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Capítulo 30

Capítulo 30

A veces los problemas llegan a tu vida para dejarte una enseñanza. Son como una alarma que suena continuamente para decirte que es el momento de reaccionar, te dice que es hora de despertarte. Entonces, lo que harás después de abrir los ojos al escucharla es decisión tuya… Puedes apagar la alarma y seguir durmiendo o levantarte para hacer algo bueno por ti. 

Suena la alarma, ahora todo depende de mi…

El sol ya brillaba a pleno cuando estuvimos decentes para presentarnos delante de las chicas… Habíamos tardado más tiempo de lo que había imaginado, pero una vez listos, sin más preámbulos llamamos a la puerta de mi prima e ingresamos a su habitación… 

Es la hora de la verdad》

Al pasar la puerta, mis ojos detectan a Charlotte y a Carolina frente al tocador arreglándose muy entretenidas y despreocupadas, tratando seguramente de buscar alguna tarea que las mantuviera con la mente en blanco. Pero su actividad se detuvo instantáneamente al verme ingresar detrás de mi amigo y mi hermanastro. 

—¡Jona!— gritó Charlotte desesperadamente al verme y no tardó en correr hacia mis brazos—. Creí que todavía estabas en peligro, no sabíamos que habían llegado.

—¡Espera mujer!, me duele todo— mi cara expresaba dolor cuando me abrazaba con fuerza y mis quejidos eran continuos. 

—Lo siento… No tienes idea del miedo que he sentido. ¡Te han lastimado!— se separó lentamente y me tocó la cara con su mano.

—No es nada. Me recuperaré pronto— le expresé y luego miré la cara de sorpresa de Carolina. Ella me sonreía y extendía sus brazos de par en par mientras se acercaba a saludarme.

—Parece que volviste a nacer— me dijo, después de darme un abrazo fugaz. Luego  apoyó suavemente sus labios en mi mejilla para darme un pequeño beso que no me causara dolor—. Me alegra verte, no vuelvas a preocuparnos— soltó mientras saludaba a Paul con un beso en la mejilla.

—Lo intentaré— le respondí y ella asintió con su cabeza. Luego se acercó a Michael para saludarlo con un beso ruidoso.

—El médico lo ha revisado hace un momento. Por suerte no tiene ningún hueso roto, son puros hematomas, estará bien— dijo Mich a continuación de mi respuesta.

—Sí, pero uno al lado del otro. Es un racimo de uvas. Mataré a esos hijos de puta— mencionó mi prima cabreada, mientras miraba a Michael.

—Diría que un racimo de uvas Malbec— bromeó Paul un poco nervioso… Esperando el recibimiento de Charlotte porque aún no habían intercambiado palabras.

Se nota que estos dos tienen una charla pendiente

Mi prima se quedó en silencio, dejó de mirar a mi hermanastro y dirigió su mirada a Paul que permanecía en silencio sin saber qué hacer.... —¿Malbec? diría que tiene el color del Merlot… Me alegra verte entero— dijo de manera convincente, luego se acercó a abrazarlo y depositó un pequeño beso en sus labios. 

Me quedé mirando la escena con detenimiento y no pude evitar pensar que mi amigo era valiente. Otro en su lugar, no estaría dando la cara, tampoco hubiera ayudado a resolver el problema que causó. Pero él estaba ahí, fiel a mi lado y de pie junto a mi prima. Tratando de reparar su daño y afrontando las consecuencias de sus actos. En el caso de tenerlas… Conmigo no tendría cuentas pendientes, pero con mi prima quizás sí.

—Lo siento nena, yo también me alegro de verte— Paul le respondió en voz baja, parecía que tenía miedo de decirle algo imprudente—. Lo siento, espero puedan perdonarme— agregó mirándonos a todos. 

—Ya hablamos hermano, pasemos de página— dije.

—Todo bien— dijo Mich con un guiño y las chicas le regalaron una media sonrisa en respuesta. 

—Deberíamos comer algo, Miriam ya tiene el desayuno servido— dijo Mich de manera despreocupada y todos asintieron. Pero yo aún estaba esperando ver unos ojos color mar. Por eso negué con mi cabeza y lo miré desconcertado. 

¿Dónde está Amelí?》

—Amelia tuvo una mala noche Jona, no durmió hasta hace un par de horas. Fue al balcón y se quedó dormida en la hamaca— me dijo Carolina inmediatamente después de ver mi rostro y leerme la mente seguramente. 

—La dejamos dormir un poco, no queríamos molestarla. Llevale una manta— mi prima me da una de las mantas que había en la cama y me guiña el ojo—. Nosotros vamos a desayunar, bajen cuando quieran. 

—Es un almuerzayuno bebé, a esta hora me caería mejor una hamburguesa— dijo Paul y Charlotte le pegó un codazo. 

—Te recuerdo que las horas del día se distorsionaron porque tuviste un gran rollo… ¡Y no quisiera insinuar que fue tu culpa!— Paul se encogió de hombros y quedó en silencio—. Vamos amorcito, es hora de comer unos ricos cereales— dijo Charlotte perforando los ojos de mi amigo con su mirada y tiró de su brazo  para bajar al comedor, pero apenas podía moverlo.

—Te tiene cortito— dijo Mich entre risas mientras se alejaba al ver el forcejeo y salía por la puerta de la mano de Carolina. 

—Seguro te tienen igual Michael— gritó para que Mich lo escuche y luego siguió hablando—. Suerte amigo— soltó antes de ser arrastrado por mi prima... 

—Gracias, pero tú la vas a necesitar más— grité después de ver que cerraban la puerta.

Ya es hora, tengo que verla

No perdí más tiempo y fui al balcón, mientras caminaba lo más rápido que podía. Necesitaba encontrarla, estar cerca de su cuerpo, oler su perfume y percibir su energía. Me urgía mirarla otra vez. 

Mis ojos la encontraron y la recorrieron entera. Estaba perfectamente recostada y enroscada por el frío. Efectivamente mi prima tenía razón, Amelí necesitaba una manta y por suerte yo estaba ahí para dársela, para cubrirla, para protegerla. 

Me senté en uno de los extremos de la hamaca, la atraje hacía mi pecho para cubrirnos a ambos con la manta y generar el calor corporal que le faltaba. Ella quedó apoyada sobre mi cuerpo, con su cabeza colocada en mi hombro…Y a pesar del movimiento que realicé, siguió durmiendo tranquilamente entre mis brazos.

Quedamos correctamente encastrados, completos y armados nuevamente

—Tú vas a salvar mi vida— le susurré en el oído porque fueron las primeras palabras que me nacieron y porque no tenía la valentía de decirle cara a cara que ella lograba poner en duda todas mis certezas. Me hacía pensar en las decisiones que tomaba para mi vida, me hacía dudar de mis creencias, me hacía pensar en el futuro, me hacía abrir las puertas de mi corazón. 

Esa increíble chica, se había quedado esperándome a pesar del susto que tenía. No le importó el peligro, ni las malditas mentiras… Ella estaba ahí para mí, a pesar de todo, esperando corregir mi vida, esperando salvar mi vida y yo estaba ahí mirándola embobado, pensando en dejarla ingresar a la fortaleza imaginaria que me he construido. Pensando en los beneficios que tendría si permito que me transforme en una mejor versión.

Casi logró despegar sus párpados cuando escuchó mi susurró en su oído, pero continúe acunando su cuerpo en mis brazos hasta que sus ojos volvieron a cerrarse… 

Quiero tenerte un rato más cerca》

Definitivamente, necesitaba sentirla un rato más pegada a mi ser. No quería que el momento terminara y que la realidad nos aplastara. Aún teníamos cosas pendientes que aclarar. Entre esas tantas cosas, la principal era que ella no era mía, y yo no era suyo… 

Habíamos jurado comenzar desde cero, habíamos realizado una estúpida apuesta para que sea completamente mía sin sentirme presionado o para perderla para siempre. Una apuesta que quería ganar antes, pero que ahora me daba lo mismo perderla. Porque en este momento quiero todo con ella, necesito todo de ella y no me importaría ponerle un anillo en el dedo. 

Pero, un trato es un trato, y lo cumpliría para fastidiarla un poco. Porque intentar enamorarla era el mejor desafío que se me había presentado y porque Amelia me volvía completamente loco. Verla enojada y provocarla era un juego inquietantemente excitante. Ella sin buscarlo me daba una carga de adrenalina que encendía mis deseos y me avivaba los instintos. 

Sus huidas, histerias y discusiones me prendían fuego en todos los sentidos. Me dolían y me ardían gratamente, me consumían y me elevaban hasta dejarme flotando lejos de la gravedad. Era sentir todo el tiempo el mismo sentimiento que tenía al verla desnuda… Con ella podía estar en el infierno y en el cielo al mismo tiempo. Tenía la fórmula para trastocar mi mundo en todo momento, lograba lo que ninguna mujer había logrado hacerme.

