Cap 6 - Sin opción
Una hora y media más tarde, me encuentro tirada en mitad del bosque, sin saber donde estoy y sin gasolina.
Mil veces maldición Selene, cuando vas a aprender.
El crepúsculo llega con rapidez y decido que la mejor opción es pasar la noche aquí cuando un fuerte y gélido viento se levanta.
Miro con el ceño fruncido el cielo encapotado y dejo escapar un suspiro.
–Genial lo que faltaba, una tormenta de nieve —mascullo con un gruñido de frustración.
Me acomodo en la parte trasera de la camioneta con unas cuantas mantas alrededor mientras me castañean los dientes con fuerza. Bendigo mil veces mi paranoia por haber dejado un kit de supervivencia en caso de tener que huir con prisas.
Tengo mantas, dos cantimploras de agua, una pequeña almohada, un botiquín, carne deshidratada y un poco de embutido.
Como un poco de todo, sin saber realmente cuánto tiempo me llevará encontrar el camino de vuelta a casa y dejando provisiones suficientes para mañana.
Mis pensamientos vuelan sin quererlo hacia el oscuro chico que hace algunas horas estaba mofándose de mí.
Maldito desgraciado, todo esto es por su culpa.
Sigo sin comprender porque razón me marcó de aquella manera. Si bien no era un mordisco lo suficientemente profundo como para emparejarme con él, además de claro, necesitar otro... acto para conseguirlo, era lo suficientemente claro para advertir su territorialidad respecto a mí, la pregunta era:
¿Por qué?
Con estos pensamientos en mente, poco poco me iba yendo a la deriva entre el sueño y la vigía.
[...]
Me desperté gimiendo y con un calor tremendo por todo el cuerpo, estaba sudando por todos los poros de mi piel y parecía que hubiera estallado en llamas.
El viento azotaba con fuerza contra la camioneta y la temperatura era varios grados bajo cero.
–No,no,no,no,no...—gemí—.Ahora no.
Sabía lo que me pasaba.
Estaba entrando en el celo y no debería haber pasado hasta dentro de dos ciclos más. Temblé bajo las mantas como una hoja, horrorizada por lo que esto significaba.
Las pastillas que contenían el celo estaban en mi casa y yo estaba sola, perdida y con una ansiedad que aumentaba por momentos.
La marca que me dejó Nathan empezó a arder y a hormiguear y entonces caí en la cuenta.Me di un tortazo en la frente con fuerza.
¡Claro! Por eso se ha adelantado. Mi cuerpo se está preparando para lo que cree que es un emparejamiento.
Siento a la jaguar en mi interior revolviéndose y emitiendo maullidos lastimeros que se mezclan con los míos propios.
"Jódete estúpida, sabías que no nos íbamos a emparejar" la reprendo interiormente.
Maldito lobo, todo esto era por su culpa y ya tenía la respuesta de con qué finalidad me marcó.
Si hubiera sido para marcarme como presa, jamás habría podido propiciar el celo.
Con esto sólo quedaba dos opciones más:
O bien su lobo se sintió atraído por alguna extraña razón hacia mi jaguar o era completamente inexperto y no supo controlarse.
Por mi bien, espero que sea la segunda opción.
Gemí en voz alta y todo pensamiento se evaporó cuando una fuerte llamarada de calor me hizo encogerme sobre mí misma.
En el mundo animal, el celo de los felinos es el peor de todos con diferencia, más claramente, el de las hembras.
Todo me tiene que pasar a mí pensaba con un estremecimiento cuando de repente, la puerta de la camioneta se abre con fuerza.
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