Capítulo 0- Claro de luna
6 años atrás.
-¿ Quién será la elegida para ser Clara? — Preguntó una de las niñas a otra mientras miraba el panel de inscripciones para el siguiente musical de Navidad que estaba en la cartelera de actividades.
—es obvio que el papel se lo darán a la consentida del estudio " Nadia", obvio que será la que será seleccionada –respondió la otra con envidia en su voz.
Las muchachas estaban hirviendo de la rabia y celos, ya que dentro de ellas sabian que jamás serían consideradas para ese papel si Nadia seguía en el estudio de danza y esos papeles principales jamás iban a ser asignados si la mayor competidora del lugar seguía bailando.
Entre las risas de las niñas en el estudio que estaba pintado de color rosa, se veía varíos retratos colgados alusivos a la danza, entre las niñas ataviadas todas con ropa de trabajo de color negro,algunas se ataban las zapatillas o arreglaban la ropa mientras aquellas niñas seguían burlándose.
- ¿ no debería darle vergüenza? Todos saben que es la consentida, aún se presenta aquí y baila como si no supiera nada. –respondió llena de envidia otra muchacha del grupo, las cuatro chicas se rieron y miraron el cartel con odio.
Sacando un bolígrafo de su bolso, antes de colocarlo sobre el cartel lo ocultó nuevamente al escuchar la puerta abrirse.
— ¡ustedes son unas envidiosas! —. Exclamó regañandolo un muchacho, cerró la puerta com fuerza haciendo temblar y sobresaltar a los que estaban presentes en el salón, era el grupo de 10-12 años, donde solamente habían unos tres niños y uno de ellos era Kurt quién aparentemente era el "heterosexual" del grupo según las encuestas internas que hacían las niñas en sus tiempos libres.
— siempre la defiendes porque eres su pareja de baile y desde que entraste la has defendido—se acercó una de las niñas e n forma de reprocho, llena de celos lo observaba aquella muchacha de ojos verdes que sobresalía del grupo de niñas.
- si me tienen envidia, yo les daré el papel. Desde los tres años estoy bailando para que ustedes con sus pies doblados digan que yo soy la consentida. No voy al colegio, mis prácticas son de más de doce horas hasta que me sangren los pies. ¿Y ustedes van a decir que no merezco mis logros.? —exclamo orgullosa la pequeña castaña. El salón se mantuvo en silencio obsevandola entrar, había escuchado todo y Kurt lo sabía ya que al igual que él había escuchado todos los comentarios de sus compañeras.
Nadia a sus diez años y cerca de cumplir once era bastante alta y delgada, ella estaba usando un leotardo de color negro con unas medias blancas y calentadores a juego color negro, las miraba a cada una con su expresión característica de odió y frialdad con aquella presencia que muchos describían cómo "estirada" que la caracterizaba.
— sí creen que pueden bailar de la misma forma que yo creo que se los agradecería .— Respondió la niña sonriendo de forma sarcástica, mientras se dirigía a la barra para estirarse. Dejando su bolso a un lado, Kurt corrió a verla rápidamente mientras en el fondo las muchachas cotilleaban sobre lo irritante que era ella.
Desde que él había entrado en la compañía hacía casi un año atrás; eran amigos inseparables. Kurt había entrado a la compañía por falta de disciplina, su madre que lo inscribió cómo un castigó, pero al conocer Nadia había aprendido la responsabilidad y disciplina, además ¿quién no quería estar al lado de la hermosa princesa del lugar? La mejor bailarina de todo el estudio y con una tan hermosa como ella, para él era algo que le emocionaba a tal grado de siempre seguirla.
— Nadia, tienes un rizo .. —dijo él mientras iba y tomaba el mechón negro sobresaliente del perfecto peinado que tenía ella llevándolo detrás de la oreja con delicadeza.
— gracias, estuve ensayando antes de entrar y me imagino que me despeine un poco —agradeció sonrojada y él sonrió ampliamente.—Por fin logré dar siete vueltas seguidas ¿No es increíble?— le comentó con entusiasmo mientras levantaba el pie para colocarlo en la barra, inmediatamente Kurt corrió a ayudarla sosteniendo su pierna para que ella lo elevara mucho más.
— ¿recuerdas qué en la escuela se burlan porqué practicaba ballet?.. pero hoy en la competencia de deportes les gané a todos, incluso en subir la soga. Fui el único que tocó la campana — relató orgulloso saltando emocionado.
Nadia sonrió con timidez, sus músculos se templaban por la presión del ejercicio en estos. Levantando sus ojos grandes llenos de melancolía, mordisqueandose los labios nerviosa.
– ¿Crees qué ...—susurró titubeando y sacudió su cabeza—, olvídalo. Cuéntame más..¿Ya tienes el respeto que habías perdido?— Preguntó sonriendo tratando de sonar animada.
Kurt se dio cuenta de aquél aire melancólico en ella y mucho más de su estado de ánimo que acostumbraba tener, él la miró sorprendido ya que parecía que habia estado llorado, pero no quería preguntar ya que sabía que ella desviará el tema como acostumbraba, siempre era evasiva con todo y se sumergía en sus rutinas, pero al menos animarla siguió ayudándola a estirar cómo de costumbre hacían en los días de práctica.
—Buenos días clase; hoy sabrán quienes son los bailarines para el Cascanueces. Afuera está el tablero y lo acabo de actualizar —decía una voz masculina, abriendo la puerta toda la atención se posaron en un hombre de unos 30 años aproximados entre el grupo de preadolescentes que se estiraban para comenzar el ensayo.
¿Quién era Él?
Aquel atractivo hombre entre los niños, era el famoso bailarín de Broadway que decidió dejar las tablas para enseñar a los futuros bailarines, conocido como el Señor Mark, al ver a Nadia en la barra se acercó a ella con una amplia sonrisa en su rostro que se hacía cada vez mas grande.
– Nadia, ¿No me vas a saludar?—- Preguntó mientras iba hacia ella y le señalaba su mejilla para un beso. Nadia sin mostrar alguna expresión le dio un beso en su mejilla que apenas le rozó la piel y le sonrió con esfuerzo.
— Buenos días señor Mark. – respondió sonriendo algo nerviosa, el hombre satisfecho, se apartó y mientras caminaba aplaudió con fuerza para llamar la atención de todos.
- ¿No te interesa saber que papel tuviste Nadia? —Le preguntó kurt en susurró.
- no me importa, la verdad,—respondió sin interes mientras se incorporaba para ayudar a Kurt a estirarse y él la vio sorprendido. Interrumpiendo la conversación el señor Mark se acercó a ellos.
- ella sabe que solo hay una Clara y ese papel es de ella— le dijo a Kurt con frialdad,— tú, mi pequeño cascanueces, tienes que dar la talla para la hermosa compañera que tienes —agregó el hombre mientras le daba palmadas en la cabeza a una muchacha de unos quince, abrazandola y dándole felicitaciones,aquél susurro no había sido tan secreto, haciendo que Nadia arrugara la nariz, un gesto de desagrado que kurt no entendió la razón en aquél momento.
(...)
Las semanas pasaron y los ensayos continuaban avanzando con rapidez para lograr la perfección de la pieza.
Esos dias importantes para la compañía, Nadia invitó a Kurt para que fuera a su hogar ya que queria seguir ensayando, la pequeña poseía una habitación ambientada en su apartamento para hacerlo y él era la única persona que no odiaba o sentía celos de ella. Emocionado por la invitación, después de clases Kurt fue a su casa rápidamente para alistarse, sin querer llegar tarde apresuraba su ritmo, Nadia vivía en un edificio del centro y luego de haber rogado a su madre para que lo llevará; en todo el camino la apresuraba porque sabía que Nadia odiaba los retrasos y quería quedar bien en frente de ella.
Al llegar vio que abajo ya estaba Nadia, sin tener que llamarla para avisarle ella simplemente jugueteaba con sus dedos en la casilla de portería, usando un vestido rosado que resaltaba el color de su cabello color castaño oscuro, pocas veces ella lo usaba así sin usar el clasico peinado de "bailarina" como él se refería al recogido que todas sus compañeras tenían, ya que siempre lo tenía recogido incluso sin tener ensayo programado, pero ese día lo llevaba suelto con una cinta rosada como un lazo a un lado.
— Siempre te he dicho que luces distinta a la ropa que usas en clases.— le halago Kurt sonriendo y ella correspondió con una sonrisa tímida.
– ¿ está hermosa señorita es Nadia? Casi no la reconocí sin su recogido perfecto.¿ Cómo estás pequeña? — le Saludo la mamá del muchacho, aquella mujer que sonreía veía a la muchacha con su expresión tímida.
- Buenos tardes... Estoy bien, gracias.- respondió de forma respetuosa, ella sonreía con timidez mientras jugueteaba con sus manos y su vestido. La señora sentía algo de envidia por los modales de la niña que a diferencia de Kurt no tenía esa gracia qué emanaba la pequeña a pesar de su aspecto melancólico.
– tú también te ves distinto, prefiero verte en mallas —agregó ella bromeando a kurt haciendo sonrojar y su madre se cubrió para reirse. Él tenía un jean y combinado con un suéter color verde olivo y su cabello color castaña sobre el rostro sin tener que peinarlo con gel.
— ¿ van a necesitar que me quede?— preguntó la señora mientras abrazaba a Kurt.
- Mamá..—se quejó avergonzado, apartándose y ella lo perseguía para seguirlo abrazando cómo a un niño pequeño.
- No, tranquila, mi madre sabe que usted está ocupada para hacer los trajes, por favor acepte mi ayuda, por favor— insistio la niña— Mi mamá me dio permiso de invitarlo, y a mi me gusta pegar lentejuelas así que conmigo ese traje quedará hermoso—Respondio sonriendo con orgullo.
- Gracias, eres un sol pequeña. Lo vengo a buscar a las cinco de la tarde.— Dijo ella apretando las mejillas de la niña y ella sonrió algo incómoda, Kurt se sentía avergonzado ya que sabía que ella odiaba que la molestaran con el contacto físico, sorprendido porqué ella no se quejó por la forma empalagosa que su madre la abordaba.
Luego de unos cuantos mimos ella se apartó, la madre de Kurt era una mujer amorosa que adoraba a los niños y sobretodo a la pequeña. Corriendo al lado de Kurt jugeteando empujándose;rodeandole con los brazos sonrió.
- ¿ Puede quedarse a dormir? —Preguntó con inocencia mientras lo abrazaba Como si fuera una mascota. La señora se quedó mirándolo preocupada y ambos la miraron colocando los ojos rogandole con brillos en éstos —él se acostara en el cuarto de mi hermano, no se preocupe señora.— continuó antes que ella le contestara, sonriendo de forma sincera. Insistían ambos con ternura.
La madre de Kurt se quedó mirando a los muchachos pensativa por su decisión, su preocupación era los modales de su hijo ya que no quería quedar mal con la familia de la niña porqué él era bastante travieso y energético, pero ella sabia que la niña no tenía amigos y sintiéndose mal al negarle esta oportunidad de socializar con alguien de su edad termino aceptando.
— está bien, pero no hagas desastre —lo amenazó en voz baja mientras le daba un beso a Kurt en la frente, con el pintalabios en sus rostro, Nadia se cubrió los labios para reirse y rápidamente el muchacho se limpió la frente sonrojado.
Dejando solos, la señora se iba con algo de preocupación, no por Nadia sino por el desastre de hijo que tenía, ellos se despidieron viendo como se alejaba agitando la mano, Kurt observando por el rabillo del ojo nervioso y las mejillas hirviendo a Nadia, aquella niña sonreía mientras agitaba la mano cómo si nada pasara. El automóvil arrancó y ya solos ella sonrió, suspirando se dio cuenta que ambos realmente estaban solos.
- Siempre estaré sorprendida en el edificio donde vives. Es enorme —exclamó mirando hacía arriba.
– ni tanto. Ven, subamos—lo llamó con naturalidad. Tomando el bolso Nadia se acerco y tomando un lado de éste lo llevó hacía el ascensor para subir al departamento.
En el pasillo moderno de la recepción ambos se observaban en silencio, accionando el botón para llamar al ascensor mientras lo esperaban Kurt levanto la vista y preguntó — ¿Tú estás bien?.
Ella asintió y él suspiró nervioso mientras la puerta se abría y entraron en silencio, observándo los botones ella apretó uno y el silencio helado estaba entre ellos.
—Tienes días que estás más callada. ¿Es por las otras niñas?—preguntó preocupado.
—Yo.. no... me siento cómoda, es solo eso.. tal vez sea la pubertad. —Respondió nerviosa y apartó la mirada.
—Sabes que soy tu mejor amigo. Puedes contarme lo que sea.—insistió nuevamente, ella asintió con una mirada incómoda;pero suavizandola arqueo la sonrisa en su rostro para calmarlo.
«" Sí él supiera lo que me pasa estaría molesto, me detestaria ... Cómo yo lo hacía "» pensó mientras hundia sus uñas en su brazo nerviosa, solo pensaba que tenía que ser perfecta, ser natural y ser la mejor.
« "Sí no era perfecta, entonces ...¿Qué era?"»
ocultando aquel asqueroso acto de hundir sus uñas en su brazo, temerosa, mientras miraba por el rabillo del ojo a su compañía a un lado en aquél ascensor. La espera para ella era eterna , aquella sensación en su cuerpo por la ansiedad y las ganas de gritar qué no podía controlar.
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