres y rechazadas. El padre de Hoseok siempre parecía que estaría allí, con su silencios misteriosos y sus sonrisas ausentes, él hombre estaría allí, orbitando en tiempo muerto, siempre quieto y dispuesto mientras traspasaba a los astros de personas quejumbrosas y que solo tomaban más y más, para luego, cuando los necesitabas, desaparecer.
"Papá estaría allí, todo el tiempo.
Para todos.
Pero cuando se quedó solo con un niño de ocho años a su cargo, y un trabajo que solo le permitía estar presente dos veces a la semana, nadie más estuvo para él.
Y entonces él también dejo de estar ahí. Hoseok no fue suficiente para su padre tampoco."
Y fue como si de repente Hoseok también se hubiera dado cuenta. Qué realmente su manada de tres siempre fue de tres, y ahora, solo sería de dos.
Y luego, mucho más tarde una.
En ese entonces Hoseok recuerda haber llorado. Él lloraría de enojo, lloraba de impotencia, lloraría porque extrañaría a su madre y lloraría por la forma en que la gente los veía, por como no los veía.
Hoseok recuerda que lloró bastante en ese momento. Hasta quedarse dormido, para luego, con pasos inestables, despertar y salir corriendo a clase para mostrar que todo estaba bien ante su padre. Qué ambos Jung podían. Qué no debía sentirse mal de ninguna forma. Qué Hoseok sería suficiente para ambos, sería suficiente para su padre como no lo fue para su madre, que él sería suficiente para hacerlo feliz. Pero aún con todos sus esfuerzos no evitó que se siguiera extendiendo el azul en él. En el padre de Hoseok.
Y entonces, su casa llena de color paso a ser de ese tono de azul, ese tono frío, ese qie ahora sabía era para las personas que dejarían a Hoseok, el azul empezaría a mancharlo todo y a espezarse y espezarse hasta que los ahogaba dentro. Como el rojo que cubría la iglesia.
Y cuando Hosoek se encontró con Taehyung después de mucho tiempo, su color ya no parecía cambiar a varios tonos tampoco.
Hoseok recuerda con cariño todos esos momentos. Los momentos con Taehyung.
Recuerda sus cumpleaños, recuerda sus dedos juntos, recuerda las pulseras y aprender a andar en bicicleta. Recuerda los días de sol y recuerda estar bajo mantas cuando llovía a cántaros, mientras fingían hacer un fuerte o simplemente se escondían.
Recuerda tener doce años y subirse hasta la cornisa para ver el amanecer, recuerda que le dijo a Taehyung: "así es como te veo todo el tiempo", mientras señalaba el cielo y recuerda como Taehyung le había sonreído con sus mejillas rojas mientras le apartaba la mirada.
Recuerda tener trece años y que Taehyung lo besó, y recuerda haberle devuelto el beso.
Recuerda que acordaron no volver a hablar de eso.
Recuerda tener también quince años y haber peleado horriblemente porque Hoseok no estaba seguro de sus sentimientos, porque lo amaba, (¡claro que lo amaba!) pero no lo amaba de la misma forma en que lo hacía. Porque, aunque tenía muchos recuerdos con Taehyung, Hoseok también podía recordar a Jimin. Jimin que solo tenía trece años, Jimin que siempre parecía querer correr a su encuentro y recibir abrazos. Jimin, que hacía correr un maratón al corazón de Hoseok cada vez que sonreía. Jimin, que había prometido a los diez que se casaría con Hoseok y le había provocado al pobre chico el sonrojo más grande de su vida.
Jimin que se suponía era menor, pero que seguía entrando a la fuerza en el corazón de Hoseok.
Hoseok recuerda muchas cosas de ese tiempo, y también recuerda otras que no, (¡carajo no!, en definitiva no quiere recordar)
Hoseok puede recordar las rosas, los planes, las maletas, él puede recordar el llanto y las promesas. Puede recordar el prado y puede recordar la lluvia, y por supuesto recuerda como todo parecía brillar como si tratara de amarillo. Puede recordar que era feliz.
