IV. Lila
Hazz Soreil
Colonia 30
Cvijett y Hazz no eran hermanas biológicas. Conswell las trataba de aquella manera, cuando en realidad Cvijett, hablando de sangre, no era su hija. Los verdaderos Soreil eran Limunest, Hazz y la nueva adición familiar: Lezzt. Hazz había evitado la mención de su sobrina y planeaba evitarla por el resto de su estadía en la Condena. Se suponía que Istenia estaba muerta y que Lezzt no debía existir, Hazz no iba a ser quien las pusiese en la mira.
Desde la noche que aterrizaron en la Colonia Treinta, Hazz comprendió que estaban lidiando con algo difícil de explicar. Ella no creía en magia, pero sí creía en la ciencia complicada, incluyendo la que era tan antigua que parecía magia. Debía haber una explicación científica para la formación de las sirenas y cómo fue posible su breve encuentro con ellas. Debía haber explicación científica para la flor y la línea de luz en la arena que los guio hacia la cueva donde encontraron a Istenia. Debía haber una explicación científica para la Zeta y para la cura. Debía haber una explicación científica para la memoria de Renee y Lezzt. Eran misterios, no magia.
Ciencia. Kybett, Wivenn y Hazz podrían investigarlo cuando saliesen de ahí. Contactarían a los mejores científicos para ayudarles y harían el descubrimiento del siglo. Después de curar a millones de personas, tendrían todo el tiempo del mundo para llegar a la ciencia detrás de sus experiencias.
Tecnología. Era peligrosa. Hazz solía dormirse en sus clases de historia de la preparatoria, pero recordaba haber escuchado al androide decir que la humanidad anteriormente había desarrollado tecnología aún más avanzada de la que tenían en el siglo XXIV, sin embargo, mucha de ella fue destruida. Una de las leyes mundiales era la prohibición de realidad virtual debido a la cantidad de delitos y muertes que ocurrieron por llevar los dispositivos de RV con ellos.
Hazz comprendía que la cura se escondió con el objetivo de no repetir la historia y que la ambición no causase miles de millones de muertes nuevamente, sin embargo, era demasiado por una cura. Debía encontrar la manera de hablar con Renee para que ella le explicase a detalle lo que había sucedido en la cueva, era la única que podía hacerlo. Además que respondiera a la pregunta que la había estado carcomiendo por días: ¿habían conseguido la cura? Y, en caso de que sí, ¿dónde la estaba escondiendo? ¿Cómo había evitado que la Condena la obtuviera?
Hazz pensó en muchos planes dentro de la cápsula de curación, aunque ninguno podía funcionar con certeza. Aún no sabía por qué era la cena ni quién asistiría. Había cometido un error al llamar a su mejor amigo y a la Espía, podía ser una trampa y todos podían terminar muertos, pero era un riesgo que debía tomar. Necesitaba verlos, confirmar que estaban vivos y que habían conseguido lo que tanto buscaron.
Al salir de la cápsula la recibieron dos androides y un hombre para asearla. Visibilizó al menos seis guardias afuera de su enfermería personalizada, eso multiplicado por las cuatro paredes de perímetro, entonces serían al menos veinticuatro guardias asegurándose de que Hazz no escapase. Eso debió haber sido orden de Neffan o Cvijett; Conswell sabía que, si ella hubiese querido, ya habría escapado. Tenían suerte de que planeaba quedarse ahí por unos días.
Vistieron a Hazz con un conjunto de pantalón y camisa negros. Sus tacones y saco anaranjados eran un enfermo detalle de vestimenta: estaba portando los colores de la Condena. Asqueroso.
Por si no fuese poco, sentía el sutil cinturón electrificado en su cintura, así como sus anillos y pulseras en las muñecas y tobillos. El hombre mencionó que eran por precaución, a lo que Hazz simplemente sonrió con arrogancia. Intuía que incluso el aro metálico que sostenía su cabello en una coleta alta estaba electrificado. Necesitaba identificar a las personas que tenían el control de los choques eléctricos.
