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Capítulo 4

Capítulo 4

Mientras veía la película mi rostro iba del color blanco al morado, no sabía si quedarme congelada y pálida o ruborizarme de la vergüenza al darme cuenta de que el chico del maldito pasillo era "Jonathan Lennox". ¡Carajo!, no podía parar de lanzar insultos en mi mente... Me sentía una completa idiota por no haber buscado fotos e información de los actores de esta película antes. Es que, estaba tan negada a verla que verdaderamente me importaba poco saber algo que tuviera relación con la misma.

A medida que los minutos avanzaban más ganas de irme tenía. No podía dejar de pensar que la había cagado, me había comportado de una manera pedante y seguro le parecí una loca. Pero tampoco podía echarme toda la culpa, él también actuaba de la misma manera y realmente se había puesto odioso. ¿Quién diría que el rompecorazones del momento tuviera ese carácter repelente?.

Pero no se podía negar que era jodidamente hermoso, ese cuerpo, esos ojos, esa maldita boca, estaban hechos para volverte loca. En la pantalla gigante se podía apreciar muchísimo mejor todos sus hermosos rasgos. Me estaba derritiendo, como todas las chicas que estaban sentadas en el cine en ese mismo momento.

—¡No digas que no te dije que estaba buenísimo el condenado!— me dijo en un susurro mi amiga que estaba sentada en la butaca de mi derecha.

—Shhh, nos van a matar si hablamos— le respondí.

¿Tanto se notaba que me había quedado con la boca abierta?, cuando lo encontré en el pasillo también noté que era el chico más lindo que había visto en mi vida... Pero no dejaría que nadie juegue con mi sistema nervioso o me rompa nuevamente el corazón, actuar como un hielo era mi papel y me salía perfecto.

Para ser sincera, me gustó mucho lo que vi. Mantuvieron la historia a la perfección y el actor principal... No tenía desperdicio. Fue mejor que el personaje que inventé en mi cabeza. Aunque no iba a admitirlo, después de despotricar tanto era imposible que dijera que me encantó.

—¿Y?, que me decís ahora Amelia, ¿te gusta o no la mierda de película?— me dijo Carolina con un tono de creída.

—Mmmm, estuvo bien— le dije agarrandola del brazo para salir a la calle y tomar un taxi.

—JA, JA, JA, no te creo nada, te fascinó y no lo vas a admitir, pero no importa— me dijo entre risas.

Cuando llegamos a mi casa, nos pedimos un delivery... Íbamos a ir a cenar a algún restaurante pero estábamos muy cansadas. Mientras comíamos fuimos hablando de la película, lo que íbamos a hacer el resto de las vacaciones antes de comenzar a cursar nuevamente y de algunos eventos laborales de las empresas de los padres de ella, a los que tendría que asistir y yo también, ya que me contaban como parte de su familia.

Media hora después, caí en la cuenta de que no le había contado lo que ocurrió en el pasillo del cine, no quería contarle porque iba a matarme por lo idiota que fui y por no saber al instante con quién me topé. Pero no había secretos entre nosotras, entonces sin rodeos se lo dije.

—Hoy en el pasillo choqué con un cuerpo duro y fuerte, con Jonathan— dije sin expresiones en mi cara.

—¿Qué Jonathan?, no conocemos a ninguno...— me dijo extrañada.

—¿Cómo que no conocemos a ninguno?— asentí.

—¿Me jodes?, no te creo— dijo con tono finito e histérico como si supiera lo que pasaba por mi mente.

—No, nunca haría eso... Bueno, al menos no ahora— le dije.

—¡Joder gorda!, larga todo ya, ¿cómo?, ¿por qué?, ¿qué pasó?— respondió loca y a los gritos.

Me agarró la mano y a los tirones me condujo hasta el sillón, nos sentamos y apagó el televisor que habíamos dejado de fondo para mirar. —Soy toda oídos, quiero todos los malditos detalles— me dijo haciendo bucles en su pelo con los dedos.

—No fue la gran cosa, doble por el pasillo equivocado, lo choqué, me caí, le dije imbécil, él se comportó como un idiota, le dije imbécil nuevamente, me dijo o sugirió que soy autosuficiente pero igualmente, aún estoy tratando de descifrar si es un cumplido o un insulto. Y nada más, me fui a la sala— dije y solté algunos suspiros.

—Explicate mejor porque me va a dar un ataque. ¿Por qué le dices imbécil a un chico sexy, que es el actor más codiciado del momento y no sientes vergüenza alguna?, ¡¿enloqueciste?!, amiga yo te amo con locura pero te pasas de los límites— me decía mientras su cara se transformaba del asombro al enojo.

—Tienes razón en que quizás estoy loca, pero siento vergüenza, aunque creas que no. Ahora si sé quién es el chico de traje, en ese momento no tenía idea. Y no quería insultarlo, simplemente dije al aire insultos que eran más para mí que para él. Malinterpretó toda la situación, después me encabrone y seguí diciéndole que era un imbécil porque lo creía realmente— cada una de mis palabras salían lentamente y con un tono apenado.

Caro se quedó mirándome en silencio...

—Si me decís algo voy a estar un poco mejor, por favor— le dije con ojos de perro triste.

—Tienes la tendencia a actuar por impulso, siempre te digo que tenes que pensar un poco antes de actuar ¿te acuerdas?— me decía un poco enojada o apenada, no podía distinguir.
—¿Cómo se te ocurre no buscar una foto de los actores?— me dijo.

—Soy perfectamente imperfecta— dije con seguridad.

—¿Sabe tu nombre?— respondió.

—No, no le dije nada. No preguntó tampoco, no debe ni querer saber de mi. Ya fue, no importa, seguramente no pasaría nada aunque la situación hubiera sido diferente. Dejemos de enroscarnos por favor— dije caminando hacia la mesa para seguir comiendo.

Nos quedamos en silencio ambas un rato, solo cruzábamos las miradas...

—Yo también tendría que contarte que choqué con un chico en la fila pero no es nada importante, tampoco es tan genial como colisionar con Lennox—me dijo entre risas.

Me reí automáticamente. —No digas bobadas, te lo tenias bien guardado, dime ¿qué pasó?— miré con cara de incertidumbre.

—Me encontraba en la fila, la gente comenzó a incrementar y en un momento sentí empujones. Acto seguido me giro y veo que un joven de traje azul estaba atrás mío queriendo pasar la hilera de chicas— me decía un tanto ruborizada, respiró profundo y continuó hablando.

—Nos miramos mutuamente por unos segundos, luego me pidió disculpas y me dijo que no podía irse sin decirme que era muy hermosa. Además, de que no se iría de mi lado sin saber mi nombre, ni mi número— dijo con voz de enamorada mirando la nada misma.

—¿Qué?, me dejas completamente sin palabras. Me alegra por ti amiga, si es que eso te alegra. ¿Estaba bueno?— decía con mis ojos asombrados y pícaros.

—Muy, demasiado, es un bombón. Es un diez como Lennox o mejor— se reía y ponía colorada apenas lo decía. —Se llama Michael y ya quedamos en ir a cenar mañana— se paraba y caminaba de un lado para el otro con nerviosismo.

Yo sabía que temía enamorarse, los nervios eran justamente por eso porque Carolina creía que los amores de película existían en la vida real y quería encontrarlo pero siempre salía con el tipo equivocado, como le pasa al 99% de las mujeres. Y cuando las frases de amor se terminaran, comenzaría a sufrir.

Era diferente a mí, yo creía que los amores reales, verdaderos y eternos no salen de los libros o películas, sólo se inmortalizan en una página o en una cinta. Por ello me aferraba a las historias, porque de esa manera solo podía sentir que no tendría un corazón roto.

Antes era como ella, pero cuando me rompieron el corazón juré que sería la última vez. Solo amaría con locura los personajes de mis amadas novelas y en la vida real disfrutaría del momento con quién tenga el gusto de soportarme hasta que el destino decida separarnos.

—Bueno, tranquila, la van a pasar genial. Me imagino que por tu cabeza pasan muchas cosas Caro pero no tienes que preocuparte porque es un nuevo capítulo y quizás Michael pueda ser el indicado. Solo tienes que intentarlo, pero si las cosas no funcionan sabes que yo siempre estaré a tu lado con un pañuelo en mi mano derecha y con una cerveza en mi mano izquierda— le dije con tono alegre y con una gran sonrisa.

—Eres mi mejor amiga Amelia, nunca me faltes— asintió y yo también.

Nos abrazamos y nos chocamos las muñecas que estaban tatuadas cada una con un símbolo de infinito. Esa era nuestra promesa de amistad eterna...

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