También puede recordar cuando su padre lo abandonó, el funeral, como Taehyung había tomado su mano y como Jimin también lo hizo.
Hoseok puede recordar a la gente, puede recordar estar solo y también, como más tarde, esa noche Jimin había trepado a su habitación y le había abrazado.
El puede recordar claramente como Jimin, parecía amarillo en ese momento, aún con todo ese azul asqueroso.
Hoseok recuerda que lo besó en ese momento.
Durante gran parte de la vida de Hoseok estuvieron sus pinturas, de hecho, empezó la carrera de arte por esa misma razón.
Su terapeuta, una que la abuela de Hoseok había insistido en buscar después de... Bueno, todo. Había recomendado, encarecidamente, que mostrará de qué forma veía Hoseok esos colores en la gente.
Él lo había hecho por supuesto, él pintó muchas cosas. También pinto mucho a Taehyung, pero cuando las cosas empeoraron y cuando todo lo que podía ver era ese tono asqueroso de azul... Ese que parecía estar manchando también a su Taehyung.
Entonces, Hoseok empezó a pintar a Jimin.
Y fue una cosa extraña, como todo pareció funcionar con Jimin. Como el color parece ser brillante con Jimin.
Como para Hoseok simplemente era todo y luego Taehyung también lo supo.
—Él te gusta. — Taehyung le había dicho una noche de la nada. No era una pregunta, no era duda o le daba una vía para objetar. Era simple y claro.
Porque, por supuesto que él lo sabría. Dios, Hoseok podía jurar con los ojos cerrados que Taehyung probablemente lo habría sabido mucho antes que el mismo Hoseok.
Hoseok había permanecido en silencio en ese momento. No necesitaba responder, no cuando sus mejillas estaban lo suficientemente calientes como para que fuera claro para el otro chico aun con la oscuridad.
Estaban allí de vacaciones. Acababan de terminar su tercer semestre y Hoseok había estado actuando extraño todo ese tiempo. No fue muy difícil para Taehyung unir cabos, después de todo los ojos de Hoseok tampoco parecían alejarse de su nueva maldita perdición.
—Yo...
—No. ¿Sabes que?... En realidad, eso tiene sentido — él chico mayor había reído y había mirado a Hoseok con un cigarrillo entre los dientes. —Siempre te volviste toda esta cosa cuando se trataba de Jimin.
—¿Esta cosa?
—Oh vamos, ni siquiera podrías decirle que no. Siempre estabas nervioso, como si tuvieras que andar con cuidado a su alrededor—. Taehyung había soltado el humo con un pequeño gruñido y luego había despeinado su cabeza.
Hoseok no sabía que responder a nada de eso. Se sentía avergonzado. ¡Mierda! él se sentía terriblemente avergonzado, como si hubiera hecho algo malo. Algo muy malo.
Él había hecho algo malo, ¿verdad?
Taehyung... estaría molesto con Hosoek, ¿verdad?
Pero contra todo pronóstico Taehyung había vuelto a reír. Y el cerebro de Hoseok se había quedado en blanco.
—Sabes, creo que él también lo sabe. Que te gusta, eso. — Taehyung echó la cabeza hacia atrás mientras dejaba salir otra carcajada. —Él sabe ser bastante malo cuando quiere serlo. Pero bueno, supongo que también le gustas.
—Tu... ¿No estás molesto?
—¿Mmm...?
—Lo digo porque?, Yo... No lo sé. — Hoseok moroso su labio inferior y no se atrevió a mirar otra cosa que no fueran sus manos... De repente muy ansioso por saberlo. — Que le guste. Si nosotros... Quizás... salimos. ¿Eso estaría bien?
—¿Por qué no?
—Bueno, tú sabes...
—No podría elegir a nadie mejor que a mi alma gemela para él. Y a tí... nadie te merece Hobie. Ni siquiera yo. No soy tan egoísta para creer eso—. Taehyung soltó un suspiro cansado, parecía derrotado—. Durante mucho tiempo estuvimos dando vueltas sobre esta maldita cosa...
Y Hoseok sabía muy bien de qué mierda hablaba. Está cosa rara que habían tenido y no tenían, esa que los había confundido a ambos.
