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02 ⏐ Coral

Jungkook se encontraba en su oficina, con el escritorio lleno de documentos que planeaba revisar y archivar con detenimiento. Llevó la taza de té a sus labios y tomó un gran trago. Prefería el sabor del café pero sabía que tomarlo tan temprano no sería del todo una buena idea.

Guardó las hojas en sus respectivas carpetas y sacó un nuevo par de expedientes. Podía jurar que con el pasar de los días su trabajo aumentaba pero sorprendentemente no le molestaba puesto que amaba demasiado lo que hacía.

Estaba por su octavo expediente cuando el sonido de la puerta siendo tocada lo alertó.

—Adelante —concedió. Al instante la puerta se abrió, dejando ver el pulcro uniforme de Namjoon.

—Permiso —cerró la puerta y tomó asiento en una de las sillas frente a su mesa. Jungkook no supo por qué se sintió repentinamente nervioso y el té le supo más caliente en los labios—. Siento mucho interrumpirte, se ve que eres un hombre muy ocupado.

—No lo niego aunque tampoco lo considero un problema —Namjoon sonrió ante su honestidad—. ¿Necesita algo, inspector?

—Oh, no realmente. No laboral al menos, no quisiera poner más carga sobre tus hombros. Siento que no hemos tenido oportunidad de conocernos realmente, ¿Te gusta el café?

—Me encanta —sonríe, quizá más amplio de lo que debería.

—Genial, ¿Qué te parece si terminando la jornada nos tomamos uno? Digo, si trabajaremos juntos hay que hacernos amigos, ¿No crees? —Jungkook admiró una vez más los hoyuelos que se le formaban en ambas mejillas, asintiendo.

—Por supuesto —además, algo de cafeína luego de tantas bolsitas de té le sonaba espectacular.

—Bien. Te dejo entonces, lamento haberte quitado minutos de tu valioso tiempo —se disculpó, la sinceridad brillando en sus ojos.

—No hay problema, en serio. Estaba por tomarme un respiro de todas formas. Por favor, no se preocupe.

—De acuerdo, te veo luego —aceptó con una tímida sonrisa.

—Nos vemos —y así, tan rápido como llegó se marchó, dejando detrás de sí la fragancia de su colonia matizada por menta chocolatada que el menor le había visto comer en varias ocasiones.

Jungkook llenó unos cuantos formularios y leyó los pocos expedientes criminales que Hoseok había puesto a su disposición con la cita de Namjoon en mente.

Se detuvo. No, para nada era una cita. Sólo eran compañeros de trabajo conociéndose mejor para realizar con mayor eficacia su labor. Sí, exactamente.

No es como si Jungkook pensara que los hoyuelos del mayor eran terriblemente lindos o que el tono canela de su piel mezclado con su fragancia a perfume y menta le pareciera condenadamente masculino.

No es como si Kim Namjoon fuese un dios griego caído del olimpo exuberantemente irresistible, claro que no.

Llevó la taza a sus labios de nuevo, regañándose internamente por malpensar las intenciones que su sunbae probablemente tendría con él, es decir, ir a tomar un café con un amigo era lo más común del mundo.

Se golpeó la frente con una de las carpetas.

—Yah, qué igualado. Llamando amigo a un sunbae que acabas de conocer, ¿Qué pensaría mamá de mí? —se lamentó—. Kookie malo...

—¡JEON JUNGKOOK! —el grito lo asustó, moviendo torpemente la taza y derramando gran parte de su contenido sobre su (ya no tan limpia) camisa blanca

—¡HOSEOK HYUNG! ¡Mira lo que hiciste! —señaló con molestia la gran mancha amarillenta del té de manzanilla extendiéndose por su abdomen—. ¿Por qué entras gritando?

—¡Oh, lo siento mucho Kookie! No pensé que tendrías una bebida en la mano —se disculpó, realmente apenado de arruinar la limpieza de su mejor amigo pues sabía la gran importancia que éste le daba.

