「Paseos」
❁•❁•❁•❁•❁•❁•❁•❁•❁•❁•❁•❁
◝ं⇴ Una larga y complicada noche le hizo el sueño imposible a Janna que ahora, ya en la mañana, salía del hospital.
La muchacha caminaba por las calles de la aldea, teniendo en mente toda la lista de lo que debía conseguir para la casa y el almuerzo que tendría hoy.
Iba tranquilamente, buscando y comprando hasta que cierto perrito blanco le ladro y corrió felizmente a ella. Janna al ver a su peludo amigo, se agachó y lo saludó.
— ¿Akamaru-kun? ¿Estás solo?.— preguntó mirando a los lados en busca de su dueño, mientras el perrito la olfateaba y lloraba de repente. Parecía triste mientras la miraba, ella solo le sonrió.— Tranquilo Akamaru-kun, no debes preocuparte.— dijo, acariciandolo y tratando de tranquilizarlo. Al parecer, él podía darse cuenta de muchas cosas más que el resto de las personas.
Pasos rápidos se oyeron delante de ellos y un Inuzuka muy agitado se hizo notar.
— ¡Akamaru deja de escaparte! ¡¿Dónde te metiste?!.— gritó, sin verlo entre tantas personas caminando por doquier. Janna rió y se levantó tomando sus bolsas de compras del suelo, haciendo que Kiba la vea.
— Creo que alguien está travieso.— comentó entre risillas, llamando su atención.
Al chico le sorprendió mucho verla allí, no esperaba cruzarse con ella tan pronto pero al parecer la vida quería patearlo duro y en medio del rostro. Aún no estaba preparado, no sabía qué decirle y aunque haya actuado super cool y lo más seguro posible la noche anterior, en realidad era una bola de ansiedad.
— Siento.. que Akamaru te moleste.— murmuró avergonzado, ruborizandose un poco, rascando su nuca y bajando la mirada.
— Kiba-kun, sabes muy bien que Akamaru-kun jamás será una molestia.— Janna sonrió y se acercó a el chico, siendo seguida por el perro.— ¿Te gustaría caminar junto a mí?.— le preguntó, agachandose un poco para poder conectar sus ojos y acercándose a su rostro, haciendo que el castaño la miré de cerca y toda su cara enrojezca a más no poder.
▸▹
Kiba y Janna caminaban juntos, el uno al lado del otro, Akamaru iba detrás. Iban tranquilos, cruzando a las personas y sin un rumbo fijo. El silencio se adueñaba de aquellos dos, quienes se encontraban uno más nervioso que el otro.
Janna caminaba con una sonrisa y su mirada en alto, disfrutando de la compañía y el aire libre.
Kiba iba caminando con la mirada en sus propios pies y las manos en sus bolsillos, como niño regañado por su madre. No podía disfrutar mucho al estar tan nervioso.
Entre medio de la caminata, la pelimorada paró sus pasos y dejó en el suelo las bolsas de compras que llevaba. Su respiración se había agitado levemente, por lo cual debía descansar un poco. Llevaba bastante tiempo caminando cargada.
— Ah.. lo siento, esto es algo pesado.— se disculpó con el muchacho que se detuvo a su lado, mientras ella limpiaba el sudor de su frente.
Kiba se sintió un idiota. Al estar tan embobado y pendiente de sus propios nervios, dejó a la chica cargando todo, sin preocuparse ni un poco.
— ¡Oh! Yo lo llevaré, lamento no notarlo antes.— dijo rápidamente, tomando todas las bolsas que Janna había dejado en el suelo.
— No, no te preocupes, estoy bien.— Janna comenzó a negar, insistiendo que baje las bolsas pero Kiba se oponía.
— Por favor, deja que me encargue Janna-chan.— habló firme, mirándola a los ojos y decidido. Ella por fin pudo notar a Kiba un poco menos extraño y más normal, por lo que se alivió. Ese era el Inuzuka decidido y firme que ella conocía.
— Es lindo escucharte decir mi nombre otra vez, Kiba-kun.— sonrió, con un leve rubor sobre sus mejillas. Él no lo había notado pero la verdad es que apenas le dirigía la palabra y no podía ocultar lo ansioso que estaba, era como un niño asustado.
Los dos volvieron a caminar, ahora Kiba cargando con las cosas.
Él estaba pensando y armando frases y diálogos en su mente para decirle. No quería que todo sea incómodo por su culpa, quería actuar normal para que su amiga se sintiera mejor y bienvenida, ella no merecía ser tratada así y menos por él, que la quería muchísimo.
— Realmente si estas enojado conmigo.. ¿no es así?.— antes de que pueda hablar, Janna dio el primer paso.
— ¿Huh? ¿De qué hablas?.— aquella pregunta lo había tomado por sorpresa, desencajandolo. No entendía muy bien qué quería decir.
— Me fui de la aldea ignorando tus sentimientos, amé a alguien más cuando yo te gustaba e ignore tu esfuerzo por hacer que me quede aquí, abandoné a nuestro equipo por mis caprichos.— decía, contando cada uno de sus errores mientras una triste sonrisa cruzaba su rostro y su mirada ahora si había bajado hasta el suelo.— Es lógico que me odies.— él la miró y pudo percibir la tristeza en aquella sonrisa y sus ojos temblando por doquier, como si estuviera.. nerviosa.
No era así, para nada. Kiba seguía pensando maravillas de Janna y ella se asombraria de saber cuantas veces la había ido a buscar.
