Capítulo 18
Capítulo 18
Esa noche dormí poco, dormimos poco, no hubo tiempo. Solamente nos damos un respiro para calmar nuestras palpitaciones y enfriar un poco nuestros ardientes cuerpos.
—Quiero más, dame más...
—No voy a dejar que duermas. Voy a besar cada uno de tus rincones, para que no te olvides nunca de este momento— soltó Jona mientras dejaba un sendero de besos y mordidas por mis piernas, mientras se aproximaba a mi ingle por segunda vez—. Quiero verte, quiero verte cuando grites mi nombre.
—No voy a nombrarte y no prendas la luz, no quiero que me veas— dije entre suspiros y ardiendo de deseo.
—No vas a impedir que te vea— besó mi vagina y luego se estiró para agarrar un control remoto que había en su mesa de luz. Tocó varios botones y la luz se encendió pero la cambio de color a una tonalidad azul. La misma permitía vernos sin demasiada iluminación—. Voy a dejar que te sientas más a gusto, pero por nada del mundo voy a dejar de mirarte.
Nunca había visto que un foco pudiera cambiar de colores, definitivamente la tecnología de mi casa se había quedado en el tiempo.
—Me estoy quedando agotada, me vuelves lo... Loca— su lengua invade mi intimidad, sus dedos me masajean y se introducen dentro mío dejándome sin aliento.
—No te contengas— me ordenó, mientras provocaba el anhelado orgasmo y apoyaba su boca sobre mis labios vaginales para saborear mi líquido precioso.
—¡Joder Jonathan!— grité y sus ojos rudos me miraban hipnotizados, encantados de verme perder el control. Tomé aire de manera profunda, me impulsé y lo atraje con mis manos hacia arriba, para poder besar su boca.
Estaba viva, después de semejante experiencia creí que no podría existir alguien que me lo hiciera igual, mucho menos que me lo hiciera mejor. No podía compararlo con nadie, se notaba que era un maestro en el arte de amar. Era lo único que podía agradecerle a la lista interminable de chicas, cada una de ellas había sido su escuela y ahora sabía todo lo que tenía que hacer para lograr que explotara de puro deseo.
—Dijiste mi nombre... Belleza. Te voy a dejar descansar un poco. Pero no voy a sacar mi boca de tus pechos— y realmente fue de esa manera. Besó, chupó, mordió y lamió mis pechos hasta que se quedó dormido.
《Es el mejor sexo de toda mi vida》
Faltaba poco para que salieran los primeros rayos de sol. La sensación de no saber qué hacer consumía las excitantes memorias que había capturado aquella noche. ¿Qué sucederá cuando él despierte?, ¿seré simplemente una noche más?.
Estaba esperando que él despertara y me dijera "jaque mate". Mis terminaciones nerviosas quedaron revolucionadas pero igualmente podían detectar nuestras incertidumbres.
Los pensamientos me invadieron como nubes grises que cubren repentinamente el sol. Aquellos pompones gaseosos cuestionaban mis deseos, mis acciones y mis temores... Y a pesar de todo, ya no quería sentir miedo. Ahora nada más quería darle una lección, por las veces que pudo esfumarse. ¿Por qué no podría irme y desaparecer?, ¿qué tendría de malo dar un poco de la misma medicina?.
Su cuerpo caliente aún me envolvía, impidiendo mi partida. Durante mucho tiempo su posición permaneció intacta, hasta que sus brazos marcados me liberaron cuando giró su cuerpo, para apoyarse en su lado izquierdo.
Me levanté lentamente, me vestí silenciosamente, recogí mis cosas de una manera imperceptible y me dirigí en puntillas de pie hasta la puerta para irme.
《¿De verdad te vas a ir?》
Mi mano tocó la manija fría de la puerta y sintió que alguien la movía del otro lado, provocando que la misma se abriera de un tirón...
Mi cuerpo quedó paralizado del miedo, al no entender por qué alguien entraría a las 07:00hs de la mañana en el cuarto de Jonathan. Quizás sí lo entendía, pero no era un buen momento para mis enredos y dudas.
Delante de mis ojos apareció una chica, las curvas que tenía te dejaban sin aliento realmente y diría que quizás era perfecta pero no quería aceptarlo. ¿Qué mierda hacía esa mujer de piernas largas y cuerpo de muñeca aquí?.
《Maldito Lennox, tú y tus putas se pueden ir al infierno》
—¡Oh!, no sabía que no estaría solo— dijo la mujer sin nombre—. Perdón.
—¡No!, ¡se encuentra solo!, yo ya me voy— contesté con mi tono de voz elevado y haciendo notar mi furia interior. Sabía además, que yo no debería estar en ese lugar, todo había sido un error. De la noche a la mañana el actor más hermoso del momento no iba a estar 100% disponible para Amelia Luxor.
—¿Qué sucede?, ¿te vas Amelí?— Lennox se despertaba de un salto en la cama, provocando que la sábana se mueva.
—¿No era que no dormías con nadie en tu cama?— preguntó entre risas la chica hermosa que quería matar en ese mismo momento. Lennox se tapó con la sábana nuevamente para impedir que se viera su hermoso cuerpo desnudo.
—Shhhhh— chistó él y clavó sus ojos en la maldita perra.
—¿Estás con ella?, no vuelvas a hablarme— dije indignada y me fui velozmente sin darle tiempo a nada. No quería sus respuestas, no quería sus explicaciones. Tampoco él debía darmelas, yo tuve sexo sabiendo que no había nada entre nosotros. Yo tomé el riesgo de enamorarme perdidamente de él, yo me subí al tren sin tener garantías de qué sucedería.
Fui al garaje, saqué mi bicicleta, la monté y comencé a acelerar el ritmo de mis movimientos para irme de esa maldita mansión. Aunque solo pude llegar hasta la entrada.
—¡Abran!— grité al aire, rogando que mágicamente el portón se abriera para escapar.
Pero Lennox no iba a dejarme el camino libre, por supuesto que no. Salió corriendo en boxer hasta el ingreso. Cuando lo vi, un torbellino dentro mío quería salir a tumbarlo, dejarlo sin aire y revivirlo.
—Amelí, no te vayas— me suplicó—. Te entiendo, pero esto no es lo que imaginas.
—No quiero escucharte, diles que abran inmediatamente— dije sin bajarme de la bicicleta—. Ve a ponerte ropa mejor, te ves ridículo— una parte de mi ser quería bajarle la única prenda que tenía puesta y volver a su cama.
—Ridícula te ves tú, no es hora para que te vayas y menos después de ver a Charlotte... ¿Pero estabas vestida?, ¿te ibas a ir sin decirme nada?— su voz sonó asombrada.
—¿Por qué iba a quedarme?— ¿Charlotte?, no le dije nada sobre esa tal Charlotte. Yo era una idiota seguramente por escapar, solo quería que sufriera un poco. Pero ahora estaba tan enojada que me convencí a mi misma de que era lo correcto irme.
—Te vas a ir pensando cualquier cosa— Lennox movió su mano y la puerta se abrió.
—Gracias por la noche olvidable— dije enojada antes de irme. Sin importarme que piense que soy una loca.
—No vas a olvidarla Amelia. Las explosiones dejan rastro— me gritó mientras me alejaba.
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