—Da igual, ¿Qué quieres? —Hoseok hizo un puchero ante el tono del menor, pues denotaba su molestia a kilómetros.

—Yah Jungkookie, no te enojes con hyung —caminó hasta su escritorio, envolviéndolo con sus brazos en un abrazo por la espalda—. Saliendo te invito un helado de disculpa, ¿De acuerdo?

—No podré, saldré con Namjoon sunbae —y Jungkook supo que cometió un grave error al mencionar Namjoon y cita en la misma oración luego de ver los ojos de Hoseok abrirse como platos.

—¿Namjoon? ¿Hablamos del mismo Namjoon? —preguntó sin poderlo creer.

—Sí, el único Namjoon que conocemos.

—¿Kim caído del cielo pero con una mirada te llevo al infierno Namjoon?

—¡Que sí hyung! No te emociones, sólo tomaremos un café.

—¿Sabes cuántas veces me ha invitado a tomar un café? ¡Exacto, ninguna! Y llevo dos años trabajando con él, tú llegaste hace una semana y ya lo tienes a tus pies. Wah, estoy celoso de la suerte de los niños guapos —fingió llorar escondiendo el rostro en la curvatura de su cuello.

—También eres guapo hyung —respondió Jungkook removiéndose bajo sus brazos, aún irritado por su camisa arruinada.

—Pero no hay Namjoons que me inviten a salir —se lamentó.

—Puedes venir si quieres —ofreció, el castaño negó horrorizado.

—¿Y arruinarte la noche? ¡Jamás! Además, soy un hombre de los de antes, no me van los tríos.

—¡Hyung!

—¡Está bien, no me golpees bebé musculoso! —llevó sus manos a su rostro en un exagerado método de protección, bajándolos segundos después para reír—. Voy por donas, ¿Quieres venir?

—¿Para qué necesitas donas?

—¿Bromeas? ¡Es una ley policíaca! Un policía no es del todo policía sin donas.

—Mucho Hollywood, hyung —se burló.

—Bueno, tú te lo pierdes —dictaminó dejándolo solo nuevamente. El pelinegro tomó asiento sacando su laptop y mirando la pila de carpetas sabiendo de antemano que no terminaría pronto.

...

Cuando Jungkook tronó su cuello mientras cerraba la puerta de su despacho, Namjoon ya se encontraba fuera esperándole.

Salió de la comisaría tras despedirse de Yoongi y de su mejor amigo, quien había hecho demasiados gestos sugerentes antes de dejarlo ir.

—Siento la demora —se disculpó al mismo tiempo que abrochaba su cinturón de seguridad. Namjoon le sonrió dulce.

—No hay problema, sé lo tedioso que es adaptarse las primeras semanas y te tocó la suerte de entrar en temporada atareada. Es cuestión de que lo domines y harás todo con naturalidad —Jungkook apreció con discreción el perfil del mayor, la oscuridad de la noche dándole un aire más varonil y se cuestionó seriamente por qué se sentía tan acostumbrado al olor a menta chocolatada que todo el auto emanaba.

Condujeron unos minutos en un cómodo silencio, cada uno acostumbrándose a la presencia del otro.

—¿A qué cafetería te gustaría ir? —preguntó el mayor retirando momentáneamente la vista del camino para mirarle.

—Uhm, no conozco nada aún. Soy nuevo en la ciudad, ¿Recuerdas? —Namjoon rio avergonzado, sus mejillas tiñéndose de un sutil rojo.

—Cierto, lo olvidé, lo siento —se disculpó—. Parece que estamos en casi la misma situación, el mejor café que he probado y al único al que voy en realidad está cerrado a estas horas.

Jungkook pensó un poco.

—¿Bebe?

—Sí, ¿y tú?

—También, quizá podamos tomarnos una cerveza y dejar el café para otra ocasión —Namjoon asintió, complacido con la idea.