— ¿Cómo podría odiarte?.— bufó él, negando con su cabeza.— ¿Sabes? Jamás te lo conté pero.. años atrás cuando llegaste de repente a nuestro equipo y a nuestras vidas, nos sorprendiste a todos. Eras una chica tan diferente e inusual que era bastante raro comunicarse contigo y casi nunca entiendas a lo que nos referiamos..— se burló, haciendo que la pelimorada lo mire con el ceño levemente fruncido.— A pesar de eso, pasado un tiempo, nos agradaste, me agradaste. Siempre creí que eras bonita, desde la primera vez que te vi, y al principio me gustaba coquetearte aunque tú siquiera reias conmigo, debí haberme visto como un idiota ¿verdad?.— la miró y sonrió con vergüenza, sonrojandose y haciendo que ella también lo haga.— Después fui conociendote más y más, tu voluntad, tus sentimientos.. Aunque tratabas de esconder todo, yo te ponía mucha atención, te miraba y... al final de cuentas terminaste gustandome mucho.— se encogió de hombros. El corazón de Janna dolió y se estrujo, sus ojos se cristalizaron.— Me atrevo a decir que estos dos años te he extrañado más que nadie y ahora que te tengo aquí.. Parezco un cachorro temeroso..— suspiró.— Yo jamás podría odiarte, aunque hayamos pasado todo lo que pasamos, yo no podría odiarte ni aunque lo quisiera.— admitió, haciendo que Janna tenga ganas de gritar. Gritar de alegría.— Además todo eso fue mi culpa, en realidad fui yo quien interrumpió tu camino ¿por qué te disculpas?.— de repente ella paró su paso y tomó el brazo del castaño, haciendo que el voltee a verla.
Sus mejillas se habían sonrojado y sus ojos brillaban tan intensamente..
— Kiba-kun...— murmuró, alzando la mirada para verlo. Kiba sintió su corazón acelerarse de solo verla y otra vez comenzó a temblar como una hoja.— Yo... desde que me fui de aldea estuve pensando y..— antes de que Janna pudiera terminar lo que quería decir, un grito los alarmó.
— ¡Kiba!.— una rubia de pelo largo y ojos celestes venía alegremente corriendo de la mano de un peliengro. Janna soltó a Kiba, un poco irritada por no poder decir lo que deseaba decir.— ¡Que suerte que te veo..! Estamos buscando a.....— Ino había llegado frente a ellos y seguía hablando hasta que la chica al lado de Kiba le llamó la atención y sus ojos celestes la inspeccionarono por unos minutos. Janna miró a Ino, al principio inexpresiva hasta darse cuenta de quien era e inevitablemente una expresión de sorpresa adornaba su rostro. El Inuzuka miró a Janna y se sorprendió por completo al notar su mirada desinteresada en aquellos dos. Hace dos años atrás, ver a aquel par juntos le causaría tal decepción y tristeza que tan solo al ver sus ojos lo notarías.. Pero ahora parecía no sentir nada, como si fuera lo más normal.
— Yamanaka-san... Sai.— la pelimorada hizo una leve reverencia. Ino miró a Sai preocupada y pronto soltó su mano. Sin embargo, Sai miraba a la pelimorada y a Kiba de manera muy extraña.
— ¿J-Janna...-chan? Wow..— la rubia rió incómoda y avergonzada. No esperaba verla allí y mucho menos tan repentinamente. Recordaba su última charla y se sentía mal, de alguna forma le había quitado a la persona que amaba.
— Hola.. Ha pasado tiempo.— rió, alzando su mano en forma de saludo.
No parecía nerviosa, no parecía intranquila pero sus ojos se habían apagado y no mostraban ese brillo que mostraban cuando hablaba con Kiba.
Sai se sintió muy raro, no sabía qué decir. Por primera vez, no pudo leer los sentimientos y pensamientos de la persona que él más conocía, ni siquiera sacar alguna conclusión. Se quedó pasmado.
Ayer por la noche se había aparecido por su apartamento y le había dado la carta con su confesión, hoy se aparecía junto a Ino, tomados de la mano.
— ¿Sai...? ¿Tú sabías que..?.— Ino iba a preguntar pero una alarma interrumpió su hablar.
— Oh, lo siento.— Janna levantó su brazo y lo descubrió, mirando la hora en el reloj que llevaba en su muñeca y suspiró.— Parece que es hora de mi entrenamiento, lamento tener que irme.— dijo, haciendo una mueca y encogiendose de hombros, apagando la alarma.— Kiba-kun, ¿podré verte pronto? Así concluimos nuestro almuerzo pendiente.— le preguntó, agarrando sus bolsas de la mano del castaño que la miraba atónito.
— Eh.. c-claro Janna-chan.— asintió aún con cierta confusión. Sai bajó la mirada, con el ceño fruncido y apretando sus puños.
Ino aún seguía desconcertada.
— Genial.— sonrió brillantemente y antes de marcharse, dio media vuelta hasta la pareja.— Por cierto, Yamanaka-san, Sai.— los llamó, haciendo que los dos la mirasen.— Hacen una linda pareja.— guiño uno de sus ojos, tomándolos nuevamente por sorpresa. Sin esperar respuesta, caminó.— Adiós Akamaru.— se despidió del perrito y se marchó.
Dejando a tres personas con una revolución en su mente y corazón.
•*´¨'*•.¸¸.•*´¨'*•.¸¸.•*´¨'*•.¸¸.•*´¨'*•.¸
¿Les va gustando?🌹
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro