Hades y Caelus pretendían dominar el mundo terrenal.
Hades consideraba que a él le correspondía el trono mayor, pues los habitantes del inframundo superaban en cantidad a quienes habitaban los cielos.
Caelus a su vez, defendía su posición alegando que en el mundo de los vivos estaban aquellos dispuestos a trabajar y hacer de la Tierra, un lugar mejor, y era él, con su séquito de dioses, quienes los ayudaban.
Viendo que no podían llegar a un acuerdo, decidieron enfrentarse en el mundo de los mortales, sin tener en cuenta las consecuencias catastróficas que pudieran suceder.
Los mortales, enterados de lo que se avecinaba, estaban aterrados. Hablaron con diferentes dioses buscando su ayuda, pero ellos también estaban muy preocupados. Tanto Hades como Caelus eran capaces de hacerlos desaparecer sin que ellos pudieran hacer nada por evitarlo.
El día previsto para comenzar la guerra, Hades se presentó con miles de ánimas dispuestas a ayudarlo.
Caelus, por su lado, se rodeó de dioses, semidioses y mortales, todos ellos dispuestos a todo, para lograr el trono mayor de su dios.
Las voces de Hades y Caelus se elevaron haciendo temblar los mares, la tierra y el cielo.
Del cielo comenzó a caer una lluvia de tal magnitud, que hizo que todas las aguas se desbordaran, arrastrando todo a su paso.
La tierra se abrió, semejando enormes bocas de seres hambrientos, que se comían todo, sin desperdiciar nada.
Con excepción de Hades y Caelus,que estaban enceguecidos, todos los demás, ánimas, dioses menores, semidioses y mortales, unieron sus fuerzas para evitar las pérdidas totales de un mundo que ellos amaban.
En medio del caos aparecí yo, una mujer desconocida.
Una mujer de estatura normal pero comparada con los dioses que peleaban, era una figura diminuta.
Aún así, caminaba firme y decidida hacia ellos, quienes si quisieran, podían aplastarme como si de un mosquito se tratara.
Ellos me vieron y se sorprendieron de mi osadía. Dejaron de pelear mientras me acercaba. Me senté en el suelo, a lo indio, entre medio de los dos, y empecé a hablar, como si pensara en voz alta.
"¿Cómo es posible que dos hermanos, nacidos de una tragedia, se enfrenten sin motivo? ¿Acaso no comprenden que si uno de los reinos desaparece, también desaparecerán los otros? ¿A quién le sirve reinar el inframundo cuando no haya quien muera? Y si nadie muere, ¿dónde vivirán los mortales cuando ya no queden lugares libres? ¿De qué se alimentarán sin los nutrientes del inframundo? ¿De dónde sacarán sus riquezas?
_ Oye pequeña, dijo Caelus, ¿estás hablando con nosotros?
_ No, contesté. Solo pensaba en voz alta.
¿Saben? Yo creía que solo los mortales podíamos equivocarnos al creer que el poder absoluto sobre todo, nos haría más fuertes y felices. Pero veo que los dioses son tan necios como nosotros.
Cuando el trabajo en equipo falla. Falla todo.
Hades permanecía callado, pero por fin habló.
_ La pequeña tiene razón. Trabajemos juntos, por el bien de todos.
Y se marcharon reflexionando sobre lo que "accidentalmente " habían escuchado.