
Capítulo 42
Capítulo 42
Mis sentidos estaban puestos en Amelia, a cada segundo pensaba en las ganas que tenía de felicitarla personalmente por su logro. Es que sacar el registro de conducir no era una situación que ocurriera todos los días… Seguramente estaba feliz y emanaba un brillo radiante en sus ojos pero solo me encontraba imaginando esa imagen. Porque solo pude decirle que íbamos a festejar más tarde su logro mediante un mensaje. Un mísero mensaje que ella nunca me respondió 《¿No tendrá batería su móvil?》.
No tener su respuesta me carcomía la cabeza… ¿Sería normal preocuparme tanto por ella?. Desde el primer momento en que mis ojos la registraron mis pensamientos se declararon suyos y ahora que es mía estos se multiplicaron, logrando que mi inquietud vaya en aumento.
—Hijo, tenemos que tener una charla tranquila. Apagá el teléfono por favor— me habla mi madre y me quita el móvil de la mano para llamarme la atención porque mi cabeza se encontraba atrapada en mi mente.
—No soy un niño— le respondí ofuscado. Hacía un rato que había llegado a su casa y ya tenía la necesidad inmediata de marcharme.
—No, sos un hombre. Parece mentira— dice con un brillo en sus ojos—. Quiero que hablemos tranquilos los tres y no quiero que te distraigas— me indica y me extiende con su mano el móvil para devolverlo.
—Estoy esperando una respuesta. Y también estoy hablando con Michael. Vamos a salir más tarde. Ahora lo apago, quedate tranquila— le menciono con entusiasmo.
—Bueno, esa salida y esa respuesta tendrán que esperar— dice y luego de un largo suspiro su marido ingresa al living—. Sentate amor, vamos a dialogar— mi madre apoya su mano en el sillón y da unas palmadas para indicarle que tome asiento—. Agradezco que vengas para hablar hijo. Más allá de que ahora te siento incómodo— dice mirándome a los ojos con intensidad.
—Yo también lo agradezco— agrega mi padrastro con un tono de voz neutro—. Me gustaría que podamos charlar en paz. Tu madre dice que tenemos varias diferencias.
—Por algo será…
—Hijo, sin sarcasmos por favor— mi madre me clava su fría mirada y yo asiento—. Me gustaría que cada uno de ustedes pueda cerrar una etapa. Al principio se llevaban bien, me gustaría que siga siendo de esa manera. No entiendo el conflicto que tienen… Realmente necesito que lo resuelvan y se lleven bien, quiero que se entiendan— dice mientras observo que se encuentra angustiada. Henry toma su mano, probablemente con fuerza y comienza a hablar.
—Jonathan, sinceramente yo no tengo un problema contigo. Te considero mi hijo y realmente me duele saber que no me quieres— ¿será cierto o quiere victimizarse?, lo observo detenidamente y comienzo con mi interrogatorio.
—¿Me quieres?, ¿de qué manera?, ¿cómo un empresario o un actor?, ¿cómo un Lennox o un Brown?— suelto mis palabras como si fueran balas que van directo a su pecho.
—Claro que te quiero. Es una afirmación indiscutible Jonathan. Pero el tema del apellido o tu profesión son asuntos diferentes. Tu apellido nunca me molestó, eso es algo que te has inventado. Y tu profesión la respeto pero te he dicho más de una vez que no me parece productiva. Podrías generar más dinero trabajando con tu hermano en las empresas. Yo solo quiero que tengas un futuro próspero— termina diciendo el mismo discurso de siempre… Otra cosa no sabe decir.
—Trabajar en tus empresas no me hace feliz. Nunca podrás darme el apoyo que me daba mi padre, me queda muy claro— ruedo mis ojos con indignación y continuo escupiendo mis verdades
—. Y para tu información, en la actualidad no soy un actor frustrado, estoy generando mucho dinero. Te lo aclaro porque parece que aún no te diste cuenta— mi madre quiere intervenir pero Henry se adelanta. y la deja con sus palabras atoradas en la garganta.
—Tu padre no estaba vivo cuando comenzaste con tu camino de actor, te lo recuerdo— sus palabras me envenenan la sangre—. Te he acompañado yo en ese proceso, no lo olvides.
—¡Henry!— exclama mi madre en un grito, sorprendida por sus palabras.
—Lo siento, pero no puede ver todo el apoyo que yo le he dado. Me parece injusto— aprieto mis manos con fuerza para intentar contener la furia que me invade.
—Tu dinero pudo haber pagado mis estudios, pero nunca me diste una palabra de aliento. No todo se compra con dinero Henry— le digo señalando con mi dedo índice su rostro—. Y mi padre no estuvo presente en este recorrido pero siempre predijo mi éxito. Sus palabras nunca van a morir por más que intentes destruir su memoria. Quizás lograste que mi madre lo olvide pero yo nunca lo haré. Nunca.
—La memoria de tu padre sigue intacta— menciona mi madre con voz fina.
—Eso no es verdad, desterraste su recuerdo por él— digo levantándome de mi asiento recordando la conversación que escuche de ellos en el pasado. Él le pedía que lo olvidará y lo sacará de sus vidas—. He escuchado su conversación.
—Hijo, no te vayas— me advierte con voz temblorosa—. Su recuerdo me dañaba… A veces.
—Jonathan, no voy a permitirte este comportamiento. Tu madre no tiene que angustiarse más. Además, no tienes ni idea de los motivos que yo tuve— su voz gruesa quería intimidarme pero no lo lograba.
—¡Basta!— grita ella con ímpetu y vuelvo a sentarme en mi lugar.
—¿Por qué no tiene que angustiarse?, ¿por qué te dañaba madre?— vuelvo a analizar nuevamente sus palabras y en cada pregunta dirijo mi mirada a ambos. Ahora quería una explicación coherente porque nada de lo que decían me cerraba.
—Lo siento cariño, pero esta discusión no nos llevará a nada. Tengo que ser sincero, es la única manera que encuentro— Henry mira directamente a mi madre y ella niega con su cabeza pero sin importarle su reacción continúa hablando—. Jonathan, tu madre no tiene que llorar más por el pasado. Ya había sanado, no quiero que vuelva a decaer. Verás, ella antes tenía que sanar, no solamente porque tu padre fue un gran amor y un pilar en su vida. Tenía que hacerlo porque recordarlo la trasladaba al momento de su muerte… Un episodio que fue muy duro y no solamente por su ausencia. Luego del accidente, varios meses después, cuando tu madre y yo comenzamos a conocernos más, una mujer apareció para reclamar los bienes de Arthur. Nos enteramos de que él estaba casado con otra mujer, antes de casarse con tu madre— el rostro de mi madre se convierte en una catarata de lágrimas. Y mi rostro queda paralizado. No puedo creer lo que me dice—. Tuve que contratar varios abogados para ayudarla porque esa persona quería una retribución económica, alegaba que tenía daños psicológicos. Comprobamos que decía la verdad, el acta de matrimonio que tenía con tu padre era legal y el de tu madre era falso. Había vivido una mentira por muchos años.
—¿Qué estás inventando?, eso no puede ser verdad. No te creo. Mis padres se amaban. Mi padre ha tenido una única estrella en su vida y esa estrella ha sido mi madre. No puede estar casado— digo espantado sin poder asimilar lo que me estaba diciendo.
—Ojalá fuera un invento… Jonathan, esa mujer se ha quedado con la casa y con todos los bienes de tu padre. Yo no me he quedado con nada. No la he vendido como te había dicho. Lamento que tengas que enterarte de esta manera, yo por mucho tiempo he tratado de entender todo esto. A veces ni siquiera lo creo, parece que estoy viviendo una pesadilla. Tenía que mentirte, tuve que ocultarlo. No quería que tengas una mala imagen de tu padre. En realidad nadie sabe nada de esto, solamente yo y Henry— me agarro la cabeza con mis manos y trato de no escuchar lo que dice ella.
