Capítulo 3
Al día siguiente, cuando se levanta, recuerda que se despertó antes en un momento de la madrugada, cuando había tanto silencio que hasta escuchaba como al otro lado de la pared Sero escribía algo con rapidez en su computadora. También recuerda un dolor de cabeza horrible que lo obligó a volver a dormir, uno de esos que sufre alguien con resaca. Sin embargo, Katsuki no recuerda para nada haber llegado a su casa ahogado de emociones y comenzado a beber. No, ese malestar no era por algo físico.
Quiso abofetearse cuando pensó que era algo más místico que eso, pero no le daría el gusto al endemoniado destino.
Pero necesita agua, urgentemente.
Para cuando Jirou llega a la cocina tras despertarse, Katsuki ya se ha tomado tres vasos de agua sin parar.
—Hey, Katsuki, buenos... oye.
Bakugou termina de un tirón el cuarto vaso y exhala fuertemente, para luego mirar a Jirou.
—¿Qué?
—Tu cabello —responde Kyouka, señalándolo, con los ojos bien abierto.
Katsuki no puede evitar bufar con exasperación.
—Sí, enana, ya sé que está de la...
—No, me refiero —lo interrumpe—, a que está normal.
Si hubiera seguido tomando agua quizás la habría escupido, aunque no es muy posible que haya reaccionado de forma tan trágica. Sin embargo, su paciencia es demasiado poca así que busca el primer espejo que tenga al alcance, que es el horno microondas, frente al cual se para rápidamente. Siente que el mundo dentro de su cabeza explota cuando, en efecto, ve el color pálido y claro que ha tenido su cabello desde que nació, ahí, en su cabeza.
—¿Pero qué...? —dice para sí mismo, pasando una mano por su cabeza.
Entonces recuerda lo que pasó el día anterior y la cabeza comienza a explotarle nuevamente. Inmediatamente, y en contra de su voluntad, recuerda la voz de ese chico, su amable y estúpida sonrisa.
El color de sus ojos. Su endemoniado nombre.
Siente la necesidad de dormir un día entero, inexplicablemente.
Jirou solo se limita a observarlo cuando se acerca más a la cocina, pretendiendo prepararse el café de todas las mañanas.
—Ayer regresaste sin nada —le dice.
—¿Y? —responde Katsuki, frotándose la sien con una mano y apoyado contra la mesada de la cocina.
—¿Pasó algo? —pregunta Jirou—. ¿Viste a alguien?
Bakugou no responde inmediatamente, porque el simple hecho de resumir el pequeño suceso del día anterior y soltarlo en forma de palabras desde su boca, solo provoca que le explote más el jodido cerebro.
—No pasó nada —es lo que dice, cortante, para luego salir de la cocina—. Tengo trabajo pendiente, a un lado.
Pasa al lado de Kyouka rápidamente para dirigirse al baño y encerrarse ahí para darse una ducha con agua fría, porque también la necesita. Luego, se encierra en su habitación, con la idea de empezar a trabajar, aunque esa quizás sea una idea más secundaria. Porque cuando su computadora se enciende, sus dedos se mueven solos y vuelan por el teclado, porque Katsuki quiere entender que rayos le sucede.
En esas dos semanas, no le había pasado tal cosa más que el cambio de un color a otro de su cabello, por lo que no pensó que era necesario investigar más sobre el tema de almas gemelas. De hecho, ni siquiera se había puesto a pensar en que tanto quería que durara eso de teñirse el cabello de un color distinto todos los días. No había pensado en nada y actuó impulsivamente, como siempre. Solo pensó en lo mucho que, muy en el fondo, se estaba divirtiendo. Pero ese dolor de cabeza no es algo que pueda ni quisiera soportar, así que comienza una exhaustiva búsqueda sobre los posibles malestares que los esos lazos podrían causar.
Nunca había escuchado de lazos negativos y malignos, salvo por algunos casos en que si una persona se hacía daño su alma gemela sufría las mismas consecuencias, tanto físicas como psicológicas.
Encuentra, en algunos blogs, que el dolor de cabeza suele suceder, pero en casos extremos, que en cuanto los lee siente que la vida de muchas personas alrededor del mundo es lamentable, porque encuentra casos de personas que tienen un tiempo límite para encontrar a su alma gemela o de lo contrario podrían morir.
—Supongo que soy afortunado... —se le escapa de los labios esa frase, y se siente enrojecer.
De repente quiere golpear al tal Kirishima, porque por su culpa el genial Bakugou Katsuki se ha rebajado a ser un idiota blando que solo puede pensar en cosas espirituales. Si comienza a pensar en algo cursi quizás sea mejor que le disparen.
Un rato después encuentra una publicación de alguien que sufrió dolores de cabeza tras encontrar a su alma gemela, pero que no sabía quién era. Esta persona pasó por migrañas implacables que solo pararon cuando encontró a su persona definitivamente y no se separó de su lado.
Y entonces Bakugou se quiere morir, porque si ese es su caso, puede decir que sí, el destino lo odia muchísimo.
Se da cuenta que ha pasado dos horas encerrado en su habitación apenas editando archivos del trabajo y más rebuscando información sobre almas gemelas en internet. Necesita un respiro de todo, y un vaso de agua.
Cuando sale de su habitación encuentra a Jirou sentada en el sofá con su propia laptop en las piernas y Sero sentado en el otro sillón mirando la televisión, aunque esa solo es una pantalla, porque Katsuki los escucha murmurar antes de que entre en el campo de visión de los otros dos.
Sero se calla y agranda los ojos al verlo.
—Vaya, es verdad, has vuelto a la normalidad —dice Sero, como si no fuera ya algo obvio—. Acaso... ¿de verdad conociste a tu persona?
—No sé de qué hablas —responde Katsuki, sin mirarlo, llegando a la cocina y llenando su vaso con más agua.
Jirou lo mira de costado.
—Ayer estabas distraído. ¿Fue por eso?
Katsuki toma su agua, tratando de no mirar a ninguno de los dos. A veces detesta muchísimo que se interesen por cosas que pasa en su vida.
—No es nada —dice al cabo, pero sintiéndose hastiado de todas formas.
—Pero tu cabello...
—Ya no importa. Ya pasó —es lo que declara, tratando de ignorar el dolor punzante en su coronilla.
Es como si cada vez que tratara de olvidarlo, el dolor se hiciera más intenso.
—Pero, ¿no te da curiosidad? —le pregunta Jirou—. Lo digo porque parece que de verdad encontraste a esa persona, y hasta creo que puede que le hayas hablado, así que, ¿No tienes interés en saber más de ella?
Katsuki juega con el vaso en sus manos.
—...es un él.
Eso deja a Jirou sin palabras, y Sero jadea, sorprendido.
—Vaya —dice al recuperar el aire—. Ya decía yo que irradiabas una energía demasiado intensa para ser solo heterosexual.
Bakugou va y toma la cuchara más cercana y se la lanza, porque hubiera lanzado el vaso, pero tiene sentido de la razón todavía, casi inexistente, pero lo tiene.
Manda a Sero a la mierda y deja a Jirou con la intriga antes de encerrarse en su habitación nuevamente, y solo sale pasado el mediodía para ir a almorzar, sin sus amigos porque está demasiado determinado en evitar las preguntas innecesarias, y cuando regresa a casa solo se enfoca toda la tarde a seguir trabajando para librarse de lo que tiene que hacer de una maldita vez.
Es día pasa de forma feroz, con su cerebro chocando contra su cráneo cada vez que trata de concentrarse y olvidar. Sabe que eso no parará hasta que vuelva a ver a ese chico, pero no quiere entenderlo, simplemente no quiere aceptarlo aún. Porque siente que no está listo para todo esto.
Sin embargo, le es imposible pensar si acaso Kirishima pasará por el mismo dolor que él. Y contra todo pronóstico, Katsuki termina preocupándose por eso.
.
.
.
Al día siguiente la cabeza ya no le duele, pero no tiene energías para gritar, a pesar de que durmió mucho más de la cuenta y es media mañana. A pesar de que escucha las exclamaciones de sus amigos. Pero ahora se mira en el espejo y solo quiere hacer estallar la cara de alguien.
—Debe ser una jodida broma.
Su cabello es, nuevamente, rojo. Y está donde todo empezó.
Tiene solo una cosa en mente cuando termina de procesar el hecho de como se ve, pero recibe una llamada del trabajo y sus ganas de cometer homicidio aumentan.
Por suerte, Jirou ya no le pregunta nada, y aunque Sero tiene ganas de hacer comentarios al respecto, se los guarda. Kyouka solo le sirve café bien dulce, como le gusta, y le desean un buen día. Y Katsuki les agradece, solo en su cabeza, y con gestos, pero en serio que se los agradece. Pero si tan solo eso sirviera para calmar su furia, no necesitaría salir tan rápido de casa como lo hace en ese momento.
El único alivio que siente, es el hecho de que su cabeza ya no le duele.
.
.
.
El pensar que el día anterior se libró de todo su trabajo era una mentira, pues al llegar al trabajo el relajado jefe Hawks le pasa dos decenas de archivos a revisar, y lo esperan en dos pequeñas reuniones sobre dos proyectos que deben fotografiar y documentar fuera de la ciudad. Aunque todo eso es lo de menos.
Lo que lo altera mucho más, poco a poco, es como todo el mundo está mirando el cabello. No puede usar la gorra en el trabajo, porque le molesta ir de un lado a otro y no tener todo su campo de visión desocupado. Para todos sus demás compañeros, su cabello rojo es una distracción, ciertamente.
Los ignora, como siempre, y sigue en lo suyo, de la forma más rápida que puede. Cuando algún inútil compañero tiene una consulta, él solo responde, directa y rápidamente. A la hora de almuerzo él come la cantidad necesaria en el tiempo adecuado. Trabaja arduamente, controlando cuidadosamente todo lo que hace, emitiendo una energía que exaspera a todos y los pone a trabajar.
Katsuki hace todo de una forma tan eficaz, sin perder el objetivo que tuvo desde el inicio del día y se miró la cara en el espejo.
Así que, a media tarde, cuando ha terminado todo lo que tenía que hacer, carga su mochila con su laptop y va a paso decidido hasta el jodido local de Lady Joke. Su memoria no le falla, a pesar de estar yendo de una forma tan impulsiva, y tarda casi nada en llegar.
Y sin embargo, cuando está frente a la puerta de vidrio, se congela.
No hay clientes en este momento, y solo hay dos personas dentro de la tienda. Un chico más bajo que él con un encendido cabello rubio, conversando con el único encargado presente de la tienda. Kirishima.
Kirishima, quien está sonriendo tanto como la primera vez que lo vio. Kirishima que tiene el cabello estúpidamente rojo y peinado de una forma ridícula. Kirishima, que no parece haber sido afectado por una fuerza sobrenatural en absoluto.
Cuando cruza la puerta, su instinto asesino está más vivo que nunca.
—¿Es que tú no te cansas de joderme la existencia?
Lo dice, en parte por el color de cabello, y también porque lo ha tenido ocupado, mientras pensaba en él.
Kirishima y su amigo detienen su conversación, solo para mirarlo, extrañados y sin entender. Entonces Bakugou recuerda que tiene el gorro puesto, y para cuando se lo quita, la expresión que tiene el maldito chico que es su alma gemela, compensa en una mínima parte todo el martirio que ha estado pasando las últimas dos semanas.
Definitivamente, la cara que pone es una victoria completa para Katsuki.
Sus dientes son raros, tienen una forma extraña, es lo que nota, hasta podría apostar que sus caninos son más afilados y puntiagudos que el promedio.
Kirishima lo observa boquiabierto, con ojos estáticos, como si no se esperara que Katsuki pasara a través de esa puerta tan fácilmente. Bakugou se imagina que lo reconoció de hace dos días, aunque esa es una conjetura muy arriesgada, piensa que es más como un shock general. Cosa que él no siente para nada, es más, con cada segundo que avanza y Kirishima no dice ni jota, Katsuki solo siente muchas más ganas de matarlo, y no lo ha hecho únicamente porque hay un testigo, que tampoco deja de mirarlo. Ese último individuo en cuestión se le acerca rápidamente, a lo que Bakugou arquea una ceja, no sin dejar de fruncir el entrecejo.
El chico rubio delante de él lo mira fijamente un segundo, antes de volver a mirar a Kirishima, y luego a Katsuki nuevamente, y así un par de veces más.
—Oh, sí, es el mismo tono, wow —comenta para nadie en particular, rascándose la barbilla. Luego mira a Katsuki con una sonrisa tranquila en la cara—. ¡Hola!
Bakugou lo mira entrecerrando los ojos. No tiene tiempo para esto.
Lo hace un lado y avanza dos pasos hasta estar al frente del mostrador tras el cual está Kirishima, y el retumbar de sus pasos hasta hace que este se aleje un poco. Bakugou logra que todo el mundo sude frío al menos una vez en su vida cuando lo conocen, y Kirishima no será la excepción.
—¿Qué clase de persona se libra de esto y tiene las putas agallas de comenzar todo de nuevo? —le pregunta de forma directa, con muy poca paciencia cargada en sus palabras—. ¿Cuál es tu problema?
Sin embargo, Kirishima no dice nada, y solo traga saliva y aprieta los labios.
—Ehh...
—¿Eres idiota o algo así?
—Hey, solo sus amigos podemos decir que es un idiota —dice el otro chico presente señalándose.
—Kaminari, no ayudas... —es lo que susurra Kirishima, sin dejar de mirar a Bakugou.
Él solo sigue mirándolo con ferocidad y desagrado.
—Eh, bueno, soy Kirishima y... —el tonto no tiene idea de que Bakugou ya sabe eso, pero no se lo va a decir ahora, porque quiere ver con que se defiende, o se justifica, o algo.
Pero entonces, la puerta del local es abierta, emitiendo ese sonido característico, pero Bakugou ni se molesta en girarse a ver quien entró. Sin embargo, escucha una voz conocida, y siente que va a terminar matando a dos personas.
—Kirishima, tenemos que... ohmierda-
Katsuki se gira lentamente a ver a la chica que acaba de llegar, y el ambiente se pone cada vez más tenso.
—Tú...
Ashido, junto a la puerta, esboza una sonrisa nerviosa, mientras lo saluda con un gesto de mano.
Bakugou solo puede pensar que está rodeado de idiotas.
.
.
.
.
N/A: No odien a mi niña por favooor, ella tiene sus razones D: ya las leerán en dos capítulos. Por ahora, nos leemos en la próxima actu que es el día lunes :B gracias por leer y comentar! Cuídense!
Layla Redfox fuera!
:3
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro