Capitulo 3 ¿ahora que hago? PT2
- Disculpa
Comenzamos el capítulo y la conversación era predecible, dado que Colette se disculpaba con su amigo. El rechazo se esperaba después de todo ese amor que alguna vez sintió por él se fue desvaneciendo.
- Edgar, realmente lamento no poder aceptar tus emociones. Simplemente no es lo que me gusta. Aunque sigamos siendo amigos, me gustaría que nos distanciáramos un poco. Creo que eso sería más saludable. Siento decirte de esta manera que estás actuando de manera tonta, pero simplemente no puedo corresponderte. Lo siento, Edgar.
El chico se quedó en silencio, enrollando su bufanda alrededor de su cuello, parecía tomarlo bien mientras la miraba fijamente y susurraba sus últimas palabras con la mirada baja.
- ¿Alguna vez me viste de forma distinta? - preguntó el chico con un susurro.
- Edgar, no puedo decirte eso, ya que nunca lo pensé. Pero sólo eres un amigo, un amigo al que valoro y quiero. Por eso quería que nos distanciáramos un poco - la chica se acercó a él, acariciando suavemente su cabello antes de alejarse con una sonrisa. - No eres mi otra mitad de naranja.
Edgar se quedó inmóvil, como si las cosas hubieran llegado a su fin. "Aquí termina todo. ¿Por qué? Debería haberle dicho que me gusta. Si no lo hubiera hecho, las cosas seguirían igual".
- Maldición - murmuró tocando su bufanda. - Maldición - dijo de nuevo, cubriendo su rostro con la bufanda. - Maldita sea.
Su expresión cambió repentinamente. Si hubiera dejado a un lado esos sentimientos, tal vez si hubiera actuado como debería desde el principio, las cosas seguirían igual. "Maldita sea, maldición", refunfuñó de nuevo apretando la bufanda.
- ... Creo que tengo una obsesión. Debo madurar y cambiar. Maldiciones - suspiró y la bufanda le golpeó en la cara de repente. - ¿Qué te pasa, maldita bufanda?
Señalando un lugar para comer, se sentó en la esquina y observó cómo las nubes empezaron a soltar gotas de lluvia, cuando una chica pelirroja se sentó a su lado.
- Hola, Edgar. ¿Me recuerdas?
- ... - Edgar la miró pero decidió apartar la mirada.
- Wow, sé que soy un año menor que tú, pero no deberías tratar a una chica así. - dijo Jessie con un robot pequeño a su lado.
- Pide lo que quieras, yo invitaré, por los malos modos.
La chica lo miró con brillo en los ojos y llamó a otro Brawler conocido como "Camper" para pedir dos hamburguesas.
- ¿Te parece bien si pedí dos hamburguesas, una para ti y una para mí?
Edgar asintió con la cabeza y, después de unos minutos, les trajeron la comida.
- Di "aaaah" - dijo la chica con la hamburguesa en su mano. - Sólo un mordisco.
Edgar sonrió levemente y dio un pequeño bocado, pero la chica le obligó a tomar otro mordisco.
- Vamos, Edgar, deja de ser quejica. Eres un buen chico, sólo un poco raro. Si quieres salir conmigo un día, llámame. Aquí tienes mi número - le entregó una nota con su número de WhatsApp antes de mirarle e reír torpemente-. Vamos, Edgar, solo come. Mañana prometo que será un gran día.
Aunque pareciera extraño y poco convincente, en el momento en que más necesitaba ayuda, la encontró en una chica más joven que él, de quince años, a pesar de su pequeña estatura y su forma de ser "peculiar".
Quizás, solo quizás, podría comenzar de nuevo desde otro punto, sin esos malos hábitos.
Dos meses más tarde.
"Edgar, vamos", le escribió la chica. "Vamos, solo una vez más. Nani y mamá no te matarán".
Respondió el chico. "No creo que debería hacer esto, realmente no me gustan esas cosas".
La chica respondió.
"Vamos, solo será un momento, nadie se dará cuenta".
Esa conversación llevaba a otra cosa, cuando la pequeña Jessie le mandó varias imágenes de peinados que podrían quedarle bien.
"Vamos, Edgar, mi mamá y Nani no se molestarán. Podrían darte un cambio de look, ¿sí?"
Respondió el chico.
"Está bien, lo haré. Creo que me hace falta un nuevo peinado. Llevo años con este pelo. Tal vez un cambio de look no le hará daño a nadie".
"Te espero el jueves en mi casa, después de clases. Me encantaría verte con un nuevo look, idiota".
Así terminó la conversación y el chico se levantó de su cama con cambios evidentes. Ya no se pintaba las uñas, no tenía ojeras y su ropa de colores oscuros había sido cambiada por prendas más vivas, incluyendo su bufanda que llevaba puesta en su brazo derecho, debajo de la camiseta.
- Dios, qué pérdida de tiempo - bostezó el chico con sueño después de despertarse.
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