—Yo sé que cada recuerdo intenté borrarlo pero todo fue por ustedes, principalmente por tu madre. Además, tengo que confesar que ver las fotos de ese hombre en esta casa me ponía de mal humor. No merece que lo idolatren— Catherine lo mira de reojo para que mida sus palabras.
—Hijo, yo a tu padre lo amo y lo amaré. Nunca te dije nada porque no quería manchar su memoria. Inclusive no puedo odiarlo porque sus respuestas a mis preguntas nunca llegarán a mis oídos— ella corre hasta mi cuerpo y me abraza con fuerza—. Prefiero creer que todo esto es una mentira. Yo también creo que soy su estrella, nunca me ha demostrado lo contrario cuando estaba vivo.
—No quería dañar su memoria, solo quería protegerlos. Lamento que pienses lo contrario— soltó Henry por lo bajo tratando de ahogar mis pensamientos.
—Dime algo hijo— sus brazos siguen rodeándome con más intensidad.
—No puedo decir nada, no sé qué pensar— digo en tono ahogado, mientras siento que no puedo respirar. Solo sé que estoy comenzando a ver todo rojo, la ira y la angustia me están consumiendo por dentro. Me estoy descomponiendo—. Esa mujer no va a quedarse con mis bienes. Voy a exigir mi herencia. Haré que su vida sea un infierno— sinceramente ya no puedo pensar y no entiendo lo que digo. Solo comprendo que mi padre nos ha engañado y que una desconocida vino a aprovecharse económicamente de la situación. Me enfurece.
Seguramente era la persona más repulsiva de este mundo. Podía jurarlo y asegurarlo. Pero, ¿por qué Arthur la abandonó?, ¿por qué tuvo que mentirnos?. No lo sé pero tengo una certeza; ella es una maldita rata y yo la odio.
《¿Qué hubiera sucedido si Henry no hubiera aparecido en la vida de Catherine?》.
—No tienes que repetirlo, ya mismo hablaré con los abogados Jonathan— responde Henry con una sonrisa en su rostro. Parece que ha estado esperando este momento por mucho tiempo y que se siente orgulloso de cada palabra que digo. Inclusive en su rostro se admira la expresión de sorpresa que siente al escucharme. Y por más que su alegría me moleste, tengo que aceptar su ayuda.
—Hijo, no necesitas esa herencia. No quiero que sufras— me levanto y aprieto mi mandíbula. Escucharla me enfurece, me destruye—. Es mejor dejar el pasado en el olvido. Y quedarnos con los buenos recuerdos.
—Ya estoy sufriendo. Esa señora pagará cada centavo que nos ha quitado, no voy a descansar hasta conseguirlo. Deberá retribuir con creces lo que ha provocado— digo exaltado y me alejo de mi madre. ¿Cómo puede creer que no haré nada? —. Lamento creer que tenías malas intenciones Henry pero esta verdad no cambiará nuestro vínculo. Tienes que aprender a respetar mis pensamientos, mi trabajo y mis decisiones— Henry asiente en silencio, quizás quiere acotar algo pero increíblemente no intenta discutir y lo agradezco porque yo no quiero pelear ahora—. Con respecto a mi padre, él no puede defenderse, tú misma lo dijiste. Prefiero ignorar los hechos y mantener su imagen— probablemente no hago bien en decir esto, pero no veo otra salida. No puedo lidiar con tanto dolor, no creo sobrevivir a esto. Tampoco creo poder soportar los comentarios de mi madre y su marido mañana. No quiero palabras de lástima ni consuelo, prefiero lidiar con mis fantasmas yo solo. Quiero destruir y reconstruir mis recuerdos a mi antojo, sin escuchar las opiniones de nadie.
—Hijo, esto es doloroso quizás deberías ir al psicólogo. No quiero que te encierres mentalmente.
—¿Al psicólogo?... ¿Para qué?. Eso no lo han querido antes, ¿no?. Estuvieron todo este tiempo ocultando la verdad para evitar ese paso— ambos se miran y terminan por asentir a lo que les digo. Después de todo, yo tenía razón, ellos querían que no se sepa la verdad. Querían que yo la ignorara—. Nos vemos en la inauguración— solté cabreado.
—No te vayas— dice Catherine de manera desconsolada pero no le hago caso, mis pasos siguen su ruta.
—Amor, dale espacio— Henry la sostiene por los hombros y la abraza para que yo pueda irme en paz—. Gracias por ir, te veremos ahí. Te mantendré al tanto sobre los trámites judiciales— agrega a modo de despedida mientras yo camino hacia delante sin mirar atrás.
Dentro de mi auto, ya tarde, puedo ver que la oscuridad del ambiente entona con la oscuridad de mi alma y del interior del vehículo. Las imágenes de mi padre aparecen y desaparecen como flashes. Me atormentan. Me dañan.
Todo mi ser se estaba tiñendo de negro con velocidad. Como si se colocara una rosa blanca en un vaso de agua con tinta china. ¿Por qué la vida quería golpearme?, ¿qué había hecho para merecer tanto sufrimiento?, quizás sí lo merecía.
Aprovecho que estoy estacionado, tanteo con mi mano el tablero y cuando encuentro la guantera, busco un encendedor para prender el último cigarrillo que tengo en el bolsillo de mi campera. Sin más, lo enciendo y lo fumo con lentitud, con paciencia para saborearlo en cada calada que le doy. Lo consumo con devoción como si fuera la droga que me calma, como si fuera la carne cruda que satisface al perro callejero.
《Necesito calmarme》
Mientras me intoxico con el humo mentolado, siento una vibración en mis pantalones. ¿Será mi novia?. Desbloqueo la pantalla y leo.
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—Nos encontramos en la casa de Carolina, te esperamos— Michael me manda un mensaje para decirme a donde tenía que ir. Lo leo mientras me seco con los dedos algunas lágrimas y apago el cigarro para continuar manejando. ……………………………………………………
《Quizás la cena me haga olvidar mis problemas por un rato.》
Llegué a la casa de Carolina en un pestañeo, pisé el acelerador a fondo y dejé que mi pie se pegará al pedal. No tuve piedad con el motor. Simplemente dejé que la velocidad tomará el control de todo al igual que lo hacía la voz en off de mi cerebro.
—¡Hermano!— me grita Mich desde su auto. Él también estaba estacionado esperando. Me coloco al lado y bajo mi ventanilla, él hace lo mismo—. Ya salen— asiento y giro mi rostro.
Apenas impacta mi mirada en su dirección, veo que las chicas se acercan hacía los autos. Carolina lucía un vestido rojo con unos zapatos del mismo tono. No se podía negar que estaba preciosa pero no tanto como la chica que iba a su lado, mi chica. Se había puesto un vestido brilloso con tonalidades grises de corte imperio. Su pelo estaba recogido con unas hebillas de diamantes y tenía un pequeño bolso en su mano que le hacía juego con la tonalidad de la tela.
Mientras se aproximan, Mich baja de su auto al mismo tiempo que lo hago yo para poder recibirlas. Carolina se sonríe al vernos pero se dirige hacía Mich con velocidad para darle un casto beso. En cambio Amelí, me saluda desde la lejanía con una mirada perdida y se acerca lentamente para darme un beso demasiado tímido. 《¿Cuál es el problema?》.
—¿Qué sucede?, ¿te fue mal en la prueba?— tomo su rostro con mis manos y la miro fijamente. Veo una mirada fría que desconozco. Algo no andaba bien.
—No, al contrario, me fue muy bien. Te lo había dicho— menciona despreocupada y distante.
—Sí, pero te noto diferente. ¿Te ocurre algo?.
—¿Diferente?— dice extrañada. Mientras me rodea para ingresar al auto sola.
—Sí, parece que no me has extrañado— miro sus acciones con preocupación. Ni siquiera me ha preguntado por mi día, ni por la reunión que tuve con mi familia.
—¿Vamos?— dice desde adentro del auto mientras cierra la puerta. Me clava su mirada unos instantes y me señala el auto de mi hermanastro. Él ya había arrancado el vehículo.
—Sí— digo un tanto cabreado al darme cuenta que no ha acotado nada con respecto a mis dichos… Pero de igual manera entro al auto y lo pongo en marcha.
Sus manos están inquietas, abre su bolso y acomoda sus cosas una y otra vez. Como si quisiera encontrar un objeto perdido o como si quisiera matar el momento de privacidad que tenemos ahora.
—¿Perdiste algo?— digo cuando freno en seco al ver el semáforo en rojo—. Perdón por la frenada— asiente con su cabeza.
—No encontraba mi labial. Ya apareció— se sonríe nerviosa y eso me pone de peor humor porque percibo que me miente.
—Me alegro amor. Creí que solo me estabas ignorando— apoyo mi mano por un instante en su pierna y deslizo mi dedo con movimientos circulares. Luego, vuelvo a colocar mi mano en la palanca de cambio cuando veo el color verde.
—Tienes mucha imaginación— dice con media sonrisa y me da un beso suave en la mejilla. A modo de disculpa—. Ya estamos llegando, espero que la pasta aquí sea exquisita— dice al ver que el auto de Michael acaba de estacionar delante nuestro.
—Es la mejor de la ciudad. Te va a encantar— dije con voz agradable. Después de todo, mi día había sido una gran mierda. Quizás estaba sensible y mi mente me estaba jugando una mala pasada. Tal vez Amelia no me estaba ignorando como yo creía.
El restaurante gourmet al que habíamos ido era el más caro y elegante que había en la zona. Muy pocos sitios podrían destacarse e igualarlo. Verdaderamente Michael se había pasado con la elección del lugar. Las chicas quedaron maravilladas en cuanto ingresaron por el ambiente lujoso que veían.
—Es magnífico— susurra Amelia cerca mío mientras observa las lámparas de cristal con detalles en oro que colgaban del alto techo de yeso blanco.
—Tú eres magnífica— le susurro en el oído y luego la tomo de la mano para guiarla hasta la mesa que teníamos reservada.
Una vez sentados, se acerca un mesero para tomarnos la orden. Al principio Carolina y Michael dudaban sobre el menú que iban a pedir pero mi cara de perro los hizo recapacitar inmediatamente. No quería aguarles la cena pero no tenía humor para socializar ni para esperarlos toda la noche. En cambio mi novia, tardó segundos en decidir que quería. Eligió los sorrentinos de mozzarella y calabaza que yo había pedido.
—No podremos beber alcohol nosotros. ¿Desean beber vino?— preguntó Michael dirigiéndose a las chicas después de elegir la comida y hablar con el camarero.
—No— dijo Carolina.
—Sí— respondió Amelia de manera enérgica.
—Coca-Cola para todos y para la señorita…
—Un Malbec— agregué rápidamente a las palabras de Michael. El camarero asintió y se retiró.
—Me emociona mucho esta cena. Es la primera de muchas citas dobles que tendremos— Carolina interrumpió el silencio que se había formado.
—Lo afirmo— dije al instante como si esas palabras pudieran asegurarlo. Entonces, Amelia toma la servilleta de tela que hay sobre la mesa y tose sobre la misma—. ¿Estás bien?.
—Sí, me molestaba la garganta. Disculpen— nos mira y apoya la servilleta sobre sus piernas. Minutos después vuelve el camarero con las bebidas y comienza a servirlas.
—Brindemos por muchas cenas más— Michael levanta su copa y todos hacemos lo mismo para estrechar los cristales—. ¿Qué tal el encuentro con nuestros padres?— dice de un momento a otro para sacar un tema de conversación.
—Preferiría no hablar de eso ahora hermano— digo con mis cejas arqueadas. Su pregunta era incómoda e innecesaria.
Ante mi respuesta Amelia giró su rostro para observarme. Su expresión me demostraba preocupación pero no opinó al respecto. Algo que me pareció extraño. ¿No quería saber?.
—Lo siento hermano, indagaré a otra persona. ¿Amelia cómo estuvo tu día?— le pregunta y ella suspira de una manera que me preocupa, ¿qué la aflige?.
—Bien, saqué el registro— dijo sin agregar nada más.
—Es estupendo amiga, ya te lo dije pero vuelvo a recordártelo.
—Felicitaciones cuñada. Ya puedes ser nuestra chofer. Te falta un auto nada más— bromeó Michael.
—Algún día podré comprarlo. Por ahora no— soltó entre dientes.
—De eso nada, vamos a ir a comprarte uno— exclamé con decisión. Le regalaría el auto que ella quisiera inmediatamente. No iba a dejarla gastar sus ahorros.
—No voy a dejar que me compres un auto Jonathan— agarrá la copa para poder tomar un trago de vino.
—No puedes no aceptar un regalo de tu novio— digo tratando de contener mi tono de voz. No quería pelear por algo tan ridículo.
Espero que me responda algo pero solo obtengo un silencio sepulcral que me duele.
—Bueno, mejor hablemos de la inauguración. Faltan dos días. ¿Cómo se preparan?— su amiga intenta apaciguar nuestros ánimos.
—Creo que bien. No lo voy a disfrutar pero estaré presente para apoyar a Michael.
—Lo vas a disfrutar y pronto tomarás las riendas tú. Tienes que atreverte a realizar cosas nuevas— Mich me mira con entusiasmo y agradece con un gesto al camarero que nos ha traído la comida.
—¡Tiene una pinta!— dice su novia al lado.
—Parece que la comida no podremos olvidarla— dice Amelia en voz baja. ¿Qué tendríamos que olvidar de esta noche?, pienso.
—Buen provecho— digo y todos asienten.
La velada transcurre entre preguntas y respuestas cortantes. Entre silencios y suspiros dañinos. La noche había resultado ser una mismísima mierda. ¿Qué carajo estaba pasando?. ¿Era yo el problema?.
—Te llevo a tu casa, no creo que tengas ganas de dormir conmigo hoy— le digo a Amelia cuando volvimos a mi auto. Michael y Carolina ya se habían despedido, y retirado del lugar.
—No, la verdad que no— dijo con soltura—. Jonathan tengo que decirte algo— dice y por dentro comencé a sentir un remolino. Algo estaba pasando, no eran alucinaciones mías.
—¿Qué sucede amor?, siento que estoy en agonía desde que te fui a buscar. Tu trato es frío y no creo poder seguir soportando tu lejanía. No me gusta tu actitud— observo que sus piernas se mueven en el lugar con disimulo. Se encuentra nerviosa, puedo presentirlo.
—No me digas amor. Yo no quiero ser tu amor. Estuve pensando mucho en nuestra relación y creo que no vamos a durar. Yo no quiero ser famosa, odio las cámaras, odio que me persiga la prensa. Y tampoco confío en vos. Es mejor finalizar con esto que recién empieza— esta noche iba de mal en peor, pensé.
—¡¿Qué?!, ¿me estás dejando?— digo sin poder dar crédito a sus palabras—. Amor, lo de la prensa puede resolverse. No es necesario que seas famosa— digo pero no me deja terminar de hablar.
—No soy tu amor. Eso no importa Jonathan, aunque no lo sea también te dije que no confío en vos. Yo no creo en los amores de película y en los finales felices. En algún momento vas a lastimarme. Es mejor terminar ahora. Además yo no te amo. Creí que sí. Pero no. Lo lamento— sus fundamentos eran totalmente estúpidos y contradictorios además de crueles, pensé.
—¿Y cómo lo descubriste?. Sí me amas. Amelia no creo ni una palabra. ¿A qué mierda estás jugando?— le grité, no pude contener el enojo que brotaba de mi cuerpo. Se me había saltado la térmica. ¿Qué mierda le pasaba?. ¿Acaso no le importaban mis sentimientos?—. ¿Te estás escuchando?, no me hace gracia.
—¡No es un chiste!. Solo jugué contigo. Fue satisfactorio enamorar al hombre más codiciado y dejarlo tirado— dice riendo con sarcasmo a medida que sus manos comienzan a desabrochar el cinturón de seguridad.
—Tú no harías eso— digo con determinación.
—Solo te hago probar un poco de tu propia medicina. Adiós Jonathan Lennox— Amelia sale disparada por la puerta de mi auto y no me da ni tiempo a contestarle.
—¿A dónde vas?, ¿estás loca?— salí de mi auto pegando un portazo y comencé a seguirla.
—Me voy a mi casa, lejos de ti. ¿No entiendes?. ¡Te estoy dejando imbécil!— esa maldita palabra, esa estúpida palabra fue la que capturó mi atención en un primer momento y me trajo hasta este instante destructivo. ¡Maldigo ese encuentro!.
—¡Tú eres imbécil!— digo con rabia y dolor mientras trato de contener mis palabras.
Hoy fue uno de mis peores días. Ella lo sabía, y sin embargo quería empeorarlo. 《¿Qué motivos tiene para actuar de esta manera?》.
—¡Vete!— me grita y detecto que una sola lágrima recorre su rostro hasta caer al suelo.
—No tienes que decirlo dos veces Amelia Luxor. ¡Me cansé de escucharte, me largo!— le digo con odio y vuelvo sobre mis pasos.
—¡Qué te den!— grita a varios metros de distancia. Luego escucho que sus tacones resuenan cada vez más lejos.
《¡Mierda!, ¿Qué bicho le picó?》
—¡Vete a la mierda!— grito solo dentro de mi auto aunque ella ya no pueda escucharme a modo de desahogo.
Golpeo con mi puño el techo y aprieto mis dientes para contener el flujo de líquido salado que quiere comenzar a brotar por mis ojos. 《¡Maldita sea!》 Cientos de gotas caen desordenadas sobre mi rostro para advertirme que he caído. 《¡No puede ser!》
Estoy extremadamente molesto. Me encuentro herido, acabado… Saber el engaño que ha sufrido mi madre no me ha afectado tanto como esto. Sus palabras me acribillaron, ¿cómo pudo haberme dejado?.
Tendría que haberla seguido hasta la casa, más bien, no debería haberla dejado irse sin darme explicaciones coherentes. Ha puesto excusas tontas. ¿Cómo se atrevió a lastimarme?. ¿Por qué lo hacía?.
Un rato después, cuando el silencio del ambiente me invade. Mi mente debate que hará porque solo pretendo llegar a mi casa para embriagarme.
Pero por alguna razón, opto por una decisión menos dañina. Busco en los contactos de mi teléfono a la única persona que nunca me abandona cuando me meto en líos o me quiero morir.
—¡Hola cabrón!— Paul dice riendo con voz adormilada.
—Necesito un oído— digo con la voz cortada.
—Tengo dos, estás de suerte.
—Me saqué la lotería— solté.
—¡Te espero amorcito!— hice la única mueca que tuve en el día al escuchar su simpática risa.
—Besos amor.
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