—Me agrada la idea, hace un tiempo que no pruebo ni una gota de alcohol.

...

El hombre castaño cenizo condujo un poco más hasta llegar a un bar decente, Jungkook se maravilló ante la coincidencia de que justo aquel lugar quedara cerca de la casa de Hoseok, donde estaría quedándose un tiempo.

Por dentro el bar lucía incluso más elegante, varias mesas de billar por un lado, enormes arreglos de luces por el otro y dos barras. La principal siendo enorme y estando justo en el centro. Vinos y licores de todos los tamaños, colores y sabores adornando sus bisagras de vidrio grueso.

Observó alrededor, pensando lo asombroso que era.

Hasta que lo vio.

El chico de los murales, vistiendo unos jeans negros ajustados que resaltaban su estrecha cintura, una camisa del mismo color y un mandil blanco. En la barra, sirviendo tragos a los hombres ahí sentados.

Jungkook no supo cómo sentirse. La sola presencia del pelirrojo le inquietaba abismalmente, no porque le resultara desagradable, sino porque encontraba casi imposible apartar sus ojos de él.

Taehyung pareció sentir el peso de su mirada, pues alzó la vista conectando miradas con el oficial y le sonrió coqueto.

—¿Nos sentamos? —ofreció a Namjoon caminando a una de las mesas lo más alejada de la barra posible.

Del otro lado del bar, Taehyung cambió turnos, dispuesto a ser quien atendiera al lindo pelinegro.

...

Namjoon era un tipo realmente agradable, había confirmado luego de unos minutos de plática. Pronto Jungkook se encontró conversando de su vida con el moreno como si le conociese de siempre. Así de desbordante era la tranquilidad que su aura desprendía.

Jungkook sonreía encantado luego de unos tragos, con la bonita sonrisa de su superior y el alcohol fluyendo cálidamente por sus venas.

Pero aquel vándalo estaba siendo demasiado irritante, tomando todas y cada una de sus órdenes con más atención de la necesaria. Por otro lado, Taehyung estaba disfrutando perturbar la paz del candente oficial. Cada acción y trato no pasando desapercibido por Namjoon, quien decidía no opinar pensando que todos eran conscientes del atractivo del menor. No podía culparlos, siendo honesto.

La velada terminó con Namjoon no bebiendo mucho pues quería tener la seguridad de poder llevar a Jungkook a casa y claro, poder regresar él mismo a la suya. Así como pagando ambas bebidas, no permitiendo que Jungkook pagase algo. Era él quien lo había invitado, después de todo.

El pelinegro agradeció una vez más por todo y entró a casa luego del corto trayecto de regreso, sorprendiéndose de encontrar a su hyung durmiendo.

Entró a su habitación ignorando las maletas sin desempacar y se tumbó en la cama. El alcohol haciendo estragos en su persona.

Abrió los ojos en la oscuridad, cierto pelirrojo no saliendo de sus ebrios pensamientos. Recuerda su sonrisa altanera, la picardía titilando en sus ojos almendrados, la dulce perdición en la punta de sus dedos que le recorrió todo el cuerpo cuando ambas manos se rozaron accidentalmente.

Y tal vez es el alcohol que lo hace incoherente, pues mientras se repite que pensar en aquel chico de esa manera es erróneo, su mente parece recapitular todo y hacer especial énfasis en sus tintados labios.

Quienes no lo abandonan ni siquiera luego de caer finalmente dormido.

[...]

"Es diferente. Desde la manera de mirar hasta la luz que su piel refleja cuando le da el sol.

Verlo fue mi oasis en la perdición del mundo monocromo, siendo sus ojos mis musas y sus clavículas mis versos.

Pero si todo eso es armonía, la palabra belleza pierde total significado tras ver sus labios. Paraíso e inframundo coexistiendo solo por unos labios besados en coral y disfrazados de mortal, bañados en la inocencia que busca purificar al mundo."

¿Actualización a las 3 am? actualización a las 3 am.

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