Hoseok había salido del clóset con Taehyung y había tenido sunprimera vez con él. Pero Hosoek también se había dado cuenta de que no sentía de la misma forma. Hoseok le había roto el corazón y ahora, Hosoek sentía que lo hacía de nuevo.
—Pero...— Taehyung había vuelto a hablar y Hosoek no pudo evitar esta vez mirarlo. Taehyung por supuesto no lo miraba a él, estaba absorto mirando fijamente a Jimin dar vueltas en círculo con todos sus primos.
Jimin, como si lo hubieran llamado, los miró y les sonrió mientras agitaba su mano, y Hoseok, como un tonto obediente había levantado su mano en respuesta en automático algo que causó una risa en Jimin y también en Taehyung a su lado. — Si alguien se acerca, tan solo un poco a merecerte.... Por supuesto que sería él.
Hoseok lo miró con el aire en la garganta, de repente sintiendo que esto era terriblemente importante. Que debía recordarlo realmente.
Así que cuando Taehyung volvió a soltar el humo y lo miró, por supuesto que él tuvo que saber que lo que diría luego sería algún tipo de burla. Porque Taehyung no podía estar serio mucho tiempo.
—Pero... ?Mi hermanito Hobie?, ¿En serio? No me digas que debo darte la charla ahora. —le dijo con una voz que prometía problemas. Y bueno...
Maldita sea.
—Te quiero.
—¡Oh bueno! Eso... ¿A qué vino eso? —Jimin se detuvo. Estaban en la habitación de Hoseok. Jimin había decidido que ayudaría a Hoseok a empacar sus cosas, lo que se tradujo en que Jimin empacaría todo por él, ( como el pequeño maníaco del control que podía ser a veces).
—Bueno, es la verdad.
—Si, es algo que se. —Jimin se detuvo para mirar a Hoseok a los ojos con una sonrisa antes de empezar a enumerar. —Lo dijiste hace una semana, lo dijiste hace dos días, lo dijiste anoche mientras metías tus dedos en mí cu-...
—Si bueno, solo me gusta decirlo, ¿Bien?
Jimin se rió de Hoseok y su sonrojo. El niño mayor era tan fácil de poner nervioso y al pequeño querubín (que seamos honestos, solo Hoseok lo veía así) le gustaba aprovecharse cada vez que podía de eso.
—Pero en serio, ¿a qué viene eso?
Hoseok suspiró. Volverían al campus temprano. Él y Taehyung. Jimin los seguiría pronto, dentro de solo unos meses más y eso estaba volviendo solo un poco menos loco a Hoseok.
Jimin y Hosoek habían empezado esta cosa. Esté algo. Luego de que Hosoek hablara con Taehyung y el chico le "obligará" a confesarse (no hizo falta, Jimin ya lo sabía, pero bueno, hermanos mayores) empezaron a salir, eso no alegró mucho a la madre de Jimin pero para ese momento a Hoseok no le importaba demasiado lo que pensará la madre de Jimin.
—No te veré en navidad
Jimin se había quedado quieto y en silencio.
—¿Tu abuela?— había dicho con voz suave y casi reverente. Hoseok asintió y Jimin le dio una mirada alentadora.
La abuela de Hoseok era un tema importante para él. Cuando su madre murió la señora había sido la ayuda de su padre hasta que ella había enfermado entonces su padre se había hecho cargo, pero su padre no era un hombre de estar mucho tiempo en un lugar, las cosas simplemente fueron demasiado para su padre( el tipo se había disparado Hoseok, vamos se supone que ya no te costaba decir la palabra) más fácil, entonces la abuela volvió a Hosoek cuando otra vez se quedó solo.
Y ahora, enferma, no podía viajar, Hoseok era quien debía ir a ella. Lo que se traducía a que no vería a su novio (¿Eran novios ahora?) por un rato.
—No te preocupes, lo resolveremos, siempre lo hacemos, y ¿quién sabe? puede que convenza a Taehyung y ambos estemos de camino a visitar a tu abuela también.
Hoseok sonrió, porque claro que sería así de simple.
