cuatro
"Sunwoo... Espero que nunca te enamores de alguien." Otra vez se escuchaba la voz de su mamá acariciando los largos cabellos de su hija.
"¿P-Por qué? Mamá... Tú estás enamorada de papá, ¿verdad? Así que no le veo nada de malo."
"Cariño... Tú papá es el amor de mi vida, no importa que puede pasar, no nos vamos a separar."
"Pero es diferente con ustedes los jóvenes, las últimas generaciones han salido peores." Empezó a explicar la joven señora que peinaba los cabellos de la pequeña niña. "Un adolescente se puede enamorar perdidamente de otro, pierde tantas oportunidades a tan temprana edad... Es desconcertante."
"¿Es por eso que la mayoría de personas se preocupan al no ser correspondidos?" Otra vez la curiosa niña de unos 8 años preguntó.
"Oh, cariño... Como quisiera decirte que es por eso, pero no lo es... Es algo más profundo que eso, pero todavía eres muy joven para que te enteres de cosas de adultos."
"Pero hazme una promesa, Sun... No te enamores de ningún chico hasta que al menos salgas de la escuela." Le susurro tan dulce, como si le estuviera contando las ovejas, empezando a hacerle una trenza.
"Te lo prometo, mamá... No chicos, los chicos son unos perdedores."
Hablo la pequeña con tanto entusiasmo como si hablaran de que iban a comer helado después de buscarla de la escuela. A Sunwoo todavía le faltaba aprender tanto, apenas tenía ocho y no iba a entender a esa edad porque no podía enamorarse.
(...)
Diez años pasaron, desde que tuve esa conversación con mi mamá, ya no tenía ocho más, estaba cerca de ser una adulta teniendo dieciocho. Ahora lo entendía a la perfección, mi mamá siempre se preocupaba por mi, desde el momento que nací... Siempre había dicho que esperara la edad adecuada para que sintiera el amor verdadero, no me había dicho el porqué... Hasta que crecí y me pudieron catalogar como una adolescente. Enamorarse perdidamente de una persona que no era tu alma gemela significaba; Perder por siempre la habilidad de ver el color, o bueno perderla hasta que encontraras tu alma gemela. Pero existían algunos casos, que nunca volvías a recuperar la habilidad de ver color.
— Llegas tarde otra vez, ¿Qué pasa últimamente con Jea Sunwoo? —murmuró mi compañero de pupitre con sus pies en mi silla.
Eunwoo que me acompañaba hasta mi clase, solo se río del estúpido comportamiento de Jaehyun, así se despidió de mi y salió tan rápido como pudo para seguramente no tener que escuchar mis regaños hacia el de cabellos azabaches.
— Quita tus asquerosos pies de mi pupitre. —murmure dejando mi jugo de manzana en la mesa, no rechinó, solo los quito rápidamente con una sonrisita. Vaya que le gustaba burlarse de mi.— Además no llegue tarde, cinco minutos antes de que terminara la hora de comida.
— Ay, ay, ay... Sabes que solo bromeo, pero por lo que sigo viendo te tomas realmente todo enserio.
— Y tú te tomas todo muy a la ligera, pero yo no te digo nada, así que calla. —escuche la risa de Jaehyun nuevamente, que calló al ver entrar a Yuta, ya no era su objetivo.
Apenas llevábamos algo así de 2 semanas de clases, ya no aguantaba y no, no es que la escuela apestara... Bueno no tanto, más lo era Jaehyun que molestaba todos los santos dios porque aunque pareciera bastante callado, había tomado una gran confianza conmigo. Me sentía halagada por eso mismo, pero yo no había agarrado confianza con él. Era raro, él era sencillamente raro.
Hyebin había entrado corriendo entre casi saltitos ignorando el hecho de que todos teníamos mal humor por la siguiente clase que venía, pero bueno... No me iba a quejar, no me iba a quejar, no me iba a quejar... Le había prometido a Hyebin que no iba a ser tan quejona al menos por una semana.
— ¿Sabes con quien acabó de terminar de hablar? —preguntó con una sonrisita, siempre ella se expresaba tan bien y era tan tierna. Era como mi hija, la tenía que proteger algunas veces.
— No, Hyebin... No soy una adivina para saber. —respondí en un tono claramente sarcástico que le sacó una risita a Hyebin, siempre iba a ser una niña.
— ¿Con quien hablaste? Yo quiero saber. —dijo el japonés sonriéndonos.
— Yo también quiero saber. —añadió Jaehyun, que solo me hizo rodar los ojos. Su tono algunas veces me irritaba.
Aunque no, no lo odiaba, solo algunas veces se pasaba del límite conmigo, bueno no algunas veces, muchísimas veces... DEMASIADAS.
— ¡Yo también quiero saber! —llego Doyoung con una botella de agua pegada a los labios, haciendo boca de pato. Inevitablemente todos empezamos a reír. Se podría decir que empezábamos hacer un grupito de cinco en esa clase, aunque algunas veces me cayeran mal esos tres.
— Ahora ya no importa, no deben de saber... —Hyebin explico moviendo su cabello.— Es asunto de chicas, no chicos.
— Oh, ¿saben lo que significa eso, verdad? —Jaehyun empezó hablar sonriendo resplandeciente.— Van hablar del chico que le gusta a Hyebin y de cómo seguramente le dijo hola y por eso se van a casar.
— No te enamores, Hyebin... Eres muy chiquita todavía para que estés perdiendo la habilidad de ver el color rosa, rosa, rosa. —terminó por decir Jaehyun.
Me dejo extrañada ante sus palabras, así que Jaehyun era también del tipo de personas que prefería no caer en la tentación del amor. Eso podría explicar porque siempre rechazaba a las chicas, era una tentación grande que no era tan Bueno caer en esta. Terminamos la conversación al ver como nuestra profesora llegaba y empezaba a escribir cosas en la pizarra.
— No te enamores tú tampoco, Sunwoo... Y menos en este año, porque no podría molestarte más, recuerda que todavía nos queda mucho tiempo juntos. —susurro Jaehyun viéndome.
Era raro, no mentía cuando lo decía. Pero también me daba curiosidad.
Él... Él era un caso.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro