╰┄───➤ °♡•.1.8 ❦|Siempre Bakugo y yo❦
Pedido por: rukiaishida789
Temática: Romance/Lime
Pareja: Bakumomo
══════◄••❀••►══════
Hace tres años
No puedo dormir. Llevo horas dando vueltas y cada segundo que pasa es peor que el anterior. Me tumbo boca arriba y cierro los ojos. Empiezo a contar ovejitas. Al llegar a la sexta y a estoy harta y me siento en la cama. ¿Por qué no puedo dormir? Estoy cansada, he tenido un día horrible en el trabajo.
Jirou, no me ha dado tregua y luego he cenado con Kendo y nos hemos quedado charlando hasta tarde. Kendo insiste en que debería olvidarlo y seguir con mi vida, pero ¿cómo puedo hacerlo?
Debería dormir. Tengo un mal presentimiento. Un escalofrío me recorre la espalda y me digo que son los nervios y la falta de sueño. Estos últimos meses han sido muy... Busco una palabra, ¿intensos? No, más, mucho más.
Basta. Estoy cansada y debería dormir, no sirve de nada que siga dándole vueltas. Miro los brillantes números del despertador: son las cuatro. Si no me duermo ahora mismo, mañana tendré un aspecto horrible. Lo tendré igualmente.
Me paso la mano por el pelo; de pequeña dormía con una trenza, porque, si no, por la mañana mamá tardaba tanto en desenredármelo que llegaba tarde al colegio. Quizá debería volver a trenzármelo. O cortármelo. Llevo una melena
demasiado larga para tener veinticinco años y me da un aspecto demasiado dulce. Sí, me lo cortaré, así me tomarán más en serio.
Suena el móvil y casi me da un infarto. Lo busco en la mesilla de noche y compruebo que no está allí. Me lo he dejado en la cocina. Me levanto de la cama con el corazón a mil por hora. Prácticamente nadie sabe mi número de móvil y las pocas personas que lo tienen no me llamarían a estas horas si no fuese importante. Los timbrazos continúan. Cojo el teléfono y no reconozco el número que aparece en la pantalla. Respondo de todos modos, con el corazón en un puño.
—¿Diga?
—¿Yaoyorozu Momo? ¿Es usted Yaoyorozu Momo? —me pregunta una voz que no identifico, al otro lado de la línea.
—¿Qué sucede?
—Esta mañana me ha llamado una de las amigas de Denki para confirmarme que vendría a la boda acompañada—empezó, lo que me dejó completamente perpleja. ¿Por eso estaba tan alterada?
—¿Tienes que quitar a alguien de la boda? ¿Es eso? Por mí no hay problema, ya te dije que...
—No, no es eso —me interrumpió ella— y si tuviese que quitar a alguien, tengo una lista muy larga antes que pedirte a ti que no vengas.
—Entonces, ¿qué pasa? Cogí el vaso de agua y bebí un poco.
—La amiga de Denki, Mina, me ha dicho que va a venir con su nuevo novio, Bakugo. Tu Bakugo.
—No es mi Bakugo —fue lo primero que dije—, además, ¿cómo sabes que es él? su nombre es muy común.
—Mina me ha contado que él estuvo a punto de casarse hace unos meses y que al final canceló la boda. Y también que acaba de instalarse con ella porque se ha mudado de Tokio.
—Sí, no cabe duda de que es él —asentí entre dientes —. Quería decírtelo para que no te pillase por sorpresa. Mina es amiga de Denki desde la infancia, así que no puedo decirle que no venga acompañada y tampoco puedo contarle lo de Bakugo.
—Por supuesto que no. Te agradezco que me hayas avisado.
—Esto no te hará cambiar de opinión acerca de asistir a la boda, ¿no?
—Quizá sería lo mejor. No tengo ganas de ver a Bakugo, ya no pienso en él y te aseguro que no lo echo de menos ni nada por el estilo, pero no sé si quiero verlo acaramelado con otra delante de mis narices —contesté sincera.
—Pero yo quiero que vengas. Llevo semanas martirizándote con los preparativos y quiero que veas que no estoy completamente loca.
—Se puso seria y añadió—: Sé que hace poco tiempo que somos amigas, pero creo que te iría bien ver a Bakugo. Ya sé, podrías venir acompañada por ese hombre que te manda mensajes. Siempre que recibes uno se te ilumina el semblante.
Ahora
Bakugo y yo hace años que estamos juntos. Todos los días. Él lleva la cinta en la muñeca de la mano derecha y y o un anillo de casada en la izquierda. Para nosotros, ambos símbolos significan lo mismo, aunque probablemente la cinta siempre formará una parte especial de nuestra historia.
Ahora mismo estoy embarazada de una niña a la que vamos a llamar Hori. Trabajo en la empresa de los Yaoyorozu, los dos decidimos que lo mejor sería que trabajásemos juntos. Aunque nos cuesta mucho resistirnos el uno al otro y nos
pasábamos el día demasiado excitados.
También trabajo con Jirou en la ONG y lamento decir que ella y Denki todavía no han solucionado las cosas. Antes me habría parecido una locura animar a mi amiga a entrar en un trío, pero desde que Bakugo me enseñó lo que de verdad significa el amor, no me lo parece tanto. Ese reencuentro en su boda, bastó con una mirada para revivir nuestra pasión.
Además, siempre hay gente por la que de verdad merece la pena saltarse todos los tabús. Durante el día, Bakugo se ocupa de todo; creo que forma parte de su ADN cuidar de la gente que ama y protegerla a toda costa, pero durante la noche se
entrega a mí por completo. Es como si lo necesitase, como si mis cuidados y mis caricias le diesen las fuerzas para seguir adelante. Y yo necesito su rendición. Sin embargo hoy, voy a intentar algo distinto.
