Cap 5 - (M) Dúo de potencias
Chocamos con fuerza contra el suelo mientras seguimos dando vueltas intentando dominarnos mutuamente.
Alzo una pata, le doy un zarpazo en pleno pecho mientras la sangre comienza a brotar y me regocijo en el hecho de haberle herido, distrayéndome sólo por un par de segundos. Nathan aprovecha la oportunidad y cogiéndome con fuerza, me estrella contra el suelo colocándose encima.
Abro las fauces intentando morderle cuando me contiene cerrándome el hocico con una sola mano.
–Lo siento, lo siento... —murmura en voz baja.
Acto seguido, levanta la mano libre y aprieta la herida de mi hombro con fuerza.
El mundo se nubla y yo me desvanezco en la oscuridad.
[...]
Retomo la conciencia lentamente intentando averiguar que es lo que ha pasado.
Retazos de la pelea con Nathan desfilan por mi mente y abro los ojos desorientada.
¿Dónde demonios estoy?.
–La bella durmiente ha decidido despertarse de la siesta —dice una voz a mi derecha.
Volteo la cabeza torpemente y un pinchazo de dolor en el hombro provoca que vuelva a cerrar los ojos arrugando la nariz y llevando la mano a mi hombro vendado.
–Si... sobre eso... lo siento —murmura apesadumbrado.
–Púdrete Nathan —le suelto con mal humor cuando un dolor de cabeza empieza a hacer su aparición.
–Qué bonito, tú si sabes enamorar a un hombre —me responde con ironía.
Decido ignorarle y observo el lugar.
Estoy en una habitación grande con unas amplias ventanas. Me encuentro tumbada en una cama, de sábanas negras y suaves al tacto. En una esquina, le veo observándome.
–Que sepas que babeas cuando duermes —dice riéndose.
–Y tú eres un mierda —contraataco enfurecida.
–Auch Selene —dice llevándose una mano al corazón y haciéndose el ofendido—.Eso ha dolido —termina con una sonrisa de suficiencia.
—No tanto como tu pequeño tentempié —le indico fulminándolo con la mirada.
Soltando un suspiro se acerca a la cama.
–Siento eso, de veras... —me dice con ojos llenos de remordimientos.
–¿Porqué lo hiciste de todos modos?¿Para marcarme como presa? Porque ni siquiera entiendo el motivo —le recuerdo con fastidio.
- Porqué lo hice... Supongo que perdí el control de mi lobo. Cuando olemos las feromonas de las hembras nosotros...
–Espera, espera, alto ahí chucho. ¿Cómo que cuando oléis las feromonas? —le pregunto confundida.
Él me mira con cara de que soy tonta y se ríe a carcajadas hasta que se le saltan las lágrimas.
–No sé donde está la gracia...—murmuro enfadada.
Él deja de reírse aunque aún tiene esa sonrisa de tonto en la cara. Me pregunto si de un tortazo se le borraría.
Apuesto a que si.
–¿En qué clase de granja para gatos te has criado? —se mofa de mí.
–En una sin perros, así que si no me explicas todo eso... me parece que va a ser una conversación contigo mismo.- añado poniendo los ojos en blanco.
–Está bien. Las feromonas es por decirlo de alguna manera el...olor corporal de cada uno, las hormonas que desprenden tanto de machos como hembras. Es... como un reclamo de apareamiento
—explica con sorna—.Nosotros somos capaces de captarlas y olerlas, de ahí a cómo decía antes de que me interrumpieras, que cuando las olí...bueno, perdí el control de mí mismo —termina encogiéndose de hombros.
Me pongo roja hasta la raíz del cabello y niego furiosamente ante su mirada divertida.
–Ni en un millón de vidas me aparearía con un culo peludo —exclamo con voz ahogada.
—Esto no miente pequeña —indica tocándose la nariz.
–Sigue soñando —bufo indignada y sin querer reconocerlo.
Una cosa es sentirlo y otra muy diferente, decírselo.
Me mira intensamente y empieza a recostarse de lado encima mía mientras acerca su rostro al mío.
–¿Estás segura de eso? —su voz ha bajado dos octavas y se escucha ronca.
Nuestros alientos se entremezclan y roza sus labios con los míos en una lenta caricia provocándome un escalofrío involuntario.Frunzo el ceño y le doy un empujón en el pecho, apartándolo de mí con fuerza.
Se cae de la cama de culo contra el suelo y se levanta volviendo la cabeza hacia mí, riéndose.
–¿Has visto? —me dice con una sonrisa petulante tocandose la nariz—.Feromonas.
–¿Qué hora es ? ¿Y dónde me has traído? —le pregunto intentando cambiar el tema de conversación.
Ya es bastante incómodo de por si estar con él como para hablar de la indescriptible atracción que siento cuando está cerca.
–Tu pequeña siesta ha durado dos horas. No podía dejarte en el bosque desnuda cuando volviste a tu forma humana, así que te he traído a mi casa —me dice con una pícara sonrisa.
En ese momento soy consciente por primera vez de lo que llevo puesto bajo las sábanas.
Hecho un vistazo bajo ellas y veo que llevo una camisa gris oscuro con un estampado de alguna clase de grupo de rock que me llega hasta los muslos y unos bóxer.
Mi boca cae abierta y le censuro con la mirada.
–No me mires así gata, no hay nada que me interese ahí debajo así que puedes estar tranquila —me responde con ojos gélidos de nuevo.
Mis ojos se llenan de lágrimas sin derramar y me empieza a temblar el labio inferior.
¿Porqué tiene que ser tan idiota?.
Aparto las sábanas de un tirón y me incorporo.
–Oye mira, no quería decir... —empieza diciendo.
–Sé perfectamente lo que querías decir —le corto tajante—.¿Dónde está mi coche?
–Si te refieres al montón de chatarra que llamas coche, está aparcado fuera —me contesta.
–Bien, las llaves —contesto alargando la mano.
–¿Se te ha olvidado decir por favor? —pregunta enarcando una ceja.
–¡Que me des las putas llaves! —grito fuera de mí.
Suelta un suspiro y mete la mano en el bolsillo de su vaquero para dármelas.
–Sé razonable, ni siquiera sabes donde estamos —dice con un tono neutro y tratándome como a una niña.
En este punto estoy segura de que tengo la cara roja por la furia y me sale humo por las orejas.
Le arrebato las llaves de la palma de su mano abriendo la puerta y saliendo como un vendaval de su casa.
–¡Selene, que te vas a perder! —grita corriendo detrás de mi.
–Cualquier cosa es mejor que pasar un segundo más con un incompetente como tú —murmuro entre dientes mientras llego al coche y abro la puerta.
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