<<Es gracioso porque este fictober lo planeamos mientras comíamos pizza 😹
SilvinLewis y yo estábamos sentadas en una mesa, con una rebanada de pizza cada una, lanzando palabras al azar xDDD>>
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Fue muy sorprendente para los hermanos Ishtar -sobre todo para Ishizu- cuando Marik se ofreció voluntariamente, y de buena gana, para trabajar en el museo mientras Malik asistía a la escuela con Ryou, Yugi y los demás.
Al propio Malik le sorprendió un poco.
Pero bueno, a pesar de que Marik había compartido con su hikari el deseo de libertad, su odio nunca había sido dirigido a las raíces egipcias de la familia.
Es más, compartía el amplio conocimiento de siglos de tradiciones que le fue inducido al menor quien, a pesar de guardar rencor a todo lo que significaba ser un cuida-tumbas, había resultado un prodigio en cuanto a historia y antropología.
No que Malik odiara sus raíces. Solo que a él le interesaba más ir a la escuela y divertirse con sus amigos, como un adolescente normal.
Desde niño, Malik había absorbido todo ese conocimiento del mundo antiguo, como una esponja, alimentando sus ilusiones respecto al mundo que lo esperaba en la superficie de su lugar de nacimiento.
Porque a esa madriguera no se le podía llamar "hogar".
Pero sí, por el día, mientras Malik estaba en la preparatoria, Marik ayudaba en el museo.
El propio Bakura frecuentaba mucho por ahí, incluso Yami en menor medida -pues prefería ayudar en la tienda del abuelo Motou- ya que a menudo iban los tres a recoger a sus luces al terminar sus clases.
Aquel día, por ejemplo, no había sido uno de esos.
En el museo había un recorrido y los yamis estaban ayudando a Ishizu y Odion. Yugi, Ryou y Malik se habían dirigido a casa de este último al terminar las clases, por pedido del egipcio.
—Espero que no sea muy difícil —murmuró Malik, revolviendo su refrigerador por los ingredientes que ocuparía.
Ryou estaba sentado, con su laptop, en la barra de la cocina —Verás que no —lo calmó —quiero decir, nunca lo he intentado pero no luce muy complicado de hacer —su dedo índice se movía por el mouse táctil del ordenador portátil mientras buscaba algo en internet.
Oh, San Google, que todo nos los ofreces en un parpadeo.
—Además, tienes talento para hornear, seguro que lo haces bien —alentó Yugi, sacando un rodillo de amasar y otros cuantos instrumentos. Ryou asintió con la cabeza a las palabras del menor.
Malik se ruborizó —gracias chicos —respiró hondo, para convencerse de que sí podía y luego sonrió con decisión — ¡Lo haré! ¿Ya tienes la receta, Ryou?
El albino afirmó, dando vuelta a su computadora con una página web de recetas abierta.
Los tres se pusieron manos a la obra.
.
Se ponía el sol cuando los tres yamis salieron del museo. Estaban cansados de estar allí y el propio Marik se había ido antes que Ishizu y Odion, muriéndose de ganas de tirarse en cama y quizás convencer a Malik de que lo consintiera con un masaje o un baño juntos.
Bakura y Yami se despidieron rápido, alegando que sus hikaris ya los esperaban en casa, como les habían hecho saber no hace mucho por medio de su enlace mental.
No fue una sorpresa para Marik que, al llegar a casa, esta estuviese plagada del aroma crujiente a masa horneada y a comida en general. Malik no siempre cocinaba, pero cuando se desenvolvía en la cocina lo hacía muy bien, aunque en su mayoría fuesen postres.
Bostezó con la boca bien abierta, como un león, e iba a encaminarse a la cocina para robar algún bocado cuando la hermosa voz de su ángel atrapó su atención.
— ¿Marik? ¿Eres tú? —la voz se escuchaba un poco más ahogada de lo que debería, aún para provenir de escaleras arriba.
—Sí, bebé —contestó, dirigiéndose inmediatamente a dónde el menor se encontraba, era sorprendente lo fácil que su voz lo hechizaba y le inducía la necesidad de estar a tan solo centímetros de él —Ese par llegará más tarde —añadió, refiriéndose a los dos mayores.
Había escuchado la risilla de Malik ante su apodo, y su necesidad parecía aumentar, empujándolo a que lo tuviera ya entre sus brazos — ¿Día cansando, mi demonio? —en ese momento, el tibio olor a humedad se coló en su nariz ¿Malik estaba tomando un baño?
—Bastante —Marik empujó la puerta semi-cerrada de la habitación y la encontró iluminada únicamente por la luz del ocaso, pues las cortinas estaban abiertas de par en par. La puerta que daba al baño estaba abierta y una neblina muy ligera escapaba de ella; Malik estaba de pie a tan solo tres pasos, vestido únicamente con un short de mezclilla sin abotonar y moviendo suavemente una toalla blanca por su pelo, secándolo.
Cuando los grandes ojos lavanda de Malik se encontraron con los fucsia de su guardián, la sonrisa que el menor le dedicó fue sencillamente deslumbrante y encantadora —bienvenido a casa, Marik —le susurró afectuosamente.
Al escucharlo, Marik recorrió la distancia que los separaba en apenas dos zancadas y rodeó la pequeña cintura de su luz con los brazos, deleitándose y saboreando la sensación de la suave piel que tan bien conocía, húmeda y fresca bajo su tacto.
Su acción se ganó una ahogada exclamación de asombro, al ser tomado por sorpresa, junto a una risilla tierna -que se oía en realidad coqueta, si se lo preguntaban-.
Claro que la mejor respuesta fue el ronroneo complacido que Malik emitió desde el fondo de su garganta cuando, en vez de besarlo, Marik dirigió sus labios ansiosos directamente al cuello expuesto, recogiendo algunas perlas de agua que aún permanecían en la piel morena, bañada por la luz del sol poniente.
Como respuesta instintiva, Malik ladeó la cabeza, exponiendo más de su cuello a la boca hambrienta de su yami para recibir más de esos íntimos y sensuales toques. Los labios recorriendo su piel húmeda y sensible por la ducha previa provocaban que la piel se le erizara en suaves cosquilleos que recorrían todo su cuerpo.
Para Malik era simplemente natural dejarse llevar por el más alto, seguir su juego, entregarse; ambos se pertenecían, a fin de cuentas.
Un jadeo fue imposible de ocultar cuando los labios del mayor se partieron para dejar paso a su lengua, ansiosa y caliente, que recorrió con deseo y mayor ímpetu el camino previamente trazado a besos.
Malik soltó la toalla sobre su pelo para abrazarse al cuello de Marik y enterrar sus dedos en la salvaje melena de león que este ostentaba.
Marik jadeó también cuando los dedos de su luz empezaron un masaje suave en su cuero cabelludo, casi al mismo ritmo en que sus labios, dientes y lengua, atendían el cuello ajeno.
Malik era jodidamente perfecto, se entregaba a él sin saber que lo tenía completamente a sus pies con gestos tan pequeños y aparentemente inocentes como ese.
Sus propias manos no se estuvieron quietas tampoco, recorrieron avariciosamente la hermosa y elegante curva de la cintura de Malik hacia el inicio de las caderas, expuestas por el pantaloncito a medio poner. Mientras tanto, su boca se separó a medias del cuello de Malik, ganándose un lastimero quejido de protesta que lo hizo sonreír socarronamente; con la nariz, le dio un suave empujón al mentón del Malik, indicándole que moviera la cabeza para atender ahora el lado contrario de su cuello.
En el intertanto, paseó su lengua hacia arriba por la garganta, sintiendo como Malik tragaba duro. La sensación de ser un predador que tenía al alcance el punto más vulnerable de una presa era tan lascivo.
Malik, esta vez, gimió abiertamente cuando sintió los dientes presionando juguetonamente contra el lado derecho de su cuello —Marik —el nombre del ser que le estaba profiriendo tan dulces sensaciones era lo único que su boca podía formular coherentemente.
Al oír así su nombre, Marik terminó por bajar las manos hasta redondo y bien formado trasero de su luz, lamentando que la suave piel estuviera cubierta por la mezclilla áspera. El pequeño salto y la risilla que su luz dio en respuesta, junto con el movimiento automático de su pierna derecha levantándose ligeramente lo llevó a apretar con fuerza aquellas carnes, impulsando al menor para que se trepara a su cuerpo y le rodeara las caderas con sus piernas en una posición más íntima.
Malik obedeció rápido y cruzó sus brazos tras el cuello de Marik, aferrándose a este con sus piernas cerradas cual candado alrededor de su cuerpo caliente.
Lo miró directo a los ojos, con una sonrisa traviesa y mordiéndose el labio inferior mientras la toalla resbalaba de su cabeza por el brusco movimiento.
—Siempre haces algo como esto cuando me baño —mencionó en un susurro ronco.
