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Capítulo 31

Capítulo 31

Antes de despertar mi cuerpo y mente ya no sentían frío, ni miedo, ni angustia. Mágicamente comencé a sentir el calor de su cuerpo sobre el mío y su fragancia amaderada en mi nariz. Un aroma exquisito, fuerte y elegante que me hacía recordar el olor del ámbar y la miel… Un perfume totalmente irresistible igual que él. 

Te necesito conmigo

Creí que estaba en un sueño por un instante, el más hermoso que había tenido. Hasta que cruzamos nuestras miradas, cuando logré abrir mis ojos…

Me quedé impresionada por su aspecto, me quedé paralizada. Nunca había visto a alguien tan golpeado en mi vida. Tenía sus ojos morados, su labio cortado y sus pómulos hinchados. Pero aún en ese estado, Jonathan Lennox se mostraba fuerte ante mis ojos y me miraba con un brillo especial. Y ante su seguridad, caí rendida y me mostré frágil automáticamente, no podía seguir ocultando mi temor más tiempo. 

—Me he asustado, pensé que te perdía— le dije en un momento cuando mi autocontrol dejó de existir y me puse a llorar descontroladamente. Él levantó mi rostro con su mano y me secó las lágrimas con sus suaves dedos… Luego nos miramos mutuamente a los ojos intensamente, como si fuera la primera vez.

—No vas a perderme. Hay Jonathan Lennox para rato— su respuesta un tanto graciosa y creída, me dejó aterrizar en la tierra de inmediato. Y aunque no me esperaba que tuviera ganas de bromear en ese momento, sentí que volvía a respirar sin dificultad porque no quería mostrarme vulnerable o asustada.  

—Ni puedo distinguirte— rodé mis ojos y le contesté con un poco de malicia. ¿Quizás no quería verme llorar?, pensé...

—¿Tan feo quedé?.

—No eras tan lindo— le mentí, era el chico más hermoso del planeta… Aunque estuviera destrozado por una paliza. Pero no iba a decírselo, por eso a continuación de mi respuesta le saqué mi lengua a modo de burla.

—No es lo que me han dicho— le pegué con mi puño en su trabajado cuerpo para descargar mi iría. No quería imaginar las palabras que le dirían las mujeres a diario. Después de pegarle miré la expresión de su rostro y entendí que le había causado dolor mi pequeño golpe… 

—¡Perdón!, no quería hacerte daño— le dije inmediatamente. 

—Lo merecía, puedes darme otros golpes más… Todos los que sean necesarios para que me puedas perdonar todas las mentiras que he dicho. 

—No quiero golpearte. Y supongo que tampoco tengo que perdonarte nada. Tuviste tus motivos y nosotros no somos nada. Solamente quiero que me prometas que nunca más me vas a decir una mentira…— no quería que se sintiera comprometido a nada. No quería que tuviera la obligación de darme explicaciones, de pedirme perdón o de estar conmigo de alguna forma en la cual no fuera por su propia voluntad... Pero inconscientemente le pedí que nunca más me mienta y esa petición tal vez no era poco comprometedora…

—Te lo juro— me dijo sin dudarlo y el verde de sus ojos se aclaró aún más. Sus palabras sonaron con honestidad, pero para sellar su juramento no podía darle un beso, ya había otro pacto de por medio. Entonces le extendí mi mano con timidez y él me la estrechó con la suya enseguida para cerrar un nuevo trato—. Puedes preguntarme lo que quieras, ¿te quedaste con alguna duda?. Sé que Charlotte y Mich te contaron muchas cosas, pero seguro hay cosas que te gustaría preguntarme— siguió hablando.

—Realmente no, entiendo que tú y Paul tienen una amistad sagrada. Y voy a respetarlo, no tengo que cuestionarte nada. No tengo derecho a hacerlo tampoco. Hay amistades que no pueden simplemente ser tiradas a la basura— le dije y me asintió con la cabeza y continué hablando.

—Tengo que admitirte que me preocupa la situación porque Carolina es la novia de tu hermanastro y no quisiera imaginar que su vida corre peligro. Ella es mi amistad sagrada, supongo que entiendes lo que te digo. 

—Sí— soltó sin más que decirme.

—Y bueno… quizás debería de admitir también que por un momento sentí miedo por mi seguridad— me dolió decirle aquellas palabras, pero creí que lo correcto era decirle la verdad. Él guió mi rostro con su mano hacia sus ojos y al mirarlo, pude traspasar sus pensamientos, sus pupilas me decían que a él le dolían mis palabras mucho más que a mí—. Pero eso quedó en un segundo plano cuando creí que te matarían. Tengo más miedo por tu vida—le expresé intentando remediar lo dicho… Pero sintiendo muy reales las oraciones dichas. Yo me hubiera muerto en vida si lo perdía para siempre.

—No tienes que preocuparte de nada. Todo se ha resuelto. Pero quiero que sepas que nunca permitiré que tu vida corra peligro— le creí… Dentro mío sabía que él nunca me haría daño y que tampoco dejaría que alguien me lo hiciera… Pero una vez que todas nuestras palabras fueron expulsadas de nuestras bocas, sentí que una vez más quedamos aislados en polos opuestos. 

Otra vez, estábamos luchando contra la corriente y su lejanía mental me decía que había un problema entre los dos. Inevitablemente comencé a sacar conjeturas de mis percepciones, pero no podía estar segura de ninguna hipótesis formulada. Por ello, decidí actuar con naturalidad para neutralizar la tensión que se apoderaba de mi cerebro. 

¿Mi sinceridad lo había perturbado?, ¿seguía teniendo dudas?, tal vez yo había dejado de ser un interrogante para su psiquis. Y por ello, él quería evitarme y sacarme de sus planes de nuevo》

En cuanto percibí que mi corazón comenzaba a resquebrajarse, supe que la solución para dejar de sentir esta atracción desmedida, era alejarme… Tenía que irme, dejar de verlo y cerrar aquella puerta de felicidad que había abierto en el mismo instante que besé sus labios por primera vez. La imantación de nuestros cuerpos me estaba haciendo daño, mis imágenes mentales pecaminosas no iban a contribuir con mi paz mental. 

—¿Amelia Luxor se rinde?, ¿vas a alejarte?— me decía la voz de mi conciencia… Pues no, yo nunca me rindo, pensé.》

Soy una chica buena e inteligente, tengo sueños y metas. Por ello lucho todos los días de mi vida, no voy a resignarme ante un presentimiento. ¿Obtendré un simple no imaginario por respuesta y me alejaré?...

Ni muerta, ni loca…》

—Los amores de película no pueden existir en la vida real, por eso me sumerjo en mis libros— dije en un susurró casi imperceptible cuando me quedé sola en la habitación de Charlotte. Luego me lo decía y repetía en mi mente como un mantra, para tratar de apagar las cenizas que quedaban de nuestro fuego extinto. 

Patrañas, a la mierda con la teoría. ¡Basta Amelia!, dejá de boicotearte. Tienes el papel de la princesa en tus manos, ¿no era eso lo que querías?》

Después de toda la locura que hemos vivido me sentía dentro de una escena, imaginaba que realmente era posible cambiar mi afirmación. Estaba agonizando por el protagonista, lo deseaba y él me idolatraba con la misma intensidad… Podía sentirlo, no era solo mi maldita imaginación. ¿Por qué debería rendirme?.

No es un sueño, no estoy en un mundo paralelo, todo es real》 

Ya era hora de jugar su desquiciado juego y aunque eso significaba aceptar sus malditas reglas, no me importaba. No pensaba quedarme sola en el infierno mientras él actuaba como un cubo de hielo… 

No vas a evitarme Lennox》

Ante mis ojos quiere ser el irresistible “Jonathan Lennox”, perfecto, se sentirá de esa manera porque tiene razón, pero también le demostraré que existe la posibilidad de que un amor real y genuino nazca. Poder aceptarlo, cuidarlo, protegerlo, es una muestra de grandeza y no de debilidad. Y aunque no sea eterno, estará agradecido de haberlo sentido.

《Vamos por esas prendas》

Me fui a buscar algo de ropa para vestirme, pero no iba a usar la ropa de Charlotte. Me iba a poner la ropa que él me había mandado a comprar el día que me quedé aquí en deplorables condiciones. Si realmente era cierto que esa ropa era mía y de nadie más, ya era hora de usarla sin sentir prejuicios.

Me puse un vestido azul marino corto, que tenía la falda drapeada y se ajustaba perfectamente a la silueta de mi cuerpo. En conjunto con unos zapatos de estilo stilettos en color negro… Había quedado bastante formal para bajar a desayunar, pero era el conjunto que menos resaltaba y mi plan era llamar la atención de Jonathan solamente. 

—¡Por fin!, menos mal que bajaste. Te ibas a quedar sin medialunas amiga— dice Carolina al escuchar mis pasos cuando entro al comedor mientras me da la espalda y el resto de los chicos, incluido Jonathan, se quedan en silencio mientras me observan. 

《¡Joder!, llamé la atención de todos》

—¿Por qué el silencio?— Caro mira a Mich que se encuentra en la cabecera de la mesa, luego a Paul, Charlotte y Jonathan que están sentados frente a ella. Pero ninguno responde al instante—. ¿Vieron un fantasma?— agregó y giró rápidamente sobre su propio eje para voltear a mirarme.

—¡Te queda precioso joder!, no me van a decir que le queda mal, ¿no?— dice y vuelve a girarse para mirar al resto. 

—¡No!, le queda pintado tengo que admitir— dice Paul.

—El silencio es porque le queda bien, no hay dudas. Hasta me siento mal vestido— dice Michael mientras sonríe. 

—No había algo menos formal— dije sonriendo.

—Vení a sentarte Amelia— dice Charlotte y sigo avanzando hasta sentarme al lado de mi amiga. La cual me dejó una silla libre ubicada frente a los ojos de Jonathan—. Esa ropa no es mía… No recuerdo haberla comprado. ¿Estaba en el vestidor?— Charlotte comienza a realizarme preguntas un tanto incómodas pero detecto que no es con mala intención, realmente parece que tiene dudas del origen del vestido precioso que tengo puesto. 

—Claramente no es ropa de tu vestidor, creo que aún no tienes problemas de alzheimer— dice rápidamente Jonathan antes de que pueda llegar a responderle y no puedo evitar ver que se le dibuja una media sonrisa en el rostro. 

—No te pregunté a vos primito— no sabía qué responder. Tal vez podría decirle que es la ropa que me regaló su primo, la cual deja guardada con la esperanza de que un día la use. O podría decirle que es la ropa que él espera poder quitarme del cuerpo con sus dientes ahora, ¿sería una respuesta atrevida?... En definitiva no sería mentira porque puedo sentir que me consumen sus ojos lentamente mientras me recorren. 

No esperaba mi actitud》

—Es ropa que hay en la casa, siempre es bueno tener ropa nueva en el cuarto de invitados. Yo he pedido que compren prendas variadas a los empleados. Caro y Ame tienen permiso de usarla— dijo Mich para cortar la conversación y me guiñó el ojo con complicidad. 

—Gracias por tu respuesta Mich— dijo Charlo de manera cortante, sin mirarlo y continuó desayunando.

—Me dijo Miriam que parte de la vajilla China quedó destruida Jona… Cuando se entere tu madre va a matarte. ¿Qué estuviste haciendo?— Jonathan abrió los ojos con sorpresa y yo casi escupo el jugo de naranja que estaba tomando en ese mismo momento. Parecía que toda la conversación giraba en torno a nosotros dos. 

¡Genial!, intentaba salvarme con el tema de la ropa pero ahora me hundía con la pregunta de la santísima vajilla… ¡Qué ocurrente Mich!》

—Pregunta equivocada— soltó Charlotte y recordé que ella había aparecido en el cuarto de Jonathan ese día.

—Lamento el accidente— dije sin vueltas con mis ojos puestos en el hombre que tenía frente a mi. Porque después de todo, mi objetivo era pisar firme… Tenía que jugar todas las cartas que había sobre la mesa. 

—¿Ustedes?— dijo Mich y tragó su saliva con dificultad. Parecía un tanto sorprendido, pero antes de que siga hablando mi amiga le agarró la mano que tenía sobre la mesa con fuerza… A modo de advertencia. 

Al instante Paul comenzó hablar y entendí que quería salvar a su amigo de la respuesta que debía darle a Mich. —Las marmotas son infieles, ¿sabían?. Las hembras están con otros machos para evitar la consanguinidad y aumentar la supervivencia de sus crías— dijo Paul inesperadamente de un momento a otro… Y todos nos quedamos mirándolo sin entender nada de lo que decía. 

—¿Qué tiene que ver eso?, ¿le decís marmota a alguien?— Charlotte preguntó. 

—No, pero logré que cambien de tema. Y es un dato real.

—Fue ingenioso— susurró Jona temiendo que alguien se ofendiera por su comentario aprobatorio. 

—Es ingeniosa la actitud, cuando un macho no sirve o representa peligro buscan otro. Nada de ataduras… La verdad que las aplaudo, no están complicando su vida, ni su mente. No tratan de descifrar las indecisiones ajenas tampoco, seguro se sienten felices y sin estrés. Gracias Paul por el dato, lo tendré en mente— acá tenía mi respuesta…  

—Por nada bella— me respondió riendo y Jonathan le pegó un codazo. 

—El desayuno es exquisito, hay que decirle a Miriam que le diga a la cocinera— dijo con una risa nerviosa mi amiga, la cual me pateaba la pierna para tranquilizarme. 

Mi idea no era volver a girar en círculos, pero Jonathan me lo quería poner difícil claramente. En las oportunidades que tuvo para mencionar que entre nosotros pasaba algo, prefirió no decir nada… Quizás no era el momento de hacerlo, pero dentro mio estaba sintiendo que me ardía la sangre. Su raro silencio me afectaba demasiado.

—¡Hijo!— una mujer vestida con un traje muy elegante entró gritando y corriendo al instante que Carolina paró de hablar. Y todos al verla se pararon con una expresión de alegría, menos yo y mi amiga que observábamos la escena con sorpresa. 

—Tranquila mamá, estoy bien— dijo Jonathan mientras era apretujado por la mujer… La cual deducía que era mi futura suegra, tal vez… 

—¡Catherine!, te extrañamos— dijo Charlotte y Paul asintió mientras la miraban. 

—No lo aprietes tanto que lo vas a desarmar, bienvenida— dijo Mich.

—No entiendo la tranquilidad que tienen. Sos noticia en todos lados, ¿encontraron al ladrón?, tiene que ir preso y no salir nunca más— afirmó, creyendo que las noticias que circulaban eran reales.

—¿Te comiste el cuento?— la voz de un hombre llegó a mi oído…  Sin dudas el señor que ingresaba en ese momento al comedor era el padrastro de Jonathan y padre de Michael. Tenía la misma contextura física de su hijo y el rubio de su pelo presentaba algunas canas. 

—Padre…— dijo Mich y Jonathan apretó sus puños. Podía ver que no estaba contento con la aparición del señor Brown. —Tenemos invitados.

—Cariño… Basta de hablar de cuentos— observé a la madre de Jonathan con más detenimiento y admiré su belleza, sin dudas era una muñeca de piel blanca como la porcelana. Tenía unos ojos verde esmeralda que te eclipsaban y un pelo oscuro precioso que ante la luz tenía destellos azules. Sin dudas más oscuro y diferente que el de Jonathan. 

—Hola Henry— dijo Charlotte con una leve sonrisa. 

—¿Cuántas veces te dije que me digas tío?, cada día te ves más preciosa.

—Creo que perdí la cuenta Henry. Te presento a Carolina y a Amelia, el resto son caras conocidas— dijo Charlo señalandonos y él se acercó a saludarnos, junto con su mujer.

—Perdonen chicas, no sabía que había invitadas— dijo Catherine.

—Bienvenidas, un gusto conocerlas— dijo Henry observándonos detenidamente. 

—Es un placer— dije.

—No hay problema, es su casa. Es un placer también para mí— dijo Caro.

—Carolina es mi novia— agregó Michael cuando se acercó al cuerpo de Carolina para sostenerla de la cintura—. Y Amelia es su mejor amiga, es su hermana— esperaba que Jonathan dijera algo pero parecía perdido en sus pensamientos—. Pensé que llegarían mañana.

—Era la idea, pero los escándalos de tu hermano preocuparon a su madre— Jonathan rodó sus ojos, tomó aire y respondió…

—Ningún escándalo Henry y en todo caso a vos no te afecta. Te recuerdo que soy Lennox. 

—Eres un Brown también hijo, tú eres quién no da información de la familia— le respondió con tranquilidad. 

—Hijastro. Y no doy información porque interpreto que mis escándalos no son buenos para tus negocios, me lo dejaste muy claro. Un padre no se avergüenza de un hijo. Además, un padre apoya sus aspiraciones— Jonathan le contestaba con voz gruesa y con altura. Sin miedo, ni vergüenza. Parecía que se había olvidado de la gente que estaba a su alrededor o quizás no tenía pudor de hablar simplemente. 

—Amor, Henry te ama. Arthur no querría…— Jonathan elevó el tono de voz inmediatamente.

—No digas su nombre, no después de todos estos años. No tienes ni idea de lo que él diría. Lo enterraste en todos los sentidos, no lo revivas ahora— su madre quedó callada y se acercó para pegar su frente junto a la de él. Henry miró al piso y parecía contenerse para no decir nada—. Disculpen me retiro— soltó Jonathan y desapareció de la vista de todos.

—Voy a ir con él. ¿Paul te quedas con las chicas?— dijo Mich y le susurró algo en el oído a mi amiga.  

—Claro, las voy a llevar de paseo. 

—Me parece perfecto amor— dijo Charlotte y Caro asintió con la cabeza, pero yo me quedé aún asimilando todo lo que había ocurrido. 

—Sí— agregué después cuando mi amiga me zarandeó la mano suavemente. Aunque no quería irme, pero era quizás lo correcto.

—¿Tía nos vemos más tarde?.

—Sí, Charlo. Disfruten… Yo y el tío vamos a aprovechar el tiempo solos para instalarnos en la casa de Santa Mónica. Vinimos corriendo aquí y ni siquiera descansamos. Hablamos después. 

Unas horas más tarde estábamos caminando por la playa y hablando de banalidades… Paul, Charlotte y Carolina estaban totalmente distraídos, pasándola genial, mientras yo me carcomía el cerebro. Necesitaba saber de él… Cuidarlo. Porque ya no me importaba su entorno, ni su oscuridad, solo quería ser parte de su vida y quemarme junto a él en su infierno. Quería ser la estrella en su espacio vacío.

……………………………………………………

—¿Todo bien?— le mandé un mensaje cuando mi cabeza dejó de dar vueltas.

—No quiero hablar Amelia— me respondió y no supe si sentirme derrotada o enojada. ¿Ya no era su Amelí?, ¿tan fría tenía que ser su respuesta?,¿esto era por su padrastro o por mi comentario?.

……………………………………………………

—En algún momento se va a sincronizar su tiempo—》recordé las palabras de mi mamá y por un segundo no me sentí tan perdida, ni tan sola, ni tan alejada de él. 

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