Siempre lo era con ellos tres, su nueva manada.
La que nunca se iría.
Es interesante cómo las cosas pasaron. Cuando Hosoek piensa más a fondo sobre ello.
Recuerda rogar.
Pedir disculpas.
Culparse y no poder mirar la cara de nadie.
Él recuerda llorar y recuerda sus ojos, y también recuerda que no los vio más.
Recuerda intentar, recuerda acercarse.
Hoseok recuerda la puerta y la ventana con las cortinas corridas. Recuerda las miradas, todas ellas inestables y ninguna amable.
Recuerda mirarlo a los ojos, recuerda no ver brillo. Recuerda que no había azul y también recuerda que sin azul el amarillo tampoco parecía ser intenso.
Hoseok recuerda regresar solo y extender la mano, y recuerda un rostro lleno de lágrimas y una espalda alejarse.
Es interesante cómo las cosas pasan. Como las personas pasan, como los colores cambian.
Como lo hacen cuando siente Hoseok.
Como el azul parece ser bueno solo con Hoseok. Parece vivo solo con él.
Pero entonces, ahora parece estar manchando a todos, como los clérigos sucios de rojo. Todos lo estaban para Hosoek.
Eran azul.
No sabía si odiaba eso.
En un verano cálido, con un cielo despejado donde el azul era todo y brillaba. ¡Dios, brillaba!
Kim Taehyung murió.
Murió mientras conducía de regreso al campus. Un camino que ambos habían recorrido tantas veces. El mismo que se suponía que Jimin conduciría con ellos ese mismo verano, pero que por razones extrañas había elegido ir más tarde.
En un verano de cielo azul celeste y brisa cálida, Kim Taehyung murió.
Y Hosoek despertó solo en una habitación de hospital sin nadie alegre por su vida. Nadie a quien le importará realmente.
Y se sintió con ocho años otra vez. Como si todo esto no fuera real, como si su madre despertaría, como si en cualquier momento esa puerta de hospital se habríria, entonces él vería sus sonrisas, el vería su risa, él sabría que estaría todo bien.
Pero no lo hizo, nadie llegó, y el espero. Esperó por alguien que tomara su mano. Hoseok esperó mucho tiempo.
Él esperó pero nadie entró por su ventana esa noche.
Es interesante cómo las cosas se rompen tan fácilmente... Como las personas se rompen tan fácilmente.
Porque para Hoseok que siempre parecía perderlo todo, por un momento creyó tener esperanzas, el creyó en su azul. Pero también lo odío... Porque Taehyung era azul, él era el pegamento... Pero Taehyung se fue. Y con él todo lo bueno.
Extrañamente, o quizá no, él azul no lo hizo.
—Lo traes todo.
—Así es.
—Tus lápices, tus cuadernos de dibujo. Traes tus medias, sabes que no puedes moverte mucho sin...
—Lo traigo todo.
—Solo digo que recuerdes tus...
—Abuela, lo prometo.
—Es que no entiendo porqué tienes que volver, sol.—La señora mayor pareció encogerse sobre su pequeño cuerpo arrugado, sentado sobre la cama de su nieto.
Él joven en el suelo de rodillas con la maleta en frente le dio su sonrisa brillante y ella sintió como su corazón se enterneció un poco más. No quería dejarlo ir, no aún. Era muy pronto.
Si por ella fuera, no se iría nunca. Y mucho menos allí.
—Querido, de verdad. Estoy segura de que puedes encontrar mejores ofertas por aquí. Si me dejas hablar con el señor Choi...
—Abuela. — Hoseok la interrumpió.
Sus ojos se separaron del bolso desagradable que intentaba armar. Sentía como si algo pegajoso se adhiriera a sus manos mientras añadía más y más capas de sus instrumentos de trabajo, pero su rostro se mantuvo con una sonrisa, una de esas grandes, que tanto le recordaban a su madre...
Una de las que era solo una simple imitación.