—Hola, cariño, esta noche tengo una sorpresa para ti —le digo al llegar a casa. Últimamente, él llega antes que yo, porque está obsesionado con la habitación de la niña.
—No me digas que al final has encontrado ese látigo —bromea, pero se pone en pie (estaba agachado, montando no sé qué mueble) y se acerca a mí—. Hace días que no utilizas la vela.
Se pega a mí, a pesar de la barriga y noto que está excitado.
—Porque no te lo has ganado. Ese comentario lo excita todavía más.
—¿Vas a decirme en qué consiste la sorpresa? Sonrío y saco un par de papeles rectangulares del bolso.
—Vamos a ir al cine. Vamos a tener una cita. —Bakugo sonríe y le tiembla el labio, y sé que he vuelto a adivinar lo que necesita—. Vamos a ir al cine de la mano y vamos a besarnos como unos adolescentes en la última fila. Si te portas bien, te dejaré incluso meterme mano. ¿De acuerdo?
—¿Y si me porto mal? Introduzco de nuevo la mano en el bolso y saco una vela blanca. Bakugo sonríe y me besa como sólo él sabe hacerlo.
—Y después quiero que nos vayamos a Italia y recuperar el tiempo perdido. Quiero volver a entregarme a ti, hacer el amor en la playa y quiero ser tan feliz que me resulte imposible recordar una época en la que no lo fui.
¿Cómo sucedió esto?
—Respira hondo —. Te amo, Momo. Te necesito. Te pertenezco igual que tú me perteneces a mí. ¿Quieres casarte conmigo y obligarme a amarte todos los días de mi vida?
Lo beso y Bakugo desliza el anillo en mi dedo. La caja negra va a parar al suelo, porque yo me siento a horcajadas encima de él y le echo la cabeza hacia atrás.
—Todos los días no es suficiente —contesto, mirándolo a los ojos antes de besarlo y pegar mi torso al suyo.
—Tienes razón —dice, al apartarse para respirar—. No es suficiente. Vuelvo a besarlo y tiro del jersey negro que se ha puesto para salir esa mañana. Encima del pectoral izquierdo tiene la marca de la quemadura que le dejó la cera y me agacho para reseguirla con la lengua. Él se estremece y yo
repito la caricia en todas las marcas que encuentro en mi recorrido.
Cuando llego a la cintura, tengo que arrodillarme delante de Bakugo para poder seguir, pero entonces mis ojos quedan a la altura de su cinturón y recuerdo que estoy enfadada porque se ha arriesgado al ir a ver a Todoroki. Sí, una parte de
mí se siente honrada de que se haya puesto en peligro para protegerme, pero otra, la que Bakugo ama de verdad, tiene que demostrarle que no puede volver a hacerlo.
Bakugo P.O.V
Llega a nuestro dormitorio en ropa interior, un sujetador de encaje negro del que sólo veo la parte de atrás, braguitas a juego y medias que envidio, porque están pegadas a sus muslos. Enciende una lámpara que hay encima de la
cómoda, pero no la del techo, y se desabrocha el sujetador con ambas manos. El anillo que le regalé cuando le pedí que se casara conmigo destella bajo la leve luz que ilumina el dormitorio. Se quita el sujetador y también lo deja caer.
No puedo moverme, mis pies se han detenido en el umbral de la puerta. Estoy hipnotizado mirándola, me tiemblan las manos y el deseo me atraganta. Momo me ha dominado sin decir nada, soy su esclavo y lo único que puedo hacer es esperar a que me diga qué tengo que hacer...
Por fin se da media vuelta y me mira. Tiene los ojos entreabiertos y una sonrisa en los labios. Espera unos segundos y cuando ve que tengo que tragar saliva para seguir respirando, su sonrisa se ensancha levemente y pone los brazos en jarras.
Me excito más al ver que mi reacción le ha gustado.
Las braguitas caen sobre la alfombra que hay en los pies de la cama y Momo se sienta en esta, levando sólo las medias. Sigue sin decirme nada, sólo me mira. Unas gotas de sudor me resbalan por la espalda y por la frente y estoy tan excitado que tengo miedo de correrme sólo mirándola. Podría, sé
perfectamente que podría.
Momo se desliza por encima del colchón hasta quedar sentada en el centro. Levanta una pierna y se quita la media muy lentamente. Cada centímetro de piel que aparece me atrae con una fuerza brutal y mis manos, mi lengua, mis labios se mueren por tocarla. La media de seda negra queda encima de la sábana blanca, ofreciendo un gran contraste, pero y o apenas la veo, porque Amelia dobla la otra rodilla y se quita la otra media frente a mis ojos.
Completamente desnuda en medio de nuestra cama, se echa despacio hacia atrás, apoyándose en los antebrazos, con las piernas levantadas y las rodillas dobladas. Se pasa la mano derecha por la piel y yo noto la caricia en mi cuerpo
como si fuera mi mano la que la está tocando. Desliza los dedos entre sus pechos y su piel se va erizando a su paso. Los detiene un segundo en su ombligo y me mira.
—¿Es esto lo que quieres, Bakugo, mantenerte alejado de mí?
No puedo hablar. Gritaría, pero mi garganta está cerrada por el placer y el deseo. Momo lleva la mano más abajo y ahora la detiene encima de su entrepierna.
—¿Crees que puedes alejarte de mí, distanciarte lo bastante como para dejar de sentir? Se acaricia despacio sin penetrarse, suspirando levemente y haciendo que me
hierva la sangre.
—¿Es esto lo que quieres, volver a tener el control, ver mi placer sin formar parte de mí?
—No. Maldita sea, no. He dado un paso hacia delante con los puños cerrados del esfuerzo que estoy haciendo para controlarme. Quiero que lo sepas, siempre seré tuyo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro