Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

03 ⏐ Ópalo

Jungkook en definitiva no esperaba participar en dirigir operativos tan rápido, más ser fiel amigo de años del jefe les ahorraba las pruebas de confianza. Yoongi confiaba plenamente en las capacidades del menor, dejando a su mando una responsabilidad que honraba a Jungkook; quien todos los días hacía su mayor esfuerzo para demostrarles a sus superiores lo en serio que tomaba su trabajo y lo comprometido que estaba con el oficio.

El sentido del deber y la justicia tatuado hasta la médula.

Tanto, que no había destinado tiempo para nada que no estuviera dentro de las cuatro paredes de su oficina. A veces incluso regresaba a casa tan agotado que no cruzaba palabra con Hoseok hasta el día siguiente, durante el desayuno.

Por otro lado, tampoco es como si el resto a su alrededor tuvieran menos cosas que hacer, Hoseok salía seguido en la patrulla mientras él y muchos otros continuaban con el papeleo.

Namjoon no se había pasado por la comisaría en dos semanas completas pues había sido trasladado temporalmente a un departamento mayor, debido a la alianza entre comisarías de varios distritos por la presunta investigación de un gran cartel de vendedores de drogas que realizaban casi impecablemente su trabajo. Casi.

Yoongi estaba algo estresado, los agentes infiltrados en la banda desde hace ya unos meses perturbándolo. Aún con los años de experiencia temía por la seguridad de sus hombres pero confiaba en que realizarían exitosamente su misión.

O al menos, no terminarían muertos en caso de ser descubiertos.

—Kookie, ¿Estás ocupado? —la voz de su mejor amigo retumbó en el silencioso despacho. Jungkook instantáneamente levantó la mirada hacia él, dándole por completo su atención.

—Ah, no hyung. ¿Necesitas algo? —los ojos del mayor lo miraron con súplica.

—¿Podrías por favor hacer mi último patrullaje? Estoy hecho pedazos y quiero irme a dormir. —el pelinegro arrugó el entrecejo mirando el reloj en su muñeca, muy confundido de ver las manecillas marcando casi las diez de la noche. No se había percatado.

—Claro, ve a descansar, has trabajado duro hyung. Yo llegaré a casa como en dos horas más, tal vez menos —el castaño se acercó a él para rodearlo en un abrazo, casi llorando de felicidad.

—¡Oh santo cielo, gracias! Mi Jungkookie es un ángel, ¿Qué hice yo, simple mortal, para merecerte? —besó sus mejillas con las quejas de su menor apagándose por las sonrisas que le brotaban de los labios.

—No es nada hyung, sabes que te quiero y que tengo mayor resistencia que tú, así que está bien.

—Te prepararé el desayuno mañana —prometió con una radiante sonrisa.

—Casi siempre eres quien lo prepara —comentó Jungkook riendo con las manos del contrario acunando sus mejillas.

—Pero éste será súper duper especial, mi agradecimiento —y besó una vez más su mejilla como despedida—. Nos vemos mañana kookie. Mucho cuidado en el regreso a casa, éxito en lo que sea que estés haciendo y no te sobre explotes, ¿De acuerdo? Te amo.

—También te amo hyung —se despidió y Hoseok salió de su despacho. El cansancio acumulado repentinamente aligerándose en sus hombros.

Y era durante esos momentos que Jungkook se preguntaba quién ayudaba a quién en realidad.

...

Jungkook patrulló las tranquilas calles de Seúl con la ventanilla baja y su corbata descansando en el asiento trasero, pareciendo más un ciudadano común y corriente que un oficial; pero no lo mal interpreten, prefería reservarse el uniforme para momentos más adecuados, no para estar todo el día metido entre cuatro paredes.

Estaba cerca de llegar cuando el bar al que había ido con Namjoon destelló frente a sus ojos. Su garganta se secó repentinamente, ansiando un trago.

Siempre había tenido gusto por el alcohol y una buena resistencia al mismo ¿Pero justo después de un día cansado? Se reprendió más no continuó manejando, aparcando el auto a una distancia lo suficientemente prudente para no armar un espectáculo, una patrulla frente a un bar daría mucho a pensar. Eligió mantener un perfil bajo.

Entró, las luces no dejando de maravillarlo. Tomó asiento en una mesa y miró su reloj. Once y media, tomaría un trago, quizá dos y se iría a casa, no dispuesto a sabotear su metabolismo en un arranque de irresponsabilidad.

Miró las mesas de billar ansiando jugar, pues si de algo podía regodearse luego de su increíble físico era de su habilidad para el juego. Tenía un buen brazo.

Definitivamente invitaría a Hoseok uno de estos días, cuando el trabajo se relajase.

—¿Otra vez tú? —escuchó perfectamente la coquetería en su voz. Lo miró topándose con sus profundos ojos almendra mirándole, siendo esa la segunda vez desde que había acudido a aquel lugar con Namjoon en la que se encontraban tan cerca—. ¿En qué puedo ayudarle?

—Un vino blanco, por favor —su tono completamente neutral, no dando espacio para una interacción informal. Pero el pelirrojo era de los que no se rendían fácilmente.

—¿Ha tenido un día difícil? No suelo ver otros oficiales por aquí a estas horas —batió sus gruesas pestañas para él. Jungkook notó a la perfección tres lunares en su rostro.

—¿Acostumbras indagar en la vida de todos tus clientes? —sonó mordaz, quizá más de lo que pretendía. No quería ser grosero, pero el chico ponía ridículamente en alerta todos sus sentidos. Encajando perfectamente en el perfil de chico incomprendido causador de problemas, problemas con los que no planeaba lidiar.

—Auch oficial —llevó su mano a su corazón—, sólo trataba de ser amable, no pretendía irritarlo.

Comentó serio, aún si la diversión resbalaba en cada una de sus palabras, más que complacido de poner nervioso a alguien del calibre de aquel sexy oficial.

Se retiró antes de darle oportunidad al otro de replicar, dejando tras de sí a un Jungkook con el amargo sabor de la culpabilidad naciendo desde la boca de su estómago. Estaba acostumbrado a ser un buen tipo.

Sacó su celular en un intento de distracción, viendo por momentos al resto de clientes allí adentro; los que bebían alegres en grupo y los que ahogaban sus penas en soledad. Se preguntó qué les habría pasado para terminar con la mirada perdida en un vaso de vodka.

Taehyung regresó con su trago en un abrir y cerrar de ojos. Dejándolo frente a su mano.

—Gracias —se limitó a decir, Taehyung no lo dejó ir tan fácil.

—¿Eres nuevo en la ciudad? Estoy seguro que de haberte visto antes no habría manera de que te hubiera olvidado —una risa incrédula abandonó los labios del pelinegro.

—Muy romántico, ¿Le dices esto a todas las personas que atiendes? —Jungkook se reprendió el tono que había utilizado, pues le estaba empezando a seguir el juego. Los ojos del pelirrojo brillaron ante la oportunidad, mirándolo como si de un acertijo se tratase.

Levantó los hombros.

—Sólo a los que me interesan —le devolvió la jugada desvergonzadamente, sentándose frente a él—. Y bien, ¿Por qué has venido solo, tu amigo de la otra vez no te acompaña?

—Ciertamente, ¿Por qué debería responder a tus preguntas? —cuestionó divertido, culpó al cansancio por su búsqueda de diversión en un extraño de cabello cereza.

—Bueno, eres tú el que ha estado buscándome con la mirada el otro día y has vuelto. Si vas a seguir encontrándome en todos lados al menos debería saber tu nombre, ¿No lo crees? —Jungkook lo miró atónito, no dando crédito a lo que acababa de oír. La bebida intacta en sus manos.

—Creo que estas equivocándote, ha sido una enorme coincidencia que este lugar quede tan cerca de donde vivo —se arrepintió segundos después, siendo por completo consciente de que acababa de brindar un dato personal en tiempo récord.

Él, que siempre cuidaba lo que decía y no se dejaba llevar por los impulsos, acababa de responder a uno.

—Lamento informarle oficial, que las coincidencias no existen —pasó su lengua por su labio inferior, coloréandolo de un sutil rojo que los ojos de Jungkook apreciaron sin perder detalle. A la distancia, el nombre de Taehyung era llamado para intercambiar turnos—. Me temo que tengo que irme, disfrute su velada y llegue sano a casa, oficial. Estaré esperando la próxima coincidencia.

Y regresó a su trabajo no sin antes guiñarle un ojo. Jungkook bebió su bebida casi de un trago, apresurándose en dejar la paga sobre la mesa para poder marcharse lo antes posible, sintiendo el picor de lo desconocido en la punta de los dedos.

[...]

"Tantas tonalidades sobre la faz de la tierra y la suya siendo mi única incógnita, cegado entre el canela de su piel y la avidez en sus labios.

Estrellas en sus ojos y verde en sus anillos.

Embriagándome de las tintas que conforman su persona.

Ni tan rojo como su cabello ni tan azul como su audacia.

Quizá ópalo como sus suspiros o negro como sus pestañas."

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro