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Capítulo 23

Capítulo 23

El viento golpeaba contra mi cuerpo mientras aumentaba la velocidad de mi moto para no perder de vista a la Ducati. Intentaba mantener un movimiento acelerado pero el maldito piloto invadía por momentos el sentido contrario de la calle para avanzar entre los coches y yo quedaba cada vez más lejos de él…

 《¡Hijo de su madre!. Voy a estrellarme contra un auto, debo bajar la velocidad》

Mi mente maldecía al imbécil que estaba siguiendo, mientras trataba de esquivar obstáculos en el camino. El caótico tránsito me impedía correr a la par y la circulación se tornaba difícil. Sin opciones, preferí ir más despacio porque las probabilidades que tenía de impactar contra un vehículo eran cada vez mayores a medida que avanzaba. Pero procuré que mis ojos siguieran posados en la moto, pendientes de no perderle el rastro.

En el transcurso de la persecución me ingresó una llamada inoportuna a mi móvil, pero la recibí porque quería tener noticias de Charlotte y Amelia.  

—Amelia bajó del auto e ingresó al shopping. Charlotte va a la mansión y sabe que la estoy siguiendo, la llamé— me decía Michael.

—Gracias Mich.

—No me agradezcas, después de todo… También soy su primo— me decía con resignación. 

—¡Maldición!, ¡joder, joder, joder!— grité con todas mis fuerzas mientras mi cuerpo se tensaba. La moto que seguía había doblado en contramano y era perseguida por agentes de tránsito. Ya resignado, tuve que seguir otro camino diferente, el transa se me había escapado… Y ahora mi ruta era otra, iba a ir al shopping de los Miller. 

—¿Estás bien Jona?— mi hermanastro gritaba desesperado. 

—Corporalmente estoy bien, emocionalmente no, el bastardo se me ha escapado cuando dobló. Igualmente lo perseguían por sus infracciones, me tenía que esfumar. Pero pude ver la patente, voy a poder averiguar quién es el idiota que anda amenazando. 

—¿Charlotte está amenazada?, ¿de qué estás hablando?.

—Ella no, pero ahora estoy dudando de eso. Es una larga historia, después hablamos por el chat con Paul y te contamos. 

—Mandame la patente, yo me encargo de buscar los datos— me dijo al instante sin pensarlo dos veces. Iba a involucrarse por más que le pidiera que no lo hiciera.

—Bueno, ahora te mando un mensaje. ¿Sabes qué hace Amelia en el shopping?. 

—Fue a trabajar, pero creí que la llevaba Carolina. Voy a preguntarle ahora a Charlotte, me resulta raro verlas juntas— a él le resultaba raro… Pero yo ya suponía el motivo de su encuentro—. ¿Por qué quieres saber de Amelia?.

—Por nada hermanito. Bueno, suerte con esa investigación— me sonreí por dentro sabiendo que mi prima no le contaría nada. Ella me conocía bien y sabía que iba a querer su discreción.

—Gracias. Estoy esperando respuestas en el chat— Mich mandaba mensajes al grupo que teníamos con Paul de manera insistente. 

—Tranquilo, vas a tener respuestas pero más tarde. No te desesperes. Nos vemos hermano, no me esperen.

—¿Tienes una cita?, ¿ahora?, sos un cabrón hermano. Muy oportuno lo tuyo— sus sospechas brotaron al instante.

—No te importa, gracias por cuidar a Charlo, hasta luego. 

—Chau Romeo— mis ojos rodaron ante su respuesta. No tenía una cita, solo tenía ganas de ver a Amelia y comprobar con mis propios ojos que estaba bien. 

El camino de regreso se me estaba haciendo eterno, me había alejado demasiado… Y para aprovechar el tiempo, mientras iba al shopping, hice otra llamada para asegurarme de la permanencia de Amelia en su trabajo. 

—¿¡Hola!?, ¿Jonathan?— parecía sorprendida por mi llamada.

—¡Hola Caro!, no, soy Michael— dije tomándole el pelo—. Tenía ganas de hablar con mi cuñada favorita— le respondí a Carolina.

—¿Tienes más hermanos o tienes más cuñadas por parte de Michael?, digo por lo de “favorita”— soltó sin titubear. La había cagado con mi comentario. 

—Me entendiste mal… Sos mi favorita porque las anteriores me caían mal. Mi hermano nunca te será infiel— suspiré. 

—Claro, te creo— no parecía convencida—. Me dijo Mich que iba a tu casa. ¿Están juntos?, ¿por qué me llamas?, ¿sucedió algo con Mich?— su voz sonaba preocupada. 

—Todo bien, tranquila. Se fue al baño y quería aprovechar para preguntarte algo…— tenía que mentirle, era mi única opción—. Necesito tu discreción. ¿Puede ser?. 

—Entiendo, decime— suspiré aliviado cuando no me preguntó más por mi hermano. No conocía en profundidad a Carolina pero me parecía una chica refinada, inteligente y perspicaz. 

—¿Cuáles son los horarios laborales de Amelia?— tenía ganas de esperarla, de verla, realmente no quería volver a mi casa y sentir el frío de mi cama. Ya nada sería igual después de dormir con ella, de sentir su cuerpo y hacerla mía, estaba seguro de eso. Carolina no podía parar de reír—. ¿Dije un chiste?— pregunté.

—No, no Jona… Es que no creí que me ibas a preguntar algo sobre Amelia. Me sorprendiste, me he quedado sin palabras. 

—¿Por qué?.

— Porque la última vez que me preguntaste algo de ella utilizaste una excusa y ahora fuiste directo al grano. Parece que pronto seremos cuñados por parte de Amelia también. Ella es mi hermana, la considero de sangre. 

—Me dejaste sin palabras— por un momento sentí un escalofrío, la palabra compromiso aparecía en mi vida…

—Tranquilo, la idea no fue asustarte. Puedo imaginarte con la cara pálida en este momento cuñadito— sus carcajadas me arrancaron una sonrisa—. Ahora le pregunto sus horarios, te mando un mensaje en un rato. 

—Te lo agradezco mucho cuñada— quizás tener doble título de cuñado no sería tan malo, pensé.

—De nada… Jona, los ruidos de vehículos son por la consola, ¿no?, ¿están jugando a las carreras?— espero que no esté sospechando nada. Por un momento me dejó helado con su comentario.

—Sí, estoy jugando unas carreras de motos mientras espero a Mich. 

—Bueno, bajá el volumen porque te vas a quedar sordo.

—Sí, tienes razón, besos.

—Adiós— corté rápidamente la llamada para que Carolina no me siguiera sacando información. Pero me quedé pensando en que quizás ya se había dado cuenta que le mentí. Había sido muy fácil engañarla… Pero en ese caso, el problema lo tendría Michael después, por haberle mentido sobre su paradero. Decirle que estaría con Charlotte no tendría nada de malo, solo tenía que evitar explicarle los motivos. Y eso no sería decir una mentira, solo significaba omitir información…  

Más tarde, ya navegando en mis turbulentos pensamientos , recibí el tan ansiado mensaje. En este aparecía el horario de salida de Amelia. Y cuando lo leí, me aseguré de quedarme cerca del shopping para esperarla.

Mi vista estaba clavada en la puerta de ingreso del centro comercial, expectante de encontrar la figura primorosa que me hechizaba. El flujo de gente que entraba y salía del centro comercial era exagerado, pero igualmente pude localizar a la distancia el pelo largo de Amelia. 

Su cabello brillante volaba y se mecía de manera sutil gracias a la brisa que la rozaba. Y al observar detenidamente ese movimiento comencé a recordar la textura de este, que era más suave que tocar un hilo de seda.

Ella se había sentado en la escalera de ingreso, estiraba sus piernas y movía sus pies de un lado al otro intentando relajarse… Se inclinó un poco y se detuvo a mirar las estrellas. Estaban preciosas, pero seguramente lejos de la ciudad y sin la luz de los edificios, se podrían apreciar mejor.

Me fui acercando hasta ella y de manera instintiva le dije el primer pensamiento que tuve cuando llegué a su lado. —Las estrellas brillan debido a la fusión termonuclear del hidrógeno en helio que se produce en su núcleo. Eso dicen, pero ahora que te veo diría que es porque se encandilan con tu belleza cuando vos las ves— el color rojo se apoderaba de las mejillas de Amelia que ya se encontraban de color rosado por verme. 

—Tú y tus frases de galán— dijo posando sus bellos ojos en los míos—.¿Qué quieres?, ¿no hay ninguna chica disponible?— le encantaba pelear conmigo, podía sentirlo. Pero no me iba a quedar de brazos cruzados. Iba a jugar su juego. 

—¡Puedo irme con otra!, tus deseos son órdenes preciosa— sonreí, me giré y  comencé a caminar. Estaba seguro de que le causaría un tsunami de emociones. 

Amelia salió detrás de mí y se paró delante de mis ojos. Estaba impidiendo mi marcha. —¡No!— exclamó.

—¿No qué?, ¿no vas a decirme nada más?— mencioné con una voz sexy y  disfrutando del momento. Quería verla rogándome.  

—Que no eran mis órdenes ni mis deseos Lennox… Eso lo dijiste tú. Ahora puedes irte, buenas noches— jodida Amelia Luxor, quería sacarme de mis casillas. Podía hacerme perder el juicio muy fácilmente. 

—Bueno, me voy con esas chicas que se acercan rápidamente. Buenas noches Amelí— un grupo de mujeres se aproximaba a los gritos, eran unas fans mías, no había dudas. Entonces, caminé hacia ellas para hablarles y firmarles autógrafos. 

En todo momento observé lo que hacía Amelia en la lejanía, mientras yo me dedicaba a sonreír y a atender a las damas que me rodeaban. Me resultó gracioso verla  petrificada en el lugar que la dejé. Pero también fue excitante ver que estaba completamente celosa.

Cuando me despedí de las fanáticas, otras personas que estaban cerca comenzaron a elevar la voz, me llamaban y gritaban mi nombre. La gente pudo reconocerme y no tardaron en querer acercarse. Pero fui más rápido que ellos y antes de que me logren interceptar, empecé a caminar nuevamente de regreso.

Pasé cerca del cuerpo de Amelí y le agarré la mano firmemente. Continué caminando con ella a mi lado y fuimos hasta el estacionamiento del shopping para montarnos en mi moto. 

En el camino no pude evitar decirle que la noté celosa. —Cinco minutos pudiste soportar verme con otras— amaba verla irritada. 

—¿Quién dijo que me había enojado?— contestó.

—No puedes disimular la expresión de tu rostro bella— me estaba conteniendo las ganas que tenía de besarla. Le extendí con mi mano un casco y le pedí que se subiera a la moto. 

—No sabía que manejabas motos— se montó atrás mío, me agarró la cintura con fuerza y se apoyó sobre mi espalda.

—Autos, motos, bicicletas, también yeguas…— me reí y mi respuesta no fue muy apropiada. Pero estaba a punto de perder el juicio. Necesitaba volver a tocar su piel con urgencia. 

—Creo que nunca dejaré de decirte imbécil. ¿Siempre vas a tirar algún comentario tonto?— metió su mano dentro de mi ropa para pellizcar mi panza. Y sentí que iba a colapsar.

—Siempre lo haré— suspiré.

—Amelí si me tocas ahora no voy a controlarme, contigo no puedo— agarré su mano para entrelazar sus dedos con los míos. Y mis pulsaciones quedaron fuera de control.  

—Solo quería pellizcarte. Nosotros tenemos que hablar— Sacó su mano y la apoyó sobre mi panza pero por arriba de la ropa.

—Agarrate fuerte, te llevo a tu casa— dije. 

—Creo que te quiero— exclamó de manera inteligente, ya que, no soltó una frase afirmativa. Y eso me agradó porque no sentí miedo de decirle lo mismo.

—Creo que te quiero Amelí— dije cuando arranqué la moto y me dirigí velozmente a nuestro destino. 

Estás caminando en terreno desconocido, pero es hora de conocer lo que hay más allá del horizonte》 

Al llegar al departamento de Amelia, frené la moto y apagué el motor. Nos sacamos los cascos lentamente pero ninguno amagaba a bajarse del rodado. 

—Gracias por traerme— Amelí interrumpió el silencio que se había formado.

—Fue un placer, podría hacerlo más seguido— ella descendió, me devolvió el casco y se alejó unos centímetros. 

—Podría ser, me gustaría— me regaló una hermosa sonrisa y era la primera vez que estaba con la guardia baja... 

—¿En este momento tendría que irme?— la posibilidad de irme para mí no existía. Pero tenía que hacer lo que ella me pidiera. 

—En este momento mi mente es un ovillo de lana con nudos— dijo entre risas. 

Mi mente estaba igual que la de ella, esto que tenemos es confuso…

—Te entiendo, creo que yo estoy igual. Espero a que ingreses y me marcho— Amelia se quedó pensativa, clavando sus ojos en mi boca. Y no necesité más señales que esas… Colgué los cascos en el manillar y le agarré su mano con fuerza. La atraje nuevamente hasta la moto, la tomé de su cintura y la senté arriba del depósito de combustible para luego deslizarla hasta mis piernas y provocar que las suyas queden  entrelazadas a mis caderas. 

—No quieres que me vaya Amelia, tienes que admitir que quieres estar montada arriba mío y besar mi boca— su nariz tocaba la mía y nuestras bocas estaban a punto de tocarse.  

—Tienes razón— susurró sobre mis labios. Luego, besó mi boca con desesperación, mientras mis manos sostenían y apretaban su cintura tratando de mantenerse quietas en ese sector. 

—¿Subo?— mordí suavemente su labio y me separé por un instante para preguntarle. Amelia estaba perdida en nuestros besos, metía su mano por dentro de mi ropa y clavaba sus uñas en mi espalda, cuando profundizaba el beso que me daba ahora en el cuello.   

Minutos después estaba en el limbo, disfrutando de sentir la humedad de sus besos, hasta que de golpe comenzó a llover de manera torrencial.. 

—¡Otra vez estamos mojados Jonathan!, ¿te confabulaste con las nubes?— miró al cielo y volvió a besarme.

—Ya tenemos una escena de película juntos, eso es buena señal…

—Quizás, puedes subir. Vamos, tenemos que secarnos— nos dirigimos al garaje de su edificio, lentamente, mientras sentimos a las gotas de lluvia caer.

《Parece que después de todo, somos dos estrellas que están orbitando mutuamente en un mismo sistema binario》

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