Capítulo 18
18.-Lighthouse - Patrick Watson.
Un papá siempre quiere lo mejor para sus hijos o al menos los padres que aman de verdad. Tal vez estés molesta, quizás no entiendas mis decisiones, puede que incluso quieras golpearme por ser tan cabezón, tienes mucho carácter hija, te pareces mucho a mí en eso. No estaré ahí para ti en los momentos que más me necesites, esa es quizás una de las cosas que más me pese de dejarlas ir, pero sé que tú mamá hará un gran trabajo, escúchala, princesa, pero siempre toma tus propias decisiones, al final equivocándonos es que aprendemos.
Tu futuro, ¿eh? Cuando te vi dar tus primeros pasos noté como tu pequeño rostro se convertía en convicción pura, lo supe en ese momento, lucharías por conseguir todo lo que te propusieras y nadie podría detenerte. Sabía que serías luz, lo has sido para mí desde el momento que nos enteramos que te estábamos esperando. La persona que tenga un mal día solo tendrá que ver una de tus sonrisas, solo eso bastará para borrar todo lo malo.
Te imagino ahí, en tu graduación de preescolar, con tus coletas sobre tus pequeños hombros y tu sonrisa sin dientes delanteros.
Te imagino ahí, en tu graduación del instituto, asustada por la elección que te costó tomar. ¿Ciencias? ¿Letras? ¿Artes? ¿Qué escogerás? Te encanta dibujar, apuesto que será artes. Si aún no lo sabes solo hazte esta pregunta mientras piensas en las diferentes opciones: ¿Me veo haciendo esto toda la vida? ¿Me veo siendo feliz haciendo esto? Si la respuesta es sí, ya sabes que hacer, princesa.
Te imagino ahí, en tu graduación universitaria, tu toga y tu birrete brillando con los colores de tu escuela, tu cabello largo moviéndose en compañía del viento y ahí dicen tu nombre: Aurora Elizabeth Campbell. Así como yo te imagino en todos esos momentos te pido que veas al público y pienses que estoy ahí, a un lado de tu madre, aplaudiendo como un loco, gritando con todo el aire que me permiten mis pulmones, compitiendo con ese alguien especial que será un bastardo afortunado de poder tenerte (O bastarda, al final no escogemos de quien enamorarnos)
Te imagino ahí, en cada cumpleaños. Cierra los ojos e imagíname a tu lado, justo por detrás de tu hombro derecho, esperando la oportunidad para hacer que tu rostro se llene de pastel luego de que cantemos el cumpleaños.
Te imagino ahí, vestida de blanco, caminando por el largo pasillo y aquel bastardo afortunado viéndote con brillo en sus ojos como si fueras lo único que pudiera ver. Si no quieres casarte lo entiendo, solo déjame vivir la fantasía.
Te imagino ahí, en tu primera decepción amorosa, yo queriéndole cortar las piernas a quien te haya hecho daño. Espero que no te rompan el corazón, hija, pero si lo hacen, los corazones pueden repararse, pueden sanar, pueden volver a amar, no te cierres a una nueva oportunidad. Duele, duele mucho, pero estaríamos muertos si no pudiéramos sentir el dolor.
Te imagino ahí, riendo, llorando, sorprendida, decepcionada, feliz, triste, ilusionada, molesta, te imagino de todas las formas posibles y sin embargo sé que no es suficiente, se acaba el tiempo y solo puedo permitirme imaginar y soñar, afortunadamente los sueños son gratis.
Así veo tu futuro sin mí, espero que en algunos momentos de tu vida puedas recordar a tu viejo padre, quien te amó con locura desde el día uno.
No me canso de decir lo mucho que lo siento, pero mi historia ya está escrita, ahora toca que tú escribas la tuya, dale un mejor final que la mía.
No te olvides de apreciar cada mínimo detalle de tu vida, los que piensas que son insignificantes son los que más valen, Aurora.
Gracias por llegar hasta aquí,
Te ama con locura,
Papá.
Aunque mis ojos estaban húmedos esta vez no me permití derramar ninguna lágrima. En cambio, alcé la mirada del diario y me permití ver a Lucky arrojado en su cama muy concentrado en la pantalla de su computadora mientras escribía animadamente.
Le hice caso a papá.
Me permití observar con atención los detalles que parecían más insignificantes: Los largos dedos de Lucky Jacobi moverse con rapidez en el teclado de su laptop, su ceño ligeramente fruncido y la punta de su lengua levemente afuera en señal de concentración, en como inclinaba su cabeza no muy seguro de si estaba obteniendo el resultado que buscaba en la historia de una colisión. Me permití observar más allá, como las cortinas se movían, la luz entrando por estas brindando una calidez en su habitación, el color de las paredes, el suelo lleno de hojas de papel, los medicamentos de Lucky en su mesita de noche. Vi las estrellas, como estaban repartidas en cada rincón de su techo, deseando que cayera la noche para poder verlas brillar. Olfateé mientras cerraba mis ojos, tratando de diferenciar los distintos aromas: la fragancia del desinfectante, el ligero perfume de las sábanas y el olor de Lucky.
—¿Estás bien?—De inmediato abrí los ojos al escucharlo, él sonreía de medio lado mientras me prestaba atención. Asentí cerrando finalmente la tapa del diario, él se dio cuenta de eso—. ¿Terminaste?
—Sí, lo terminé.
—¿Qué piensas?
—Papa tenía mucho talento para las palabras—Lucky río un poco dejando de lado su computadora y acercándose un poco más al filo de la cama para dejarme un lugar. Me recosté a su lado—. También lo hice, ¿sabes? Mientras lo leía me imaginé cada uno de esos momentos y él estando ahí.
—Él ha estado y estará ahí, Aurora—confirmó él y le creí, porque también lo sentía.
Me empecé a adormilar cuando sentí la punta de los dedos de Lucky sobre mi piel, justo en mi brazo, acariciándolo con tranquilidad mientras podía escuchar el sonido de su respiración, guardando cada detalle en un rincón de mi cerebro obligándome en un mantra a no olvidar como se sentía estar en los brazos de Lucky Jacobi. Cuando sentí que cabeceaba me reprendí mentalmente tomando asiento en el colchón, sorprendiendo a Lucky la manera tan brusca en la que me había alejado de él.
—¿Qué hora es?
—Uhm, ¿cuatro y treinta?—masculló luego de ver su teléfono y ahí fue cuando realmente me recompuse.
—¡Mierda! ¡Es tardísimo!—Lucky parpadeó con sus bonitos ojos azules, sin entender el porqué de mi ansiedad—. Tenemos una cita a las cinco de la tarde, así que ponte guapo, Lucky.
—¿Ponerme guapo? ¿Es hoy el día de cumplir mi deseo número seis?—Se veía bastante emocionado.
—Tal vez hoy podamos cumplir dos de tus deseos si tenemos suerte.
—¿Acaso es mi cumpleaños?
Su rostro se alumbró como un árbol de navidad, un poco de luz detrás de su pálido rostro. Lucky ya no tenía cabello, ya se había caído completamente, al igual que el de sus cejas. Se terminaron de caer una semana después de que asistimos al funeral de Samuel. Fue una de las semanas más duras porque vinieron los cambios físicos bruscos, Lucky perdió diez kilos y se veía mucho más delgado, también había perdido su sonrisa, pero escribir había ayudado mucho porque pronto volvió.
Lo obligué a ponerse una chaqueta porque más tarde empezaría a enfriarse y este era uno de los momentos en los que Lucky era más sensible a enfermedades, su sistema inmunológico estaba prácticamente arruinado.
—¿A dónde iremos?
Fue la primera pregunta que hizo, luego siguieron a una docena más después de ver a Love en el asiento del piloto. Lucky no estaba muy contento de ver a su hermana en su auto, pero esta parecía no ofenderle, estaba más contenta por ver a su hermano fuera de la cama.
—Espero que Love no esté presente en nuestra sesión de fotos.
—¿Sesión de fotos?—cuestiono la chica curiosa y yo nerviosa mandé a callar al chico de ojos azules en el asiento trasero.
—No le hagas caso, Love.
—Sí, no me hagas caso, Love, es algo entre Aurora y yo.
—Lucky—dije con advertencia, el chico parecía bastante divertido, por lo que lo dejé estar.
—La verdad tampoco quiero saber que están planeando ustedes dos, tórtolos—La chica bostezó, se veía cansada.
Todos los Jacobi se veían de esa manera. Sin embargo, el padre de Lucky no había tocado el alcohol, su madre había estado comiendo y ya no se encerraba en su habitación y Love, ella permanecía fuerte, atenta ante cualquier pedido de su hermano pequeño.
—Deberías dormir un rato, los chicos vendrán a buscarnos luego—dije en susurros, pero sabía que el chico nos estaba escuchando atentamente. Love no se veía muy convencida—. Él estará seguro, sabes que si algo llegara a pasar los llamaré inmediatamente.
—No lo sé...
—Love, por favor, vuelve y échate una buena siesta, necesito a mi nueva ama de llaves en máximas condiciones para poder seguirla explotando de trabajo.
—Eres un mierdecilla, hermanito—dijo Love mirando por el retrovisor al chico.
Lucky por su parte parecía victorioso por haber ganado.
—Lo haré, pero si pasa algo llámenme.
Diez minutos después nos despedimos de Love desde fuera del auto y ella pronto volvió a la ruta rumbo a casa.
Lucky parecía confundido, no entendía que hacíamos en aquel lugar. Era solo otra calle genérica de Toronto con casas a ambos lados de la calle, muy parecida a nuestra cuadra.
—¿Segura que venimos a cumplir uno de mis deseos? Porque no estoy entendiendo que hacemos en este lugar.
—¿Acaso no confías en mí?
—Daria mi vida por ti, Aurora, pero si solo querías estar a solas conmigo pudimos ir al descampado—dijo burlonamente. Me reí entre dientes mientras me ponía a su lado, envolviendo con uno de mis brazos su cintura.
Señalé a la casa frente a nosotros.
—¿Sabes quién vive ahí?
—Uhm... ¿no?—me miró, luego hacia la casa, después de nuevo a mí—. ¿Compraste la casa para nosotros y nuestros futuros hijos, Aurora?
—¿Qué? No...
—Porque no estoy a favor del concubinato, si quieres casarte conmigo debes pedirlo. Y no pienso dejar que Hope nazca fuera del matrimonio, mis padres no me enseñaron eso.
—¡Lucky! ¡Sé serio! Ni en sueños tengo dinero en estos momentos para comprar una casa.
—¿Eso quiere decir que nuestro matrimonio y Hope siguen en pie?
Lo golpeé haciéndolo reír a carcajadas. Me gustaba hacerlo reír de esa manera, me hacía feliz verlo feliz.
Emocionada por su sorpresa lo jalé del brazo por todo el camino de piedra del jardín de aquella casa, Lucky riendo en cada paso que dábamos, pero su risa murió al una hermosa morena abrir la puerta de la casa con una sonrisa, parecía cansada, pero era normal debido a su evidente embarazo.
—Hola, ¿eres Aurora?
—Sí, eres Daisy, ¿verdad?—La mujer asintió acercándose a mí para darme dos besos en las mejillas.
—Es un placer conocerte. Supongo que tú eres Lucky, Bea me ha hablado de ti.
—¿Bea?—Si Lucky se veía confundido al llegar, ahora se veía perdido, no entendía nada—. ¿Tú eres...?
—Ella es Daisy Pirce, mi esposa y supongo que tú eres Lucky Jacobi—dijo el castaño guapo apareciendo por la espalda de la mujer viéndose bastante divertido de la sorpresa del chico al observarlo—. Me estoy sintiendo como una celebridad en estos momentos. ¿Viste, Daisy? Las bromas si sirvieron de algo.
