Capítulo 41
Capítulo 41
¿Cómo logró entrar aquí?, ¿cómo salgo de este lugar?, ¿qué quiere de mí?. Aunque me detengo a analizar la situación, determiné que no tengo tiempo para darme ese lujo. Su cuerpo sigue avanzando con cautela pero a paso firme hasta que me acorrala.
—¿Te quedaste sin palabras amor?— siento su presencia detrás de mi espalda. Sus dedos fríos se deslizan por mi brazo, lo recorren lentamente hasta llegar a mi hombro. La palma de su mano me inclina lentamente la cabeza hasta dejar al descubierto mi cuello. Cuando queda liberado aprovecha para apoyar su boca con fervor. Instintivamente mis pulsaciones se aceleran y siento un escalofrío que me recorre entera《¡Mierda!》. Su lengua sube reptando por mi piel, sus dientes muerden suavemente mi oreja pero consideran presionar cada vez más fuerte hasta que reacciono ante su atropello y me giro. Me aparto de él con brusquedad a pesar de que él me acecha como un felino a su presa. A pesar de que parece que está dispuesto a todo,《Nunca más podrá tenerme》.
Logro retroceder hasta chocar con una columna de cajas, mis ojos perturbados quedan posados sobre sus ojos negros, oscuros como su cabello, opacos como su alma. Me detengo y pienso que nunca pensé que volvería a verlos, la última vez que intercambiamos miradas creí que no tendría la oportunidad de repetir el acontecimiento. De hecho, ahora diría que no quería tener la dicha de hacerlo. Ahora lo tengo claro, no quiero verlo, no necesito de él, no puedo volver a confiar en su amor.
—¿Qué quieres Alan?— digo con voz fría. Creyendo que lo podría intimidar y hacer sentir una pizca de temor o vergüenza.
—Ya sabes la respuesta— dice con voz autoritaria y desafiante.
—No te pertenezco, vete, pierdes el tiempo— ladea su cabeza y sonríe irónicamente ante mi respuesta. Parece que le causa gracia mi enojo...
—Te lo dije, ya sabes la respuesta. ¿Ahora eres propiedad de Jonathan Lennox?— comienza a reírse y agita su mano mostrándome su anillo. Lo mueve de un lado a otro para refrescarme la memoria.
—Eres mía, te dejé tranquila pero no libre bebé— dice y yo niego con mi cabeza.
—Me dejaste libre cuando me fuiste infiel, maldito sorete— le grito al recordar nuestro pasado juntos, al recordar su boca posada en los labios de otra mujer. Y aunque me sigue molestando su traición, sé que ya no me duele el corazón como antes. —Ese anillo no significa nada, no soy tu esposa gracias a dios— le respondo sabiendo que podría haberlo sido, me lo había pedido y yo había aceptado como una idiota. Pero en esa época había tenido algunos episodios de rebeldía. ¿Parece mentira no?, pero sí… Tuve algunos momentos de poca cordura. Con esto no quiero que piensen que el matrimonio no es una bendición, al contrario, es un acto de amor noble. Pero casarme joven y con Alan era realmente una mala decisión que pude comprender más tarde, pero no en ese momento.
Yo creía que quería a alguien honesto y después comprobé que no lo era, al menos no conmigo. Él era amante de todo lo prohibido y yo prácticamente era una puritana que había tenido algún desliz.
Dicho esto, ¿quién no ha cometido errores de manera inconsciente?, creo que no existe nadie que pueda decir que no... Todos tenemos tentaciones, todos en algún momento somos desafiados por el diablo. Demás está decir que pocas personas no aceptan su propuesta y se convierten en santos. Pero otros, otros como yo, aceptamos y nos vamos al infierno como ángeles caídos, 《 por suerte podemos arrepentirnos y salvarnos》.
Entonces, resumiendo la historia, me iba a casar con un hombre que en ese entonces tenía 27 años y era millonario… Claramente era demasiado joven e inexperta para hacerlo, no significa que ahora no lo sea, pero antes lo era más y me dejaba llevar por mis sentimientos. El problema de eso, es que me volvía ciega, mi vida giraba en torno a él y le creía cada una de sus mentiras.
—Pero querías serlo— resopla afirmando algo que era cierto. Porque en ese entonces solamente me dejaba guiar por mi corazón.
—Exacto, quería— le respondo sin titubear. Porque ahora sé, que cuando de amor se trata, hay que utilizar el corazón y también la cabeza. —Tiempo pasado— digo mirándolo segura de mis palabras. Porque yo ya había entendido que nuestra relación pertenecía al pasado, pero ¿él lo había comprendido?. Probablemente no, él no sabe lo que es perder, lo tengo claro.
—Vas a querer serlo, me vas a decir que sí Amelia— saca del bolsillo de su saco la misma caja roja con bordes dorados que a veces recordaba. Lo abre y veo un anillo de oro《¿qué carajos ocurre?》.
Mis piernas tiemblan y siento que voy a trastabillar. Realmente es un momento de tensión, tanta que no puedo creer lo que estoy viviendo. —Dime algo— me quedo callada unos segundos y vuelvo a mirar el círculo de oro que hay frente a mis ojos. Es caro… Y eso no me sorprende porque cuando nuestros caminos se cruzaron, lo único que pude saber a ciencia cierta de Alan es que tenía un poder adquisitivo importante. Sin ir más lejos, él se pasaba las noches despilfarrando grandes sumas de dinero con infinidad de mujeres en los bares.
Tengo conocimiento de eso porque para aquel entonces, yo salía todos los fines de semana con Carolina a las discotecas y siempre tenía la suerte o mala suerte, de encontrarlo entre el tumulto y las faldas. En simples palabras, era el amo y señor de la noche. Un cazador empedernido que siempre tenía lo que quería.
No puedo negar que su estilo rudo me llamaba la atención y no voy a desmentir que a él mi imagen virginal lo atraía demasiado.
Por supuesto el coqueteo entre nosotros no tardó en llegar y sus provocaciones pudieron causar en mí el efecto que él había deseado.
Yo quedé completamente enferma de amor por el desgraciado que ahora me está mirando enfurecido. Inclusive mi amor tóxico pretendía casarse con él a escondidas de mi familia. Desde ya, ellos aceptaban nuestro noviazgo porque yo no les dejaba otra opción. Pero sabía que ellos nunca aceptarían que me casara con Alan. Él no les caía bien, su personalidad no terminaba de agradarles. Y a él no le caía bien ellos. Su descontento era mutuo… Y ahora creo que comprendo el motivo de sus diferencias, ante esta situación, puedo aceptar que tenían razón en muchas cosas. 《Es un loco》.
—Me estoy asustando. ¿Enloqueciste?— miro a mi alrededor y elevo mi voz para lograr que alguien me escuche porque tengo que salir de este embrollo lo antes posible.
—No, amor. Soy yo, nunca estuve más cuerdo que hoy. Cambiarte fue un error… Creí que nunca podrías pertenecer a mi mundo, creí que nunca podría corromperte. Eras tan perfecta, buena e inocente— lo miro desconcertada. —No quería ser infiel pero tenía que darte motivos para alejarte chiquita. Ya no podía fingir que era un empresario contigo. Fue lo más tedioso que hice en mi vida, te lo juro. Pero mi imperio contigo corría peligro. Y ahora es diferente, tú eres diferente, al contrario de antes te veo fuerte, mala, irresistible. Eres la dama que falta en mi tablero— ¿había más mentiras?, levanto mis cejas sin comprender lo que me dice.
—Alan, vete. No estás bien… No sabes lo que estás diciendo. Llamaré a la policía— saco mi móvil del bolsillo y comienzo a marcar el número. —Suéltame— grito desesperada pero Alan tira mi teléfono al piso de un puñetazo, me tapa la boca fuertemente con su mano y con la otra me acorrala contra su cuerpo.
—Shhh, nadie va a escucharnos bonita. Me encargué de crear problemas dentro del shopping. Unos amigos están creando disturbios y nadie de seguridad bajará a ayudarte, ¿entiendes?. Te voy a soltar, no quiero que nuestro encuentro sea violento pero la condición es que no grites— me aprieta las muñecas hasta que accedo con mi quejido y asiento con mi cabeza a su petición. Me suelta y deja que me aparte unos centímetros. —No llores bebé, nunca me gustó verte mal. Hablemos como adultos civilizados— me dice mientras seco con mi mano las lágrimas que voy derramando sin parar para que él no pueda ver mi fragilidad ni sentir mi miedo.
—Ve al punto. ¿Qué quieres?, ¿por qué decís que sos un falso empresario?— digo tratando de recomponerme y esperando que esta situación angustiante termine pronto. Tal vez al continuar la conversación él decida irse.
—Ya te dije que quiero. Eres mía Amelia Luxor. Serás mi mujer y conocerás mi verdadero imperio— escucho detenidamente cada maldita palabra y mientras lo hago me aprieto las yemas de mis dedos con la uña del dedo pulgar porque es la única acción que en este momento puede aliviar mi enojo.
—¡Alan basta!, déjame ir— le grité enfurecida mientras corro en dirección a la salida. Pero él bloquea la entrada y por más que intento escapar, su cuerpo me ataja para sostenerme con fuerza hasta lanzarme lejos.
—No me digas Alan. Alan no existe. Llámame por mi nombre, Tacker— dejo de sentir la adrenalina que corría por mi cuerpo y comienzo a sentir el frío de la angustia, del temor a lo desconocido. 《—Llámame por mi nombre, Tacker.》
—Me llamo Derek Archer, soy hermano de Paul Archer. Estoy seguro de que ese nombre te suena. Quizás no el apellido, no solemos decirlo.
—Pe… Pero. Es imposible. Enloqueciste— ya no puedo contener el tono de mi voz. Mis gritos descontrolados toman posesión de mi cuerpo. —Es mentira, esto no es real. Estoy soñando— afirmé con mi voz temblorosa.
—No tenemos el mismo padre, solo compartimos el vientre y el apellido. Nos crió tu suegra. Perdón por no haberla presentado antes, tenía que decirte que estaba muerta. Ella no suele ser discreta— sus palabras ingresan a mi sistema pero me paralizo y siento que no puedo escucharlo. —Pero sí, es mi sangre y yo soy un narcotraficante bombón. Y tú vas a volver a comer de mi mano— moja sus labios, se saborea. —Vas a disfrutar del peligro, lo he visto en tus ojos amor. Te he estado observando. No sé por qué no pude verlo antes— sus últimas palabras me atraviesan tanto que comienzo a recordar el dolor que me causó. Ese dolor me había consumido y no podía dejar que volviera a lastimarme.
—Voy a denunciarte, aléjate de mí— intento ahuyentarlo con mis palabras y comienzo a tirar sobre su cuerpo las bolsas de ropa que tengo cerca para alejarlo.
—No lo harás. Harás lo que yo te diga. Dejarás a Lennox y luego comenzaremos a planear nuestro futuro juntos.
—Estás loco, nunca haré eso y nunca volveré contigo— lo escupo, él levanta su mano pero se frena en seco antes de golpearme.
—No me hagas enojar cariño. No quiero recurrir a la violencia… Lo dejarás porque de lo contrario me voy a encargar de hundirlo con la prensa. Su carrera durará muy poco. ¿Qué crees que dirán de las fotos que les muestre?, ¿qué dirán de Jonathan al verlo fumar o manejando camiones de contrabando?. Tengo muchas imágenes cariño, imágenes de él vendiendo, peleando…— comencé a descomponerme por sus dichos. Todo el futuro brillante que veía antes ahora se tornaba oscuro. —Tienes hasta mañana para dejarlo amor. Y no te preocupes por lo nuestro, eso puede esperar. Quiero que me quieras como antes. Quiero que camines hasta el altar por voluntad propia, sería feo llevarte a punta de pistola— me guiña el ojo descaradamente mientras siento que se colapsan los planetas. —Nos vemos pronto y no te olvides… A partir de mañana, solo yo podré tocarte— se gira sobre su cuerpo y comienza a caminar hacia la puerta hasta que frena. —Es tuyo, mañana te lo quiero ver puesto— me lanza la pequeña caja y yo la atrapo, aunque no quiero hacerlo. 《Maldito él y su mugroso anillo》. —Amelia, no digas nada a nadie. Espero sigas siendo inteligente— dice su advertencia mientras se gira nuevamente y levanta parte del saco que tiene puesto para dejar visible el arma que lleva en su cintura. Dicho esto desaparece del lugar y yo comienzo a llorar desconsoladamente. 《No puede ser cierto》
Varios minutos después, intenté recomponerme porque tenía que hacerlo, no tenía otra opción. No podía bloquearme ni derrumbarme, además mi móvil no paraba de sonar gracias a que Carolina me mandaba mensajes preguntándome dónde estaba.
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—Estoy yendo— le mandé un mensaje a mi amiga sin agregar ninguna explicación.
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Recogí las bolsas y la ropa que quedó esparcida en el piso. Me sequé las lágrimas y retoqué mi maquillaje con los elementos que tenía en mi bolso. Me apuré y fingí que nada había ocurrido. Luego, me fui al auto de mi amiga.
—¿Qué ocurre?, ¿no había vestidos del talle que buscabas?— soltó mi amiga cuando ingresé al auto. —Amiga, ¿por qué estás pálida?, ¿qué mierda sucede?— intenté ser fuerte pero mis ojos se desbordaron, no podía parar de llorar. Todo lo que había sucedido era una locura, una gran mierda.
Mi amiga se sacó el cinturón de seguridad y me abrazó en el acto. Me apretó contra su pecho y me dejó tranquilizarme en sus brazos por varios minutos. —¿Qué pasó bella?.
—No puedo decirte, no quiero ponerte en peligro— dije temblando.
—Hermana, no voy a dejarte sola, sea lo que sea que suceda. Dime. Lo vamos a resolver juntas. Por favor, dime que pasa— Caro me sostiene mis manos entre las suyas con fuerza y me apoya su frente sobre la mía.
—Tengo miedo, no puedo, no debo— dije sollozando.
—Amiga, estás con pánico. Por favor respirá y contame qué pasa. No va a sucederme nada— me mira segura. Y comienzo a largar toda la mierda que tengo acumulada porque elegí creerle.
—Alan… Ingresó al depósito. Quiere casarse conmigo.
—Ese maldito sorete. Amiga, vamos a denunciarlo y listo. No puede venir a molestarte y menos por eso. Él causó su ruptura, no te quiere y lo dejó claro. ¿Ahora qué quiere?. No puede venir a arruinar tu felicidad. Lo odio.
—No entiendes, no es tan simple. Él no se llama Alan. Me dijo que su nombre real es Derek Archer, le dicen Tacker. Es el hermano de Paul. Es una lacra, un narcotraficante. Va a destruir la carrera de Jonathan, va a matarlo, va a matar a toda la gente que amo y me rodea— comienzo a hablar con desesperación. —Tengo que dejar a Jonathan… Y tendré que casarme con un loco. Estoy atada de pies y manos. No tengo salida. Me encerró en un maldito laberinto— golpeo con mis puños el techo del auto y comienzo a gritar desesperadamente.
—Tranquila, tranquila, tranquila amiga. Amelia basta, por favor— me suplica e intenta calmarme agarrando mis brazos. —No lo puedo creer, pero no tengo tiempo para creerlo. Realmente es una locura— dice cuando logra contener mi ataque de locura.
—No tienes que saber nada de esto. Te estoy poniendo en peligro. Vete a tu casa yo me voy en un taxi— digo perdida en mi mente e intento bajarme del auto pero Carolina aseguró las puertas.
—Basta, no seas estúpida. Esto lo vamos a solucionar juntas, le buscaremos la vuelta. Ningún desquiciado va a obligarte a nada. Tenemos que hablar con los chicos.
—No, no voy a arriesgar la vida de nadie. Me mostró un arma, esto no es un juego Carolina. Es un hombre peligroso, siempre tuve presentimientos extraños con respecto a él, lamento no haberme dado cuenta antes. Me imaginé muchas cosas pero nunca que fuera un narcotraficante. Es el capo, por dios.
—No puedes tenerle miedo. No puede ganar— dice sin entender la gravedad de mis palabras.
—No puedo ganar nada. Solo puedo acatar sus órdenes. Amiga, necesito que no digas nada. Tan solo olvida todo lo que acabo de decirte. Tú tienes que actuar con normalidad. Nadie puede saber nada de esto. ¿Lo comprendes?. Todo tiene que suceder con normalidad. Dejaré a Jonathan ahora, cuando termine la velada.
—¿Con normalidad?. ¡Jonathan no va a creerte o peor, no va a perdonarte!. Amiga tiene que haber otra salida.
—No la hay, hoy no tengo otra opción—mi amiga me observa abatida porque sabe que me voy a autodestruir y ella no puede hacer nada para ayudarme. En realidad, no creo que nadie pueda hacerlo.
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