• 1 •
—— ☔ ——
Dazai
Amor a primera vista.
Ha, cómo describirlo. Es esa extraña sensación el cual sientes que tu corazón se acelera tras ver aquella persona que te vuelve loco al instante; un momento mágico en el que nos embriaga el sentimiento del cariño y lo único que te hace pensar en formar un futuro a lado de él o ella. Tal vez el haberla conocido de esa forma fue una de las mejores experiencias que he tenido, pero por otro lado, siento que para ella no.
[...]Todo comenzó en una tarde de lluvia, caminaba por la encharcada banqueta cuidando del no mojar mis preciadas vendas con una sombrilla que posaba en mi hombro derecho. Miraba como el cielo se estaba calmando después de tantas horas de tempestad. Sinceramente me encantan estos climas. El apreciar las gotas del sereno, el olor a agua de lluvia y los resplandores del sol asomándose entre las nubes grises, lo disfrutaba mucho a lado de una taza de café caliente. Al igual que el caminar entre los charcos que había brindado la dulce lluvia. Solo y sin que nadie me presionara ¿qué más podía pedir?
Pero el caminar bajo la lluvia no era lo que estaba buscando entre aquellas calles solitarias y grises. Había tenido una misión por parte de Mori, cuyo objetivo era "amenazar" a un hombre quien quedó endeudado con la port-mafia. Un hombre que al parecer debe una alta cantidad de dinero y que al cabrón de Mori no lo tenía tan contento. Presentía en que él tenía un empleo como jardinero, puesto a que su ubicación era justo en una pequeña floristería. Al parecer no era tan difícil de identificar, podría jurar que desde mi punto de vista aquel era el único sitio en donde se notaba color gracias a los adornos florales que decoraban el humilde local.
Tras haber llegado se acercaba un aroma a flores frescas mezclado con aromatizantes naturales y repelente contra abejorros. Habían montones de capullos blancos, celestes y morado claro; todas cubiertas de gotas de lluvia. Parecía que estuviese a punto de entrar a un jardín lleno de infinitas flores de estos tres llamativos colores, pero sin embargo había un cartel frente a la puerta que bloqueaba el lugar con un resaltado "cerrado". Me limité a tocar el timbre esperando ver la semblante de aquel señor, esperé minutos y nadie era capaz de querer abrir semejante puerta. Toque de nuevo, mi paciencia estaba llegando a su limite, respiré hondo hasta por fin escuchar la voz de alguien en el interior del puesto.
Era una anciana, preguntando en que se debía mi presencia. Le respondí amablemente en que buscaba al dueño del local, ésta parecía estar sorda, pues no tardó medio segundo cuando llamó a su "nieta".
— No señora, no estoy buscando a su nieta.. — gruñía molesto.
Rapidamente la voz de la nieta se escuchaba cada vez más cerca hasta hacerse presente. Gruñendo de la misma forma que yo y mirando a la anciana con algo de vergüenza, al principio pensaba en que se trataba de una niña de cinco o seis años, estaba totalmente equivocado. Con sólo ver su altura la identificaba como una joven de mi edad.
— Cariño, ¿podrías atender a este muchacho por mi? — dijo la mujer sonriendole pícaramente.
El gesto de la chica desapareció al escuchar las palabras de ésta y entre un suspiro sin ganas soltó un "está bien".
Yo giré mis pupilas esperando por fin ser atendido hasta ver que la señora se alejó y nos dejó a mi y a la chica solos.
La joven volteó mirándome, noté como volvió a cambiar su expresión de tranquila a una más impactada y no la culpo, mi semblante también mostró ese carácter al verla.
Verla así me daba una gran serie de cosas que describir en ella. En especial sus ojos, tan grandes, brillantes, hermosos y para el colmo eran color celeste, hasta cualquiera los podría confundir con las flores que adornaban el sitio. Su respiración se escuchaba algo entrecortada al principio, hasta que tomó aire y decidió hablar primero.
— ¿Puedo ayudarlo en algo, señor? — me dijo sin desviar la mirada y admirando de igual manera mis ojos.
Sacudí mi cabeza reaccionando a sus palabras y respondí de manera tartamuda un — Sí
— ¿Buscaba algún arreglo en especial?
Le negué con la cabeza.
— ¿O le gustaría que le muestre alguna flor para su prometida?
volví a negar intentando aclararle en que esperaba ver al dueño del local, aunque en realidad reaccioné más ante lo que me dijo y no pude evitar contestar a su absurda pregunta — ¿prometida? — dije aguantando las ganas de soltar mis carcajadas — señorita, no sabe con quien está tratando ¿por qué piensa que tengo prometida?
Se quedó pensando en un momento hasta tornar una tonalidad rojiza en sus mejillas — ah, bueno. La mayoría de gente que ha venido aquí siempre ha sido por pedir flores para sus novias, y usted viste de traje y pensaba que..
Le sonreí burlona mente y me dejé llevar por la inocencia de la chica — Sólo porque vista de traje y corbata no significa que sea para una cita, además, yo no tengo novia y mucho menos prometida.
Ella pareció avergonzarse ante su comentario e intentó disculparse hasta que yo decidí cambiar de opinión — Aunque, si fuera así. Me gustaría conquistar a una bella dama con un buen ramo, pero desconozco el tipo de flor que volvería loca a una chica. ¿Tú cuál me recomendarías?
Ella se sonrojó aun más desviando su mirada en busca de alguna flor, hasta verse parecer en que tenía una idea y sacó del bolsillo de su mandil el botón de una flor color púrpura — supongo que ésta podría ayudarte a conseguir una chica. Tarda mucho en abrir, pero vale la pena esperar.
Tomé aquel capullo acariciando sus pétalos y segundos después volví a dirigir la vista hacia ella demostrándole una sonrisa como agradecimiento.
— Puede conservarla si gusta — agregó mirando mi rostro una vez más.
Admiraba la flor de la misma forma que admiré sus ojos. Me había regalado un capullo que sí más no me equivoco parecía muy especial para ella. ¿Y eso que significa? Me di cuenta de que había algo que comenzaba a atraerme de esa chica, tanto su lado físico, como su forma de ser.
— ¿sólo tienes este botón? — pregunté para aclarar el gesto de la bondadosa chica.
Ella asintió bajando la mirada — es la última que me queda. No hemos recibido más de estas flores desde hace una semana.
— la voy a conservar, gracias ah..— comencé por buscar alguna identificación en su mandil para mencionar su nombre pero al parecer una voz demaciado masculina y familiar nos hizo permanecer callados.
— _____(tn), ______(tn) — repetía una y otra vez, hasta aparecer justo a lado de la mencionada joven y tomarla de los hombros para llamar más su atención. Por fin se hizo presente el hombre con el que necesitaba hablar. Miré a ambos con seriedad y escondí la flor poniendo ambas manos enlazadas en mi espalda para que no hubiese mal entendidos — hija, te estaba buscando.
Era un hombre que aparentaba unos 39 años, usaba gafas redondas y ropa no tan formal. Parecía ser un "buen padre" con esa actitud tan alegre y amigable, misma que al poco segundo se fue borrando con forme notaba mi presencia y poco a poco se fue convirtiendo en una reacción de pánico.
— V-ve con tu abuela a la cocina, y prepara algo para que cene tu hermana. — habló con nerviosismo empujándola más al interior del local. ______(tn) lo miró con sospecha y me dedicó una sonrisa como seña de despedida.
— con permiso — fue lo último que escuche de ella hasta alejarse más a fondo.
— ¿se le ofrece algo? — sus palabras me hicieron reaccionar al instante y mirarlo con discreción. a pesar de tener su actitud inquieta, notaba esa gran ola de celos que sentía al verme a lado de su hija.
— Nesesito hablar con usted en privado, acerca de la deuda que tiene con la port mafia.
El sudor y ese temblor tan abundante le invadía en todo su ser. Esa angustia le mataba por dentro que ni hablar bien podía hacerlo — t-tendré el dinero muy pronto, se lo aseguro.
— relájese un poco, no vine a cobrarle — Trate de calmarlo aclarando más acerca del porque estaba ahí — mi jefe me pidió hacer negocios con usted.
Un gran alivio se hizo presente en su semblante provocándole a suspirar y segundos después me invitó a pasar a su pequeño local.
En realidad aquel plan del tener que amenazarlo no fue un gran éxito como lo esperaba, pero, al verlo tan humilde y asustado me hizo tenerle algo de lástima y buscar una manera de ayudarlo.
Aunque por otro lado, no tenía idea del qué negociar con semejante hombre que debía millones.
—— 🌂 ——
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro