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Capítulo 7

Capítulo 7

La fiesta en casa fue una idea que tuve de último momento, pero ahora creo que no fue una buena idea...

Michael caería con su chica, me había dicho que estaba enamorado y que creía que era algo más que un pasatiempo. Quizás para él, ya era hora de ir teniendo relaciones más estables, de esas que duran un par de años y no un verano. Pero lo que no me había mencionado era que Carolina traería a una amiga.

¡Mierda!, ¿estaré viendo visiones?, tendría que dejar de tomar, tal vez Mich... No se equivocaba en lo que me decía.

En algún momento deberías de dejar los excesos》

Esa vocecita en mi cabeza era familiar y recurrente.

Cuando bajé las escaleras me estaba terminando de vestir. La discreción no era lo mío, lamentablemente. Pero, ¿por qué no puedo hacer lo que me plazca en mi casa?, la idea era disfrutar de la noche, despreocupado de la maldita prensa... Ni se me ocurrió no comportarme como un boludo, sexópata.

Pero no imaginaba volver a ver esos ojos claros, de color verde agua que me recordaban el mar. Estos me miraban sorprendidos, intrigados y ofendidos, como suponiendo que estaba haciendo antes de bajar.

No podía dejar de sentir curiosidad cuando la miraba, las sensaciones que me recorrían el cuerpo nunca las había sentido. ¿Sería que estaba pasando por un estado de enamoramiento?, eso no podía ser posible. No dejaba que el amor me gobernara, yo no sabía amar y no me permitía ser amado. El amor en mi vida era ficticio, mi lado romántico solo salía a la luz frente a una cámara... Esa era mi regla.

Quería irme, evitar que el saludo sea en ese momento. Pero no me quedó otra opción. Cuando escuché su nombre completo por primera vez, agradecí poder saberlo... Estuve días pensando cómo localizarla, estaba obsesionado con esa chica.

Y ahora la tenía de pie frente a mí, tenía un vestido de encaje rojo que le quedaba perfecto, se la veía completamente diferente a la chica que choqué en el pasillo del cine. Seguía siendo hermosa pero su belleza resaltaba aún más al verla arreglada, ahora podía decir que me había quitado el aire.

El silencio me resultó incómodo. Ella solo se quedó congelada en el lugar, no soltó ninguna palabra de su boca. Lo que me sorprendió porque no me había dejado la impresión de que pudiera quedarse callada. ¿Estaría sorprendida de verme?.

Cuando me dirigí a ella, diciendo su nombre, solo me respondió que sí con un movimiento de cabeza, afirmando que se llama Amelia. Y yo me quedé esperando mucho más que eso pero tampoco tenía esclarecido que era ese algo más que quería. Un futuro con ella era incierto, sin embargo un tiempo compartido no me costaba imaginarlo.

También era claro que mis pensamientos por momentos no me dejaban analizar las palabras que debería decir. Tampoco podía manejar mis emociones y me ardían las manos de tan solo pensar en tocarla. Esa noche el control absoluto de mi cuerpo y alma peligraban.

Me disculpé y me retiré al instante... Fue lo mejor que pude hacer, esquivar y evitar era lo más coherente, sería lo correcto. Por ende, seguí fiel a mi estilo, bebí, fumé y besé a toda chica que se me insinuaba. Me propuse que la meta de la noche era mantenerse alejado de Amelia... Y podría decirse que cumplí.

El intentar acercarme sería un error y Michael no iba a verlo como algo bueno. Probablemente, él tendría razón, a la larga o a la corta, yo seguiría siendo un hombre que evita los compromisos, como las responsabilidades.

Lejos de ella, la noche pasaba, pero mis ojos aún no podían perderla de vista. Esa sensación de estar en un lugar con miles de personas y no poder apartar la vista de una sola, no era algo que quería sentir. No estaba acostumbrado a que alguien resaltara en mi campo de visión.

La encontraba en todas partes...Verla bailar fue lo mejor de la fiesta sin dudas y no era solamente yo quién había quedado impactado, todos los hombres la devoraban con los ojos.

Paul era mi mejor amigo y fue el primero en darse cuenta que no estaba centrado y estaba perdido viendo a Amelia.

—¿Quién es ese caramelito?, te persiguen sus ojos hace horas— me dijo al oído mientras ambos mirábamos a Amelia en la distancia.

—La chica sin nombre de la que te hablé ayer, se llama Amelia y es amiga de Carolina— respondí.

—¿La nueva pareja de Mich?, hermano ten cuidado porque eso tiene pinta de serio— me dijo riendo y golpeando mi espalda.

—Estas flasheando, en mi vida lo serio no tiene cabida, ¿vamos a fumar adelante?...— le dije despreocupado y con una mueca.

—Okey, como tú digas pero Jack te saca ventaja, ojo— y siguió caminando hacía la entrada.

Miré nuevamente a Amelia antes de seguirlo y ví como Jack bailaba con ella. Las ganas que tenía de romperle la cara eran monumentales, pero respiré profundo y seguí.

Un rato después Michael fue a buscarme y me encontró sentado con Paul dentro de mi auto. A continuación se metió y se sentó en el asiento trasero.

—¿No ibas a dejarlo?, ya sos grande Jona... Cada día tienes más exposición, fíjate que es lo que mejor te conviene ¿si?— soltó su comentario para arruinarme la fiesta.

Michael antes era igual o peor que yo, pero desde que tenía más responsabilidades en la administración de las empresas de su padre, era un tipo maduro y serio. Era lo esperable pero ya no sentía que fuera el mismo Mich y yo tenía que ir en el mismo camino tarde o temprano.

—Un faso ya no es una opción, me lo dejaste claro muchas veces. Hoy no es mi noche, no jodas— le dije encabronado.

—Basta galanes, terminemos bien... Mich, no seas jodido y callate un rato, dale, por los viejos tiempos— nos dijo Paul mirando por la ventanilla.

—Shhhh— chistó Michael.

Paul era mi mejor amigo, casualmente lo conocí en la calle vendiendo drogas, cuando yo tenía quince años y él dieciséis. Me vió tan perdido que se sentó a charlar conmigo sobre mis problemas, diciéndome que era evidente que yo no tenía ninguno... Y la verdad es que al contarme su vida, tuve que darle la razón, mis problemas eran insignificantes.Yo simplemente estaba pasando por una etapa de rebeldía, ya que, por ese tiempo mi relación con mi padrastro era una mierda... Él marcaba las diferencias que tenía con Michael todo el tiempo y quería que sea un auténtico Brown. Pero yo era un Lennox y siempre lo sería.

Con Paul terminamos siendo muy buenos amigos, me mostró su mundo y yo el mío. Poco a poco se fue alejando de los familiares que le perjudicaban la vida y pudo ponerse un estudio de Tattoos... Pero algunos malos hábitos a veces tenía y yo me sumaba alguna que otra vez a sus cagadas.

—Recién lo prendí y aunque no lo creas es mi despedida, es la última vez. ¿Qué necesitas Michael?— le pregunté para que se baje pronto.

—Necesito que al menos hoy seas responsable y no la cagues por favor— me dijo clavándome los ojos con seriedad.

—Soy responsable en muchas cosas. Vos solo tenes 3 años más que yo y más compromisos con tu padre... Bájate del pony— Michael tenía ganas de pelear, lo pude ver en sus ojos pero simplemente siguió hablando de lo que quería pedirme.

—Le dije a Caro que ibas a cuidar a Amelia, se encuentra en la barra, borracha. Pero no quería irse aún. Yo me voy con Carolina a mi casa, vamos a estar comunicados igualmente— cuando escuché que estaba borracha me preocupé bastante por ella pero cuando dijo que se quedaría en mi casa no podía creer lo que me decía. —Jona, no la podemos llevar y dejarla sola en su casa, está muy pasada— asintió.

—No te preocupes, sabes perfectamente bien que no voy a dejar que le pase nada— le dije y en ese momento agradecí apenas haber prendido el faso que armó mi amigo. —Paul, se terminó la fiesta, avisa a todos que se vayan.

En cuanto respondí, salí disparado hacia la barra y la ví sentada forcejeando con su amiga...

—Tranquila Caro, ve con Mich, te espera en el auto. Yo la llevo al cuarto de invitados, no la pienso dejar sola hasta no estar seguro de que se encuentre bien.

—Déjenme— dijo Amelia enojada, con los ojos cerrados y con un vaso en la mano.

—Es suficiente por hoy bella...— le dije susurrando en su oído. Al decir la última palabra Amelia se vomitó todo el vestido y yo le sujetaba el pelo para hacerle un rodete.

—Cualquier cosa nos avisas urgentemente Jonathan, espero no se enoje por dejarla aquí... Tiene el día libre mañana en el trabajo por cierto, déjala dormir lo que necesite— decía preocupada Caro.

—La voy a tratar como reina, no se  enojará, ve.

Caro desapareció por la puerta y yo cargué a Amelia entre mis brazos, en cuanto la miré y observé su ropa sucia me acordé de la primera vez que la había visto...

La llevé hasta mi cuarto, lo creí mejor porque las comodidades eran otras. Luego, la apoyé en la cama y por un instante dudé si sacarle la ropa sucia o no. Entonces, la dejé vestida y la limpié lo mejor que pude con una toalla húmeda.

Me quedé un rato mirándola dormir, tenía unas facciones muy hermosas pero antes de perderme en mis pensamientos y en su figura, le escribí una nota que dejé en la mesa de luz para que la leyera a la mañana siguiente. Después me fuí a dormir, sin ganas por supuesto, a otro cuarto...




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