Lucky dejó caer su barbilla obviamente reconociendo a una de las personas que lo inspiraron a escribir en el blog del instituto, como empezó la leyenda de los casilleros. Estábamos frente a Connor Pirce, el anterior dueño de mi casillero y uno de los intocables, aquella historia que me contó Lucky cuando nos conocimos en el instituto.
—¡No puede ser! Es un placer conocerte—dijo Lucky casi sin aire y extendiendo su mano, Connor la tomó y la estrechó dándole una sonrisa.
—El placer es mío, chico. Tu novia nos ha contado mucho de ti, incluso me mostró aquella historia que escribiste sobre mí y los chicos. ¡Es genial!
Nos quedamos a cenar, Connor compartía más y más historias con Lucky mientras que Daisy y yo aportábamos poco a la conversación. Mi objetivo era simple, Lucky podía crear su travesura en el instituto de la mano de una de las personas que hizo leyenda en el instituto, ¿y qué mejor que este fuera la mente maestra?
Y así fue, Connor tenía ideas y Lucky anotaba todo en su teléfono. Algunas ideas me aterrorizaron como hacer un grafiti en la entrada del instituto, ¿eso acaso no era considerado vandalismo? Cuando iba a intervenir Daisy puso su mano sobre la mía y negó con la cabeza.
Créeme, no es buena idea, me había dicho.
Eran casi las 9 de la noche cuando Noah fue por nosotros, Lucky parecía como un niño que acababa de recibir un regalo en la mañana de navidad. Abrazó a Connor con fuerza, luego le dio un beso en la mejilla a Daisy para después ser ayudado por Noah a subir al auto mientras me quedaba con la pareja en el umbral de la entrada de su casa.
—Quiero agradecerles por darnos unas horas de su tiempo, no saben lo que significó esta reunión para él.
—Gracias a ti por contactarnos, me alegra haber conocido a Jacobi—Connor miró sobre mi hombro y sonrió un poco entristecido —. ¿Qué han dicho los médicos?
—No mucho—mi respuesta fue acompañada de un encogimiento de hombros—, pero todavía tenemos esperanzas.
—Ya sabes lo que dicen, la esperanza es lo último que se pierde—dijo Daisy apretando mi brazo en señal de apoyo.
Les di un medio abrazo a ambos y les prometí que los mantendría informados ante cualquier novedad, después subí al auto.
Lucky le contaba emocionado a Noah sobre sus planes. Su travesura era bastante simple, Connor le había dado su bendición y ahora debíamos ponernos manos a la obra.
Eran las diez y cuarto cuando nos detuvimos frente al instituto, le había prometido a mamá que estaba a salvo, aunque aún me escribía cada cinco minutos al igual que Peace. Observé como otro auto aparcó detrás de nosotros y de él salieron Raph, Trick y Bea.
—¿Están listos?
—Lo preguntas como si fuéramos a incendiar el instituto —escuché la duda en la voz de Noah.
—Tranquilo, la única ley que quebraremos hoy será el allanamiento de una institución privada—Lucky sonrió divertido.
Eso es lo que todos creían, pero haría de este deseo perfecto. Había hablado con el director Johnson, no estaba muy convencido al principio, pero cuando presioné y dije las palabras adecuadas aceptó darme las llaves del instituto, eso sí, con la promesa de que el daño no sería demasiado duro.
A pesar de las ideas locas de Connor Pirce que podrían haber provocado el arresto de todos, finalmente dimos con una pequeña travesura que no le haría daño a nadie y que era bastante significativa.
—¿Trajeron la pintura?
—Amarillo pollito—aseguró Raph alzando uno de los baldes de pintura—. No estoy muy convencido de cambiar el naranja por amarillo pollito.
—Yo prefería verde manzana, pero no es nuestra travesura, Raph—recordó Bea.
Tomamos las brochas, envase para colocar la pintura y otro balde.