—Por mucho que quiero quedarme para siempre contigo. Ya es hora de regresar, además.— Le miró con ojos pequeños debido a sus mejillas estiradas. Sus mejillas llenas de arrugas y que le dolían pero que se negaba a cerrar —. Sabes que no puedo solo rechazar lo que hicieron mis profesores y también, quiero darle vida a la casa. Estoy seguro que debe ser un desastre.
—Y yo estoy segura de que no debes volver así.
—Mama...
—Está bien, está bien. Pero sabes que puedes venir aquí cuando quieras.
—Yo sé eso.
Con un último suspiró la señora Jung se puso de pie y se acercó para acariciar el cabello de su muy grande nieto. Sabía que estaba siendo un poco, demasiado, sobre protectora, pero luego de todo lo que había pasado, ella solo temía dejarlo volver. Quería tenerlo allí para ella por, no sabe bien, ¿siempre?
Con una caricia más se acercó a la puerta y dejó que el chico brillante continuará empacando sus pertenencias.
Su pequeño niño, el que ella había amado durante más de díez años. Su niño de ropa de colores y sonrisa como el sol. Dios ella lo extrañaba, a él y a su ruido.
Y a ... Eso.
—Sol...
—Sí abuela.
—Tu aún... Aún sigues... Ya sabes. ¿Aún ves eso? — Las manos del chico de espaldas se apretó con fuerza sobre los bordes de la maleta. Un intento desesperado de mantener su espalda firme y no mostrar la angustia que le entregaban sus palabras.
—¿Viéndo eso?—Hoseok no pudo evitar que su tono perdiera algo de brillo, pero su abuela, tan concentrada como estaba en sus palabra no pareció notarlo.
—El azul. —Ella se volvió para ver su espalda.
Por un segundo o dos la habitación pareció sentirse cargada. La espalda rígida de su nieto era toda la respuesta que ella recibió y casi temió, casi se lanzó y empezó a desempacar todo.
No estaba listo, gritaba en alguna parte de su mente.
Muy pronto, se agitaba su corazón en su pecho.
—Ahh— el chico respondió con un bufido y se giró para verla con su sonrisa gigante. Y algo del peso en su pecho desapareció. —Eso... Abuela, sabes que solo era una cosa de niño. — Rió mientras negaba y se ponía de pie para acercarse a ella.
La señora tuvo que mirar hacia arriba para alcanzar a ver los ojos de su desgarbado nieto. Hoseok se inclinó y besó su frente con cariño mientras llenaba las palabras con un tono alegre que despistara todo lo demás.
—Era algo tonto. Ya sabes que...
—No era tonto. Era hermoso. Tus dibujos y...— ella interrumpió sintiendo agitación de nuevo mientras el chico volvía a evitar sus ojos y se disponía a tomar todo lo que había en su estantería. La sonrisa de Hoseok nunca desapareció. —Tu terapeuta dijo...
—No.— Hoseok cortó sus palabras con una orden y ella se encogió y sintió como su mandíbula se cerraba con un chasquido.
—Está bien.
Ella se alejó por el pasillo y luego de demasiado tiempo la sonrisa de Hoseok desapareció. Sus ojos vagaron hasta la maleta cerrada hace tiempo en una esquina de su cuarto a la espera. La primera que hizo, mucho antes de que su abuela empezara a entrometerse y querer convencerlo de quedarse.
Las pinturas atrapadas en el centro, escondidas de toda luz, parecieron desbordarse y teñir de azul todo su guardarropa anteriormente limpio.
Hoseok estaba seguro, tendría que lavarlo todo de nuevo cuando regresara a esa casa.
A veces, cuando cierro con fuerza mis ojos, el mundo parece desdibujarse y casi se ve perfecto, de todos esos tonos de colores. Entonces vuelvo a abrir mis ojos y miento, digo que estoy bien, miento. Rió y hablo palabras pero miento, miento y otra vez miento, porqué no hay color, no hay nada, todo sigue siendo del mismo tono lapislázuli.
El lugar seguía igual aún después de todo ese tiempo. Para Hoseok era como si se hubiera quedado en éxtasis. La madera, el color, las posiciones. Todo estaba igual como en un cuadro. Si mirabas con los ojos entrecerrados e ignorabas todo el descuido, suciedad y la maleza demasiado alta, hasta podrías decir que no había pasado el tiempo.
La casa de la infancia de Hoseok. Su herencia. El lugar al que intentaría hacer habitable una vez más.
Hoseok había conseguido un puesto en su antigua escuela secundaria, luego de años de estudio y con su maestría en línea casi terminada, había conseguido que sus profesores hablarán bien de él y ahora podía regresar a esta casa con una buena excusa.
Hoseok necesitaba esa excusa. Así podría convencer a todos de que era una forma de agradecimiento, de que no quería ofender, de que no tenía esta necesidad desesperante de volver y que simplemente lo hacía por que la oportunidad se presentó, y hoseok sería un idiota para desaprovecharla.
De que no había ninguna otra razón.
Hoseok había regresado.
Aunque, realmente, no sabía a qué o quién.
La primera vez que Hosoek vio a Jimin después de todo ese tiempo sufrió un traspié. Sus pies se confundieron y sus manos hicieron esa mímica cómica que llenó de rojo sus mejillas.
Hoseok había respirado profundamente y había atrapado su labio entre sus dientes con un ceño fruncido. Jimin también lo había visto.
Desde el otro lado del supermercado, con su camiseta de mangas largas que dejaban ver sus clavículas cubiertas de piel lechosa, y su cabello enmarcando su rostro ahora adulto. Un rostro que Hosoek no creía podría verse como el de un adulto pero que allí mismo parecía gritarle que podía, con su pico por barbilla y sus pómulos afilados.
Jimin lo estaba mirando, y aún después de todo ese tiempo, Hoseok podría decir con certeza de que seguía siendo tan bonito como una niña.
No, Jimin lo era más.
El chico tenía una mueca extraña en su cara y había separado sus labios por un momento pero pareció simplemente quedarse allí.
Estaban en medio del pasillo del supermercado, era tarde y Hoseok creyó que sería una buena forma de evitar las miradas hasta que estuviera listo.
Eso se había extendido por dos semanas, en las que solo se había dedicado a atender su casa y evitar a cualquiera.
Ahora Hosoek tenía a la persona que más quería evitar en frente.
Jimin seguía viéndose como siempre, frágil, dulce y simplemente bonito. A Hoseok le estaba costando más de lo que quería admitir el mantener su respiración continua.
—¿Hoseok? — Jimin había extendido su mano para... Hacer algo, cualquier cosa, pero Hoseok no parecía escuchar nada realmente. No creía ver nada más que Jimin
A Jimin.
A su voz.
¡Dios su voz!
Su voz era todo lo que Hoseok podía procesar por ese momento. Su voz era otra cosa que también había cambiado, era suave pero grabé... No grabé como la de... Pero si algo grave. Pero sobre todo dulce, aunque también parecía cargada de incredulidad, mientras su nombre salía en un suspiro.
Jimin había dado un paso adelante en su momento de silenció contemplativo y entonces Hoseok se había puesto en marcha.
Hoseok retrocedió, como si su cuerpo de repente recibiera una descarga. Dio un paso atrás y otro, y antes de que se diera cuenta estaba saliendo del local aún con la carreta de compra en su muñeca y se estaba alejando de todo y todos.
Estaba huyendo de nuevo.
De sus ojos, de su llamado, de sus recuerdos. De su mirada brillante y de su rostro tan parecido al de él.
Y sobre todo de Jimin.
Huyendo de Jimin porque, Jimin con su facilidad hermosa y su rostro angelical, Jimin con su cuerpo esbelto y delgado. Jimin con su cabello ondulado y sus labios rojos. Y su voz.
¡Dios, su voz!
Jimin seguia siendo amarillo.
Después de toda la mierda y lo que siguió. Después de sus gritos, de que todo se rompiera y de que su vista solo viera ese maldito tono azul.
El seguía igual, el no se veía roto, en no se veía jodido y destrozado y muerto, y lleno de gusanos... No tenía agujeros y no sentía piezas faltantes, no parecía tener pegamento viejo en sus piezas tambaleantes.
Jimin seguia siendo amarillo.
Y Hosoek lo odío por eso.
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