Fue guiada por los pasillos hasta llegar a la zona de los prisioneros con privilegios, aquellos que mantenían encerrados pero no torturaban.
Tardó un poco en ajustar sus ojos a la luz blanca del lugar. Era más grande de lo que recordaba, tal vez lo habían remodelado desde la última vez que lo visitó. Las celdas seguían siendo las mismas: campos de fuerza en forma de enormes cubos que permitían ver el interior, flotando a algunos centímetros del piso y repartidos perfectamente cada dos metros para formar pasillos donde los guardias pudiesen patrullar. El techo y los muros que rodeaban las celdas estaban recubiertos de una aleación metálica que cortaba cualquier tipo de comunicación con el exterior. Escapar iba a ser un reto, nada que Hazz no hubiera hecho antes.
La primera celda ante ella tenía una prisionera que por alguna razón le resultaba familiar. Ella estaba sentada en una esquina, mirando al vacío y jugando con un mechón de su cabello lila, corto hasta los hombros. Era como si ya estuviese acostumbrada al lugar. Probablemente ya llevaba algunas semanas ahí. Rostro de corazón, flequillo, ojos pequeños y rasgados, labios gruesos, nariz ancha, cuerpo ejercitado... ¿dónde la había visto antes?
—¡Hazz!
Cualquier pensamiento se esfumó al escuchar la voz de Aprell a un pasillo de su posición. Hazz se dio la vuelta y, antes de que pudiese reaccionar, los brazos de Aprell ya la rodeaban sin ningún respeto por su espacio personal.
Aprell besó todo el rostro de Hazz tan rápido que hubo contacto con sus labios al menos un par de veces. En cualquier otra ocasión, Hazz ya lo habría golpeado, pero no todos los días eran secuestrados, así que dejó que Aprell tomase control del rencuentro.
—¿Dónde habías estado? —preguntó Aprell con voz más aguda de lo normal.
Se alejó de Hazz apenas unos centímetros, sin soltar su rostro, como si Hazz fuese a desaparecer en cualquier momento si la dejaba ir. Ella tomó las mangas de su saco y limpió su rostro sin disfrazar el disgusto por la demostración de cariño. Aprell continuó hablando sin darle oportunidad de responder:
—Cuando salimos de ese infierno de cuevas, ya no estabas, y después ellos llegaron y nos capturaron y nos durmieron y desperté en esa celda de malditos cinco metros cúbicos... o en realidad no sé de cuánto sean, no sé medir los metros, ¿cuánto mide un metro? Tampoco sé. Odio matemáticas. El punto es que estuve muriendo de preocupación por todos, pero especialmente por ti. Tenía la esperanza de que no estuvieras aquí. ¿Sabes a dónde vamos? ¿Por qué nos vistieron? ¿Crees que nos ejecuten? ¿Te hicieron algo? ¡¿Por qué no hablas?! ¡¿Te cortaron la lengua?!
Hazz lo tomó por los hombros y lo alejó un poco más. Esperó a que Aprell calmase su respiración para decir algo. Habló con irritación:
—Si no he dicho nada es porque tú no paras de hablar, Mocreil. Por supuesto que me hicieron algo y por supuesto que sé a dónde vamos. —Aprell tuvo intenciones de hablar de nuevo, pero Hazz colocó la mano en su boca para impedírselo. —En mi cuerpo hay al menos diez dispositivos que pueden matarme de una descarga eléctrica, hay veinticuatro guardias vigilando mi culo en este momento, hay micrófonos en cada uno de mis zapatos y, ya que eso no es suficiente, hay un rastreador incrustado en mi hombro, otro en mi vientre y un último en mi tobillo. Oh, y mi D.I.P. fue configurado para enviar una alerta si pongo un pie fuera de esta sede. ¿Con esto ya entiendes por qué no puedo hablar? No soporté días de tortura para arruinarlo ahora.
Aprell se quedó inmóvil en silencio con los ojos abiertos en dos círculos perfectos por la sorpresa. No parecía haber procesado la información.
—¿Te torturaron? —susurró, apenas moviendo los labios.
Hazz contuvo sus ganas de gritarle que los micrófonos podían captar hasta los latidos de su corazón, un susurro no servía de nada.
—Cinco días.
—¿Tienes rastreadores?
—Tres.
—¿Cómo lo sabes?
—Oh. Me mantuvieron despierta mientras los insertaban. Sin anestesia ni música de fondo, parte de la tortura.
—¿Por qué me dices esto si podrían electrocutarte?
—Quiero ver en qué casos sería electrocutada. El misterio es divertido. La incertidumbre. Ya sabes cómo es Conswell: reparte las cartas pero no da las reglas de juego.
—¿Lo has visto?
—Hace unas horas. Sigue siendo él mismo.
—¿Un terrible ser humano?
—El peor.
Hazz sintió una corta descarga eléctrica en el anillo del índice. Frunció los labios en una mueca de disgusto al sentir el calambre. Al menos ya sabía quién estaba escuchando detrás de los micrófonos.
Alzó las cejas con seriedad, enviándole una señal a Aprell para que guardase silencio. Suficientes preguntas por el momento. Aprell parecía haber olvidado todo el entrenamiento que le habían dado como Agente. Hazz no podía arriesgarse a que él delatase información que no debía decir.
Notó que él estaba vestido con el mismo conjunto que ella, solo que su saco y tacones eran negros, mientras que la camisa y pantalones anaranjados. La Condena no estaba muy a la moda.
Miró hacia la punta de sus zapatos, donde sabía que se encontraban los micrófonos, y chasqueó los dedos con demanda.
—Recuerdo perfectamente haber dicho Aprell Mocreil y Renee Belrie. ¿Dónde está el sentimiento andante?
La respuesta que recibió Hazz fue casi inmediata. Del pasillo contrario donde salió Aprell, se escucharon gritos que parecían originados por la voz de una niña, aunque Hazz reconocía esos reclamos infantiles.
—... no me tienten. ¿A dónde me llevan? ¡Que me suelten, dije! ¡Ey, solo mi novio toca ahí! Inténtalo de nuevo y te golpeo en la nariz, ¿comprennez?
Hazz alzó una ceja con curiosidad. Renee había cambiado. Su cabello estaba mucho más corto por alguna razón... y estaba amenazando a las personas. Le faltaba bastante práctica, pero era un comienzo. Hazz nunca creyó escuchar a Renee de aquella manera, al contrario, pensó que alguien tendría que morir para que ella mostrase algo de lo que estaba haciendo en ese momento.
Renee se detuvo en seco al visualizar a sus amigos a una celda de distancia. Hubo un momento donde todos parecieron procesar lo que estaba sucediendo —Hazz y Aprell procesaban el cambio de Renee mientras Renee terminaba de creer lo que veía—, hasta que Renee se soltó bruscamente de la guardia que la sostenía y Aprell corrió hacia ella sin contener su alegría.
Hazz se mantuvo en su lugar. Los observó abrazarse y captó lágrimas en las mejillas de Renee, confirmando que en realidad no había cambiado demasiado. Una vez terminado su reencuentro, Renee se acercó a Hazz con la sonrisa más grande que había visto y le dio un corto abrazo.
—No hay tiempo para lágrimas, Belrie. —Hazz palmeó secamente el hombro de Renee. —A la próxima intenta reemplazar "golpear" con "romper", ¿de acuerdo? Es más amenazante.
Renee asintió y secó su rostro con un movimiento rápido.
—¿Qué sucede? —cuestionó con voz más tranquila. —¿También vendrá Eliott? ¿Y Priss? ¿Han sabido algo de... Wivenn? —dijo con cautela.
Hazz no tenía interés en por qué había pronunciado el nombre de Wivenn de aquella manera, ni en por qué había omitido el nombre de la ingeniera del equipo.
—Solo ustedes dos. Iremos a una cena. Mi mejor suposición es que ahora están dejando que hablemos porque quieren escuchar lo que decimos. —Hazz señaló sus pies, a lo que Renee comprendió sin necesidad de más. —Alguien vendrá para escoltarnos. Es decir, alguien además de los guardias.
Renee miró detrás de Hazz, hacia los guardias que no habían despegado la vista de la castaña.
—¿Todos ellos son para ti? —Hazz asintió en respuesta. Renee regresó su mirada hacia ella. —¿Cómo te encuentras?
—De maravilla.
El silencio los inundó por unos segundos. Hazz permitió que Renee la analizara con la mirada. Era evidente que no se encontraban bien, ninguno de los tres, pero no podían hablarlo, así que dejó que Renee dedujera lo que Hazz no podía decir con palabras.
Aprell fue quien rompió el silencio.
—Hey —se quejó—, es injusto que Renee tenga un vestido bonito y nosotros no. Este vestuario es peor que el uniforme de la secundaria.
Renee sonrió con incomodidad. Hazz la analizó rápidamente: un vestido completamente negro, a excepción de la zona de la cintura que fue confeccionada con una tela anaranjada que transparentaba su obligo y se ajustaba perfectamente a su silueta. Los botines fueron buena decisión, aunque nada de ese estilo se parecía al de Renee.
—¿Te gusta? —La rubia acercó su muñeca a su boca, hablando directamente hacia la pulsera dorada que llevaba puesta, pero con sus ojos en los de Hazz. —¿Escuchaste eso, Neffan? A Aprell le gustó lo que escogiste personalmente para mí, ¿no prefieres darle tus discursos románticos a él? Tienes más probabilidades de enamorarlo a él que a mí. ¿Qué dices?
Hazz comprendió que ella no era la única con micrófonos. Recordaba que Renee y Neffan habían tenido algo en el pasado. No sabía cómo terminaron ni por qué, pero al parecer Neffan no la había superado. Podían usarlo. La situación se estaba poniendo más interesante.
Ambas habían tenido experiencias con alguno de los líderes de la Condena. Si lograban tener un momento a solas, podrían armar un plan que destruiría la jerarquía de la organización. Hazz necesitaba conocer los secretos que Renee sabía de Neffan y Renee necesitaba conocer los secretos de Cvijett y de Conswell. Necesitaba saber por qué Hazz bromeaba con que Cvijett estaba enamorada de ella y las razones específicas por las que odiaba a su padre, que eran más amplias que un simple abandono.
Alguien se aclaró la garganta detrás de Hazz. Ella se dio la vuelta, encontrándose con el rostro ya conocido de Neffan.
—Ejem, ¿disculpe? —Hazz fingió llamar al guardia más cercano a ella. —Tengo una queja para el departamento de limpieza. El lugar está lleno de cucarachas. —Dirigió su mirada a los ojos de Neffan.
Él sonrió falsamente en respuesta.
—Si no fuera por mí, estarías muerta, Hazz Soreil.
—¿Estamos compitiendo por quién evitó la peor desgracia? Porque si no fuera por mí, tú aún seguirías liderando la Aurora, Neffan... eh... no eres lo suficientemente importante en mi vida para aprenderme tu apellido. —Hazz se encogió de hombros con desinterés. —Salvé a la humanidad. Yo gano. De nada.
Neffan tensó su mandíbula. Dio un paso para acortar su distancia de Hazz, pero Renee se interpuso rápidamente. Hazz estuvo por decirle que se hiciese a un lado, ella moría de ganas por golpear a alguien y esa era la oportunidad perfecta, no obstante, se quedó sin palabras al ver el cambio de actitud que Neffan mostró al tener a Renee de frente.
Su expresión se suavizó al desviar su atención a la rubia. El ceño fruncido que le dirigió a Hazz segundos atrás se transformó a unos ojos ilusionados. No podía ver el rostro de Renee, solo su mano colocada en la mejilla de Neffan como una pareja enamorada, aunque eso fue suficiente para saber el control que Renee tenía sobre él.
Hazz escuchó el disimulado respingo que Aprell soltó ante la sorpresa. Él también notó el cambio radical. Sabía que Renee estaba haciendo aquello a manera de demostración, no era posible que los sentimientos de Neffan fuesen recíprocos.
Hazz notó ese brillo descontrolado en los ojos de Neffan. No era romance. Era algo más. Algo peligroso. A pesar de que podían usarlo a su favor, Renee debía tener cuidado. Hazz conocía bien ese brillo descontrolado. Esa obsesión. Si Neffan caía en cuenta de que estaba siendo manipulado, entonces Renee se arriesgaba a ser víctima de su demencia y él podría llegar a matarla.
—¿Nos llevas a la cena? —Renee habló con la inocencia que Hazz había conocido la primera vez que la vio. Bien. Renee sabía lo que hacía.
En cuanto retiró su mano del rostro de Neffan, él salió de su burbuja y volvió a prestar atención a la realidad. Hazz no lo provocó más. Ya tenía lo que necesitaba.
Neffan le ofreció un brazo a Renee. Ella lo aceptó, lanzándole una rápida mirada a Hazz antes de sonreírle a Neffan. Hazz miró hacia Aprell, quien pareció haber captado lo necesario para saber que Belrie tenía sus propios planes.
Se encaminaron a través de los pasillos entre las celdas. Aprell enganchó su brazo al de Hazz, mirando alegremente a su alrededor como si fuese un turista. Saludó a un par de prisioneros hasta que se dio cuenta que ellos no podían ver al exterior. Ella lo ignoró, intentando identificar a algún prisionero que podría serle útil. No iba a salir de ahí sola, necesitaba a alguien del interior, preferentemente un miembro que traicionó a la Condena... pero un prisionero ordinario también podía servir.
Hazz tuvo que salir de sus pensamientos cuando Aprell tropezó con sus propios pies, casi provocando que ambos cayesen. Le lanzó una mirada fría y algo desconcertada, no era normal que Aprell tropezara de la nada, especialmente sin algún obstáculo en el camino.
Aprell le devolvió la mirada, con una mezcla de preocupación y alegría que solo Aprell lograba expresar. Hazz frunció el ceño sin comprender lo que sucedía.
Recuperaron el ritmo que habían perdido y continuaron su camino detrás de Renee y Neffan, con decenas de guardias siguiéndolos. Hazz interrogó con la mirada a Aprell, aunque él no respondió con palabras, solo con gestos de alerta.
Los micrófonos. Por eso no hablaba. Era algo importante lo que tenía que decir.
Aprell inclinó disimuladamente su cabeza hacia el inicio del pasillo por el que habían entrado. Hazz fingió el mismo interés de turista que Aprell había tenido segundos atrás y analizó la zona de las celdas que Aprell había señalado.
La chica de cabello lila.
Aprell la había reconocido. Por eso se distrajo.
¿Quién era ella?
N/A
AHH. En este capítulo podemos empezar a sacar muchas teorías jajajjaja. ¿Qué ha pasado con Wivenn? ¿Para qué es la cena? ¿Quién es la chica de cabello lila? ¿Cómo reaccionará Hazz al saber que Kybett ya murió? ¿QUÉ PASÓ ANTES (Y DURANTE) DE QUE ENTRARAN A LA CUEVA?
Qué interesante caray.
#RandomFact: originalmente Hazz sería rebelde pero divertida, sarcástica pero sonriente, irritable pero sociable. Iba a ser una Hazz irreconocible a comparación de la actual.
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