Cap 3 - Sentimientos encontrados
Me despierto con los primeros rayos del sol sobre mi rostro.
Parpadeo un par de veces desorientada mientras me desperezo e intento enfocar dónde estoy.
¿Qué pasó anoche?
Los recuerdos de la fiesta empiezan a parpadear en mi memoria mientras abro los ojos como platos y me incorporo de golpe.
Hombre lobo, persecución...Nathan. Me ha descubierto y me empieza a entrar el pánico debido a ello ¿qué debo hacer?
Me paso una mano por el pelo desordenado por el sueño y empiezo a deambular por la casa buscando una solución.
–A ver Selene, todo tiene que tener una explicación, siempre puedes intentar hablar con él —me digo.
Suelto un bufido ante lo que acabo de decir.
Si claro, estamos hablando del mismo lobo que me tiró de un golpe anoche en el bosque, sin preguntas. Nuestros pueblos siempre se han odiado y seguro que lo último que quiere es escucharme.
Miro el reloj y veo que me queda media hora para salir e ir a la universidad o empacar mis cosas y huir de nuevo.
Suelto un suspiro cansado. Estoy harta de huir, de esconderme, de sentirme culpable por perseguir mis sueños y tener que disculparme por ello.
Sólo quiero ser una chica normal, dentro de lo que cabe y hacer amistades. He estado sola la mayor parte de mi vida, sin que me apoyen y es hora de hacer las cosas por mi misma.
Me doy una ducha y me visto rápidamente con una sudadera y unos vaqueros ajustados. Me recojo el cabello en una coleta y salgo de mi casa.
Cuando llego a la universidad, mi estado de ánimo es aún más sombrío. No dejo de mirar a mis espaldas mientras mi mente funciona a mil por hora.
¿Nathan se lo habrá contado a su manada?
¿Me estarán esperando para capturarme?
Los minutos pasan y nadie viene hacia mí corriendo como si fuera Satanás y me tranquilizo gradualmente.
Camino lentamente hacia mi edificio y a lo lejos puedo distinguir a Sophia y los demás chicos.
–¡Selene! ¡aquí! —grita Sophia a lo lejos mientras me hace señas con la mano.
Camino hacia ellos y me reciben con una calurosa bienvenida.
–Buenos días —les digo con una sonrisa.
Matt se adelanta y me da un abrazo.
–Llegaste bien anoche por lo que veo ¿tus padres se enfadaron por que llegaras tarde? —me pregunta.
Le miro con sorpresa y me doy cuenta de que no les hablé de mí en toda la noche.
–En realidad... vivo sola. Mis padres están lejos de aquí —le respondo.
Todos me miran estupefactos y después ríen a carcajadas.
–Eso tiene que ser súper guay, sin toque de queda, sin mamá regañándote por no recoger la habitación.... —dice Mylan entusiasmado.
–Supongo que si —le respondo y me encojo de hombros.
–¿Y estás bien? Quiero decir, independizarse dicen que es duro ¿no?—pregunta Sophie.
–La verdad es que estoy bastante bien —les digo con sinceridad.
Desde que me fui, he aprendido a conocerme a mi misma y ha aceptarme tal como soy. No hay nadie que me diga como se supone que debe comportarse una jaguar, sin decirme que tengo edad para emparejarme y tener una camada de cachorrillos por ahí correteando.
No me siento preparada y aún no quiero eso para mí eso sin contar, con que no he encontrado a mi compañero aún.
–Bueno Selene, nos vemos en la hora del almuerzo en la cafetería. A la una ¿vale? —me dice Matt.
Nos despedimos y cada uno va a su clase. Espero no tener ninguna sorpresa hoy.
[...]
Por fin he terminado las clases y me dirijo a la cafetería donde he quedado con los chicos.Cuando llego, miro alrededor buscándoles cuando les veo sentados en una mesa.
Pido un sándwich de queso fundido y una coca-cola y voy hacia ellos cuando alguien me retiene por el brazo.
–Creo que tú y yo deberíamos de hablar —me dice Nathan al oído.
Como desde la primera vez que se acercó a mí, siento un vuelco en el estómago que no sé interpretar y me giro lentamente hacia él.Me zafo de su agarre y le miro a los ojos fulminándole con la mirada.
–Ayer dejaste bien claro cuál es tu concepto de hablar —le respondo entre dientes.
Veo que él suelta un suspiro y se pasa la mano por la cabeza en un gesto de nerviosismo.Ladeo la cabeza observándole de cerca, viendo cómo pasa el peso de un pie a otro. ¿Qué le pasa? Me pregunto con curiosidad.
–Digamos que... no fue una presentación demasiado caballerosa por mi parte, pero tienes algunas cosas que explicarme —contesta con una mueca de disgusto.
–No tengo porque darte explicaciones acerca de nada, lobo —le bufo.
Se acerca peligrosamente y doy un paso atrás antes de darme cuenta de mi movimiento.Levanto la barbilla, mostrando el poco orgullo que me queda.
–En una hora, en el aparcamiento de la universidad. No me obligues a rastrearte —gruñe peligrosamente cerca de mí.
Con eso da media vuelta y se aleja caminando tranquilamente. Trago saliva mientras le observo salir por las puertas de la cafetería.
Las cosas no dejan de ponerse más sombrías desde que pisé la universidad.
El rato de la comida es tranquilo y alegre, con Sophie tirando sus patatas a Mylan y haciendo bromas entre ellos.
Estoy tan perdida en mis pensamientos que cuando Matt me da un toque en el hombro doy un respingo en mi asiento.
—Hey,¿te encuentras bien? —me pregunta frunciendo el ceño—Estás muy callada.
Yo trato de mostrarme tranquila, cosa que no estoy, para poder hablar con él sin que sospeche el rumbo de mis pensamientos ni mi estado de ánimo.
–Sí, sólo ha sido un día un poco intenso —digo mientras sonrío con naturalidad.
Mientras le miro, me doy cuenta de que una sombra de duda cubre sus ojos.
Realmente es un chico muy...atractivo y cariñoso, siempre dispuesto a ayudarte o a escucharte si lo necesitas.
Suelto un suspiro fascinada al ver cómo curva los labios en una tímida sonrisa que saca a relucir unos pequeños hoyuelos en su mejilla.
–¿Tengo algo en la cara? —pregunta sonriendo con aire satisfecho y enarcando una ceja.
Trago saliva. Me ha pillado.
Me pongo a pensar rápidamente una excusa cuando Sophia me salva sin darse cuenta.
–Oye Sel, esta tarde hemos quedado para hacer algo de repaso en una cafetería del pueblo, ¿te apuntas no?.
Suspiro aliviada por la bendita interrupción de Sophia.
No soy una chica que me haya fijado en los hombres a menudo, al menos no en la manada. Hemos crecido juntos desde que somos pequeños y yo los considero casi como mis hermanos.
Desde que llegué aquí las cosas han cambiado y me siento un poco confusa con mis sentimientos y sensaciones.
–Sí, claro ¿porqué no? ¿A qué hora hemos quedado? –pregunto distraída.
–Sobre las siete y media. Es en la cafetería Cup & Coffe, está en el casco antiguo del pueblo.
Me despido de todos ellos y camino hacia mi coche, que está aparcado hacia el final del aparcamiento.
Conforme me voy acercando, distinto una silueta apoyada en el remolque y me doy cuenta de que había olvidado por completo la "conversación" pendiente con Nathan.
Gimo en voz alta mientras llego al lado del conductor y meto la llave en la cerradura esperando evitar esto.
–¿He adoptado el poder de la invisibilidad sin darme cuenta? —me pregunta con voz ronca cuando paso por delante de él sin darle siquiera un vistazo.
–Debo de estar volviéndome loca —digo mirando hacia todos lados y abro la puerta—.Me ha parecido escuchar una voz.
Sonríe con verdadero humor cuando digo esto y se aparta de la camioneta caminando directamente hacia donde estoy.
–Muy ingenioso por tu parte, aunque debo decir que esperaba un poquito más de educación por tu parte —responde divertido.
–¿Necesitas que te eduque para ir a buscar un palito y que me lo traigas?—digo con aire pensativo—.¡Oh! Ya sé, apuesto a que si te rasco detrás de la oreja meneas el rabito —le contesto con aire de suficiencia.
Un brillo de diversión cruza tan rápido por sus ojos que no se si me lo he imaginado.
Lo que no me esperaba en absoluto es que cerrara la puerta del coche de un portazo y plantara las manos a cada lado de mi cabeza.
–Dudo mucho que quisieras que te demuestre cómo soy capaz de "mover el rabito", gatita —me responde con una sonrisa de diversión.
Siento como se me calientan las mejillas ante lo que ha dicho y que miles de escalofríos me sacuden el cuerpo.
Estoy segura de que para este punto he estallado en llamas de vergüenza.
–O quizá si... —murmura con voz ronca a un suspiro de mi cara.
Puedo apreciar claramente como las pupilas se tragan casi por completo sus iris.
De repente, se aleja con el ceño fruncido y me mira como si yo realmente fuera una amenaza para él.
Suelto el aire que no sabía que estaba reteniendo en bocanadas entrecortadas.
–No sé a que estas jugando Selene, pero te advierto que si juegas con fuego, puedes llegar a quemarte —me dice con una mueca de rabia y lanzándome puñales por los ojos.
Bien, si las miradas matasen ahora mismo abría caído fulminada.
Le miro con ojos interrogantes, intentando descifrar las emociones que nadan en esos ojos oscuros.
–No... no se a que te refieres —logro decir casi sin que me tiemble la voz.
–Oh desde luego, apuesto a que sabes perfectamente a lo que me refiero —gruñe.
Y sin más, se acerca rápidamente sin que pueda hacer un sólo movimiento y me tapa la boca, acercándose peligrosamente a escasos centímetros de mi cuello.
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