Cap 12 - Reencuentro
Empecé a recobrar la conciencia mientras mis ojos luchaban por abrirse.
Sentía los párpados pegados y el cuerpo pesado. Inspiré hondo y me senté con un quejido.
Me dolía la cabeza horrores y al llevar la mano hacia allí, pude palpar la humedad de la sangre. Hice una mueca y miré donde me encontraba.
Era una habitación pequeña y vacía, con apenas la cama en la que estaba tumbada y un pequeño cuarto de baño.
Me incorporé y un mareo se apoderó de mí al igual que las náuseas.
Empecé a escuchar gritos al otro lado de la puerta de dos hombres discutiendo y corrí hacia la esquina más alejada y me acuclillé, esperando.La puerta se abrió de golpe y ví entrar como un vendaval a una sombra oscura.
Mis ojos se abrieron en shock al ver su rostro mientras se arrodillaba enfrente mía y observaba cada centímetro de mi piel.
–Tú... —murmuré con apenas un susurro.
Nathan hizo una mueca al ver mi sangre
corriendo por mi cuello y la tocó con su mano.
–Ellos no deberían haberte golpeado, esas no fueron sus órdenes —gruñó irritado y enfadado.
Fruncí el ceño y me alejé de su contacto lo más que pude, pegándome a la pared.
–¿Donde está Matt ? —contesté con miedo mientras empezaba a temblar.
Quería saber si estaba bien porque la última imagen que tuve de él todavía me aterraba.
Sus ojos brillaron peligrosos y acercó su rostro al mío, enseñándome los colmillos.
–¿Porqué te importa lo que suceda con él? —preguntó en un tono bajo y amenazante.
Tragué saliva y me rodeé con los brazos mis piernas cuando los ojos empezaron a escocerme de las lágrimas sin derramar.
–Con él me siento segura —dije encogiéndome de hombros y tensándome cuando él tomó mi barbilla y la alzó.
–¿Y conmigo no? —murmuró mirándome a los ojos y viendo como un fugaz dolor los atravesaba.
Sentí una extraña opresión en el pecho al pensar que él estaba sufriendo por alguna razón, pero aparté esos pensamientos y me quedé en silencio.
Me soltó y pasó una mano por su cabello en un gesto que yo reconocí como nerviosismo.
–¿Porqué estás aquí Nathan ? ¿ Porqué me tienes en este lugar ? No ha pasado ni un día desde que me echaste de tu casa de la manera en la que lo hiciste – obvié el hecho de que me trató como la mierda.
Se levantó y soltó un suspiro, mirándome desde arriba.
–Las cosas han cambiado y lo he pensado mejor. Estás marcada y debes de permanecer a mi lado... hasta que se desvanezca —contestó con pesar.
Enarqué una ceja y le fulminé con la mirada.
–¿Disculpa?Yo no he elegido ser marcada... por un chucho —escupí con asco.
Él se tensó ante ese comentario y soltó un gruñido.
–Tu querido Matt es en parte chucho y no tienes ningún problema en revolcarte con él —contraatacó cada vez más furioso.
Sentí mis mejillas arder y cerré la boca de golpe al darme cuenta de que era cierto.
–Él es diferente —contesté mirando hacia otro lado y sin querer meter el asunto de Matt, ese era mi problema.
–¡Así que lo admites! —gritó a un palmo de mi cara mientras yo abría los ojos, comprendiendo.
–¿Qué estás insinuando Nathan? —le dije mientras entrecerraba los ojos y apretaba los puños.
Él soltó una carcajada sin humor, irritándome los nervios.
–Cómo te aprovechó la noche gatita, tuviste dos por el precio de uno —murmuró con disgusto.
Antes de darme cuenta de lo que hacía me levanté y le abofeteé con fuerza, provocando que su rostro girara y me mirara sorprendido
–¡No voy a permitir que ni tú ni nadie decida sobre mi vida! Y para que te enteres, ¡contigo no pasó ni pasará nunca nada! —grité empujándole y haciéndole trastrabillar.
Él sólo se quedó parado en el sitio, mirándome con desagrado.
—Tranquila, no tendrás que preocuparte más por él —dijo mientras daba la vuelta y salía de la habitación de un portazo.
Dejé escapar un grito de frustración y golpeé la puerta con fuerza.
–¡Ni se te ocurra tocarlo! ¡¿ Me oyes ?! ¡Te perseguiré hasta el mismísimo infierno como lo hagas! Eso, te lo juro... —terminé con un susurro y más lágrimas corriendo por mi rostro.
Matt no tenía la culpa de nada, joder ni siquiera hacía una semana que le conocía y ya iba a sufrir las consecuencias.
Me dirigí hacia la cama y me tumbé haciéndome un ovillo mientras un llanto desgarrador me golpeaba. Matt está en esta situación por mi culpa, por protegerme y quedarse conmigo.
Debería de haberme alejado de todos y no hacer amistades con ellos, sólo los ponía en peligro.
Las horas pasaron y yo seguía en la misma posición, con la cabeza enterrada en la almohada y los ojos hinchados de llorar.
Al final, me dejé llevar por el cansancio y me sumergí en un tranquilo sueño.
[...]
Empecé a despertarme cuando noté el colchón hundirse bajo el peso de Nathan.
Sabía que era él por su olor, vainilla y canela.
Intenté controlar la respiración para hacerle pensar que seguía dormida, quizá me dejaría en paz. Noté cómo acercaba su rostro a mi cabello e inspiraba suavemente, soltando un suspiro.
–No sé que hacer contigo —murmuró para sí mismo mientras acariciaba mi pelo con aire ausente.
Estaba de espaldas a él y formé una sonrisa maligna en mis labios mientras rápidamente me daba la vuelta y me colocaba a horcajadas sobre su cintura con mis garras en su cuello, presionando amenazadoramente.
Sus ojos se ampliaron ligeramente para luego esbozar una sonrisa torcida.
Agarré un puñado de su cabello y tire de él hacia atrás, exponiendo su cuello aún más.
–Vas a responderme a unas preguntas Nathan —gruñí con determinación.
Él me miró con ojos divertidos y relajó sus músculos. Yo sabía lo que trataba de hacer, que me confiara pensando que se había rendido.
Bueno, eso no iba a suceder.
Clavé las uñas un poco más en su cuello mientras gotitas de sangre comenzaban a emanar de la herida.
–¿Dónde estamos? —pregunté a punto de perder la paciencia.
–En un lugar seguro —dijo encogiéndose de hombros.
Le dí un tirón aún más fuerte a su cabello y me acerqué a él.
–Esa no es la respuesta correcta. ¿Dónde está Matt ? Y más vale que contestes la pregunta, mi paciencia no es infinita —arrastré mis garras unos milímetros por su cuello para hacerle entender que iba en serio.
Él hizo una mueca ante este gesto y sus ojos se volvieron oscuros.
–Está cerca, en otra habitación como ésta —respondió apretando la mandíbula.
Demasiado fácil y con él, nada lo era, pensé mientras acercaba mis labios a su oído.
–Si me entero de que algo le ha pasado Nathan, juro que iré a por tí —murmuré rozando su lóbulo en el proceso, provocando un estremecimiento en su cuerpo.
Sus ojos se desviaron a los míos y brillaron cuando comencé a sentir un bulto crecer y presionar contra mi centro.
Jadeé y me aparté de él rápidamente, poniéndome en pie mientras él se incorporaba de la cama.
–Estas enfermo —dije con los dientes apretados y en tensión.
–Puede, pero lo quieras o no, esto es lo que provoca nuestra cercanía —contestó con voz ronca y baja.
Sonreí con suficiencia y le señalé con una uña puntiaguda.
–Tú jamás tendrás ese poder sobre mí. Ya lo tiene otro —comenté sabiendo que ese comentario le molestaría.
Antes de darme cuenta, estaba en el suelo con él sobre mí y su rostro a milímetros del mío, agarrándome del cuello.
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