Una Super Fiesta...
¡Ufff!!!
¡Ya estamos en diciembre!
He trabajado todo el año y nada me salió bien. Acá estoy, a un paso de la Navidad y de comenzar una nueva vuelta al sol todos a la vez.
Mis ánimos están por el suelo, o quizás un poco más abajo.
¿Qué hice mal?
Rebobinemos...
Trabajé mucho para dar a mi familia todas esas cosas materiales que, aparentemente, los hace feliz. Por trabajar, quizás los dejé un poco de lado.
También abandoné a mis amigos.
El trabajo me absorbió, así como esas salidas a las que me aboqué a ayudar a los más necesitados, los que pasan hambre, los que tienen frío, los que carecen de vivienda, a los que les falta amor.
Mi familia y mis amigos tienen todo eso, yo no les hago falta.
Llegué a mi casa todas las noches, agotada, sin ganas de nada.
Creo que cumplí con mi deber pero...
¿Qué pasó?
No veo feliz a mi familia, bueno, podría decir que casi no la veo.
Con mis amigos ya no hablo.
Las calles y los comercios se han vestido de colores navideños. La gente sonríe feliz.
Yo no los entiendo. A mí no me rozan siquiera esas banalidades que hasta hace poco me movilizaban tanto.
Quisiera dormir y despertar el dos de enero, cuando estas fiestas hayan pasado.
Apenas un año atrás nadie me "paraba la pata".
Entre risas armamos todos juntos el arbolito y el pesebre, salimos a comprar regalos, armamos el menú, pensamos en los tragos. Éramos felices!!!
Hoy nos falta todo eso... Pero tenemos un árbol más lindo, cambiamos el coche, la piscina es más grande, los niños tienen los juguetes que siempre quisieron (casi no los usan, pero los tienen).
Estoy cansada, triste y sola. Me acuesto (últimamente paso acostada).
Me dormí profundamente y soñé.
Me vi rodeada de mis amores, de mi familia y de mis amigos; reíamos, jugábamos, compartíamos los alimentos y bebidas que cada uno había llevado, cantábamos, bailábamos. No sé dónde estábamos, pero era a orillas de un río, donde nos refrescábamos con intensa alegría. En ese ambiente se respiraba muchísimo amor.
Me desperté bañada en lágrimas.
¿Cómo pude perder todo eso?
¿Desde cuándo el trabajo y el servicio hacen desgraciadas a las personas?
Abatida, me bajé de la cama. Mis pies rozaron algo. Me agaché y la vi. Era una pequeña lámpara que jamás había visto.
La tomé en mis manos y así, sin más, apareció un genio (tal vez aún soñaba).
Le pedí volver a ser la de antes, aquella con muchas carencias pero desbordada de amor, con la que se podía contar.
La vida me sonrió nuevamente.
Armamos juntos el arbolito y juntos salimos a brindar a los más necesitados mucho amor y otras cosas que también necesitaban.
Estas fiestas serían como las otras, brindando por la unión, la salud, el trabajo y el amor, todo tan necesario en nuestras vidas.
Mi regreso me convirtió en la super heroína de las fiestas y volvimos a ser felices.
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