~SELENE~

Me encontraba en una pradera, si, era una pradera cubierta de flores, rebosante de vida, de energía y de una indiscutible paz.

Cerré los ojos y aspiré el aroma de las flores, el viento jugaba con los mechones de mi cabello y sonreí, sonreí con verdadera alegría después de mucho tiempo y, aunque no sabía exactamente de donde venía este sentimiento, me sentí en casa.

–Es un sentimiento indescriptible el estar aquí ¿verdad? -dijo una voz masculina a mis espaldas.

Abrí los ojos y solté un suspiro cansado, sabiendo perfectamente de quién se trataba.

–Simplemente estoy soñando, tú eres una manifestación de mi subconsciente maltratado, nada más –dije con tranquilidad.

–Si eso es lo que quieres creer... Te he traído aquí por una razón – comentó con el aire sereno que le caracterizaba.

Me di la vuelta y le encaré con una expresión neutra en el rostro, podría ser un sueño, pero ni siquiera así le daría el gusto de que viese que causaba algún tipo de emoción en mí.

Estaba tal y como lo recordaba, imponente, al fin y al cabo era uno de los dioses más fuertes que había creado el universo hasta el momento.

Le recorrí con la mirada desde sus zapatos hasta sus oscuros ojos.
Todo en él, desde su indumentaria hasta su cabello era oscuro, como si fuera un mal augurio.

Era digno de cualquier pesadilla o de cualquier sueño húmedo de alguna ingenua que se dejara engatusar por su falsa amabilidad.

Su altura, a pesar de ser considerablemente mayor que la mía, nunca me había intimidado y si algo había heredado de él, era el espeso cabello rizado que ambos teníamos.

– Siempre la hay detrás de cada pequeño movimiento que hagas, así que ¿ porqué razón has decidido venir a visitarme hoy, padre? –enfaticé esta última palabra con toda la ironía de la que fuí capaz, sabiendo que le molestaría.

Tal y como esperaba, su rostro se arrugó en respuesta y chasqueó la lengua en señal de desaprobación, a mi me importaba una mierda.

– Mi único objetivo contigo es mantenerte con vida ¿ tan complicado te resulta de aceptar que un padre quiera proteger a su hija? –dijo con un tono ofendido y de alguna forma, desesperado.

Solté una carcajada incrédula y le miré esperando encontrar algún indicio de ironía en sus rasgos, pero no encontré ninguno.

¿De verdad piensa que me tragaría semejante patraña?

– ¿Protegerme tú? ¿A mí? ¿Cómo cuando me torturabas para ver cuánto dolor aguantaba? -pregunté poniendo un dedo sobre mi barbilla, fingiendo pensar- ¿o cómo cuando me obligaste a luchar con todos los machos de la manada?- asentí con la cabeza- Sí, curiosa manera de proteger a tu "hija" —finalicé haciendo el gesto de entre comillas con los dedos.

Me devolvió la mirada, perplejo, como si le horrorizara todo lo que había dicho, como si fuera mentira todo lo que había descrito y vivido.

Para empezar me había destrozado la vida, la mía y la de mis seres queridos.
Mi madre, a la que engañó para llevar a cabo su plan y crear su descendencia, mi padre, quien a pesar de saber que no era hija suya, me crió como una más, bajo la atenta supervisión de este ser, ¿ y todavía tenía el descaro de sentirse ofendido ?

– Yo solo he intentado hacerte fuerte para el destino que te espera, así como lo hizo mi padre conmigo. Tienes que entender que hay cosas que no sabes, que escapan a tu control y yo solo he tratado de entrenarte lo mejor posible para que llegado el momento, estés preparada y puedas soportar lo que te espera. ¿Es por esa razón por la cual me odias? –preguntó confuso, como si fuera un niño que no comprendiera las consecuencias de sus actos.

Con cada palabra que escuchaba, más me sorprendía.

¿Era este el pensamiento que realmente tenía el Dios?

Él realmente creía que estaba haciendo lo correcto, sin darse cuenta ni pararse a pensar, solo por un instante, todo lo que había sufrido a lo largo de tantos años debido a su culpa.

– Para empezar, arruinaste mi infancia, solo era una niña pequeña ¿Comprendes eso? -callé con un gesto de mi mano su intención de interrumpirme y proseguí- Nunca pedí esto, yo ni siquiera debería de existir de la manera en la que lo hago, tengo a todos los dioses respirándome en la nuca, a mi manada, a los licántropos y a la loca de tu hermana. Sólo quiero vivir en paz y tener una vida ¡NORMAL!– estallé con un pequeño arranque de ira.

–Selene, no lo entiendes. Esto va más allá de ti y de mí. El destino existe por una razón, tú existencia tiene un motivo, el cual desconozco, pero sé que es importante-dijo dejando entrever un profundo agotamiento y desviando la mirada al horizonte- Se me acaba el tiempo, quiero que recuerdes que todo lo que pasa tiene un propósito y que estaré velándote desde aquí-terminó abarcando la amplia pradera y desapareciendo instantes después, dejándome una sensación de frío y vértigo mientras iba perdiendo la conciencia.