Cap 22 - El pacto "💛" (M)
Llegué a la puerta de la cafetería y me tomé un segundo antes de entrar para infundirme valor.
Cuando entré escaneé rápidamente el lugar hasta localizar a Nathan en un sillón al fondo del local.
Tomé una respiración y me acerqué a la barra a pedir mi bebida fingiendo indiferencia.
No quería que se diera cuenta de que estaba nerviosa y a juzgar por la sensación que notaba de incomodidad, sabía que ya me había localizado.
—¿Qué te pongo? —me sobresalté al escuchar esa voz grave y con un ligero acento que no conseguí especificar, girando rápidamente la cabeza en su dirección.
Me encontré con un chico moreno de ojos azules mirándome desde detrás de la barra, con una sonrisa dibujada en su rostro.
—Un... café con leche y vainilla.Por favor.—Sonreí en su dirección y me incliné en la barra.
Ví al camarero tragar saliva y carraspear ligeramente antes de darse la vuelta y ponerse a preparar mi pedido.
No sabía muy bien si mi instinto seductor era catastrófico o simplemente había asustado al pobre muchacho, pero de lo que sí estaba segura era que Nathan seguía cada uno de mis movimientos.
Internamente, sonreí.
–Aquí tienes... —presté atención nuevamente al chico que me entregaba el café, mientras me miraba con ojos interrogativos.
–Selene —Sonreí ampliamente y me fijé en la chapita que llevaba en el uniforme–Un placer, Jona —Me dí media vuelta tomando un sorbo de café y miré por encima de la taza, encontrándome con la oscura mirada de Nathan.
Paseé entre las mesas y me senté en el sofá enfrente de él.
–Hola –saludé con indiferencia.
Observé cómo el paseaba la mirada por todo mi rostro, desde el cabello hasta la nariz, para después volver a fijarla en mis ojos.
–¿De qué vas vestida? —preguntó en tono burlón alzando la comisura derecha de la boca.
Arqueé una ceja y apoyé la cabeza en mis manos, en un gesto de falso interés.
–¿Te gusta? —mi voz salió coqueta y melosa.
–No —contestó apretando los dientes y desviando la mirada.
–En ese caso, voy perfecta —respondí con petulancia.
Giró la cara de nuevo hacia mí y sonrió irónico.
–He cambiado de opinión entonces, te encuentro... salvaje —miró mis labios y se mordió el suyo.
Rodé los ojos y suspiré con cansancio.
Sabía a que estaba jugando y que quería incomodarme, quizá hace un tiempo lo habría conseguido, pero ya no.
Coloqué una sonrisa torcida en mi cara y le miré fijamente, haciendo ademán de pensar.
–Entonces supongo que lo he hecho bien después de todo —volví a contestar encogiéndome de hombros.
Frunció el ceño y se reclinó hacia delante.
–¿A dónde quieres llegar? —preguntó entrecerrando los ojos.
Solté una risa sin humor y apoyé las palmas sobre la mesa, acercándome más a él.
–A que si te gusta o no te gusta como me veo, me importa una soberana mierda Nathan. Ahí es adonde quiero llegar —susurré contra su rostro.
Acto seguido volví a mi lugar y tomé la taza entre mis manos, dando un pequeño sorbo al café.
Estaba orgullosa de mí misma por cómo estaba dirigiendo la conversación, dejándolo confuso y extrañado.
Se quedó mirándome fijamente completamente serio, sin apenas un movimiento en sus facciones.
–¿Para qué querías que nos viéramos Nathan? —pregunté llendo al grano.
Arrugó la nariz con disgusto y desvió la mirada, manteniéndose en silencio.
Esperé alrededor de dos minutos hasta que finalmente escuché su voz de nuevo.
–Tengo... algunos problemas en la manada —contestó seco y con un tono de voz cortante.
–¿Y eso tiene que ver conmigo porque...? —Dejé la pregunta abierta para que me contestara sin rodeos.
Suspiró y se pasó una mano por el cabello ya alborotado. Parecía que últimamente lo había hecho mucho a juzgar por su aspecto.
–Porque necesito pedirte un favor—murmuró entre dientes.
Alcé una ceja y le presté atención, sonriendo.
–¿Perdona, que has dicho? —dije disfrutando del momento.
–Que necesito tu puta ayuda —respondió crudamente y desafiándome con la mirada.
Reí internamente por esta pequeña victoria.
Ahora nos habíamos intercambiado los papeles.
Que vueltas da la vida ¿verdad?.
–¿Para qué exactamente? —Ví como sus ojos escrudiñaban los míos con intensidad, intentando leer mi mente.
–Necesito que te hagas pasar por mi.... mate —soltó rápido y dándome un vistazo de reojo, evaluando mi reacción.
Justo en ese momento yo estaba bebiendo y me atraganté, sintiendo como casi me sale por la nariz.
–¡¿Qué me estás pidiendo que haga qué!? —grité alzando el tono y poniendo la voz aguda por el shock.
De todas las cosas que él podía haberme pedido, esa era la que menos esperaba escuchar.
–Mira, se que me odias y el sentimiento es mutuo. No puedo explicarte mucho, pero lo que sí puedo decirte es que con veinticuatro años que tengo, ya debería haber escogido a una hembra como compañera, soy el alfa de la manada y es mi obligación. Me están presionando y necesito hacerles creer que lo he hecho —su tono de voz era molesto y cansado.
Lo poco que sabía sobre los lobos, es que eran sociedades jerárquicas muy estrictas y con muchas leyes, así que no me costaba creerme lo que me había dicho.
Lo que no entendía era por qué me lo estaba pidiendo a mí.
–Me parece muy bien Nathan, lo que no logro comprender es por qué me pides ayuda a mí. Me juego el cuello a que tienes un montón de perras deseando tomar ese puesto —respondí con lógica.
Hizo una mueca al escuchar mi respuesta y se revolvió en el asiento incómodo, despertando mi curiosidad.
–Es... complicado de explicar —dijo sin más.
Me dejó estupefacta con su respuesta.
¿Se creía que era una estúpida que iba a aceptar semejante propuesta sin explicaciones?.
Realmente me consideraba una tonta si creía que iba a ser así.
–Vamos a dejar un par de puntos claros ahora mismo, Nathan —dije seriamente ganándome una mirada sorprendida de su parte—.Si quieres que reconsidere el hecho de ayudarte, vas a tener que explicarme claramente el por qué me estás pidiendo esto a mí y no a otra persona —Me crucé de brazos y le fulminé con la mirada, esperando su respuesta.
Se rascó la nuca y soltó un suspiro, dándose por vencido.
–Eres la única que conozco a la que le importa un carajo mi estatus y que no aspira solamente a ser la compañera del alfa. En definitiva, una Luna digna a los ojos del consejo —Se encogió de hombros y miró por la ventana, pensativo.
Me tomé un par de minutos para digerir lo que me había dicho y tenía que reconocer, que tenía cierto sentido.
–Arrg, no me puedo creer que de veras me esté replanteando todo esto. Antes de nada, dime cuál va a ser el papel que voy a desempeñar —suspiré resignada.
Abrió los ojos al máximo reflejando una sorpresa genuina por mi respuesta. En el fondo creo que estaba convencido de que no iba a aceptar, después de todo.
Carraspeó aclarando la voz, repentinamente nervioso, ganándose que entrecerrara los ojos en su dirección.
–No... mucho la verdad. Estar a mi lado en las reuniones del consejo, que nos vean juntos en público y todo eso. Aunque... hay una cosa que quizá... te incomode —añadió mirándome de reojo y dibujando una pequeña sonrisa de nerviosismo.
–Escúpelo Nathan —Sabía que estaba ocultando algo y quería que lo dijera de una vez.
–Tendremos que dormir en la misma habitación por que si no sospecharán —Asentí de acuerdo, aunque a regañadientes, pues era algo lógico después de todo —.Y... tendría que marcarte para probar que te he elegido... de verdad —añadió incómodo y en tensión, aguardando la ola de negativas e insultos.
–¿Tú te has vuelto majara o qué? ¿Has fumado hierba? ¿Te has metido crack o algo por el estilo? ¡Porque estás chiflado si crees que voy a dejar que te acerques a medio metro de mi cuello con tus putos colmillos de nuevo! —grité histérica y levantándome del sofá de golpe provocando que él también se levantara, agarrándome del brazo para retenerme.
–Por favor Selene, te juro que no será tan malo como la última vez. Puedo hacer que no te duela, te lo prometo —me miró con ojos suplicantes y abiertos de par en par, dejándome ver el miedo que escondían sus profundidades oscuras.
Me senté lentamente de nuevo en el sillón, sin apartar mi mirada de la suya y viendo como retrocedía con precaución hasta su sitio, como esperando que saliera corriendo en cualquier momento.
Lamentablemente su suposición no era errónea, porque sentía ganas de huir de ahí a toda hostia, sin mirar atrás.
Tragué saliva y cerré los ojos, calmándome.
–¿Qué gano yo a cambio? —pregunté cuando abrí los ojos.
–Lo que quieras Selene, si me ayudas puedes pedirme lo que quieras —aseguró sincero, sin preguntarme si tenía algo en mente y sin negociar.
Ladeé la cabeza con curiosidad cuando me asaltó de repente un pensamiento.
–Bien Nathan, hasta aquí todo está en orden, pero tengo una pequeña duda —dije colocando dos dedos en mi mentón pensativa, mirando hacia un lado.
–Pregunta —Me miró con interés y se apoyó en sus codos, expectante.
Volví mi vista hacia él y sonreí perversamente.
–¿Cómo piensas explicar que has elegido como compañera tú, un alfa de una manada de lobos, a una jaguar para que los lidere a tu lado? —pregunté con una sonrisa cínica.
Ví cómo palidecía ligeramente antes de recuperarse rápidamente y sonreírme falsamente.
–Soy su alfa, tienen que aceptar lo que yo imponga —dijo con dureza, pero pude notar una nota de inseguridad en su voz.
Asentí, pensativa. No ganaba nada haciendo esto, pero como dice el dicho:
«La curiosidad mató al gato».
–Acepto —solté simplemente y levantándome, con Nathan imitando mi gesto.
–Gracias. Te lo compensaré, lo prometo —El alivio en su voz me demostró una vez más, que sabía muy poco sobre él.
Aunque tendría tiempo de descubrir muchas cosas sobre él.
–Por cierto Nathan —dije de espaldas a él.
– ¿Si?.
–Prepara a tus chuchos, por que voy bien armada y no pienso tolerar ninguna falta de respeto —miré por encima del hombro y le encontré sonriendo ampliamente.
–Contaba con eso, gata —asentí y me encaminé a la salida, notando como me seguía con la mirada.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro