Ególatra:
Mi corazón fue inundado por el ego al sentir que dos bocas se deslizaban por mis recuerdos,
Como dos serpientes que se desconocen, como dos almohadas que no logran verse,
Y me vuelvo un ególatra cuyo narcisismo va más allá de cuatro paredes, cuyo sustento son dos miradas inocentes, y que, sin saberlo, terminarían siendo mi perdición.
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