De hecho ahora, aún sin decirme nada, ha logrado embrujarme… Tengo el deseo de mirarla, ganas de comerle la boca y de desgarrar el sexy babydoll morado que tiene puesto en este instante. Aunque el dolor de mi cuerpo me indiqué que estoy inhabilitado para hacerle el amor. 

Tranquilo…》

—¡¿Jona?!— Amelía abre los ojos despacio y me llama aún dormida, con la voz ronca.

—Sí, soy yo. Tranquila.

—¿Estás bien?, por dios— ella se despereza y se sorprende cuando logra verme con sus ojos totalmente abiertos. Se tapa la boca con sus manos y luego se agarra la cabeza. 

—En unos días estaré mejor, ya me ha visto un médico y los golpes desaparecerán— ella me abraza con fuerza y yo siento que mi cuerpo agoniza, pero no le digo nada. Aguanto el dolor por ella—. Amelí, hermosa… Estoy bien— digo con suavidad mientras la escucho llorar repentinamente. 

—Me he asustado, pensé que te perdía— levanto su rostro con mi mano y le seco sus lágrimas. Luego sostengo su mentón para que pueda mirarme a los ojos. 

—No vas a perderme. Hay Jonathan Lennox para rato— no sabía qué decirle, me estaba rompiendo el corazón verla llorar y necesitaba sacarle una sonrisa de manera urgente. Por más que mi respuesta fuera estúpida y creída. 

—Ni puedo distinguirte— rodó sus ojos, un poco ofendida. ¿Esperaba que mis palabras fueran más especiales?...

—¿Tan feo quedé?.

—No eras tan lindo— sacó su lengua a modo de burla y yo solo podía imaginar que quería saborearla. 

—No es lo que me han dicho— Amelía me golpeó con su puño en mi pecho y sentí que veía las estrellas. 

—¡Perdón!, no quería hacerte daño— me dijo al ver mi cara de dolor. 

—Lo merecía, puedes darme otros golpes más… Todos los que sean necesarios para que me puedas perdonar todas las mentiras que he dicho. 

—No quiero golpearte. Y supongo que tampoco tengo que perdonarte nada. Tuviste tus motivos y nosotros no somos nada. Solamente quiero que me prometas que nunca más me vas a decir una mentira…— 《No somos nada》esas palabras resonaron en mi cabeza, quedaron cruelmente grabadas. 

—Te lo juro— dije sin dudarlo, tratando de no pensar en su maldita frase. Luego estrechamos nuestras manos para sellar la promesa—. Puedes preguntarme lo que quieras, ¿te quedaste con alguna duda?. Sé que Charlotte y Mich te contaron muchas cosas, pero seguro hay cosas que te gustaría preguntarme. 

—Realmente no, entiendo que tú y Paul tienen una amistad sagrada. Y voy a respetarlo, no tengo que cuestionarte nada. No tengo derecho a hacerlo tampoco. Hay amistades que no pueden simplemente ser tiradas a la basura— dijo y le asentí con mi cabeza. Ella entendía claramente la posición en la que estaba y pensé que también por eso me estaba enloqueciendo… Porque Amelia tenía sus defectos e inseguridades, pero también sabía ser madura en el momento exacto. Era bella, inteligente y autosuficiente. Algo que detecté el primer día que la vi. Ella era increíble—. Tengo que admitirte que me preocupa la situación porque Carolina es la novia de tu hermanastro y no quisiera imaginar que su vida corre peligro. Ella es mi amistad sagrada, supongo que entiendes lo que te digo. 

—Sí— respondí y rápidamente ella siguió hablando. 

—Y bueno… quizás debería de admitir también que por un momento sentí miedo por mi seguridad— Amelia me demostraba que podía ser comprensiva y eso me había dejado tranquilo en un primer momento, pero cuando dijo que tenía miedo por su vida, mi cabeza comenzó a imaginar millones de situaciones riesgosas y eso me dejó helado porque ella tenía razón—. Pero eso quedó en un segundo plano cuando creí que te matarían. Tengo más miedo por tu vida—me expresó y pensé que eran las palabras más bonitas que me había dicho hasta ahora. Pero también pensé que todos los sentimientos que nacían entre nosotros se morían. Yo no era la persona indicada para ella, por más que pueda aprender a amarla, las nubes negras iban a cubrir nuestro cielo estrellado.

—No tienes que preocuparte de nada. Todo se ha resuelto. Pero quiero que sepas que nunca permitiré que tu vida corra peligro— le afirmé pensando que alejarla de mí sería lo correcto. Porque aún el peligro latía cerca de mi mundo, porque mis amistades vivían en una realidad diferente a la nuestra. Quizás tendría algunos rollos de vez en cuando, debido a mis vínculos, pero igualmente trataría de que nada malo suceda. Ese era mi objetivo. 

—Espero que la pesadilla termine— susurró, después acarició mi pecho y me miró fijamente—. Ya lo sé, nunca dejarías que me hicieran daño... ¿En qué estás pensando?, te veo perdido mirando el cielo. No hay estrellas ahora.

—En nada— le mentí, pensaba en todo—. Veo la única estrella que ilumina el día. El sol. 

—Tienes razón, mala mía… Sabes muchas cosas de las estrellas. Antes creía que me recitabas tus libretos— dijo entre risas.

—Amo leer y el primer libro que leí por placer fue de astronomía. Me lo regaló mi padre— dije con orgullo y tristeza al recordarlo—. También sabes algo sobre las estrellas, me ha parecido que te gusta el tema— seguí hablando…

—Yo también amo leer… Bueno, no te equivocaste, el cielo me llama la atención. Mi abuelo era astrónomo, todo lo que sé, es por él. 

—Increíble, me hubiera encantado hablar con él. 

—Seguro él me diría lo mismo, era un apasionado del universo. Hubieran hablado durante horas— los ojos de Amelí se iluminaron al hablar. 

—Ya lo creo. Ahora tenemos un tema en común para hablar y además podríamos charlar sobre algunos libros— dije.

—Son buenos temas de conversación para comenzar nuestro desafío— ella pensaba en comenzar a conocernos y yo creía que tenía que sacarla de mi mundo. El karma me escupía en la cara. 

—Puede que sí, pero ahora vamos a desayunar. Nos están esperando hace rato— corté la conversación porque me sentí un poco presionado ante su respuesta… Ella estaba esperando que iniciemos desde donde nos habíamos quedado y yo también quería lo mismo, pero necesitaba que todo vaya más lento. 

Eres un imbécil》

—Claro, me cambio de ropa y bajo— me respondió poco convencida pero accedió a mi petición... 

—Genial, te dejo tranquila— nos alejamos lentamente sintiendo la misma angustia, podía notarlo. 

—Perfecto, adiós…— dijo mientras entrábamos ambos a la habitación y yo continuaba mi camino hasta la puerta del pasillo distribuidor para dejarla sola—. ¡Jonathan!— exclamó antes de que pudiera abrir la puerta para irme.

—¿Qué?— le pregunté mientras me perdía en sus ojos. 

—Me gustó ver la estrella diurna contigo— ¿decirle que pensaba lo mismo le daría esperanzas?... Me quedé pensando qué responder, pero no encontré las palabras adecuadas. Por eso, le sonreí y guiñé el ojo a modo de respuesta antes de desaparecer.

Su seguridad depende de mí, tengo que volver a la normalidad, dedicarme a mi vida de actor y evitar los problemas》

¿Por qué tenía que ser tan expresiva ahora?... ¡Joder!, me estaba conteniendo para no salir corriendo a su encuentro… Pero era lo único que podía permitirme hacer por ahora porque necesitaba aclarar mis ideas, ordenar mi mundo y comprobar que todo estaría bien para ella, para mí, para nosotros. 

Cuando la escuché decir que tenía miedo por su seguridad, sentí que sus palabras eran cuchillos. Y su filo me hacía ver la realidad que teníamos ahora, la cual era dura e incierta.

Sus expresiones me permitían saber que había sentido mucho miedo. Y al verla, me imaginaba su sufrimiento y me maldecía por ser el autor de ese instante. Porque yo era el causante de que una supernova nos explotara frente a nuestras caras. Había dejado que la explosión se fuera expandiendo como una nebulosa, había dejado que arrasara con todo lo que habíamos construido... 

Y me odio por eso, pero creeré que podremos salir bien parados de todo esto. Porque no todo se destruye en una explosión de supernova, sino que el núcleo de la estrella permanece. Y estoy seguro de qué nuestro núcleo permanecerá indefinidamente a pesar de la explosión. Pronto nos arriesgaremos a estar juntos.

 《 —Me gustó ver la estrella diurna contigo—  a mi me gustó estar contigo y verte a ti… Pensé》
 

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