Marik lo miró hacia arriba con una sonrisa torcida —no es mi culpa que huelas tan delicioso, Tenshi —se excusó mientras caminaba hacia la cama, como si Malik no pesara más que una pluma —cuando te lavas el pelo tu aroma es más fuerte y solo me dan ganas de devorarte.
Malik se sonrojó antes de sentir la pared contra su espalda desnuda. Marik lo había aprisionado a un lado de la cama. Por la posición la escasa luz del atardecer ya no le daba pero sí iluminaba a su yami, y la forma en que la luz hacia resaltar esos ojos brillantes de deseo simplemente le provocaba escalofríos.
El mayor entonces enterró la nariz en el pelo cenizo y lizo, inspiró hondo llenándose los pulmones del suave aroma a caramelo, pesado y sofocante por la humedad, pero completamente adictivo para el yami.
El oji-lavanda apretó su abrazo, sonriendo y sintiéndose amado por el trato que el mayor le daba.
Nada lo hacía más feliz que Marik, nada.
Repentinamente perdió el apoyo de la pared a su espalda solo para ser reemplazado por la suavidad del colchón bajo las sábanas. Marik lo había tumbado en medio de la cama, yéndosele encima y en medio de sus piernas que no perdían el agarre.
—Aunque a decir verdad —Marik hizo una pausa solo para escuchar el jadeo que su luz profirió al amasar traviesamente su trasero —había esperado que pudiéramos tomar un baño juntos —exageró un suspiro decaído.
Malik luchó contra el impulso instintivo de restregar sus caderas hacia arriba, mientras más jugaba Marik con su culo.
—L-lo siento —tartamudeó en un pesado jadeo —tenía calor por estar un largo rato en la cocina. T-te lo compensaré —eso último fue casi un gemido que Malik apenas pudo contener para terminar de explicarse.
Marik pasó de nuevo su lengua por la garganta de Malik, esta vez hasta el centro de su pecho, y lo miró hacia arriba con sus ojos rojizos — ¿Sí? ¿Y cómo lo harás, bebé?
Justo antes de que la boca de Marik alcanzara uno de los pezones del menor, este tomó fuerzas para darles un giro en su posición. Ahora Malik estaba sentado sobre el abdomen de Marik y le obsequiaba una coqueta sonrisa mientras el de abajo lo miraba con ligera sorpresa al ser tomado fuera de base.
En lugar de continuar con su sesión de juego previo, Malik se estiró y abrió con una mano la ventana cerca de su cama, cuando la fresca brisa corrió por la habitación llevó con mayor intensidad, a la nariz de Marik, un aroma que había estado pululando por toda la casa desde que había llegado.
Comida.
Marik miró interrogante a su luz, cuando esté volvió a sentarse sobre su regazo, a lo que el menor lo hizo sentarse y señaló con la cabeza al escritorio de su habitación.
Al voltear, Marik encontró una bandeja con dos vasos con hielo y una botella de refresco, además de un plato grande que sostenía una pizza, la cual lucía honestamente apetitosa.
Su estómago rugió, recordándole que estaba hambriento de algo más que el sensual cuerpo de su luz. Y Malik no contuvo una risita al oírlo.
—Espero que esto sea una buena compensación —Malik tomó unos almohadones y los acomodó contra la pared para que Malik se quedara semi-recostado. Entonces se dirigió al mueble y tomó la bandeja con cuidado antes de regresar a la cama y volver a subir sobre las piernas del mayor, dejando con cuidado la bandeja en su regazo.
En contra de sí mismo, Marik se sonrojó ante la dedicación de su luz en consentirlo.
Malik tomó una rebanada de pizza, que aún estaba tibia, y la acercó a la boca que minutos antes lo estaba haciendo suspirar y luchar por contener sus deseos más básicos.
—La hice yo mismo, espero que haya quedado bien —mencionó apenado, luego de Marik le hubiese dado dos buenos mordiscos a la rebanada que le ofreció.
Los ojos fucsia de Marik lo miraron atentamente — ¿Tú la hiciste?
Malik asintió, orgulloso — ¿te gusta?
El mayor dio otro mordisco antes de relamerse los labios —está deliciosa, Tenshi.
Los ojos de Malik resplandecieron por el cumplido de su pareja —me da gusto, Marik —al terminar la primera rebanada, Malik se inclinó para presionar un sonoro beso en la mejilla de su par —la hice especialmente para ti.
Y Marik, muy a su pesar, volvió a ruborizarse.
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