Todos estaban atentos a su alrededor para que nadie nos pillara.
—Bien, debemos armar un plan para abrir la puerta, debe estar asegurada—dijo Trick mirando con atención la cerradura.
—Podemos derribarla, Noah y Raph tienen bastante fuerza.
—No quiero golpear uno de mis hermosos brazos, le dejo el trabajo a Noah—respondió Raph hacia Bea quien había dado la idea.
—¿Por qué yo? Trick puede colaborar.
—¿Has visto mi cuerpo? Soy un fideo, si me estrello contra esa puerta tendrán que llevarme al hospital.
—Podríamos romper una ventana—acotó Lucky y todos negaron asustados.
Entre discusiones por parte de mis amigos, suspiré, me adelanté pasando entre ellos y solo abrí la puerta. El silencio llegó rápidamente hasta que Raph lo rompió.
—¿Cómo...?
—Los quiero, chicos, pero son demasiado lentos y nos quedamos sin tiempo.
Me aseguré de que Lucky estuviera a mi lado, sabía que estaba un poco agotado por el día y el tratamiento no lo hacía sentirse mejor. Todos mascullaban sorprendidos sobre mi gran hazaña de haber conseguido las llaves de la escuela y por más que quisieron saber cómo lo hice no dije ni una sola palabra, debía mantener la fantasía.
Pero Lucky sospechaba, él siempre se enteraba de todo porque siempre estaba atento.
Cada uno tomó una brocha mientras que Trick vigilaba los pasillos. Lucky parecía tan feliz de estar borrando el color naranja de nuestros casilleros volviéndolos de un amarillo pollito. Una vez estuvieron listos, tomó un pincel y lo mojó en la pintura azul cielo, como sus ojos. En cada puerta ponía una letra, si eso no llamaba la atención no sé qué lo haría, quizás uno de esos grafitis que Connor le había propuesto hacer en la entrada del instituto.
—¿Qué tal quedó?—El parecía orgulloso cuando terminó de colocar la última letra.
L U C K Y
Que Lucky usara su nombre para su pequeña e inocente travesura hacia que mi corazón se calentara de la emoción, pero era más que su nombre, era la palabra en sí lo que importaba.
—Bastante narcisista de tu parte... Estoy tan orgulloso—comentó Raph haciéndonos reír por sus palabras.
—Yo creo que es genial—dijo Bea.
—Me gusta la letra que me tocó —aportó Noah.
Lucky desvió su mirada en mí al no escuchar mi opinión. Me encogí de hombros a lo que él en respuesta arqueó una de sus cejas.
—Tenías razón, aquel día, cuando nos conocimos.
—¿Si?
—Los que tienen estos casilleros se vuelven inolvidables, sin duda alguna serás recordado por todo lo alto.
—Aww yo sé que me amas, Aurora.
Entre risas empezamos a recoger los restos de pinturas y las brochas. Queríamos dejar todo impecable. Escuché como Lucky abría su casillero, pero cuando me acerqué para curiosear lo que hacía ya lo había asegurado nuevamente.
—¿Qué hacías?
Se encogió de hombros.
—Nada.
No indagué de más, tiempo después me daría cuenta de lo que había hecho.
La mañana siguiente todos los ojos estaban puestos en aquellos cinco casilleros. Si antes eran deseados en ese momento se convirtieron en la envidia del instituto. La ley del ser humano es escoger dos vías, amar lo igual o amar lo suficientemente diferente, esos casilleros lo eran, al igual que Lucky.
Por eso, más tarde ese día cumplí el deseo añorado del ojiazul. Su deseo número seis.
¡Finalmente! Un pedacito más de la historia de Aurora y Lucky :)
Un poquito de felicidad antes de la tragedia jajajajajja
Por si se lo preguntan y son lectores de Los Intocables, la historia está ambientada luego de los sucesos de "Entre campanas de boda", por lo que Daisy aquí está embarazada de Lucas ;)
Dedicado a todos por su gran paciencia por la espera.
Un abrazo.
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